Semilla
Froid.
El rubio se hallaba extrañamente solo (sin Chaud) mientras intercambiaba sus libros en el casillero. Estaba cerrándolo y poniéndole seguro cuando Grace apareció como un fantasma a su lado.
—Hola, Froid —saludó la rubia con un sospechoso nivel de entusiasmo. Sus labios pintados de rojo hicieron resaltar el blanco de su sonrisa.
—¿Hola? —Froid la miró con extrañeza. Grace nunca en la vida se acercaba a él para conversar o siquiera saludar por voluntad propia, eran esa clase de compañeros que apenas sí sabían el nombre del otro. Siempre había sido así, pero con todo el asunto de Chaud, su relación inexistente empeoró todavía más.
—¿Cómo estás? —Grace abrazó los libros que traía contra su pecho.
Froid frunció su ceño, mirándola de arriba a abajo y tratando de descubrir sus verdaderas intenciones.
—¿Qué quieres? —preguntó.
Grace se rió.
—¿Acaso no puedo solo acercarme y querer entablar una conversación contigo? —preguntó ella, posando una mano sobre su pecho y fingiendo indignación.
Froid le dio su mejor expresión de "¿es en serio?"
—Grace, todo el mundo sabe que eres una hija de puta —comentó, pero rápidamente se corrigió con burla—. Digo, una no muy buena persona.
—Froid —La expresión de la chica se llenó de entera y fingida amabilidad y posó una mano sobre su hombro—, nunca he sido mala contigo.
—Aún —resaltó él, apartándose ligeramente de su toque—. La realidad es que estoy esperando que en algún momento me saltes encima y hagas algo para arruinarme la vida, entonces yo podré sorprenderte e informarte que mi vida ya está lo suficientemente arruinada y lo conseguí yo solo, por mi cuenta y sin la ayuda de nadie —le dio una de sus características sonrisas de hipocresía y pasó por su lado para empezar a dirigirse hacia su salón de clase.
Había dado tres pasos con mucha calma hasta que la respuesta de la rubia lo hizo detenerse.
—No lo mereces.
Froid se dio media vuelta, observando el semblante molesto de su compañera, ni un solo rastro de su máscara de amabilidad. Se asustó un poco de su habilidad para fingir sonrisas amables y luego desmantelarlas como si nada. Fue sinceramente escalofriante.
—¿No merezco qué cosa? —inquirió, negándose a dejarse intimidar.
Grace se acercó los pasos que él había interpuesto entre ellos.
—Tú y yo lo sabemos muy bien —casi susurró y, debido a lo cerca que se encontraban, Froid pudo escucharla a pesar del ruido del pasillo—. Eres un desastre, me sorprende que todavía no hayas hecho algo lo suficientemente malo para alejarlo para siempre.
—Eso no-
—¿Crees que va a ser tan fácil dejar atrás toda la mierda que le hiciste? —lo interrumpió ella, enarcando una de sus perfectas y perfiladas cejas rubias—. Tú has estado en este lado durante unos meses, yo he estado aquí por años, y tarde o temprano se va a dar cuenta.
—¿Te das cuenta de lo patética que suenas? —Froid intentó ocultar la incomodidad bajo su fachada despreocupada de siempre—. No tenemos doce años y que todavía no sepas aceptar el rechazo es una situación muy preocupante. Se trata en terapia.
Grace se rió de vuelta, pero fue un sonido sin un solo rastro de alegría o diversión.
—Realmente no sabes una mierda sobre mí —la rubia se las arregló para acercarse aun más, al punto en que Froid tuvo que empezar a retroceder—. Yo puedo traerle muchas cosas buenas —ladeó su cabeza un poco, barriendo su rostro con la mirada—, en cambio tú... Tú, bueno, por el momento solo le trajiste el odio de su propia familia —terminó con otra sonrisa para después darse la vuelta y empezar a alejarse.
Froid emprendió marcha hacia su siguiente clase con el ceño fruncido, sentía una horrible sensación cociéndose a fuego lento en el fondo de su estómago.
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