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Desear no es amar

Francisco (tercera persona)

Francisco era un chico de aspiraciones cortas, vida tranquila y trabajador las veinticuatro horas, que siendo aún joven heredó las tierras de sus padres, los cuales contrajeron una terrible enfermedad que los llevo a la muerte, pero milagrosamente el chico no fue contagiado.

Desde ese entonces su fe creció, comenzó a orarle salud y fuerzas a los dioses del Olimpo, daba grades ofrendas sacadas de esas tierras y fue vendiéndolas hasta tener lo justo para vivir y llevarles mensualmente su gratitud.

La vida le pasaba bien, tenía comida y salud, pero no tenía amor. Ya no contaba con el fraternal, tampoco existía alguien a sus alrededores pues solo eran esclavos de los compradores que a duras penas él enseñaba a hablar. Eso le faltaba, amor.

El joven Francisco deseaba encontrar el amor, no quería estar solo.

—Zeus ¿Es mucho pedir amor en mi vida? —preguntó mirando la colina donde lleva las ofrendas mientras recogía manzanas.

—Calma hijo mío, hoy te encargo a una de mis hijas celestiales, hoy tú le enseñarás el amor—escuchó una voz que luego lo llevó a un sueño profundo.

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POV Zeus (Primera persona)

—No me puedes castigar, soy así de creación y no debes intentar corregirme, a tus marionetas, en cambio, deberías darles más potencia sexual. —Afrodita insinuó meneándose por toda la habitación con unas mallas que no dejaban mucho que imaginar y su característico cabello rubio que llegaba a sus pies, rozando su mano al moverse por el viento, donde tenía una de las manzanas que trajo aquel joven cual misión le encargué recientemente.

—No se trata de eso, se trata de que conozcas el amor, se cree que seas Afrodita, diosa del amor, belleza y erotismo, aunque solo cumples dos de estas cualidades —anuncié sin dejar ningún cabo suelto acerca de mi demanda, ya que ha estado desbordando su arrogancia por todo el recinto divino y ha llevado a la locura a muchos humanos que lograron ver su figura.

—Gracias por el elogio, el amor no es para mí y lo sabes, en cambio, el deseo es lo que puedo crear en todo el mundo, puedo sembrar pasión hasta en ti, ya que soy belleza pura, una llama candente que puedes usar para alimentarte, calentarte, pero también puedes quemarte —besó mi cuello dejándome un poco nervioso pese al poder que ejercía porque Era, mi esposa, podía verme y ella me ordenó detener mi actitud desenfrenada, o castigaría a quien se colocará en su camino.

Sus candentes ojos verdes hicieron contacto con los míos y pensé en que lo mejor sería la ayuda de mi iluminado. Al traerla quise que llegara a la reflexión, aunque sabía que sería en vano.

—No tengo más remedio que dejar el habla y llegar a los actos, el consejo me mandó a tomar alternativas contigo y no hay más remedio.

—A dos de ellos me los...

Tomé por el brazo a la diosa sin dejarla terminar y la lancé en el pozo que yacía en habitación donde estábamos. La última vez que alguien atravesó por ahí fueron los primeros hombres que habitaron la tierra.

—Afrodita, hasta que no conozcas el amor estas puertas estarán cerradas para ti —alegué en ese humano, mi mejor herramienta y única salvación.

POV Afrodita:

Sentí que caía en el vacío, cosa que no estaba para nada mal pues el aire rozaba mi piel y era excitante. Sé que mi castigo será en la Tierra, pues es el jardín de juegos del creador y padre, aunque eso no impide el morbo que me da una aventura con él, al fin y al cabo ¿Quién no ha fantaseado con el jefe?

Atravieso lo que parece una cabaña de madera y termino en medio de una gran cantidad de paja para caballos. ¿Qué castigo divino es este que me hace querer pecar para obtener unas vacaciones del tedioso Zeus?

La suerte para la persona que vive aquí es que me encogí en el trayecto, si caía en mi forma celestial esta casita se reduciría a escombros.

—¿Pero qué pasa aquí? ¿Y este agujero en el techo? Zeus, hago mis ofrendas mensuales ¿Es acaso esto un castigo devino? —el humano tiene una voz muy masculina y parece seguro de sí mismo, por el tono asumo que tiene más de treinta y un estado de salud pleno ¿Cómo será físicamente? Porque yo no vine a perder el tiempo.

—Hey humano, soy Afrodita, aunque me debes reconocer por mi hermosura y bello cuerpo, además de mi largo cabellos y ojos como diamante, en fin, fácil de reconocer —espero que después de esto lleguen los halagos, me atrevo a decir que es un placer para él que yo rompiera su casa.

—No, te vi en el sueño o visión que acabo de tener, tu padre me avisó de tu llegada y me dijo que venías a pervertir mi alma, asumo que también mi casa.

No parece tener miedo y ahora que me levanto de este sucio suelo noto a mi alrededor caballos que me observan sin parpadear y no son los únicos, al parecer todos los animales del iluminado de ojos azules y negros cabellos, quien a juzgar por las miradas desea caer en este juego tanto como yo.

—Dime humano ¿Me deseas?

—Eres hermosa como el cielo mismo y resplandeces como el sol que comienza mis días, pero tengo una misión clara, enseñarte cómo amar. —que raro es este hombre, me da la certeza de que puedo tener con él una noche a la altura de los dioses, pero algo lo detiene.

Me abalanzo sobre sus fuertes y trabajados brazos de obrero-campesino y pongo sus manos sobre mi trasero acercando nuestra distancia y provocando un enrojecimiento en sus mejillas. Su miembro no me hizo esperar, estampó de repente sus labios sobre los míos haciendo que lograra mi objetivo, era mío.

—¿Te gusta lo que sientes por mí? No intentes negarlo, es inminente el morbo que te provoco y te puedo declarar que es mutuo. —No soy de hablar mucho para esto, pero el humano me gusta bastante.

—¿Fue divertido? Sí ¿Me gustas? Mucho y atraes también, pero, no te equivoques, cumplo órdenes de Zeus y no te veré como una mujer más. —¿Soy diferente? ¿No soy solo sexo?

—¿Eres virgen? Si es eso no te preocupes, sé comportarme como una dama cuando es necesario, créeme, después querrás más salvajismo del que puedas imaginar.

—Mírame bien, pequeña y encantadora diosa que hoy alumbra mi alma corrompida. Quiero darte una experiencia única hoy, asumo que los castigos de tu padre duran un día pues ya estoy informado sobre el tema. Ahora tengo la tarea de mostrarte el amor.

—¿Cómo planeas hacer eso?

—Amándote y alabándote como siempre he hecho y seguiré haciendo hasta el fin de mis días. —¿amándome?

—¿Podemos sentarnos en una mesa a cenar o algo? Ya me duelen los pies

Siento unos brazos fuertes alrededor de mis piernas y espalda, en un instante estoy en el aire, en sus brazos.

Me tiene cargada como una débil niña y se dirige a una mesa enorme con los manjares más bien intencionados que he visto

¿Será que me ama de verdad? ¿O en lugar de ser un castigo es una broma del dios supremo?

La mesa es pequeña, pero tiene todos los platillos tan bien elaborados y colocados como para tener una mesa todo lo necesario a la altura de una diosa como yo.

Hay una especie de carne sumergida en una salsa bastante apetecible, langostas, camarones, diversos vinos, velas aromáticas rojas, platos bañados en oro y sillas de piel de zorro¿Es mi impresión o todo es muy erótico?

Me coloca en una silla como una pluma y luego la sitúa hacia adelante como un caballero —cabe mencionar lo nervioso que está, es hasta adorable —. La estancia aquí no ha sido tan mala después de todo, un hombre que no ha tenido sexo conmigo aún, que me trata como una princesa y me dice pequeña como si yo hubiera rejuvenecido de momento.

—¿Por qué haces esto? ¿Por qué los nervios? ¿Es mi pareja el que está detrás de esto? Pareciera que no cuentas con los recursos para hacerlo tú —su mirada hacia mí cambió y sonrió entre lágrimas.

—Eres mi diosa favorita, además quiero ayudarte a volver a tu sitio en el Olimpo porque venero como siembras el amor y deseo en nosotros los humanos, uniendo a dos personas y convirtiéndolas en una con danzas de caricias sin fin.

—Estoy agradecida con todo lo que haces por mí, eres un gran humano y haces que surja un lado de mí que olvidé, el ser gentil. En verdad estoy agradecida, pero no puedo amar, cada vez que amo estoy abrigada a dejar todo atrás, mis amantes mueren, desaparecen, me abandonan, no quiero amar, nunca más. —este humano es diferente, dada la gentileza con la que me trata hace que pueda ser sincera con él, además con un extraño es más sencillo ser espontánea y real.

—Haré que me ames como yo a ti, en cuanto a la fortuna para esta cena, yo la preparé y me esforcé porque conozco tu verdadero ser, esa alma libre y buena que no deja de sorprenderme, piensa, desde que llegaste has mostrado facetas de tu ser olvidadas por ti misma.

—¿Crees que volverá a mí el amor? ¿Piensas que puedo sentir luego de que me lo han arrebatado todo?

—No puedes volver a tener ese amor que tenías, nunca volverá —eso no sirve de consuelo, lo empeora —aunque puedes volver a crearlo desde cero —empieza a molestarme en serio, un momento, ya estoy molesta.

—No voy a arriesgarme, no voy a amar a nadie y mucho menos a un insignificante humano como tú.

—Si supones eso solo quedo sin tu merced como mi diosa y nada más, soy un humano común y corriente, pero la situación ha hecho que seas igual a mí ahora, Zeus al notar que no cumplí con mi trabajo me negará todo privilegio y fortuna, aunque sea ti te llevará pues no tendrá más remedio. Montemos a caballo y discutamos el tema.

—Después de cenar si quieres lo hacemos, es tu esfuerzo después de todo, espero no te moleste. —comienzo a arrepentirme, él no es el culpable de mis desdichas y lo he tratado como tal.

—Come tú si quieres, todo en esta mesa es para ti, a tu altura como tanto me recalcas.

Luego de eso sale de la habitación para dejarme en esas cuatro paredes con una cena tan romántica que no entraba ya en la categoría de erotismo. Entiendo así el fin de compartir este momento y lo que significaba para él. Lo he echado todo a perder.

#

Narrador omnisciente:

Afrodita sentía aquella comida bajar como fuego, cada cucharada estaba invertida por arrepentimiento, pena, vergüenza. El trato al joven no había sido grato, él la complacía, la miraba directamente a los ojos sin dudarlo, preparó la cena más hermosa que sus ojos habían visto y sus labios probado y ella no había valorado eso.

Él, por otro lado, peinaba a los caballos pensando en ella, en su cuerpo, su forma de ser y como la tuvo tan cerca y puedo cumplir su sueño. No eran pocas las ofrendas dejadas a ella en su nombre, creyendo en el amor que ella le podía otorgar a cambio, conocía que el amor platónico no era el mejor camino a la felicidad, pero a él no le interesaba. Solo tenía la esperanza de verla algún día, en sueños quizás y poder observarla por horas.

Afrodita no soportaba más la incertidumbre de ese sentimiento, él esperaba verla enamorada, o al menos feliz, por lo que sus ojos se iluminaron al verla entrar.

—Humano, yo quiero pedirte disculpas, soy una diosa, no tengo por qué ser diferente ¿Entiendes? —Ella sabía que eso no funcionaría, tenía que ser más bondadosa con él y aprender a olvidar el pasado, por lo cual esas palabras las recibió el viento que la acompañaba en su soledad, recordando que Francisco se encontraba junto a los animales.

Corrió afuera de la cabaña hasta llegar al establo donde el joven preparaba sus caballos y se deleitó viendo los adornos florales que colocó para recibirla, ella no se había percatado cuando llegó, pero al verlo todo mientras él solo hacía su labor sin mirarla entendió que el humano sí tenía un propósito en su vida, enseñarle a sentir

¿Pero qué? ¿Qué sería capaz de sentir por él? Esa pregunta rondaba la cabeza de la diosa al verlo limpiar y cepillar a los caballos con tanto afán.

—Hola, no vengo a ofenderte y tampoco a pedirte sexo, solo quiero montarlo —Francisco se enrojeció de tal manera que ella tuvo que rectificarlo pues notó su error —. El caballo —acomodó su cabello hacia atrás después de la aclaración.

—Ven, te ayudo a montar—se ofreció el joven.

—Antes, dime tu nombre, he sido tan maleducada que no te he preguntado.

—Francisco, ese es mi nombre y no, nada de maleducada, aunque sí hermosa.

Pasaron la tarde montando a caballo alrededor del lago Pendragon, se detuvieron a comer uvas en las orillas del mismo y decidieron meterse al agua, Afrodita, como de costumbre hipnotizó a todo animal cercano a ella del género masculino, las hormonas que ella desprendía eran como un polen adormecedor, el cual detuvo a libre voluntad para obtener un momento más hermoso con el humano que descansaba en el agua junto a ella.

En aquel lado mantuvieron relaciones durante una semana, ellos viajaban allí todos los días a vivir esa bella aventura, comenzó a amarlo y no crean que tardó, no, ella no quería admitirlo, pero su corazón no esperó para desarrollar el sentimiento y entre caricias, besos y bondad entre ellos terminó pasando, ella bajó su caparazón y le confesó su amor.

—En aquel instante que llegué no lo vi con claridad, te amo y eso puede ser dañino para los dos, ya no soy una tirana, no soy una enemiga, pero hoy tengo que irme, Zeus me llama al Monte Olimpo y debo volver. —con el corazón roto ella se despedía de él, aunque Zeus tenía otros planes y entró en escena para hacer vigente su deseo.

—Hoy, hija mía, por fin veo que amas de verdad, veo que te duele abandonar tu amor, hoy también murió Cupido, naciendo de este sentimiento su sucesor.

El padre de los dioses convirtió a Francisco en el nuevo portador de las flechas de amor y le asignó repartir lo que él le sembró su hija a todos sus semejantes.

Afrodita volvió a ser la dulce y hermosa mujer que había dejado atrás y se disculpó ante los dioses que sedujo rompiendo lazos estables con sus parejas.

En cuanto a los enamorados, se dice que aún los ven danzar igual que el primer día, en aquel lago donde sus almas se entrelazaron para la eternidad.

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