Froid.

—¿Es cierto?

Froid se sobresaltó sobre su puesto cuando una mano se posó con rudeza sobre la mesa, Maddie le devolvía la mirada con ambas cejas fruncidas.

—¿De qué hablas, loca? —preguntó.

—¿Era tan difícil decirme que eres gay?

Froid se mordió el labio inferior, luchando con aquella fuerza interna que le gritaba que le dijera a la morena que bajara la jodida voz. No la escuchó, la ignoró como había estado haciéndolo hace bastantes días ya. Había entrado en razón, se había tardado más de lo que le hubiera gustado, pero al fin lo había entendido: a nadie le interesaba su orientación sexual, nadie tenía derecho a hablar ni mucho menos opinar al respecto. Y si creían tenerlo, bien podría explicarles explícitamente porqué no deberían meterse en la vida de los demás. En especial la suya.

—Maddie... —sus hombros cayeron, de repente sintiéndose un poco culpable.

La morena le dio una larga mirada, ambos en silencio, hasta que su ceño se relajó y su expresión enojada se contrajo, sus ojos marrones se suavizaron notablemente.

—Lo digo porque seguro fue muy incómodo para ti —dijo ella, bajando la mirada y prestando especial atención a las puntas de sus zapatillas.

—¿Tener que soportar tu coqueteo e intentos en vano de llamar mi atención? —Sus cejas subieron— No, para nada.

Las mejillas bronceadas de Maddie se sonrojaron cuando subió la mirada, entonces Froid se rió con suavidad.

—Te juro que no vi las señales —Maddie frunció sus labios, luciendo atormentada.

—Está bien —él se encogió de hombros—, soy un buen actor.

—Ahora entiendo porqué Chaud parecía parecía odiarme mientras amaba al resto del mundo —Maddie negó divertida, tomando asiento en el puesto a su lado y golpeando a Froid con su aroma floral.

—¿Cómo...? —dejó la pregunta al aire, esperando a que Maddie la comprendiera. Para su suerte, lo hizo.

—Muchas personas están comentando sobre ustedes dos hace meses —respondió—, pero hoy más que nada —Froid tragó en seco y al parecer ella lo notó, por lo que se apresuró a aclarar—. Oh, no, no, no. No están siendo crueles al respecto, lo prometo. Es solo que es algo increíble para ellos verlos juntos cuando... Bueno, yo no estaba aquí aún, pero, por lo que me han dicho, ustedes no se llevaban precisamente bien.

Froid dejó salir el aire que no sabía que estaba conteniendo y sonrió flojamente. Cruzó sus brazos sobre su pupitre y descansó su barbilla sobre ellos.

—Sí —dijo, nostálgico—, nos caíamos bastante mal, de hecho.

—¿Realmente? —inquirió Maddie.

—Bueno —Froid dejó escapar un suspiro, sintiéndose de humor para ser sincero—, no le digas a nadie, pero siempre sentí cosas en secreto —confesó—. Yo estaba medio cautivado y medio celoso por la forma en que siempre ha sido, creo que ya lo quería hace bastante tiempo y empecé a odiarlo como un mecanismo de defensa o algo así. Probablemente debí tratarlo en terapia y no continuar con mi vida como si nada.

Cuando Maddie no respondió, el rubio giró su cabeza hacia ella y ella le sonrió de vuelta.

—Se ven muy bien juntos —comentó—. Como, realmente bien.