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Regresemos (Milo)

Dicen que cae más rápido un hablador que un cojo y confirmo. XD
En mi defensa, si Shurito bello, no fuera tan divino, precioso, celestial, creado por los mismísimos dioses, Milo x Afrodita sería mi OTP así que...

Bueno, este pequeño drabble se me ocurrió mientras escuchaba «¿En dónde estás, presumida?» de Chuy Lizarraga y lo escribí solo para quitarme la espinita.

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—Milo... —susurró Afrodita al contemplar al de Escorpio intentando mantenerse erguido frente a su templo.

—Afrodita.

Los ojos de Milo, pese a la excesiva ingesta de alcohol, brillaron de emoción al verlo y se lanzó a abrazarlo llorando. Afrodita, en acto reflejo, lo sujetó de vuelta, ignorando la peste de su notable borrachera, sintiéndolo acariciar sus cabellos y hundir la nariz en su cuello.

—Milo...

—Afrodita, por favor, vuelve conmigo, te lo imploro, pídeme lo que quieras, lo haré, pero por favor, vuelve.

Decía Milo sin dejar de llorar mientras recargaba todo su peso en el de Piscis hasta hacerlos caer al suelo, donde aprovechó para besar su cuello. Afrodita hizo acopio de todas sus fuerzas para apartarlo, pero Milo lo volvió a tomar de la cintura.

—Negociemos tu regreso —suspiró Milo volviendo a besar el cuello.

—Milo, estás borracho y además, sí mal no recuerdo, dijiste que en quince días me olvidabas, que no podías querer a alguien como yo —recriminó volviéndolo apartar.

—Yo sé reconocer mis errores, pero tú eres un presumido que no reconoce los suyos.

Reprochó el Escorpio mirando a Afrodita con cierto enojo, el de Piscis, rodó los ojos, Milo era terco en sus cinco sentidos, pero ebrio, era peor.

—¿Y aún así quieres volver?

Replicó volviéndolo apartar e intentó incorporarse, pero Milo lo volvió a jalar hacia él y lo abrazó sujetándolo con brazos y piernas.

—Sí —respondió seguro.

—Milo, estás borracho, mañana me vas a volver a insultar así que es mejor que te vayas.

Afrodita intentó apartarlo de nuevo, pero Milo se aferró más a él y comenzó a llorar de nuevo, dejando al mayor en su lugar.

—Está bien, sí quieres que hablemos mañana, pero no me eches de tu templo —pidió.

Afrodita, suspiró resignado y terminó cediendo. Lo ayudó a incorporarse y le permitió quedarse en su cama, rezando por no arrepentirse después.

A la mañana siguiente, se despertó con el escorpión encima de él mirándolo fijamente, creyó que recibiría una nueva tanda de insultos de parte de Milo, pero...

—Negociemos tu regreso —soltó besándolo.

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¡Gracias por leer!

¿En dónde estás, presumida? Traigo antojo de rogarte hasta que vuelvas, tengo ganas de que me mires llorando...

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