Chaud.

Había dos razones por las cuales Chaud estaba sonriendo como un estúpido desde que la jornada escolar inició: Froid besándolo en cuanto estuvieron a solas en los baños de chicos y Froid acomodando distraídamente margaritas sobre los mechones de su cabello hace más de quince minutos.

Ambos chicos estaban sentados en el césped, con el sol brillando y el patio particularmente vacío. Era la hora del almuerzo y la mayoría de estudiantes—incluyendo los amigos de Froid y los suyos—estaban dentro de la cafetería, pero la verdad era que ni el rubio ni él tenían tanta hambre esa tarde, así que ambos habían aprovechado para dejarse caer debajo de la sombra de un árbol y disfrutar de los sesenta minutos de receso que tenían a solas. Cosa que casi nunca sucedía ya que siempre había más personas acompañándolos.

—Ayer hablé con mamá.

Chaud levantó la vista hacia el rostro serio y concentrado del rubio, su mente empezando a dar vueltas, pero antes de siquiera sacar alguna conclusión, detuvo la mano de Froid en su cabeza y lo hizo mirarle directo a los ojos.

—¿Sobre...? —preguntó. Froid no respondió, solo levantó ambas cejas y entonces Chaud estuvo de pie en un segundo, algunas flores cayendo de su cabeza— ¿Le dijiste?

—Yup —respondió el rubio, levantándose también del césped.

Chaud no pudo evitar sonreír, así como tampoco pudo evitar abrazar a su pequeño rubio, espichándolo contra su pecho sin importar si lo estaba asfixiando. Se sentía tan jodidamente orgulloso, no podía creer el gran paso que Froid había decidido realizar.

—¿Sabes que ni la VY Canis Majoris es tan grande como el orgullo que siento por ti en este momento? —inquirió. Amaba hacer ese tipo de comentarios porque Froid usualmente no entendía una mierda y era divertido para él observar su tierna expresión confundida.

—No, pero mi pene sí —respondió con habilidad el rubio, apartándose un poco para poder verlo al rostro y levantar sus cejas.

Chaud rió.

—No me importa si en realidad estás fingiendo, ya sabes, está todo preestablecido —Se encogió de hombros con una expresión desinteresada, buscando enojar al menor.

Froid tardó unos segundos en darse cuenta de lo que había querido decir, entonces frunció el ceño.

—¿Insinúas que yo no puedo-

—Es más bien una afirmación de que, con ese metro sesenta, no alcanzas ni la estantería donde se acomodan los condones para superdotados —Lo interrumpió, sonriendo con suficiencia—. Pero no tienes porqué preocuparte, la del lubricante está diez centímetros más abajo.

Casi de inmediato, Froid se zafó de su abrazo con brusquedad y se dio media vuelta para salir de allí, pareciendo ofendido.

—¡Jódete! —gritó.

Chaud seguía riendo.

—Pero creí que tú querías-

—¡Jódete! —Le volvió a gritar, lo que solo lo hizo reír más fuerte y empezar a seguirlo mientras se sacudía el cabello para quitarse las últimas margaritas en él.

El receso había terminado y necesitaba conseguir un paquete de M&M's camino al salón de Biología, allí se lo entregaría y se dejaría golpear en el rostro una vez para conseguir su perdón.