Gatito arisco
Froid.
Había decidido que obtener un empleo de medio tiempo era una buena idea para empezar a independizarse un poco mientras hacía los trámites para la Universidad. Había obtenido uno de medio tiempo como cajero en una cafetería cerca de su casa, así que allí era donde se encontraba ahora.
Su turno había terminado hace dos minutos, así que estaba retirándose el uniforme y acomodando sus pertenencias para al fin largarse. No llevaba más de una semana con el empleo, pero ya estaba agotado. Era difícil mantenerse atento y amable durante seis horas de corrido, sumando el hecho de que estar de pie le provocaba dolores en su espalda baja. Pero a pesar de todo, era consciente que sus días de ser el niño mimado de sus padres debían terminar para darle paso a la madurez, necesitaba trabajar duro desde ahora para poder alcanzar todo aquello que se había propuesto en la vida.
—Nos vemos, Daniel —Se despidió de su compañero, quien al verlo casi saliendo por la puerta, se acercó rápidamente.
—Froid, espera.
Froid se detuvo, observando el rostro sonrojado de Daniel, quien poseía unas grandes mejillas apretables y ojos extrañamente pequeños, con el cabello negro y la sonrisa amable. Se habían conocido en su primer día de trabajo cuando dañó la llave del lavabo, pero Daniel, para su fortuna, la arregló en un santiamén. Froid había estado tan preocupado de que lo despidieran cuando apenas había ingresado.
—Damon dijo que lo esperaras un momento, que necesitaba hablar contigo —informó el pelinegro—. Dijo que no tarda más de cinco minutos en llegar.
Froid frunció el ceño, pero asintió.
Tomó asiento en una de las mesas del lugar, sacando su teléfono celular y abriendo el chat de Chaud, sonriendo como un idiota cuando leyó que el castaño estaba cerca de la cafetería para pasar por él y dejarlo en su casa. Pasaron unos minutos más, hasta que una mano sobre su hombro lo hizo levantar la vista. Los ojos verdes y brillantes de su jefe le devolvieron la mirada.
—Hola, Froid —saludó Damon.
—Hola —saludó con una pequeña sonrisa, se levantó de la mesa y guardó su celular—, ¿para qué me necesitabas?
Damon lo miró directamente a los ojos, cosa que de repente lo hizo hiper consciente de que estaba a punto de recibir una charla sobre recorte de presupuesto y, por lo tanto, de personal. Trató de no demostrar sus pensamientos y se aclaró la garganta.
—Froid, ¿sabes por qué te acepté aquí, aunque aún eres menor de edad? —Damon dio un paso más cerca, así que Froid se apartó con disimulo, rascándose la parte posterior de su cuello.
—Uh... ¿Porque tan solo falta un mes para que cumpla dieciocho? —Se escuchó a sí mismo decir, más como una pregunta que como una respuesta.
Damon rió, las arrugas apareciendo alrededor de sus ojos y su boca. A pesar de que era una expresión relajada y amable, algo pesado se posó en su estómago, haciéndole pensar que estaba a punto de vivir una situación particularmente incómoda.
—Ambos sabemos que no es por eso —Damon se relamió los labios—, sabemos bien que tu edad no presenta realmente un impedimento para nuestra situación.
—¿Nuestra... situación? —Froid tragó saliva en seco, empezando a ponerse nervioso. ¿Qué demonios estaba sugiriendo este tipo? ¿Realmente estaba pasando lo que Froid creía que estaba pasando?
—Sí —respondió el mayor, una sonrisa ladeada apareció en su rostro mientras su mirada bajaba a los labios del rubio. Froid entró en pánico y sintió que su estómago se anudaba—, estaba pensando que... Como eres recién graduado de la secundaria y cuando te contraté me dijiste que tu principal objetivo era la universidad, pensé que podríamos llegar a un acuerdo para que puedas ingresar sin ningún tipo de preocupación.
—¿Qué tipo de acuerdo? —preguntó, tosco, empezando a recordar las demás vacantes de empleo de medio tiempo que había encontrado en internet.
—Mmm... —Damon se volvió a acercar, casi haciéndolo sentir como un animal acorralado, a pesar del espacio del lugar—. Tú sabes, puedo ver que no eres exactamente un niño ingenuo —Damon inclinó ligeramente la cabeza con una sonrisa.
Froid sintió que podría vomitar en cualquier momento, la respiración se le atascó en el pecho y cerró sus manos en puños, luchando contra el remolino de emociones que de pronto experimentó. Pensó que ni siquiera tenía que idear una manera "amable" de rechazar la asquerosa propuesta de su jefe, ya que probablemente el vómito que estaba a punto de soltarle en la cara le diera un indicio.
Iba a abrir la boca, entonces un cálido brazo lo envolvió por la cintura, girándolo levemente antes de que sus labios de estrellaran contra los de Chaud, quien sonrió una vez se separaron. Eso fue como un calmante instantáneo, en un segundo su mente se aclaró totalmente y se quedó débil y maleable ante la presencia de su novio.
—Hola, pequeña abeja —saludó el castaño, pellizcando su nariz con cuidado de no hacerle daño, lo que causó que sonriera como un idiota.
—Hey.
Su burbuja se rompió cuando Damon se aclaró la garganta detrás suya, ahora visiblemente más lejos de Froid y con la incomodidad palpable en su expresión.
—Yo... T-Te espero mañana, Froid, no vuelvas a llegar ni un minuto tarde —dijo con su expresión repentinamente seria y cerrada, ni siquiera se despidió cuando finalmente se dio media vuelta y se perdió tras la puerta de la bodega.
Froid bufó.
—Asqueroso —farfulló entre dientes.
—¿Ese señor acostumbra a invadir el espacio personal de todos sus empleados? —preguntó Chaud, tomando su mano y entrelazando sus dedos para guiarlo fuera del local.
—Estaba ofreciéndome una carrera universitaria a cambio de sexo —respondió Froid con un estremecimiento, de repente pensando en si alguna vez hubo otro joven lo suficientemente desesperado para aceptar.
Entonces, todo lo contrario a lo que se había imaginado, Chaud rió.
—¿Estás seguro de querer rechazar la oferta de un sugar daddy? —preguntó el castaño, riéndose entre dientes.
Froid soltó el agarre de sus manos y se plantó frente a Chaud.
—No se supone que debas reaccionar así cuando alguien coquetea con tu novio —Se quejó—. Debes ser todo grrr y rawr —gruñó, pero lastimosamente se escuchó más como un pobre maullido.
Chaud estaba riendo de nuevo, burlándose de sus "gruñidos" y acunando su rostro entre sus manos.
—Eres un gatito arisco, puedes espantar a los depredadores tú solo —comentó antes de unir sus labios en un beso.
Y Froid pudo sentir su corazón derretirse de amor.
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