Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap. 7

Tarde:

Melou:

Voy camino a la casa presidencial tres horas antes de lo previsto.

Me levanto temprano para eso, me doy una ducha y al salir me visto con un pantalón ajustado de corte alto azul con puntos blancos, el cual hace juego con el top que deja mi ombligo al descubierto.

Me coloco una gargantilla de piedras azules pequeñas junto a unos aretes que parecen plumas. Cero maquillaje, las botas que usé en la noche que salí con los mellizos vuelvo a ponérmelas. Bajo a la sala a por las llaves de la moto y de la casa junto a mi teléfono.

Salgo, subo a la motocicleta y la enciendo saliendo a toda velocidad, ando en el mini estéreo que lleva e Imagine Dragons se escucha con Bad liar.

El aire sopla mi cabello y refresca mi cara con violencia, paso todos los autos que van por delante de mí, me pego a otros probando la adrenalina al máximo. Río como lo... no como loca, solo río.

Doy un freno seco frente a la gran Casa Blanca, aparco la moto y me bajo presentándome con los tres grandullones que hay en la entrada, me dejan pasar y desde que entro siento algo raro, miro a todos lados pero no hay nada.

Camino toda la acera cruzando las dos fuentes de agua que hay, una mujer me recibe en la puerta y me hace acompañarla hasta un despacho donde hay otras dos puertas, la mujer del presidente llega corriendo atrás de una niña que choca conmigo y la sostengo a tiempo.

—Vida, me tienes agitada— la niña se ríe y yo sonrío —oh hola, eres Melou ¿no?.

—Sí— me presento estrechando su mano.

—Yo soy Valeria Soderland, la...

—Esposa del presidente— termino por ella.

—Ella es Vida, nuestra hija.

Me agacho a la altura de la niña.

—Hola Vida— rozo con los dedos su naricita.

—Hola.

Me levanto —Mi esposo enseguida llega— el mencionado aparece —ah, ahí está.

—Buenos días señorita James.

—Buen día señor presidente— lo saludo con un apretón de manos.

—¿Ya tiene la respuesta?.

—Claro, mi respuesta es un rotundo sí.

—¡Qué bueno!— exclama la señora Soderland.

—Bueno entonces le mostraré todo lo que debe saber de aquí.

La asiática que fue hasta mi casa a llevar el sobre me lleva y empieza a mostrarme todo sobre la seguridad del lugar, los sitios en los que están las cámaras, cámaras que siguen cada movimiento corporal y pueden detectar cualquier tipo de arma, son de último modelo.

Me muestra todas las habitaciones incluyendo la de los guardias que están cerca de la cocina en la primera planta. Pasamos horas en eso, repasando minuciosamente cada lugar.

—Por cierto ¿Cómo te llamas?.

—Lee Min.

—Un gusto, yo soy...

—Melou Jhanet James Cameron, 28 años, nacida en Central Washington...

—Ok, ya capté pero que no se te ocurra llamarme por mi segundo nombre.

—Sé todo eso porque fui la que los investigó cuando el señor Soderland me lo pidió— llegamos a la suite del presidente.

—¿Los?— inquiero mientras miro cada rincón de la habitación, observo por la ventana y el centinela que debería estar pendiente de este cuarto no está.

—Sí, el hombre de ojos verdes, que por cierto está buenísimo.

Me giro a ella —¿Ojos verdes?.

—Sí.

—¿Cómo se llama?.

—Jacob Banner.

El nombre me cala hondo y me deja sin aire erizándome cada vello del cuerpo. Jac... Jacob está aquí.

Está aquí, me repito tratando de convencerme.

—¿Dónde está el presidente ahora?.

—Con él mismo.

—Pero ¿dónde?.

—No lo sé.

Salgo corriendo y ella va detrás de mí, paso al lado de un guardia y le quito el arma que lleva.

—¿A dónde vas?— Lee Min me sigue corriendo igual.

—El presidente está en peligro.

La veo sacar su arma, lo veo, a él y a... trago seco y acelero el paso cuando un hombre vestido de negro levanta un arma para disparar, disparo yo primero reventando la ventana que está detrás de él.

—¡Al suelo!— grito y me lanzo sobre Banner, ya que el presidente está siendo protegido por la asiática.

Caemos escaleras abajo, me golpeo en todos lados, Se escuchan más disparos, él me sostiene de la cintura, intenta moverse pero no lo dejo, mis costillas también cogen golpes, rodamos hasta llegar al último escalón donde caigo sobre él, donde por primera vez en cinco años vuelvo a ver ese verde llameante de sus ojos.

Sonrío —Hola, limoncito.

Nuestras respiraciones están caóticas y siento como él deja de respirar, su rostro sigue siendo el mismo, no hay cambios, sus ojos abrazan mis entrañas, se me queda mirando sin decir nada hasta que escucho la voz del presidente.

—¿Están bien?.

Me levanto con rapidez y le doy la mano para que se ponga de pie igual, parece perdido pero acepta mi mano igual.

—Sí, estamos bien— me volteo al presidente —¿dónde está el hombre?.

-—Muerto— declara —los guardias escucharon los disparos, vinieron corriendo y lo acribillaron a tiros.

Maldigo porque vivo podría decirnos quién le pagó para hacer lo que hizo.

—¿Cómo supiste?— pregunta Lee Min.

—El centinela que cuida la suite no estaba.

Jacob no deja de mirarme.

—-Bueno, no pienso presentarlos porque sé que se conocen— habla el presidente —¿cuándo vendrán definitivamente?.

—Yo debo ir a mi casa por ropa- digo entregándole el arma a la asiática -regresaré en la noche.

—Señor Banner.

Él mira al señor Soderland —Yo igual.

—Entonces los dejo.

—Clarens— su esposa llega con la niña —gracias a Dios estás bien— lo abraza y yo decido irme.

Pero Jacob me alcanza en el jardín, cerca de la primera fuente.

—Melou— se me empañan los ojos al escuchar mi nombre en su boca, me detengo y respiro hondo —¿podemos hablar?.

Lo enfrento —¿De qué?.

—Sabes de qué.

—No, no sé, ¿sabes por qué?— camino unos pasos hasta estar cerca de él —porque la última vez te negaste a hacerlo enviándome a un manicomio.

—Entiendo que estés resentida pero era lo mejor para...

—¡No me vengas con que era lo mejor!— interrumpo —¡lo mejor era que estuvieras conmigo!.

—¡¿Y crees que no lo sé?!— levanta la voz —¿Crees que no estuve todos estos cinco putos años buscándote? Tratando de encontrarte.

—Tarde, porque siempre aceptaste a todos ante que a mí, ¿y luego me buscas como si fuese la sobra?— niego con la cabeza —te dije que yo no soy el plan B de nadie y no lo pienso ser— suelto un poco de aire —si quieres puedes volver a elegir a quien se te dé la gana pero a mí déjame en paz.

Doy la vuelta y me alejo a paso apresurado, me subo a la moto y salgo disparada, aprieto la mandíbula.

Fue difícil decir eso pero era necesario, cinco putos años y lo tengo enterrado hasta lo más hondo, cinco putos años y no lo olvido, cinco putos años y lo sigo... lo sigo queriendo.

Llego a la casa, dejo la moto en el garaje y entro, me arrastro hasta el sofá y me dejo caer sentada abrazando uno de los cojines.

No voy a llorar, no pienso llorar, no quiero llorar. Trato de calmarme y tragarme las lágrimas que insisten en salir.

No ha cambiado nada, todo lo contrario, el verde de sus ojos siguen ejerciendo magia en mi interior. Quiero hablar con alguien pero no tengo a nadie, no puedo llamar a Celin porque ya sé lo que me va a decir.

Desearía decir que estoy feliz de volverlo a ver pero en verdad lo que tengo es miedo, el mismo miedo que tuve al salir del psiquiátrico, el miedo de volver a caer y desquiciarme en el proceso y que esta vez no tenga solución, el miedo de confirmar que él nunca me quiso.

Eres poco común.

Posees un magnetismo exótico.

Respiro hondo y coloco el cojín a un lado para levantarme, me paso las manos por el rostro y voy hasta la habitación para empezar a empacar lo que voy a llevar.

Qué irónico, voy a convivir con él en la misma casa haciendo el mismo trabajo después de cinco años.

No tomo casi nada, solo las playeras que uso para dormir junto a las bragas y algunos trajes.

Lo echo todo en una maleta incluyendo mi cepillo de dientes, mi champú de cacao y un par de zapatos de andar por casa.

Bajo a la cocina y agarro una manzana, al salir veo que ya oscureció, apago y cierro todo.

Saco la moto, acomodo la maleta en la cajuela de la misma, me subo y salgo emrumbándome en las calles de Washington, las luces de los faroles iluminan todo, jóvenes van y vienen entrando a los bares que empiezan a abrir.

Llego a la casa presidencial y entro dándole la moto a uno de los guardias, uno de los empleados me recibe acompañándome hasta las habitaciones de los empleados.

—Señorita James— el señor Soderland me llama y giro sobre mis talones para quedar frente a él.

—Buenas noches señor.

—Creí que ya no vendría, el señor Banner aún no llega.

—¿No ha llegado?... digo, que seguro le ocurrió un imprevisto y por eso se ha tardado— trato de disimular mi exagerada preocupación.

—Sí, tal vez es eso, pero no la entretengo más, ya sabe dónde está su dormitorio ¿cierto?.

—Sí, claro.

—Bien, la dejo descansar, sobre la mesita de su habitación están los horarios.

—Vale.

Se aleja y yo sigo mi camino hasta llegar a mi nuevo cuarto. La empleada abre con una llave, me la entrega y luego se va dejándome entrar.

Es grande, tiene una cama doble, con un ventanal que toca el suelo, un armario el cual me acerco a abrir y hay varios juegos de uniforme junto a algunos zapatos. Dejo mi maleta a un lado y voy hasta la otra puerta que es la que da al baño, también es amplio, tiene una bañera, dos duchas, un espejo de cuerpo completo y una mesita esquinal con todo para darse un baño con condiciones.

Camino por toda la habitación, me acerco al ventanal y veo un auto negro llegar a la entrada.

Miro a la mesita de noche y hay un papel, voy hasta allí, lo cojo entre mis manos, miro y es el horario, a las 6 es el desayuno, uy, muy temprano, será que me adapté a levantarme a a las 8 de la mañana.

El desayuno es en el comedor de la cocina, a las 7 comienza el trabajo en...

Unos pasos en el pasillo llaman mi atención.

—No pienso decirte dónde estoy— es Jacob —¿Estás loca?— siento un dolorcito en el pecho al oír el adjetivo en femenino —no, que no he dicho, es más se acabó ¿ok? Adiós.

Hago una mueca con la lengua y sonrió para mis adentros, creo que mi locura se curó pero mi toxicidad sigue intacta.

La puerta de enfrente se abre y... ay no, no, no puede ser, no puedo creer que... que Jacob esté frente a mi habitación, por Dios ¿qué es esto?. Pongo la alarma en mi teléfono, me siento sobre la cama a quitarme las botas y me recuesto mirando al techo.

—Dame la libreta, Melou.

Un beso y te la doy.

—No eres una adolescente.

—¿Me estás llamando vieja?.

Sonrío con ese recuerdo, no voy a negar que hubieron buenos momentos cuando estaba con él.

Por primera vez en años me permito recordar, me torturo con todos esos momentos que quizás no vuelvan.

¿Sabes qué es lo bueno de todo esto?.

—No.

—Tú.

Yo no era lo bueno, si lo hubiese sido no me hubiese dejado. Decido dormirme cuando veo que quiero llorar. Mañana es otro día y tendré que enfrentar a Banner porque sé que no me dejará en paz así por así.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro