Afortunadamente No Eres Tú.
La cosa es esta: Tom no está interesado en una relación y lo deja en claro todo el tiempo. ¿Citas rápidas? No gracias, son estúpidas. ¿Citas a ciegas? Muy gracioso, no. ¿Intentar conocer a alguien? Por el amor de Dios, hablamos de Tom, por supuesto que no quiere conocer a nadie, él está muy tranquilo viviendo su vida y tocando su bajo sin que nadie le moleste y, en orden de mantener esa calma, ha decidido alejarse de cualquier oportunidad de tener una relación. Sólo hay un pequeño problema, un problema que tiene nombre y apellido: Matt Adala, su compañero de piso.
- ¡Hola, guapo! - había dicho su amigo cabeza de zanahoria un día y, contra la expectativa de Tom al sacar su nariz de un libro falso para perder el tiempo, Matt no estaba hablando con su reflejo, sino con él.
- ¿Acabas de llamarme guapo? ¿Perdiste tus lentillas o algo así? - fue su respuesta inmediata. El pelirrojo, con una sonrisa en el rostro, negó. Se le quedó viendo a Tom un momento y, con toda normalidad, preguntó:
- ¿Quieres salir conmigo?
Tom rió. Preguntó si Edd le iba a pagar si le decía que no y, ante la insistencia del pelirrojo, se frustró y terminó lanzándole el libro en la cara. Pensó que esa mala broma había terminado en cuanto escuchó a Matt insultarle por haber atentado contra su "hermoso rostro", pero no pudo haber estado más equivocado: Esa pequeña plática en el sofá de la casa había sido sólo el principio de una serie de intentos de Matt por hacer que Tom saliera con él, una serie de intentos que Tom detestó con toda su alma.
El día siguiente a ese, Matt apareció en la puerta de su cuarto con un ramo de flores y una nota con la leyenda "¿Quieres salir conmigo?". Tom suspiró al verlo y le rodeó, ignorando por completo el detalle y directo al frigorífico por un poco de alcohol. Matt con flores para él, algo que sólo había visto en sus peores pesadillas. De un trago se pasó la mitad de la botella de Smirnoff que acababa de abrir.
Otro día Edd le pidió que le esperara en el auto para ir por las compras. Matt estaba en el auto, listo para manejar y llevarlo a una "cita romántica". Tom, teniendo un poco de sentido común, le recordó a Matt que no tenía licencia de conducir y le obligó a salir del auto. Cuando Edd se asomó a preguntar por qué seguían ahí, Tom le insultó por colaborar con el "pelirrojo idiota" para hacerle sufrir.
- Sería bueno que estuvieran en una relación - fue su respuesta, dicha con completa tranquilidad pese a tener a un amigo a punto de asesinarlo y otro escondido atrás de él como un niño regañado -. Así se van a vivir juntos y me quedo con mi casa solo para mí.
Está de más decir que Tom no le ayudó con las compras y Matt fue en su lugar. Un terrible error dejar que esos dos fueran al mercado juntos, volvieron con un montón de chucherías innecesarias y se olvidaron por completo del aceite de cocina que había sido el motivo por el que habían ido al mercado en primer lugar.
Una nota pasada por debajo de su puerta, un piropo salido de la nada cuando el de cuencas estaba distraído, un intento de coqueteo directo fallido en la cena... Matt realmente se estaba esforzando, Tom debía admitirlo, pero no por eso iba a dejar que se burlara de él. Decía tener dignidad y se creía tanto esa mentira que tiró todas las notas, respondió amargamente a los piropos y se burló de los coqueteos de Matt. El cómo el pelirrojo no se deprimía después de escuchar las hirientes palabras de su "amado" es un misterio. Tal vez estaba tan enamorado que decidió que no iba a dejar que eso le detuviera, tal vez sólo estaba empeñado en tener una cita y esa era su manera de hacer una rabieta. A Tom no le importaba y no iba a preguntarle nada relacionado al tema.
Una carta que quemó en cuanto se cayó del librero, una cartulina con el mensaje "Kieres ser mi nobio?" al estilo secundaria tercermundista que arrugó y lanzó a la cabeza del pelirrojo, un maldito cojín bordado que tiró al lodo sin pensarlo. Santo cielo, ¿Quién se tomaba el tiempo de hacer eso? ¿Cuánto tiempo había pasado haciendo eso? Sólo sintió una pizca de arrepentimiento después de levantar el cojín y ver que ni siquiera tenía una insinuación en él, sólo un corazón mitad azul y mitad morado. No le duró mucho el sentimiento pues, en cuanto escuchó a Matt acercarse a preguntar si había visto lo que le había hecho, le dejó caer de nuevo al lodo.
- A ver - dijo un día mientras Edd no estaba. Había pasado ya más de un mes desde que había empezado Matt con sus idioteces y comenzaba a hartarse -. Tengo una pregunta atorada en la cabeza y creo que si no te la pregunto, exploto. ¿Por qué no pasas de esto?
Matt, comiendo la mezcla de yogurt natural y avena molida que había sobrado de la mascarilla que se había aplicado un rato atrás, respondió con una sonrisa en el rostro una afirmación que tomó a Tom desprevenido:
- Porque te amo.
- Déjate de tus idioteces - fue lo que respondió después de un segundo de incertidumbre -. ¿Me das? - fue lo siguiente que dijo, refiriéndose al menjurje que el pelirrojo comía de un tazón. Este asintió y le ofreció la cuchara. Le observó fijamente mientras se llevaba una cucharada a la boca. ¿Por qué se ponía esas cosas en la cara cuando sabían tan bien? La única forma en que la avena sabe bien. Tom salió de sus pensamientos cuando vio a Matt a nada de ponerse a nada de saltar de la felicidad -. Bien, ¿Ahora qué te pasa?
- TUVIMOSUNBESOINDIRECTO - fue su respuesta. Al principio Tom no entendió que dijo pues sus tonos agudos le habían dejado sordo, después observó la cuchara y, siendo la persona más amable y madura del mundo, corrió a enjuagarse la boca y lavarse la lengua hasta que le dolió. De cualquier forma, Matt siguió saltando de la felicidad hasta que el castaño se acercó y le propició un golpe en la cabeza.
¿Cuánto más iba a durar ese sufrimiento llamado Matt fingiendo estar enamorado?
Había visto a Matt "enamorado" en otras ocasiones, teniendo noviazgos con algunas chicas y uno que otro chico que encontraba en citas rápidas o citas a ciegas. Nunca salía bien. O terminaba al borde de un ataque de pánico en un restaurante o volvía llorando a la casa, completamente destrozado y sin dejar que nadie se le acercara. Hasta el momento, Tom había pensado que eso era muestra del amor que Matt profesaba a esas chicas, amor que ninguna de sus parejas apreciaba, pero ahora pensaba que más equivocado no podía estar: Nunca había ido a rogarle a sus parejas, se había rendido con la primer falla y no volvía a intentar. Con él, por otro lado, había insistido por ya más de un mes sin parar.
¿Es que eso era amor de verdad o sólo un capricho de su amigo?
Se olvidó de sus dilemas cuando despertó y vio un cartel en su techo. "Ya nos besamos, ¿Sales conmigo?". Un grito de frustración salió de su garganta y, sin siquiera pensarlo, fue dando furiosos pasos a buscar a Matt por toda la casa.
- ¿Dónde está el maldito? - preguntó a Edd, quien estaba sentado en la mesa con una taza de té llena de coca cola. Tomó un trago antes de contestar.
- Es jueves, Tom, se va temprano hoy - Tom fue gruñendo al refrigerador y Edd negó -. No vas a tomar alcohol, acabas de levantarte.
- Nivisitimirilcihil,iquibisdilivintirti - dijo el de cuencas a manera de burla. Abrió una nueva botella y dio un generoso sorbo antes de volver a hablar -. Lo único bueno de despertar es que siempre hay una botella de vodka esperándome.
- Y un Matt que lleva rogándote mes y medio - en cuanto su amigo pronunció esas palabras, Tom 'rodó' los ojos y volvió a gruñir -. ¿Cuánto tiempo vas a dejarle en tensión? El pobre no tiene neuronas y se las gasta todas en idear estrategias para que salgas con él.
- Creo que no estás pensando en algo importante: No quiero salir con él - fue su respuesta, guardando el alcohol y dispuesto a volver a su cuarto, tenía que ir a trabajar también y no se podía dar la libertad de no ir.
- ¿Y con quién quieres salir? - exclamó Edd desde la cocina -. Te conozco de toda la vida y la única pareja que has tenido fue un coco - se acercó al cuarto de Tom, fuera del cual había una cartulina arrugada.
¿Con quién quería salir Tom? Esa era una buena pregunta. Tom no se había puesto a pensar en eso desde que había decidido que no quería parejas en absoluto. ¿Qué clase de persona le complementaria, le haría pasar un buen rato? Se lo pensó un momento antes de contestar.
- Alguien que no sea un idiota.
- Uy, eso va a estar difícil - se burló Edd -. Todos somos idiotas. Excepto tú, por supuesto, tu eres el único no idiota en el mundo. Deberían darte una corona y toda la cosa.
Tom salió de su cuarto y pasó de las burlas de Edd. Este gruñó.
- Tom, deja te recuerdo algo - dijo, siguiéndole hasta la sala. Tom estaba más que fastidiado y solo observó a Edd con una mirada de 'más vale que seas rápido' -: Hasta hace unos años, Matt era la persona más retraída que conocíamos, vivíamos con él y no nos hablaba, tengo la teoría de que le caíamos mal. Un día se olvidó de sus complejos y salió de todos los armarios en que estaba y desde entonces ha sido el idiota más feliz que he visto. Y ahora se animó a decirte que le gustas o lo que sea, al menos dale una oportunidad.
Tom salió mostrándole el dedo de en medio a Edd. Una reacción muy madura de su parte. De cualquier forma, esa pequeña conversación le tuvo pensando el resto de la semana. No en la etapa de Matt emo, en esa cosa ya había pensado bastante tiempo en el pasado y había aceptado que su amigo había salido de su depredeamentis, además había sido hace años, ¿Por qué pensaría en algo que pasó hace años? Y le gustaba que su amigo hablara más, de cierta manera, no es como si disfrutara sus conversaciones estúpidas, es que disfrutaba que al menos no se quedara en silencio y se escondiera en su cuarto. No, en lo que pensaba era en qué esperaba de una pareja.
Alguien que supiera quién era. Eso fue lo primero que pensó después de definir quiénes no son idiotas, además, él no sabía quién era (aunque tenía muy claro lo que no), ¿No es complementario? Después de pensarlo una hora, fue lo único a lo que llegó. No tenía idea de qué esperar de una pareja, pero no quería a Matt como una. Sencillamente no.
Cuando pasaron dos semanas del supuesto beso, Matt descubrió el poder de las llamadas y mensajes. Nadie sabe cómo es que no se le ocurrió antes, pero cada mañana Tom despertaba con un mensaje de buenos días y la letra o el código de cualquier canción melosa que el algoritmo le recomendara a Matt, a veces una cita sacada de Pinterest y más de una vez un Piolín de buenos días tercermundista. Por ratos, Tom quería bloquear a Matt, pero luego escuchaba que las canciones que le dedicaba no eran tan malas como esperaría. Claro, eran melosas como el infierno, pero no eran terribles y llegó a guardar algunas en su playlist. Además no eran canciones de artistas de moda, eso siempre es un plus para Tom. Solo por eso no lo bloqueaba y sonreía cuando veía un mensaje suyo en la barra de notificaciones, no porque le gustara. En absoluto, aborrecía esos mensajes, o al menos se trataba de convencer de que así era.
- Tom - apareció Matt un día frente a él. Igual que el día que había empezado todo, Tom estaba perdiendo el tiempo con un libro hecho para perder el tiempo en el sofá. Levantó la cabeza y vió a Matt pardo frente a él, con una expresión 'seria'. Una vez el pelirrojo tuvo su atención, se puso nervioso y se trabó antes de poder hablar.
- ¿Estás bien? ¿Necesitas un momento? - preguntó Tom con sarcasmo en la punta de la lengua. Matt tomó una gran y exagerada bocanada de aire y habló, finalmente:
- Al diablo todo. Tom, ¿Quieres salir conmigo?
¿Es enserio? Se había quedado plantado cinco minutos y se había puesto nervioso sólo para preguntarle lo que le llevaba preguntando por dos meses de maneras incómodas. El castaño cerró el libro y se dispuso a irse de la habitación cuando el pelirrojo se puso a hablar de nuevo.
- Nonono,notevayas - dijo, con voz aguda de niña. Tom le volteó a ver y él se aclaró la voz -. Puede ser que no haya tomado la estrategia más agradable para hacer que quisieras salir conmigo, ¡Pero los mutis me dijeron que así funcionaria! Entonces le pregunté a alguien de mucha confianza y él me dio un consejo que creo me va a ayudar.
Por todas las deidades, Tom no quería escuchar lo que saliera de su boca. Aún así, se quedó sentado dispuesto a escuchar al pelirrojo ponerse en ridículo. Siempre es un buen momento para ver a alguien ponerse en ridículo para Tom.
- Oye mamacita, ¿Te invito un trago?
Tom rió. Así de simple. Se quedó callado unos segundos y después comenzó a reírse como loco. De haber estado tomando algo habría escupido la bebida y de haber estado comiendo se habría atragantado. El rostro de Matt pasó de una seguridad en la que se veía el orgullo a un nerviosismo deprimido. Tom, al notar eso, se detuvo.
- ¿Quién te dijo que decirle eso a un hombre está bien? - le preguntó, tratando de aminorar la risa -. Además no estamos en un bar, ¿Por qué diablos me invitas un trago?
- Nunca vuelvo a escuchar al clon malvado de Edd - fue lo único que dijo, dispuesto a retirarse y, tal vez, rendirse. Al escuchar la mención de Eduardo, Tom alzó una ceja. ¿Hace cuanto el pelos de zanahoria se llevaba con los vecinos? Bueno, en realidad el único que tenía conflicto con ellos era Edd, no había ninguna razón para que Matt no fuera a pedirle consejo al español. O, espera, si había un problema: Eduardo es terrible ligando. Tom lo había visto en algún bar tratando de ligarse a una chica y la chica terminó llamando a la seguridad para que se lo sacaran de encima.
- ¿Y por qué pensaste que eso es una buena idea? - preguntó Tom, desconcertado -. Ese tipo no ha tenido novia en su vida.
- Parecía un experto cuando le pregunté. Además no tenía idea de a quién más pedirle consejo- se sentó al lado de Tom en el sofá. El castaño sólo se hizo a un lado rápidamente al tener el presentimiento de que Matt se recargaría en él si no hacía algo para evitarlo. El pelirrojo recargó su rostro sobre sus manos -. No lo he entiendo: He hecho todo lo que vi que funciona y tú sigues igual que al principio. Intenté ser directo, hice notas como en esa película de Netflix, traté de secuestrarte porque al parecer eso es romántico para algunos, te di flores, te hice piropos y...
Matt siguió y siguió hablando, numerando uno tras otro los intentos del último bimestre para lograr que tuviera una cita con él. Tom observó cómo su rostro pasaba de una decepción menor al borde del llanto y escuchó cómo su voz se iba quebrando mientras hablaba, como trataba de retener las lágrimas en sus ojos y como fracasaba en eso. Por un momento pensó que era estúpido que le estuviera contando eso a él cuando él era el culpable de que estuviera así, pronto se reprimió y se quedó únicamente con el segundo pensamiento. Por Dios, Matt estaba a nada de romper en llanto por su culpa y frente a él. ¿Cuándo había sido la última vez que lo había visto romper en llanto? No la recordaba. Tal vez en su etapa emo, pero eso es hablar de hace al menos seis años. Aunque no era su culpa por completo, él había dejado en claro que no quería nada con nadie y mucho menos con él, ¿Cierto? No le había dado esperanzas en ningún momento, no es que hubiera guardado una nota con la línea de bajo de una canción que le gustaba o que hubiera lavado el cojín bordado (aunque haya sido por un regaño de parte de Edd y no por gusto, por supuesto) o que hubiera respondido en alguna vez a los mensajes o guardado las canciones que le dedicaba en una playlist nueva... Oh, dios, era un monstruo.
- Deja de llorar - dijo. Matt no le escuchó. Suspiró y repitió, con un tono más alto -: Deja de llorar, Matt - el pelirrojo finalmente reaccionó y volteó a ver a Tom con las mejillas rojas y lágrimas cayendo por sus ojos. El castaño sintió un nudo en la garganta al ver el estado en el que estaba su amigo. Suspiró de nuevo -. No es tu culpa ni es que hayas fracasado rotundamente en tu "misión" - hizo comillas con los dedos -, es que sencillamente no quiero estar en una relación ni contigo ni con nadie - el pelirrojo hizo un puchero y señas de que estaba a punto de soltarse a llorar de nuevo. Tom volvió a sentirse como la peor persona y abrió sus brazos -. Ven, por el amor de Dios.
Matt se lanzó y abrazó con fuerza al castaño que, entre frustrado por la situación y enternecido por el hecho de que estaba abrazando a Matt mientras él lloraba (cosa que no suele pasar), le sobó la espalda. Murmuraba cosas y lamentos en el hombro del de sudadera azul y éste no tenía idea de cómo reaccionar. Era su culpa pero no había hecho más que negar las esperanzas de Matt. No esperaba que pasara eso.
La conversación con Edd resonó en su cabeza. "Al menos dale una oportunidad", qué sencillo sonaba, qué sencillo era para Edd decir que no haría daño intentar. Aunque Edd no había dicho eso, había sido él mismo. Siguió sobando la espalda de Matt y se mordió el labio.
- Si acepto una cita, ¿Dejas de llorar? - fue lo que dijo, con un tono de fastidio. El pelirrojo, al escuchar las palabras de su amigo, se olvidó que tenía el corazón roto, dejó de llorar y se separó del castaño. Asintió múltiples veces y una sonrisa se formó en su rostro. El castaño, olvidando también que se sentía mal por él hace unos segundos, rodó los ojos -. Una sola, y no es porque quiera algo contigo, es para que pares con tus idioteces.
- Graciasgraciasgraciasgraciasgracias - el pelirrojo volvió a abrazarlo, esta vez feliz.
- ¡Oye! ¡Quítate de encima! - gruñó Tom, pero le dejó quedarse ahí tanto tiempo como quiso. Se arrepintió de haber dicho que aceptaba una cita, pero sería sólo una y tal vez eso bastaría para que el pelirrojo se dejara de idioteces y pasara de él. Además no iba a perder más que un par de horas, ¿Por qué se había tardado tanto en aceptar?
Tom no quiere estar en una relación. No ha querido durante la mitad de su vida y no quiere actualmente. Matt, por otro lado, no ha dejado de lado el capricho de enamorar a Tom. Y, si bien ha obtenido un par de citas desde entonces (la primera en un bar, la segunda en un cine porque se estrenó una película que ambos querían ver, la tercera en un supermercado...), las cosas no son diferentes a como eran en el momento en que Tom aceptó la primer cita: Matt persiguiendo a Tom y Tom, si bien aprecia algunas muestras de aprecio, negando querer algo que incluya más de una amistad.
Porque, si Tom se enamora algún día (cosa que ve muy lejana), no va a ser de alguien que actúe como un niño pese a tener veintiséis años, no va a ser alguien que se emborrache con una sola lata de cerveza y, sobre todas las cosas, no va a ser Matt. Afortunadamente y pese a empezar a disfrutar los detalles y sonreír con los piropos que le suelta su amigo, está seguro de que no será él.
- Extra -
- ¿Por qué carajos hace tanto frío en tu casa? -se quejó Eduardo después de un rato de silencio. Edd pensó que ya se había tardado un tanto en quejarse y sonrió al escuchar la queja a lo lejos. De cualquier forma, se encargó de sonar enojado y fastidiado en cuanto abrió la boca.
- ¿Quién es el que perdió sus llaves y se quedó afuera de su casa en medio de la tormenta? - preguntó, caminando de vuelta a la sala donde estaba el español, husmeando entre sus videojuegos. Llevaba un par de toallas y una muda de ropa limpia para el refugiado -. Toma, el baño está por allá - Eduardo le arrebató las cosas y se dirigió sin decir una palabra a cambiarse. Edd rodó los ojos y, sin pensarlo mucho, gritó -: ¡Se dice gracias, malagradecido!
- ¡Jódete! - fue la muy madura respuesta de Eduardo que, acompañada de el azote de la puerta al ser cerrada con fuerza, hizo a Edd arrepentirse de haber dejado a su molesto vecino entrar a la casa en lo que paraba la tormenta y Mark llegaba para abrirle la puerta.
Estaban solos en casa. Matt y Tom habían ido a su quinta "cita" y le habían abandonado en un sábado perfecto para hacer idioteces. Había visto a Eduardo llegar corriendo desde la ventana, aburrido y sin tener nada que hacer. En cuanto se dio cuenta de que no podía entrar, se apiadó de él y le gritó que entrara a su casa hasta que Mark llegara. Él trabajaba hasta tarde y Jon estaba en la escuela para adultos o algo así, Eduardo no tenía llaves de repuesto y Edd tenía la casa sola y ningún problema con tener compañía durante la tormenta.
Observó la caja de videojuegos en la que el español había estado husmeando y encontró uno fuera de lugar. Era viejo y, hasta donde recordaba, ilegal en el país. Tord lo había conseguido de alguna manera mucho tiempo atrás y no se lo había llevado cuando se fue. Lo observó un momento y procedió a acercarse con él en mano al baño.
- Oye, Eduardo, ¿Quieres jugar algo? - preguntó -. Mark va a tardar un par de horas en llegar y podemos matar el tiempo jugando.
- Si insistes - fue la respuesta del español. Edd sonrió y fue a la sala de nuevo.
Al menos iba a tener algo que hacer ese sábado.
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