Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo especial: ¿por qué el sol es importante para las abejas?

Froid.

El rubio había estado tirado en su cama durante todo el día, estaba viendo una nueva serie sobre reyes, reinas, política, magia y un montón de drama que ya lo había hecho llorar como bebé en más de tres ocasiones. Pero no es como si hubiera preferido pasar  el día de otra manera.

Hace media hora había tomado una ducha por petición de su madre, quien había entrado a su habitación alegando que era un flojo de mierda y que si no tomaba, al menos, una ducha en ese mismo instante, tendría que aspirar las alfombras y lavar los baños. Froid había parecido un resorte por la velocidad con la que se levantó del nido que era su cama. Aun así, se las había arreglado para hacer un espacio en la ducha, apoyar su teléfono dentro y seguir viendo la serie. Primero habiéndole cubierto la cámara con un trozo de cinta de color, él había visto Black Mirror. 

Eventualmente, había tardado más de media hora allí dentro, así que su mamá había cortado el servicio de la luz durante unos segundos, lo que causó que el agua cayera diez veces más helada y Froid se sobresaltó tanto que terminó tirando su teléfono al piso. Afortunadamente no se rompió al frente, pero si por detrás.

El muchacho había estado de mal humor, aspirando la alfombra de la sala de estar con mala cara y una serie pausada que tendría que esperar para poder ser vista por completo.

Su domingo iba bastante aburrido, más de lo normal. Tanto así, que después de terminar con los baños, ahora estaba sentado en la encimera de la cocina, cocinando pasta con su mamá.

—Mamá, ¿crees que si los alienígenas nos visitan algún día se llevarían los tesoros más preciados de la humanidad? —preguntó Froid.

El rubio observó a su mamá detener el cuchillo con el cual estaba cortando el tomate mientras enarcaba una ceja en su dirección.

—¿Qué?

—Sí —el rubio balanceó sus piernas—, al parecer ahora sabemos con certeza que ya han venido algunas veces pero todavía no han hecho nada.

—Bebé —Claudia sonrió, posando su vista de nuevo en los tomates—, dudo que haya algo en este planeta que le interese lo suficiente a una sociedad extraterrestre que ya cuenta con el desarrollo suficiente para hacer viajes turísticos por el universo.

—¿Qué pasa si ellos no tienen a una Lady Gaga y vienen por la nuestra?

—Estaremos batallando, entonces  —ella se encogió de hombros—. Con Stefani no.

En ese momento, el timbre sonó y Froid aprovechó para salir de la cocina hacia la entrada, riéndose cuando escuchó que su mamá lo estaba insultando por andar en calcetines. Su sonrisa se quiso hacer más grande en cuanto vio la mata de rizos que apareció en cuanto abrió la puerta, sin embargo, lo disimuló bien, recargando su cadera en el marco de la puerta.

—¿Qué hay de nuevo, viejo amigo? —saludó.

Chaud le sonrió y el corazón de Froid hizo una voltereta.

—Hola —el castaño parpadeó levemente, sus manos entrelazadas juguetearon entre ellas al mismo tiempo que su dueño se mordía el labio inferior—, ¿estás ocupado ahora? Necesito hablar contigo.

—¿Qué cosa es algo? —preguntó.

Vio a Chaud removerse inquieto en su lugar, su mirada clavada en el piso.

—Es... Es algo importante —respondió, bajito.

Froid frunció su ceño y resopló mientras se apoyaba mejor en el marco de madera de la puerta. Estaba a punto de pedirle que no fuera ridículo, pero dos segundos después su expresión cambió rápidamente, se quitó del marco de la puerta y tomó al más alto por los hombros, sacudiéndolo levemente.

—¿Pasó algo con Gre-

—No —el mayor lo interrumpió a mitad de su pregunta—, no es nada malo... Creo.

Froid volvió a fruncir su ceño, dejándolo ir y reafirmando su postura, acomodándose bien sobre las plantas de sus pies. Observó a Chaud al rostro y esperó a que se sintiera listo para decirle lo que estaba pasando.

Eso era algo nuevo en él: paciencia.

Froid no era realmente conocido por ser la madre de la paciencia. Todo lo contrario. Aun así, a Froid todavía solía encantarle colmar la paciencia de los demás, encontraba divertido ver cuánta exasperación podía provocar y ver hasta qué punto empezaban a rogarle que los dejara en paz.

—¿Qué pasa, guapo? —preguntó, volviéndose a acercar a Chaud. Sus manos fueron a parar a la parte baja del suéter ajeno, halándolo para que pudieran estar más cerca y verse a los ojos.

¿Hacía falta mencionar que con Chaud era una versión premium y nueva de sí mismo?

Froid mantuvo su mirada atenta sobre la del mayor, tratando de no demostrar mucho la punzante preocupación en su pecho a través de ellos. Froid era un paranoico de mierda, parecía no importarle nada la mayoría del tiempo, pero por dentro sufría ataques de histeria cada dos minutos. La mayoría de ellos en vano.

—¿Sabes..?

—¿Si? —le animó a continuar en cuanto se detuvo.

Parecía que Chaud tenía algo difícil que comentarle porque Froid no pasó por desapercibido el leve sudor en sus sienes, el temblor en su postura y la inquietud de su mirada.

—¿Sabes por qué el sol es importante para las abejas?

El ceño del rubio se frunció de nuevo, sin entender.

—¿De qué estás hablando? —preguntó, confundido.

—La luz solar es importante para la orientación de las abejas —continuó Chaud, su mirada bajó—. La abeja melífera es el único insecto que usa un tipo de lenguaje codificado para indicar las fuentes de su alimento. Las abejas que encuentran el alimento, regresan a su colonia y, a través de una especie de danza, transmiten información de la dirección y distancia de la fuente de alimento en relación a la posición del sol —añadió—. En conclusión, sin luz solar, la comunicación entre ellas no sería posible.

—Entendí nada —respondió—. ¿Viniste hasta aquí a decirme eso? ¿Acaso esa pregunta va a estar en el examen de Biología de mañana?

—No —Chaud negó levemente con la cabeza—... Y-yo sé que no es el lugar más romántico, pero si le pones un poco de nuestra lógica, podrías darte cuenta de que estoy usando una metáfora para pedirte que me dejes ser tu luz solar.

El corazón de Froid le saltó en su pecho, una sensación que últimamente no lo dejaba en paz. Sus párpados subieron y bajaron repetidas veces mientras empezaba a entender.

—Mmm, re-realmente nunca me ha agradado el sol —tragó saliva, su agarre sobre el suéter de Chaud apretándose sin darse cuenta. Froid podía contar con los dedos de sus manos la cantidad de veces que había tartamudeado al decir algo.

—No intentes arruinar el momento —le respondió Chaud, sus manos suaves y cálidas le acunaron el rostro—. No puede estar más arruinado porque estoy, literalmente, en la entrada de tu casa junto la caca que un perro dejó recientemente en tu jardín, como a dos metros de nosotros.

Entonces Froid decidió molestar un poco para disipar el intenso sonrojo de sus mejillas.

—¿Qué perro? —inquirió, dejando ir a Chaud— Ninguno de mis vecinos tiene algún perro.

Vio la expresión de Chaud cambiar totalmente en un solo segundo.

—¿Qué-?

—Bromita —se rió Froid—, la vecina cincuentona de en frente tiene cinco perros, un novio veinte años menor, una camioneta blanca y ningún hijo. Cuando sea grande quiero ser como ella.

—Hmmm —Chaud apartó las manos de su rostro, analizando sus palabras—, siempre he pensado que no embarazarse es una gran ventaja para... —el castaño se interrumpió a sí mismo, callándose y sacudiendo su cabeza para aclararla—. No me desvíes del tema central.

—¿La caca? —preguntó Froid.

—¡Estaba intentando pedirte que seas mi novio! —se quejó Chaud, casi pataleando— ¿Por qué siempre arruinas mis intentos de conseguir que seamos una pareja normal?

—¿Pareja? —El rubio enarcó una ceja, divertido.

—¿Por qué siempre arruinas mis intentos de conseguir que seamos una pareja? —Se corrigió a sí mismo el mayor.

Froid se mordió el labio inferior, conteniendo su risa y con el corazón latiéndole desbocado en el pecho. Ocultó el temblor en sus manos volviendo a tomar al castaño por su suéter, esta vez con ambas manos y atrayéndolo tan cerca que sus narices se rozaron, podía ver el sonrojo en el atractivo rostro del contrario.

—Porque mi propósito en este mundo es arruinarte la vida —respondió con una sonrisa.

Sus labios se unieron con los de Chaud en ese instante, disfrutando del suave y dulce toque que le proporcionaban. Su agarre se hizo más fuerte en cuanto las manos de Chaud se posaron en sus mejillas y lo atrajo aún más hacia él. Froid casi podía sentir el cariño emanando del castaño, sentía la suavidad en su tacto y la firmeza de los movimientos de su lengua. Y eso le volaba el cerebro en mil pedazos.

Froid estaba muy enamorado de Chaud.

—¿Puedo tomar eso como un sí? —preguntó Chaud en cuanto se separaron, agitado y con los ojos brillantes.

Las manos de Froid subieron hasta poder abrazarlo por el cuello y con una sonrisa respondió:

—¿Tú qué crees, gran idiota?


-♡-


Al siguiente día todo fue muy diferente en la escuela, desde el momento en que atravesó las puertas de la entrada con su mano entrelazada con la de Chaud, supo que todo cambiaría.

Y por primera vez le agradó la idea de cambiar.

Aún podía saborear la sorpresa en los rostros de varios de sus compañeros. Le relajaba un poco saber que quizá no había sido siempre tan obvio como alguna vez llegó a creer. O quizá sí lo fue, solo que nadie le prestó la suficiente atención como para poder darse cuenta.

No fue tan fácil. El domingo, a las nueve de la noche, cuando Chaud al fin salió de su casa, entró en pánico. Su cabeza empezó a joderle de nuevo. La idea de que todos sus compañeros se burlaran o planearan algo terriblemente malvado en contra de ellos, como en las películas, lo mantuvo despierto hasta alrededor de la una de la mañana. Terminó llamando a Chaud, casi llorando, confesándole que tenía miedo de cómo iban a reaccionar las personas con respecto a su, ahora consensuada, relación. Chaud le había dado un discurso tan emotivo y hermoso, que él se aseguró de grabarlo a fuego en su mente para poder recordarlo cada vez que tuviera miedo de ser él mismo.

"Todo estará bien, pequeña abeja, lo prometo. ¿Recuerdas que no estamos haciendo nada mal aquí? Es amor, está bien, debe ser aceptado. Y si no, ¿a quién le importa? Desde que tú me quieras y yo te quiera, ¿qué más da el resto? De todas formas, si alguien juzga, es porque su diminuto y subdesarrollado cerebro no está listo para la perfección que somos tú y yo juntos."

Así que sí, ahora estaba sonriendo como un tonto mientras desarrollaba su examen de Biología, porque se sentía feliz, sentía una paz entre su corazón y su mente que hace muchísimo no recuperaba. Porque estaba tan enamorado de Chaud como Chaud de él. Y porque su corazón al fin había encontrado alguien en quien refugiarse y alguien que lo cuidaría.

Estaba tan feliz que estaba siendo ridículamente cursi, por Dios.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro