Froid.

El rubio nunca en su corta vida se había considerado a sí mismo un cobarde, ahora se daba cuenta de que quizá la vida nunca le había dado la oportunidad de probarse y concluir si en realidad lo era o no.

Y en realidad lo era.

Aquel miércoles había estado evitando a Chaud durante toda la jornada escolar, incluso ahora, cuando el castaño estaba sentado en las gradas del campo, esperando a que su entrenamiento terminara y así poder irse juntos.

¿La razón? Sus compañeros de equipo habían estado molestándolo durante todo el jodido día. Habían soltado un montón de comentarios con doble sentido respecto a Chaud y él, que había terminado enojándose y a la vez espantándose.

¿Qué si ellos sabían...?

Perdió el pase que Austin le hizo, ganándose un grito de su parte. El castaño de ojos verdes se acercó a él trotando.

—¿Qué te sucede hoy, Hughes? —Le preguntó en cuanto estuvo en frente suyo.

Froid agitó la cabeza para centrase en el capitán.

—Nada importante, es solo que anoche no dormí bien y estoy algo desorientado —respondió.

No era del todo falso, anoche no había podido dormir bien debido a que Chaud había tenido insomnio y se habían quedado hasta tarde hablando por teléfono. Pero Austin no necesitaba saber eso.

—Huh —Austin frunció su ceño, analizándolo con la mirada—, será mejor que empieces a descansar bien, la semifinal se acerca y necesitamos ganar por mucho para acumular los puntos que faltan.

—Lo sé —Le respondió el rubio.

—Supongo que por hoy puedes saltarte el entrenamiento —le dijo Austin con una expresión amable—. Ve a casa a descansar y vuelve el viernes con tu culo lleno de energía para que ambos podamos hacer todos esos hermosos pases de nuevo —le sonrió de medio lado y le dio un leve apretón a su hombro.

Froid observó al capitán dirigirse de nuevo hacia el grupo de chicos corriendo detrás del balón, entonces soltó un suspiro y se dio media vuelta para encaminarse a los vestidores.

Ignoró a Chaud en las bancas y sólo se metió en los vestidores con la cabeza gacha. Allí dentro tomó su habitual ducha y salió cambiado para encontrarse con el castaño mirándolo con preocupación.

—¿Por qué-

—Déjame por hoy —Lo cortó, pasando de largo hacia la salida.

Pero como era de esperarse, Chaud no le hizo caso, al contrario, lo tomó por su brazo izquierdo y lo obligó a darse media vuelta. Froid no tuvo fuerzas—tanto físicas como emocionales—para rechazar el abrazo que el mayor le brindó. Sin embargo, no lo devolvió. Las "bromas" de Sebastian y los demás aún frescas en su mente lo tuvieron  apartándose.

—Chaud, no-

—¿Qué pasa, pequeña abeja? —Le preguntó, su rostro evidentemente preocupado. No parecía dolido por el rechazo y eso solo logró enfadarlo.

—A veces... —Se interrumpió a sí mismo, tragando saliva—. A veces las personas necesitamos espacio, Chaud. N-no puedes estar todos los días pegado a mí como si fueras una garrapata porque-

—Dime la verdad, Froid —Lo interrumpió el castaño, su gesto preocupado cambiando a uno ligeramente frustrado. Sus ojos mieles lo analizaron y Froid solo no pudo evitar lanzarse encima para refugiarse en sus cálidos brazos.

—Perdón, perdón, perdón —Se disculpó con su cara enterrada en el suave suéter del más alto.

Chaud lo abrazó de vuelta, sus manos acariciando levemente su cabello y arrullándolo como a un bebé.

—¿Qué está mal? —Le preguntó, suave.

—¿Qué pasa si nunca logro hacerlo? ¿Qué pasa si te arrastro conmigo a estar toda la vida oculto? ¿Qué pasa si te cansas de esperar porque soy un cobarde y no vale la pena que-

—Shhh —interrumpió el castaño, abrazándolo con más fuerza—, ambos sabemos que nada de eso es cierto. Lo lograrás y yo estaré a tu lado para verlo. Lo prometo.

Froid sintió al peso de su corazón hacerse más liviano y no pudo evitar enterrar más su rostro en el hombro de Chaud y dejar escapar unas cuantas lágrimas.

Lo quería tanto. Lo quería tanto que le hacía daño.