Seguir adelante
Chaud.
El castaño seguía postrado en aquella mullida camilla de hospital después de cuatro días, pero con el alivio en el pecho al saber que en unos cuantos minutos podría salir de allí.
Sinceramente, el ambiente de aquel lugar lo hacía sentir enfermo en todas las maneras posibles; los colores pálidos, el olor a medicamentos y la comida sin sabor no eran una buena combinación para su ya muy deteriorado estado mental y físico.
También había un tema que lo llevaba incomodando hace varios días: pesadillas. Aquellos molestos escenarios que su mente recreaba mientras dormía y que lo atormentaban noche tras noche. Solamente su madre y la enfermera con turno nocturno estaban enteradas de ello, puesto que todas las noches se levantaba con el rostro bañado en lágrimas y alguna que otra maldición, pero aun así, ninguna de ellas había querido comentar mucho al respecto. Especialmente porque Chaud se sentía más emocionalmente desconectado que nunca.
Chaud quería pensar que era algo pasajero. Es decir, no quería reconocerlo como un evento realmente traumático en su vida, es solo que la mayoría de sus pesadillas se centraban en él estando en un lugar muy oscuro, recibiendo golpes e insultos por parte de alguien que no podía ver y de quien no se podía defender. Siempre despertaba con una opresión dolorosa en su pecho y la respiración agitada.
Prefería no hablar, recordar o tocar el tema. Esperaría a salir de ahí, no volvería a ver a Greg debido a la denuncia que sus padres habían puesto en su contra y podría seguir adelante con su vida, como si nada hubiera pasado. Eventualmente superaría la golpiza y el hecho de que alguien de su propia familia había tenido intensiones realmente oscuras de lastimarlo.
Estaba mejor no pensando en ello. Al menos por el momento, y él realmente necesitaba un momento.
Cuando el doctor le dio de alta brindándole un montón de recomendaciones y medicamentos para tratar la costilla lesionada y los múltiples hematomas, finalmente le ayudaron a salir de la camilla y subirse al auto de su mamá. Le dolía hasta mover el dedo meñique, sin embargo, estaba aliviado de por fin volver a casa.
—Tu padre ha hablando con la policía esta mañana —comentó su madre mientras conducía—. Aún no encuentran a Greg.
Chaud recostó su cabeza en la ventanilla, observando a través de ésta y decidió no responder.
—Lo encontrarán, cariño —aseguró Marie, su expresión vulnerable pero todavía sin despegar la mirada del camino.
—Solo lo quiero lejos —respondió en un murmullo.
Escuchó a su madre exhalar lentamente. Después de unos segundos, ella volvió a romper el silencio:
—¿Por qué no ha venido Froid en todos estos días? —preguntó— Creí que era muy cercano a ti.
—No lo sé —se apresuró a responder. Pero claro que lo sabía.
Sabía que había lastimado al rubio aquel lunes cuando le dijo cosas que no debió, como también sabía que era lo suficientemente orgulloso como para dejarlo morir sin siquiera visitarlo una última vez.
Pero por primera vez en meses, no quería pensar en Froid, ahora tenía mucha cosas arremolinadas en su mente.
Pero a pesar de eso, Froid era a lo único que concluían todas ellas.
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