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Cap. 5

Aquí estamos:

Melou:

Las calles de Estados Unidos siguen igual, pero con nuevos establecimientos y una leve capa de nieve cubriendo todo, se ve el inmenso cambio comenzando por los horarios, salí de Cuba a las 9 de la mañana y aquí lleva una hora de adelanto, las personas visten elegantes cuando allá no les importa andar en camisetas y shorts.

Detengo un taxi y le doy la dirección de la casa de Celin en Washington D.C, veo por la ventanilla las sonrisas, los juegos entre los niños que van con sus padres.

Le pido al taxista que pare unas calles antes, debo pasar por un lugar primero.

Llego al local de madera, veo que sigue aquí, toco la puerta de aluminio con fuerza para que el dueño me escuche porque siempre está metido en lo último.

Escucho pasos y palabras inentendibles  —¡¿Quién cojon...?!— me mira y abre los ojos —¡Pero mírala!— empiezo a reír —¡el hijo pródigo regresa a casa!.

Me hala haciendo que deje las dos maletas de rueda a un lado y me abraza —¡¿Dónde carajos andabas metida?!.

—Dan, ¿quién es?— escucho la voz de Dana.

—Death ha vuelto a casa, hermanita— avisa.

Siento sus pasos apresurados —No lo puedo creer, pensé que habías muerto.

—¿Cómo que muerta?— le reclamo después de separarme del hermano para darle un abrazo a ella —recuerda que las garrapatas son resistentes.

—¿Y ese look? ¿Te quieres parecer a la Queen?.

—Bueno es que estar cuatro años en un manicomio me dio complejo de eso.

—¿Qué?— pregunta Dan estupefacto.

Agarro las maletas y entro sin esperar invitación, Dan y Dana son mellizos, nos conocimos en una pelea callejera antes de yo pertenecer a la SR. Siempre que podía venía a verlos.

—Pues sí queridos— dejo las maletas a un lado y me siento en el sofá viejo que hay.

Miro y todo está igual, este es el local donde ellos hacen sus trabajos de tatuajes, poner piercings, cortes emos y frikis de cabello y hasta de vez en cuando tienen sus ventas de drogas. De hecho son ellos los que me han tatuado, me han cortado el cabello y me han puesto los piercings que tenía.

>>¿Qué pensaron? ¿Que estaba de vacaciones en Arizona?.

—Wow— Dana se sienta a mi lado —ahora deberíamos tenerte más miedo ¿no?— me río.

—¿Y cómo estás?— inquiere Dan acercándose a la nevera que está al lado de la puerta donde hacen los tatuajes.

—Bien, por ahora— viene hacia nosotras con tres latas de cerveza, nos da una a cada una —pero no vine a recordar cosas, vine a verlos y a obtener nuevos estilos, ya saben.

—A tus órdenes.

×××

Me toman las tres de la tarde con los mellizos, volví a ponerme mis piercings con uno nuevo en la ceja izquierda, es decir que ahora son tres, recorté mi cabello hasta muy por arriba de los hombros, el cual en el año que pasó volvió a crecer, el azul y el rosa en mi pelo se han estado corriendo y así lo dejé porque no quiero pasarme toda la vida con el pelo de ese color, solo fue un impulso.

También me hice un nuevo tatuaje.

Big and resistant: es lo que dice, comienza desde detrás de mi oreja izquierda en una línea en diagonal con letras pequeñas.

—Bueno ya tengo que irme.

—Tenemos que salir un día de estos, Death— recomienda Dana.

—Me parece perfecto.

—¿Qué tal mañana en la noche?— Dan sale limpiándose las manos.

—Bien, mañana los paso a recoger.

—Ok.

—Ahora me voy.

Me despido de ellos, cojo las maletas y camino hasta llegar a la casa de Celin, la cual parece una casa zombi con todo el pasto cubierto de nieve al igual que el portal, abro, entro y hay polvo en todos lados con un frío que pela.

Arrugo la nariz y toso, debo deshacerme de toda esta suciedad si quiero que mi asma se mantenga estable.

Subo hasta el segundo piso dejando las maletas en el suelo de mi habitación y me dispongo a limpiar todo usando un cubrebocas.

Sacudo el polvo, echo agua, desenvuelvo los muebles, lavo los trastes empolvados, organizo y a las once de la noche todo está perfecto y brillando.

Bostezo y decido darme un baño para luego acostarme a dormir.

×××

Hoy me levanté temprano y fui directo al gimnasio, necesito volver a mi forma de antes, aunque no me quejo de las curvas que he adquirido, lo admito, estoy más buena que antes, sin modestia alguna.

A las 8 de la mañana me doy un baño y me conecto para hablar con Celin a la cual le cuento todo lo que hice desde que llegué, ella está en la universidad pero aún no empieza sus clases, también hablo con Javier con el cual me quedo charlando y riéndome durante dos horas hasta que mi estómago se queja y me levanto para ir al súper.

Compro todo tipo de comida, lleno la despensa y la nevera, eso incluye helado y galletas de chocolate.

Preparo el almuerzo, como y luego me pongo a desempacar la ropa hasta que tocan al timbre. Le doy pausa a lo que hago y bajo corriendo, debe ser el encargo que pedí hace una semana cuando aún estaba en Cuba.

Abro la puerta y encuentro a una chica de flequillo y descendencia asiática, lleva un traje negro de dos piezas.

—Hola— saludo.

Ella me mira con extrañeza —¿Eres Melou James?— asiento —no te pareces a la de la foto pero igual me gusta tu look— enarco una ceja —el presidente te ha mandado esto, tienes 72 horas para responder.

—¿Qué?.

—Que en tres días tienes una cita en la casa presidencial, la carta lo dice— me da la espalda dejándome con el sobre en las manos y mascullando algo — ...acabo de venir de la otra punta de la ciudad y ninguno de los dos agradece.

Me encojo de hombros, cierro la puerta, dejo el sobre en la mesita y vuelvo a lo mío, luego leo lo que sea que diga eso.

×××

Las cinco de la tarde llegan y vuelven a tocar a la puerta, espero que esta vez sea mi pedido. Vuelvo a bajar las escaleras, abro y...

—Oh por la virgen de los tomates.

—¿Aniela?.

—No puedes ser tú— se lanza a abrazarme y yo lo acepto.

Me echo a reír —¿Qué...? ¿Cómo...? Eh... anda, pasa.

Ella se separa y entra —Lo siento, es que desde de que te fuiste siempre vengo por aquí a ver si te encuentro y mira, aquí estás.

—Ven siéntate— voy hasta la cocina y le preparo un vaso de jugo  —cuéntame, ¿cómo has estado?— me siento a su lado.

—Ah no, cuéntame tú, quiero saberlo todo.

—Ya debes saber que estuve encerrada en un psiquiátrico.

—Y lo dices así como así.

—¿Cómo lo voy a decir? No me gustan los rodeos y hablo con la verdad, estuve cuatro putos años encerrada en un manicomio en Cuba.

—Con razón no te encontraba— murmura para sí misma y yo arrugo el entrecejo.

—¿Quién?.

—Nadie, soy yo divagando.

—Por favor Aniela, que no se te ocurra decirle a nadie de mi regreso.

—No te preocupes.

Nos quedamos hablando y actualizándonos de todo, dice no saber nada de Dante, después de que me fui, ellos se separaron definitivamente, ella viajó hasta la isla junto a su padre y estuvo un tiempo allá hasta que regresó nuevamente. Está cambiada, su cabello castaño está más crecido y su piel morena está más clara.

Se queda a cenar conmigo y como a las nueve de la noche la acompaño a coger un taxi.

A las diez al fin llega lo que tanto esperaba, una Harley Davidson negra y morada de alto cilindraje.

—Aquí está mi nena, al fin.

La desenvuelvo y la llevo hasta el garaje, el cual ya tenía limpio. Le soplo un beso y salgo.

Al entrar en la casa me preparo para mi salida con los mellizos. Me doy un baño, salgo, me seco, me visto con un pantalón negro alto, una blusa del mismo color y una chaqueta de cuero, alboroto mi cabello mojado, aplico delineador junto a varias capas de máscara de pestañas, por último me coloco unas botas sin tacón del mismo material de la chaqueta y listo.

Bajo a la cocina, me preparo un sándwich y voy caminando por la acera, ya que acordamos que me esperarían frente al local y ahí mismo los veo.

—Pensé que no vendrías— me dice Dana.

—No los dejaría plantados por nada del mundo— sacudo las migas de pan que me ha dejado el sándwich en las manos.

—Más te vale— me amenaza Dan en broma.

La primera tiene el mismo estilo que yo pero en azul con maquillaje más acentuado y el cabello recogido en una coleta floja. Dan en cambio lleva un pantalón con roturas en las rodillas y una camisa sin mangas, lo que deja sus tatuajes visibles.

Dan es un hombre en todos sus derechos, su cabello rubio está tejido en trenzas hacia atrás, con la cara llena de piercings, los dos tienen un look... peculiar.

—Vamos, vamos— Dana nos empuja a ambos —sé de un bar que abrieron hace tres años y está súper bueno.

Tomamos un taxi hasta dicho bar y es cierto, antes esto no estaba aquí, es grande con aspecto latino y una decoración de caverna con el rojo y el azul penetrando mi visión de forma parpadeante, David Guetta y Becky G llenan el lugar.

Dana camina moviendo las caderas al ritmo de la música y yo estoy muerta de la risa, ella mueve los hombros con entonación a mi lado embullándome a bailar y lo hago.

Dan nos hala de las muñecas a las dos que nos habíamos detenido en el medio de la pista, nos sentamos en una de las mesas y enseguida llega un camarero para tomar nuestro pedido.

—¿Y qué fue de Celin?— pregunta Dan.

Él siempre ha estado enamorado de ella pero nunca se ha atrevido a declarársele.

—Se quedó en Cuba y se casó.

Su rostro cambia totalmente y yo me carcajeo.

—No juegues con mis sentimientos, Death.

—Deberías ver tu cara.

Nuestro pedido llega, comemos y horas después empezamos a beber.

—Esta noche se bebe hasta perder el juicio— Dana alza su copa.

—¡Salud!— Dan y yo alzamos las nuestras.

El ron traspasa mi garganta quemando todo, uy.

Está fuerte.

Nos levantamos a bailar, High Hope se toma la pista, muevo el cuerpo siguiendo el ritmo, entre copas y copas pasamos el tiempo.

Llega un momento en que dejo de bailar y me acerco a la barra.

—¡Oye niña!— llamo a una morena que está atendiendo —¡traeme un chupito!.

—¡Que sean seis!— Dana aparece a mi lado.

—¡Lo que ella dijo!— la miro y miro a la pista —¿dónde dejaste a Dan?.

—Se perdió con un chica.

Niego y sonrío, la chica aparece con una bandeja con los chupitos.

De la nada empiezo a reír por un chiste que me dijo Javier en su momento —Oye te tengo un chiste— bebo la primera copa de un soplo y me aclaro la garganta —¿Qué le dijo el cuchillo a la gelatina?.

—No sé, ¿qué le dijo?.

—No tiembles cobarde— nos carcajeamos como locas.

—Yo tengo uno— ella se pasa las manos por la cara —este es un hombre que le pregunta a una mujer: ¿más champagne señorita?— cambia la voz  —no gracias, es malo para las piernas— vuelve a cambiar la voz  —¿se le hinchan?— se aclara la garganta —no, se me abren más.

Me río por la nariz y me tomo otra copa —Qué chiste más malo.

Ella sigue riendo —Lo sé.

Veo como uno de los camareros de la barra niega con la cabeza riendo mientras pasa un trapo por la misma. La morena que nos sirvió los chupitos se me queda mirando.

—Oye chica ¿se te perdió una como yo?— le hablo.

Ella sale de su escrutinio y niega —No, es que te pareces a una amiga.

—Ah vale.

Dan aparece con manchurrones de un labial por toda la boca y parte del cuello.

—¿Dónde estabas?— le entrecierro los ojos.

—Me asaltaron— coge uno de los chupitos.

—No me digas— Dana coloca los brazos en jarra, Becky G y el Alfa suena en los altavoces con una canción que se escucha mucho en Cuba y ella grita —¡Me encanta esa canción, puta!.

Hala al hermano del brazo y empieza a bailar, viene por mí y bailamos en trío rodeando a Dan quien mueve la pelvis con elegancia mientras sostiene una de las copas de chupito.

Damos la vuelta, muevo el trasero delante de Dan, la canción se acaba y llega Miley Cyrus con The Climb, canción que siempre me ha gustado, bueno es que todas las canciones de esa mujer me gustan.

—I gotta keep trying— levanto mi puño frente a mi boca y canto —gotta keep my head held high— los mellizos se unen —there's always gonna be another mountain, I'm always gonna wanna make it move, always gonna be an uphill battle —  cierro los ojos con fuerza, todos en el bar se han entonado con nosotros en la canción —aint about what's waiting on the other side, it's the cliiimb.

>>The struggles I'm facing, the chances I'm taking, sometimes might knock me down, but, no, I'm not breaking...

Cantamos la canción formando una revolución en el lugar, los camareros nos miran como si estuviésemos locos, Dan hace muecas y suelto a reír.

El resto de la noche es así, entre canciones, bebidas y bailes hasta que llegan las cinco de la mañana que salimos en busca de un taxi.

Llego a mi casa hecha polvo, subo directo a mi habitación y caigo en la cama rendida.

×××

Despierto a las tres de la tarde con un perro dolor de cabeza, el sol traspasa la cortina de la ventana que olvidé cerrar anoche.

Literalmente me levanto arrastrándome como el stickers ese del gato desmayado, llego al baño, me quito la ropa con apuro y me meto bajo la ducha, el agua fría me estremece y medio me despierta. Vuelvo a la habitación, me cuelgo lo primero que veo, una playera y bragas, las viejas costumbres no se olvidan.

Voy hasta la cocina y me tomo un vaso de agua fría para refrescar la garganta. No como nada, la resaca no me deja, dejo caer la cabeza sobre la mesa, me quedo así un rato hasta que decido llamar a Celin y a Javier, camino hasta la sala, como mismo ocurrió ayer, hablamos y ellos se burlan de mi perra resaca.

Después apago la laptop, la dejo sobre la mesita y me doy cuenta de que el sobre que recibí ayer está ahí.

Lo tomo en mi mano, lo abro y me levanto de un salto con el contenido.

N.o   P.u.e.d.e   S.e.r

Empiezo a reírme frenéticamente.

—¡Ya tengo trabajo!.

_____________________

Ayayay!

Hola! Cuánto tiempo, dos años creo, bueno da igual, el caso es que he retomado lo que se ha quedado a mitad así que no se pierdan las actualizaciones.

Eso sí, no tengo hora porque acabo de empezar la universidad y debo estar becada por lo que mi móvil que es desde donde escribo no se me conecta muy bien pero si ven que me atraso unos días no se desesperen.

Disculpen también cualquier imprecisión que pueda haber, esto es un borrador que al terminarlo comenzaré a editar junto a la primera parte.

Y si pueden recomienden la historia please 😚😊

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