Las pesadillas ya eran algo común en la vida nocturna de London Sainclair.

Cada noche revivia la terrible muerte de sus padres, por más que intentará de todo no podía alejar ese sueño, pero lo más raro era que había un elemento que no había estado ahí aquella noche, una joven de cabellos azules observaba todo al otro lado de la acera, veía como el auto se acercaba a ellos y como su padre la había apartado para protegerla.

Despertó con la respiración agitada y se puso de pie yendo hacia la habitación de su amigo.

Ella se quito los zapatos y se acostó a su lado, Dick no tardó mucho tiempo en rodearla con sus brazos y atraerla más a él. - ¿Tuviste otra pesadilla?

- Si... - Murmuró London. - Otra vez mis padres.

- Descuida, ya paso. - Dick acarició su cabello y London suspiro tranquila. - Duerme, estoy aquí para calmarte.

- Extraño Gotham, la lluvia siempre me ayudaba a dormir. - Murmuró London y Dick tomo su mano.

- Aveces me siento culpable por haberte pedido que vinieras conmigo. - Dick suspiro y evitó mirarla a los ojos. - Si no lo hubiera hecho tu seguirías teniendo la vida de lujos que tanto te gusta.

- No, no... - London se sentó en la cama para poder ver a Dick. - Yo me fui por que quería hacerlo.

- ¿En serio?

- Si, por supuesto. - London volvió a recostarse en sus brazos, recargando su cabeza en el pecho de Dick. - Te amo Dick... - London cerro los ojos y arrepintiendose de sus palabras añadió: - Eres mi mejor amigo.