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Reencuentro (Saga)

Oneshot inspirado en la canción Reencuentro de Pequeños Musical.

Saga caminaba por las calles de un popular barrio de Tokio, un lugar bullicioso lleno de vida y de historias que se entrelazaban en cada esquina. El sonido de las risas, las conversaciones animadas y el aroma de la comida callejera llenaban el aire, pero todo esto se volvió distante cuando sus ojos se posaron en una figura que reconocería en cualquier lugar. En lo alto de una terraza, bajo la suave luz del atardecer, estaba Afrodita.

El tiempo pareció detenerse para Saga. Su corazón dio un vuelco, y una mezcla de emociones lo invadió. Afrodita parecía feliz, relajado, con una sonrisa suave que no había visto en mucho tiempo. Ese simple gesto, esa imagen tan serena, contrastaba enormemente con la última vez que se habían visto. En aquella ocasión, el dolor y la traición habían teñido el rostro de Afrodita con una tristeza profunda. El día en que lo descubrió con Milo.

Saga cerró los ojos por un instante, intentando sofocar el remolino de emociones que aquel encuentro inesperado le provocaba. El recuerdo era doloroso, una herida que aún no había cicatrizado. Se había dejado llevar por dudas y sentimientos no resueltos, haciendo lo imperdonable. Afrodita, siempre leal y amoroso, no merecía lo que le había hecho. Cuando quiso enmendar su error, ya era demasiado tarde.

Atenea, les había permitido a los santos a su servicio comenzar una nueva vida fuera del Santuario, alejarse de la guerra y el conflicto, y buscar su propia paz. Afrodita fue uno de los primeros en aprovechar esta oportunidad. Se fue sin mirar atrás, sin darle a Saga la oportunidad de disculparse, de pedir perdón por su traición.

"Lo merezco," pensó Saga mientras lo observaba desde la distancia. Sabía que había perdido el derecho a estar en la vida de Afrodita, a ser quien lo hiciera sonreír de esa manera. Y, sin embargo, no podía evitar sentir una punzada de dolor al verlo tan lejos de él, no solo en la distancia física, sino en una vida que ya no compartían ni podrían compartir, porque sabía que Afrodita, ahora estaba feliz, realizando sueños que algún día había compartido con él, pero se hacían realidad con otro: Aioros.

Saga pensó en dar la vuelta, sin embargo, Afrodita posó sus ojos en él, y tras un breve momento de sorpresa, lo saludó con un gesto de la mano. Saga, tratando de mantener la calma, devolvió el saludo con una ligera inclinación de cabeza. Sin pensarlo dos veces, Afrodita comenzó a acercarse, con la misma gracia que siempre lo había caracterizado, mientras una cálida sonrisa se dibujaba en sus labios.

Saga sintió cómo una mezcla de nostalgia y nerviosismo se apoderaba de él. No había planeado encontrarlo y mucho menos bajo estas circunstancias, había viajado a Japón para una pequeña reunión convocada por Atenea, sin embargo, ni Afrodita ni Aioros se habían presentado y creyó que ya no los vería, en el fondo sabía que era lo mejor, pero ahora, no podía escapar.

Se quedó firme en su lugar, observando cómo Afrodita se detenía a pocos pasos de él, irradiando una serenidad que solo lograba que Saga se sintiera más consciente de sus propios errores. Se obligó a sonreír.

—Saga —dijo Afrodita en un tono cordial, casi amistoso—. ¿Cómo estás?

Saga asintió ligeramente antes de responder, intentando que su voz no traicionara la tormenta que sentía en su interior.

—Estoy bien, gracias. —Hizo una pausa, estudiando el rostro de Afrodita antes de añadir—: Y tú, ¿cómo has estado?

Afrodita esbozó una sonrisa más amplia, una que parecía venir del fondo de su corazón.

—Estoy bien, gracias. De hecho, estoy esperando que me entreguen a mi hijo. Aioros y yo, con la ayuda de la señorita Saori, hemos conseguido adoptar a un hermoso niño —la felicidad irradiaba en su voz.

Saga sintió como un frío invisible recorría su espalda, pero logró mantener la compostura. Apretó los labios en un intento de controlar sus emociones, mientras fingía sorpresa e interés.

No era una noticia que no supiera, Shura, Deathmask y Aioria se habían asegurado de informarlo el día anterior durante la reunión. Incluso, Aioria, como un tío orgulloso, le mostró fotos del bebé, ajeno (o tal vez no) a los sentimientos de Saga. No lo demostró, pero en el fondo había sentido una punzada de celos al enterarse de que Afrodita había encontrado la felicidad con Aioros, formando una familia juntos.

Afrodita, sin notar (o tal vez sí, pero prefiriendo no mencionarlo) el sutil temblor en Saga, continuó hablando con entusiasmo sobre su nuevo rol como padre. Una imagen que nunca relacionó con Afrodita, pero ahí estaba. Mientras Afrodita hablaba, Saga lo observó detenidamente, admirando la paz que parecía haber encontrado en su vida.

—Me alegra mucho por ti, Afrodita -dijo finalmente Saga, con una sinceridad que esta vez no tuvo que fingir—. Estoy seguro de que serás un padre increíble.

—Gracias, Saga. Eso significa mucho para mí.

—¿Y cómo está Aioros? —preguntó antes de poder detenerse.

Afrodita sonrió con dulzura, y sus ojos brillaron al mencionar a su pareja.

—Está feliz, muy feliz. De hecho, lo estoy esperando para hacer unas últimas compras para la recámara de nuestro hijo —Saga asintió, sintiendo que cada palabra de Afrodita pesaba más en su corazón. Las imágenes de Aioros y Afrodita juntos, compartiendo esa felicidad que él había perdido, se arremolinaban en su mente—. Si quieres, podrías quedarte y saludarlo —continuó Afrodita, ajeno al conflicto interno de Saga—. Seguro estará feliz de verte.

Saga sintió un nudo en la garganta. La idea de ver a Aioros, su antiguo mejor amigo, junto al hombre que alguna vez fue el amor de su vida, era más de lo que podía soportar. Intentó pensar en una excusa, cualquier cosa que lo alejara de esa situación tan dolorosa, pero las palabras se le escaparon.

—No, no quiero interrumpir —murmuró finalmente, tratando de mantener la calma—. Además, tengo... otros compromisos.

Pero antes de que pudiera continuar con su torpe excusa, el destino, parecía, tenía otros planes para él, empeñado en restregarle en la cara lo que había perdido. La figura de Aioros apareció a lo lejos, acercándose con esa tranquilidad que siempre lo había caracterizado, Saga sintió cómo su corazón se encogía aún más. La visión de Aioros y Afrodita juntos, felices, era una imagen que, aunque había intentado evitar, ahora se materializaba ante sus ojos.

Cuando Aioros llegó, sonrió al ver a Saga, como si el tiempo no hubiera pasado entre ellos. Era la misma sonrisa cálida que Saga había conocido durante tantos años, pero ahora había algo más en ella, un brillo de plenitud que lo hería más de lo que jamás hubiera imaginado.

—Saga —dijo Aioros con esa voz profunda y serena—, qué sorpresa verte por aquí.

Saga forzó una sonrisa, sintiendo que cada segundo era una eternidad. Se encontraba atrapado en un momento que no sabía cómo manejar.

—Sí, tampoco esperaba verlos, estoy por regresar a Atenas —informó, tratando de sonar casual—. Me alegra verte, Aioros.

Afrodita, probablemente sintiendo la tensión en el aire, tomó la mano de Aioros con naturalidad, ese simple gesto tan íntimo que Saga no pudo evitar notar. Era una muestra de cariño que él había perdido, un lazo que ya no le pertenecía.

—Entonces no te demoramos más. Vamos, Aioros —dijo Afrodita con suavidad, mientras se volvía hacia Saga—. Fue un gusto verte, Saga. Espero que estés bien.

Saga apenas pudo responder antes de que ambos se alejaran, con un último vistazo hacia la dirección en la que Afrodita y Aioros habían desaparecido, Saga se dio la vuelta y comenzó a caminar, dejando que la realidad de su soledad lo envolviera.

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¡Gracias por leer!

Lo único que me duele de este oneshot es haber puesto a Milo como el tercero en discordia.

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