Lluvia II (Aioria)
Uff, no soy fan de las segundas partes, pero la idea de este fic me rondó por mucho tiempo y bueno, aquí'ta. No está revisado ni corregido porque temo que termine borrándolo como muchos otros, así que si notan algún error, con confianza háganmelo saber, pa borrar.
NC-17
Advertencia: explícito.
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Un fuerte gemido se dejó oír por toda la habitación, mezclándose con la lluvia que caía torrencial sobre el Santuario y que se estrellaba contra los cristales de las ventanas del templo de Leo.
Las manos del santo de Piscis se aferraron a los hombros de Aioria, mientras este se abría paso en su interior con sus dedos y su boca jugaba cerca de su entrepierna. Estimulándolo y dilatándolo. Tener al quinto guardián tan atento sobre su cuerpo, era tan placentero que casi sintió pesar cuando las manos griegas se retiraron de su entrada.
Se miraron con fervor. Afrodita, acarició el rostro de Aioria con ternura mientras el santo de Leo lo recostaba sobre la cama y separaba sus piernas con suavidad. Con una tenue sonrisa lo invitó a entrar en él. Un relámpago que se filtró por la ventana de la habitación de Leo, iluminó los cuerpos que se unían con absoluta entrega.
El caballero de Leo, no demoró en hundirse en la intimidad de Afrodita con una suave fricción que lo hizo arquearse de placer y clavar sus dedos en los fuertes hombros del griego. Aioria, tomó su tiempo para iniciar un lento vaivén de sus caderas, depositando suaves besos en los labios, rostro y cuello de Afrodita que suspiraba ante los delicados movimientos.
Las caricias que se propiciaban eran moderadas, casi medidas, demorando así su unión. Aioria, no tenía prisa por terminar, por eso cada vez que Afrodita exigía ir más de prisa, lo detenía sujetando firmemente sus caderas. Tenía toda la intención de alargar aquel encuentro, de hacerle el amor con mesurada ternura y absoluta delicadeza. Había esperado demasiados años para tenerlo y quería expresar todo su cariño en la confluencia de sus cuerpos llevados al éxtasis con la calma que da la ternura.
—Aioria... —suspiró Afrodita al sentir las manos del griego recorrer su anatomía con parsimonía; casi le parecía irreal que aquellos sobrios movimientos lo estuvieran llevando al cielo.
—Afrodita... —repitió el de Leo observando con amor el bello rostro arrebolado de su amante. Se sonrieron.
Aioria, pasó su lengua y nariz por el cuello de Afrodita, lo que provocó un sonoro gemido de su parte y que su respiración se comenzara agitar y por ende, buscar un contacto más acelerado de sus caderas. Aioria, apretó suave la piel de sus glúteos impidiendo que marcara el ritmo. Detuvo su exploración por su cuello y lo miró.
—Calma —posó sus labios en los ajenos fugazmente —no hay prisa.
Afrodita asintió cerrando los ojos al sentir el delicado tacto de la mano de Aioria apartando un mechón de cabello de su cara. Se besaron siguiendo el ritmo marcado por las caderas de Leo, que para Piscis era una lenta y dulce tortura.
Se tomó su tiempo para acariciar cada parte de piel bronceada a su disposición al tiempo que disfrutaba del contacto de las manos de Aioria sobre su cuerpo, sintiendo la necesidad de devolverle cada gramo de placer que él le estaba ofreciendo. Separó sus labios de los ajenos y repitió la caricia que momentos antes el de Leo le había regalado sobre su cuello, saboreándolo y oliendo su piel a gusto.
Sus gemidos resonaron por las paredes del templo, acompañados por la lluvia que seguía cayendo sin tregua, aunque los amantes que se entregaban con absoluta devoción se mantenían ajenos a ella ocupados en recorrer la tibieza del cuerpo que tenían a placer.
Aioria, tomó con gentileza una de las manos de Afrodita y entrelazó sus dedos con los contrarios, mientras que con la otra recorría el pecho. Estimuló ligeramente sus tetillas y continuó su camino hasta tocar su miembro y comenzar a masturbarlo con la misma lentitud con la que lo penetraba.
—¡Dioses! —gimió el de Piscis al ser consciente de cada movimiento de Aioria sobre su cuerpo. Jamás se lo habían hecho así, pero debía admitir que era una sensación maravillosa.
El de Leo, no estaba mejor, sentir cada parte de piel de Afrodita sobre la suya y descubrir cada zona erógena del cuerpo ajeno y propias, era la sensación más placentera que hubiera experimentado jamás.
Se besaron sin pausar su faena, conscientes de que estaban próximos al final. Aioria, golpeaba firmemente su interior sin aumentar el ritmo de sus embestidas, lo que sorprendió enormemente a Afrodita que comenzaba a sentir tensión en el bajo vientre.
—Solo un poco más Afrodita, por favor —jadeó Aioria sobre su oído antes de inclinarse para besarlo, intuyendo que Afrodita estaba cerca del final, quería un poco de contención para terminar juntos.
Y llegaron. El orgasmo estalló simultáneo con gran fuerza que ambos se sintieron llegar al cielo de puro placer. Se separaron mientras intentaban normalizar su respiración.
Aioria sonrió cuando sintió los suaves labios de Afrodita sobre su hombro. Se giró ligeramente y lo rodeó con sus brazos para atraerlo a su pecho. Besó sus cabellos.
—¿Sigues pensando que soy un niño? —preguntó mirándolo fijo. Afrodita sonrió con travesura.
—Me escucharé muy pervertido si te digo que sí.
Aioria, soltó una ligera carcajada y negó abrazándolo con más fuerza dispuesto a dejarse arrastrar por morfeo y no dejar escapar a su adorado pez esa noche ni ninguna que le quedara de vida.
Afrodita lo observó dormir y sonrió con cariño, no se arrepentía los años que estuvo reprimiendo sus sentimientos hacia Leo. Sabía que, de haberse acercado, le habría causado un daño quizá irreparable, como tantas veces le habían advertido Shura y Deathmask.
No, durante el reinado de Saga, su amor por el de Leo no era correcto, pero ahora, tenía una nueva oportunidad y no la pensaba desaprovechar. La felicidad que sentía era inefable. Saberse perdonado y correspondido en sus sentimientos era algo con lo que no se había atrevido a soñar, pero ahí estaba, en brazos del hombre que amaba; esperaba que en esa nueva oportunidad, tuviera muchos años para compartir con Aioria.
Miró hacia la ventana cuando un nuevo relámpago surcó el cielo y en sus adentros decretó que los días de lluvia, serían sus favoritos. Besó por última vez —esa noche —a su compañero, enredó sus brazos sobre su cintura y se dispuso a dormir.
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¡Gracias por leer!
Me costó lo que no tengo decidirme a publicar este oneshot, ¡apreciénlo! Okno, pero sí es algo con lo que no estoy muy cómoda, así que no sé qué tal haya salido, quién sabe, a lo mejor es mi début y despedida con los fics de esta temática. Saluditos.
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