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Chaud.

Chaud en serio no quería estar ahí, se sentía tan mal emocionalmente que en cualquier momento podría vomitar. A eso sumándole el hecho de que el ambiente era tenso en el cementerio. La familia de su padre nunca había sido especialmente unida, y ese momento tampoco era distinto a siempre: nadie estaba dando el pésame, era como si todavía no asimilaran la noticia o simplemente no les afectara en lo absoluto.

El cura estaba diciendo algo mientras Kyle y Steve estaban hechos un mar de llanto a su lado, la madre de los dos parecía imperturbable. Por su lado, estaba demasiado perdido en sus propios pensamientos para brindarle apoyo moral a sus primos o siquiera escuchar la ceremonia que el cura estaba llevando a cabo.

Su mirada miel estaba clavada en el ataúd a unos cuantos pasos suyos, el cual estaba cerca de ser enterrado en unos minutos. De cierta forma, él tampoco podía creer que en serio Greg se había quitado la vida, desde que se enteró había estado en una especie de trance; la mayoría del tiempo fuera de sí.

¿En serio no iba a volver a verlo nunca?

Tanto sus padres como sus primos habían acordado no mencionar nada acerca de la nota que Greg dejó, y no era como si él se opusiera, no dijo nada acerca de ello cuando estaba vivo, mucho menos ahora. Y respecto a ello... Si había pegado el ojo dos horas anoche, fue mucho. Después de dejar a Froid en su casa, había llegado a la suya y se había encerrado en su habitación, evitando la indiferencia de su padre y las miradas acusatorias de su madre.

Volvió a estar consciente de su realidad cuando su madre se detuvo junto a él, sin girar a verlo y con una expresión bastante seria. Ella no le estaba diciendo nada, sin embargo, Chaud pudo sentir sus ojos llenarse de lágrimas.

—Lo siento... —susurró para que solamente ella lo escuchara, pero Marie no hizo nada, su ceño se frunció y no apartó la mirada del frente.

Chaud empezó a sentir que la corbata le apretaba demasiado, que se estaba ahogando por el enorme nudo en su garganta y el picor en el puente de su nariz. Antes de siquiera poder detenerse a sí mismo, se encontró saliendo rápidamente de allí, pasando por la recepción hasta llegar al estacionamiento. Una vez allí, se subió a su auto dando un portazo, apoyó su cabeza contra el volante y respiró entrecortadamente.

Era su culpa. Greg no estaba bien, se había sentido culpable por lo que le hizo. Él debió hablar, debió contarles a los policías, quizá así lo hubieran podido ayudar, quizá así él  hubiera confesado que no estaba bien mentalmente y quizá así todavía seguiría vivo. No debió haber sido un cobarde, debió hacerle frente al problema en vez de evitarlo en cada oportunidad que se le presentase. Debió escuchar a Froid.

Cuando el auto giró en la autopista principal, camino hacia su casa, tomó su teléfono con los dedos temblorosos y marcó. Las lágrimas ya le empapaban las mejillas y su mano temblaba sobre el volante mientras llamaba a la única persona que verdaderamente amaba y amaría a través de todo.

¿Te sobrepasó? —Fue lo que la voz apagada de Froid preguntó desde el otro lado de la línea.

—Lo siento —Su disculpa se escuchó más como un sollozo.

Froid soltó un pesado suspiro.

Ven a mi casa, papá está tratando de hacer un pastel de fresas que seguro me intoxicará, lo cual será una buena razón para faltar al trabajo y quedarme contigo —respondió Froid—. Pero necesito que estés aquí para que me lleves al hospital —aunque estuviera claramente bromeando, su voz todavía sonaba igual de triste.

Chaud empezaba a odiarse todavía más.

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