Chaud.

La única razón por la que Chaud se hallaba sentado en aquellas incómodas bancas y congelándose el trasero era simple: su orgullo.

Esa mañana había tenido una pequeña charla, había decidido llamar de esa forma a sus discusiones debido al poco interés del castaño sobre el fútbol, con Froid. Al parecer al rubio le ofendía de sobre manera que uno de sus amigos no se sintiera interesado sobre el deporte que a él tanto le apasionaba.

Era extraño llamarse a sí mismo "amigo" de Froid. Era extraño incluso pensarlo, pero era aun más extraño que realmente le gustara serlo.

—Oye, cabeza de repollo —gritó Froid en su dirección, en la cancha, con el balón en su poder y una sonrisa de suficiencia en su rostro—, presta atención a Papi.

Chaud rodó los ojos, pero la risa de Andrew, quien venía a su lado terminando de acomodarse el uniforme, llamó su atención.

—Eso fue bastante raro —comentó Andrew en voz alta mientras se seguía riendo y se encaminaba hacia la cancha, parecía una especie de broma privada que Chaud no comprendió.

La próxima hora se dedicó a observar a Froid correr de un lado a otro, quitándole la pelota a los demás, pasándosela a otros y anotando de vez en cuando.

Estaba bastante impresionado, para ser sincero, no sabía casi nada acerca de fútbol, pero Froid parecía enfocado y concentrado en el juego; observando sigilosamente el paisaje antes de hacer un buen pase o confundiendo a los demás jugadores moviendo la pelota de un lado a otro para evitar que se la quitaran, era impresionante.

Cerca de una hora y veinte minutos después el entrenamiento terminó y Chaud observó a Froid sacarse la camiseta y pasársela por el rostro para limpiarse el sudor. Le fue imposible no fijarse en las ligeras curvas en su cuerpo; estaba impresionado de cuan delicado y pequeño se veía con su piel pálida y mejillas sonrojadas.

¿Era común que en serio Froid tuviera una cintura? Es decir, nunca había visto un cuerpo masculino como el suyo. ¿Y por qué parecía ser el único que lo notaba?

Sacudió su cabeza para alejar aquellos pensamientos y vio a Froid acercarse a las bancas, aún sin camisa.

—¿Has cambiado de opinión? —Le preguntó el rubio. Lucía cansado y su respiración aún estaba agitada.

—Mmm —Levantó su mirada hacia el cielo, fingiendo considerarlo—... Nah —respondió.

Froid bufó.

—Ambos sabemos que tu culo fastidioso ha empezado a amar el fútbol sólo por el mío, así que cállate —Le dijo Froid con un leve ademán y empezó a caminar hacia los bastidores.

—Yo de ti empezaba a tratar con más respeto a quien va a hacerte el favor de llevarte a casa —gritó, divertido.

Froid ni siquiera se dio la vuelta cuando le respondió:

—Mickey Mouse tiene más maldad en su ADN que tú, así que no creo que me dejes aquí botado cuando sabes cuán cansado estoy.

—¿Me estás retando? —Chaud se levantó de la banca, tomando su mochila para empezar a seguir a Froid.

Froid se detuvo en la entrada de los vestidores y se dio media vuelta para observarlo, Chaud enarcó una ceja y el rubio le guiñó un ojo para después desaparecer dentro de los vestidores.

Chaud negó con la cabeza pensando en que Froid tenía razón, no podía ser tan malvado para dejarlo botado e irse a su casa. No.