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Cap. 8

Melou:

Hay un sonido que no me deja dormir, se escucha cerca pero me pesa abrir los ojos para saber qué es.

Unos toques fuertes en la puerta me sobresaltan —Sea quien sea él o la que esté ahí ¿podría apagar la puta alarma esa? Gracias— ruedo los ojos y sus pasos se alejan.

Lanzo una de las almohadas que impacta con la puerta y cuando la alarma de mi móvil vuelve a sonar pienso estrellarlo contra la pared también pero me ubico y me doy cuenta de que es mi teléfono y no estoy para comprar uno nuevo ahora, así que decido apagarlo y salir hacia el baño.

Me paso unos veinte minutos en el mismo, al salir saco uno de los uniformes y empiezo a vestirme con calma. Peino mi cabello, me maquillo con colores suaves, empapo la ropa de perfume, ordeno la cama, luego tomo el teléfono y salgo hallando a Jacob haciendo lo mismo.

—Buenos días— saludo con mi mejor cara y la de él es digna de una foto.

Le doy la espalda caminando, paso por la cocina encontrando a una mujer gordita y baja de tez pálida.

—Buen día.

—Buen día señorita— me dan deseos de morder sus cachetes inflados —señor— saluda mirando detrás de mí, miro igual y... Jacob está justo a la altura de mi hombro.

Su perfume me golpea y mi corazón se salta un latido, joder, el hechizo de ese hombre hacia mí se mantiene. De la nada la mente me juega una mala pasada recordando los momentos que pasamos en el barco seis años atrás y mi entrepierna cosquillea.

Me remuevo incómoda y me hago a un lado tratando de separarme de él.

—El presidente los espera en el comedor— habla la mujer.

—Por favor trátame de tú que solo tengo 28 años y a diferencia de otros— le doy una fugaz mirada a Jacob —prefiero que me llamen por mi nombre.

—Está bien— nos hace señas para guiarnos al comedor donde está la familia Soderland.

La mesa es larga y ancha, llena de todo tipo de comida, tostadas, jugo, café, dulces, demasiada mesa para cinco personas.

—Buenos días— saluda el presidente poniéndose de pie a la cabeza de la mesa junto a su esposa que se halla a su lado.

La niña, Vida, está entretenida comiendo de las tostadas.

Respondo al saludo ya que cierto hombre a mi lado con apariencia de Dios se queda callado con expresión fría.

—Por favor siéntense— pide Valeria, hacemos lo pedido.

Me siento en el lado derecho de la mesa al lado de Vida y Jacob se acomoda justo frente a mí.

Otra chica diferente a la mujer que estaba en la cocina se me acerca para servirme del desayuno y yo la detengo.

—Yo lo hago— ella asiente y se va.

Comienzo a servirme de las tostadas y el jugo, Banner hace lo mismo y el presidente nos habla.

—Bueno, como ven son los únicos de los guardias que se han sentado hoy con nosotros.

—Y eso es un honor ¿no?— espeta Jacob.

—No he dicho eso, el comedor de los guardias es diferente, se encuentra después de la cocina pero necesitaba hablar con ustedes dos.

—Tu pelo es bonito— interrumpe Vida y la miro con una sonrisa.

—Gracias.

—Se parecen a unos animados que vi, ¿quieres verlos conmigo?.

—Eh... — veo a Jacob mirándome.

—Vida, por favor— le pide la madre interviniendo, ella aprieta sus diminutos labios y sigue comiendo.

—¿De qué quiere hablar con nosotros?— pregunto.

—Ustedes estarán al frente de la guardia presidencial.

Abro los ojos con asombro.

—¿Y no hay otro para ese trabajo?— cuestiona Jacob.

—Había— habla Valeria —pero sabemos que tienen experiencia en todo eso y podrían hacer el trabajo mucho mejor.

—Si no están de acuerdo... — el presidente intenta alivianar la carga.

—No— veo a Vida alzando la mano para tocar mi cabello —aceptamos.

—¿Perdona?— masculla Jacob —¿sabes la de responsabilidades que eso acarrea? No voy a aceptar nada de eso, bastante tuve al pasar casi dos putos años en el mar— la niña abre los ojos en su dirección.

—Mide las palabras— farfullo —entiendo que tengas miedo, limoncito...

—No es miedo, es supervivencia— sus ojos brillan del enojo.

Valeria y Clarens se limitan a mirar de un lado a otro como si estuviésemos pasando una pelota.

—Pues me da igual, si quieres no aceptes, ya lo hago yo.

Aprieta la mandíbula y se levanta arrastrando el asiento —Me retiro.

—Adiós— le dice la niña y él la mira para luego negar con la cabeza.

Yo río y el presidente suspira —Este... creo que no salió como esperaba.

—No se preocupe que él luego entra en razón.

Terminamos de desayunar y mientras Valeria se lleva a la niña a las clases con su tutor, la cual me hace prometerle que luego jugaré con ella, Clarens me guía para conocer al resto de la guardia. Son 30 en total, 27 hombres y tres mujeres, la asiática, yo y la otra no la conozco porque aún no llega.

Jacob no aparece durante toda la mañana, hablo y comparto información con los guardias, la asiática es bastante simpática, hay un coreano pelirrojo de ojos rasgados que no domina muy bien el inglés pero hace el esfuerzo, el resto son guardias reconocidos de alto rango.

Clarens se va hacia una reunión en su despacho acompañado por dos de los guardias.

He visto que hay bastante habitaciones en la planta baja, cada una es compartida por cinco guardias. La asiática tiene una para ella sola.

Me quedo en la habitación de ella conociéndola más, es la más vieja trabajando para el presidente y la más joven de edad.

Llegan las diez de la mañana y salimos del cuarto, todos se han dispersado, algunos revisan las cámaras de seguridad, otros vigilan a la señora Soderland y su hija que la veo entrar del jardín trasero corriendo hacia mí con un muñeco rosa más grande que ella.

—¡Vamos, vamos!— me exige tomándome de la mano.

Miro a Lee Min en busca de ayuda y ella sonríe. Me dejo guiar.

—¿A dónde vamos?.

—A ver a gruñón.

Frunzo el ceño —¿Quién es ese? ¿El de Blanca Nieves?.

Sale por la puerta de cristal blindado y la imagen cambia totalmente a como se ve adentro, todo es verde, lleno de árboles florales.

—Wow— emito encantada.

Hay una piscina climatizada a un lado y una pequeña fuente de... ¿chocolate?.

—¿Estamos en la fábrica de Willy Wonka?— le pregunto en broma.

—¿Le conoces?— interroga con los ojitos llenos de ilusión —mi papi me hizo esto parecido a la fábrica.

—Oh— Vida sabe bastante, demasiado diría yo para tener solamente cinco años —¿y dónde está ese gruñón?.

—Allí— señala donde hay una planta de fresas y me quedo estática.

Jacob está de espalda a nosotras con las manos en los bolsillos y mirando a la inmensidad del "bosque". Su ancha espalda muestra sus músculos tensos, el traje de guardia le queda a la medida.

—¿Y por qué le dices gruñón?.

Ella hace un mohín —Porque me asustó cuando vine ahorita.

Me agacho frente a ella y le muevo el pelo que se ha pegado a su frente.

—¿Le damos una lección?— ella asiente.

De pronto veo a un perro de lana o de agua, —como le quieran llamar— salir por la misma puerta que salimos, viene hacia Vida empieza a mover la cola con entusiasmo.

—Katy ya— la detiene la niña cuando ve que hala de su vestido azul.

Luego se aleja en dirección a Jacob quien aún no nos ve ya que estamos bastante alejados de él.

La perrita comienza a gruñirle a medida que se acerca y de momento le ladra. Jacob salta en el lugar y Vida se carcajea, su risa es afinada, yo sonrío.

Él nota nuestra presencia y Katy sigue ladrándole.

—Choca esos cinco— coloco la mano frente a Vida y su palma suave y pequeña impacta con la mía —acabamos de darle su merecido.

Murk le da una mirada intimidante a la perra y esta sale corriendo.

Voy hasta donde él está acompañada de Vida.

—Hola— saludo y no responde. La niña se va a por las fresas —veo que tu mala educación no ha cambiado.

—¿Qué quieres, Melou?.

—Y también me doy cuenta de que tu doble faceta continúa.

—No tengo deseos de hacerte caso.

—Oye, ¿Intento hacer conversación contigo y así me tratas?— no sé por qué siento la necesidad de hablar con él —eso está muy mal, limoncito.

—Deja de decirme así— dice entre dientes.

—Antes te gustaba.

Se pasa las manos por el pelo exasperado y suelta un fuerte suspiro. Vida se acerca con la mano llena de fresas y hala del pantalón a Jacob, él la mira.

—¿Quieres?— le pregunta con la boca llena y la cara empapada de chocolate, se ve bastante cómica.

No le responde y se da la vuelta para irse, a la niña se le aguan los ojitos y yo le quito dos de las fresas.

—¡Eres un maleducado!— le lanzo las fresas a Jacob, se estrellan contra su espalda.

Él se queda quieto, luego recoge la que cayó más cerca de él y sin preveerlo me la tira, rápido me aparto junto con la niña y los ojos abiertos.

—¡Y tú una falta de respeto!.

Sigue su camino y me carcajeo por su repentino ataque, Vida sonríe. Me inclino a ella.

—Mira como estás, pareces una cerdita.

—¿La de Peppa Pig?.

—Sí, anda vamos a limpiarte.

Caminamos hacia dentro de la casona y veo a Valeria que viene hacia nosotras agitada.

—Gracias a Dios, no encontraba a Vida por ningún lado, el guardia dijo que la había perdido de vista.

—Es un poco escurridiza.

La carga entre sus brazos —Vamos a darte un baño mi niña.

Se alejan y a unos pasos veo a Jacob hablando con el presidente, su mirada verdosa choca con la mía y sorprendentemente sonrío al recordar lo que pasó hace unos minutos.

Él enarca una ceja, luego sigue pendiente a lo que le dicen.

Suelto un suspiro.

Creo que esto será bastante entretenido.



N/A

Muy entretenido, jeje, ya yo me estoy divirtiendo con lo que tengo en mi mente para esta historia.

*sonrisa siniestra*

Espero que hayan disfrutado el capítulo, besos ♥️

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