Cap. 3
Adaptación:
Una semana después:
Melou:
He decidido trabajar en el kiosko que Celin trabajaba mientras ella se dedica a su trabajo como profesora de Informática en la universidad donde estudia Javier, el cual cada vez que puede viene a molestarme.
Yumara me hace compañía cuando Celin está en la universidad, es una persona que entra en confianza al instante.
Los días pasan y me voy acercando más a Javier, ayer salimos a dar una vuelta, había algo parecido a una fiesta cerca de una tal placita, todavía me pregunto por qué se llama así.
No bebimos pero sí me divertí bastante bailando y riendo con sus amigos que son igual de carismáticos como él.
Hoy me invitó a un río junto a Celin y Yumara, estamos bajo un árbol mientras él y sus amigos se dan un chapuzón.
—Aquí hay muchos mosquitos— me quejo y Yumara se ríe.
—Con el tiempo te acostumbras mija.
Arrugo la nariz como cuando algo no me gusta.
—¿Qué haces ahí sentada?— Javier viene hacia mí sacudiendo su cabello mojado.
—Pues sentada.
—Ahora mismo vamos a bañarte.
Me carga entre sus brazos en un ágil movimiento y suelto un grito que es ahogado por la caída al río.
Emerjo y le arrojo un poco de agua a la cara mientras aparto mi cabello del rostro.
—¡Serás idiota!.
—Fue sin querer queriendo.
Se hunde y miro a todos lados en su búsqueda hasta que aparece abrazándome por detrás y deposita un beso en la parte trasera de mi oreja, beso que me estremece y me hace soltar un suspiro.
Muerde y lame el lóbulo y cierro los ojos. Estamos un poco lejos de el resto por lo que casi nadie nos ve.
Me gira quedando frente a él y sin darme tiempo a hablar me besa, no respondo al instante pero lo hago tomándolo de la nuca, me pega más a él metiendo la mano por debajo de la blusa transparente que llevo, la piel se me eriza.
El ambiente se torna caliente ya que adentra su otra mano por debajo de el corto short que llevo rozando mi sexo por encima de la tela de las bragas. Jadeo en su boca, hacía tiempo que no sentía esto y olvidé lo fabuloso que era.
Vuelve a alzarme en sus brazos, lo rodeo con las piernas en su cadera y me lleva hasta la orilla donde me sienta sobre la tierra mojada por mi ropa. Sus labios no abandonan los míos.
Medio baja el short con bragas y todo y su dedo índice encuentra el pequeño botón de placer. Balanceo las caderas buscando más y él me lo da metiendo el dedo medio en mi cavidad.
Gimo y comienzo a acariciar su miembro semi erecto por encima de el short playero que lleva puesto, baja a besarme el cuello dejando lametones excitantes en todo el lugar.
Otro dedo se suma a la fiesta y aún me siento vacía.
—Otro— jadeo y también mete el dedo índice mientras que es el pulgar el que masajea mi clítoris.
Voy en busca de el contacto total con su miembro adentrando la mano en el short, él jadea, muevo la mano a su alrededor, esconde su cara en el hueco de mi cuello y yo hago lo mismo en el suyo.
—Más rápido— me pide y acelero, él no abandona mi vagina follándome con los dedos.
—A-así, sí— jadeo, lo siento llegar —ya casi, no pares por favor.
—No pienso hacerlo— saca su cara de mi cuello y me agarra del cuello para besarme, sigo masturbándolo, rozo el glande empapado —eso, hazlo otra vez— lo vuelvo a hacer y gruñe en mi boca.
Me estremezco y aprieto los dedos de los pies cuando llego al clímax, el deja salir su semilla sobre mi mano segundos después.
Vuelve a besarme, saca sus dedos y sube mi short, hago lo mismo con el suyo, me baja de la orilla. Lavo mis manos y mojo la parte trasera de el short que se ha ensuciado y en silencio volvemos con los otros.
—¿Dónde andaban?— nos pregunta Celin.
—Le estaba mostrando las maravillas que tiene todo esto— responde Javier con una pícara sonrisa.
Continuamos hablando y riendo, de vez en cuando cruzo miraditas con Javier pero nada más.
Ya cuando el sol se pone volvemos a casa, llego exahusta, por lo que como algo, me ducho y me acuesto a dormir.
×××
Dos semanas más y me voy adaptando a todo pero siento que algo me falta y no sé qué es.
Hoy Celin no fue a trabajar, estamos haciendo limpieza, ya he limpiado el patio y regado las plantas que están en el portal, ahora estoy haciendo la comida mientras ella termina de limpiar la casa.
—Mel— me llama cuando deja el cubo en el baño —¿podrías llevarle esto a la madre de Yumara?.
—Claro— me acerco al fregadero para lavar mis manos, las seco en la servilleta que hay pegada a la puerta del refrigerador y tomo lo que ella me da —mira que no se pase lo que está en la estufa.
—Está bien.
Le lanzo un beso y salgo, la casa de Yumara no queda lejos, de hecho analíticamente está a un lado de la casa lo que en un edificio que va a unos cinco metros.
Llego, subo los escalones porque aquí no hay ascensor, me detengo en el tercer piso y toco a la puerta, del lado adentro se escucha una música a todo volumen.
Quien me abre es Javier —Pensé que no vendrías— me da un beso en la boca.
—No vine a eso glotón— sonríe —Celin le mandó esto a tu madre.
—¿No vas a entrar?— me acerca rodeando mi cintura con los brazos.
—Tengo cosas que hacer.
—Luego las haces— me empuja hacia adentro y cierra la puerta a mi espalda.
—Javi...
—¿Sí?— lame mi cuello y va bajando hasta llegar al canalillo de mis pechos.
—En verdad debo irme.
—Después— me quita el paquete y lo deja sobre un sillón.
El apartamento es pequeño, con una mini sala, tres habitaciones, un baño, una cocina y un balcón.
Después de la vez esa en el río, Javier y yo empezamos una especie de relación, aún no está definida pero me siento bien cuando estoy con él.
—¿No me extrañaste?— me saca la blusa que llevo por la cabeza.
—Mucho.
—Entonces vamos a mi cuarto— despunta el sujetador, el cual cae al suelo en un ruido sordo.
Se coloca detrás de mí y me guía hasta su habitación abriendo la puerta, entramos y la cierra detrás de él.
Me tumba en la cama y se cuela entre mis piernas haciendo que la falda que llevo de andar por casa se levante mostrando las bragas blancas que tengo y lo húmeda que estoy.
—Estás tan rica— acaricia mi entrada por encima de la tela —que me dan deseos de comerte toda.
—Entonces cómeme toda— su boca choca con la mía en un beso arrollador, toco su polla ya erecta —¿tan rápido?.
—Para que veas lo que provocas— chupa uno de mis pezones con fuerza ocasionándome dolor ligado con placer, arqueo la espalda —¿te gusta esto?— muerde el otro y tira de él.
—Ah sí, delicioso.
Levanta mi falda hasta la cintura y baja mis bragas mostrando mi sexo chorreante.
—Tan rosado— baja la cabeza y su lengua hace contacto con mi vagina en lo que uno de sus dedos estruja mi clítoris.
Chupa, succiona, lame, muerde, mete la lengua hasta donde puede haciéndome jadear y removerme.
—Esto está demasiado bueno— lo escucho decir.
Cierro los ojos y unos ojos verdes aparecen en mi campo de visión, los vuelvo a abrir asustada y no se por qué.
Trato de detener a Javier pero el se aferra a seguir.
Tiemblo cuando alcanzo el orgasmo, él sube con la barbilla mojada por mis fluidos y me besa.
Se separa para quitarse el pantalón que lleva —Ya quiero metértela.
Va hacia la mesita que hay al lado de la cama y saca un envoltorio plateado, vuelve a donde estoy y se mete nuevamente entre mis piernas.
Rasga el envoltorio y se lo coloca con rapidez —Abre las piernas— hago lo que me pide y la mete de a una, jadeo —qué bien se siente.
La música afuera sigue escuchándose, empieza a moverse apoyando los codos alrededor de mi cabeza mientras me besa.
Las arremetidas son rápidas, constantes, pero no me siento plena.
—Tócame— le pido, su pulgar acaricia mi botón del placer, su boca y lengua juegan con uno de mis pechos —muévete más.
Lo hace con desatino, se acomoda quedando de rodillas, pasa mis piernas por encima de su cadera y me da con más potencia. Gimo, jadeo, me quejo de placer pero igual me sigue faltando algo.
Me voltea quedando de espaldas y entra por detrás, lo siento en todos lados.
—Nalguéame— me da una nalgada y escondo la cara en la almohada —otra— vuelve a darme —otra más— y otra y otra.
Me agarra del pelo con ferocidad y ese leve ardor que siento en el cuero cabelludo me excita a sobremanera.
—Hazlo de nuevo— le exijo y lo vuelve a hacer.
Su torso desnudo choca con mi espalda y bambolea mis tetas con las manos.
Nuestros gemidos y el movimiento de la cama son opacados por la melodía que se escucha, es de un cantante cubano que he escuchado, David Blanco se llama pero no recuerdo el título de la canción.
Las estocadas se hacen violentas y logro llegar al orgasmo con un quejido de éxtasis, él llega al segundo dejándose caer en mi espalda.
Mi respiración está descontrolada, cierro los ojos tratando de calmarme pero un sonrisa socarrona aparece.
Los abro e intento moverme, Javier se hace a un lado encargándose del preservativo.
—Tienes fetiches muy raros— comenta.
—Lo sé.
Me levanto buscando mis bragas, las encuentro en una esquina de la cama, me las coloco reacomodando la falda en su lugar.
Camino a la puerta y su voz me detiene preguntando que a donde voy.
—A buscar mi ropa para irme.
Salgo y veo mi sujetador tirado en el suelo, al otro lado está la blusa. Me las pongo, Javier aparece con un calzoncillo puesto y hala de mi brazo para besarme, se separa, acaricia mis labios con la yema de sus dedos y me deja ir.
Llego a la casa y Celin está sentada en la sala, me mira con los ojos entrecerrados.
—No preguntes— hablo antes sentándome frente a ella.
—No iba a hacerlo— suspira y juega con un sobre que lleva en las manos —ha llegado un correo.
—¿Un correo? ¿Cuándo?.
—Hace poco, la chica que trabaja allí me lo trajo personalmente.
Olvidé que el correo también queda cerca, esto es como un pueblo pequeño, todo queda cerca.
—¿Y qué pasó?.
—Es la copia de un testamento y un aviso judicial.
—¿Qué?.
—Resulta que Suárez nos ha dejado todos sus bienes— la sola mención de su nombre me agrieta el alma —ya lleva cuatro años deshabitada y al sexto año si sigue igual pertenecerá al gobierno.
—¿Cómo?.
—Nuevas leyes.
—¿Y qué hay que hacer?.
—Uno de los propietarios, o sea tú o yo, tiene que ir y presentarse con el abogado de Suárez para mantener todo a nuestro nombre.
—Es decir que tenemos que volver a Estados Unidos.
—Creo que sí.
—Vale.
Me levanto del sofá y voy hasta mi cuarto, me siento sobre la cama mirando por la ventana.
Regresar a Estados Unidos.
Es como volver a vivir todo de nuevo, respiro hondo, mi corazón se ha acelerado con tan solo el nombre del país.
Decido no salir de la habitación lo que queda de la tarde y Celin no me dice nada dándome tiempo a pensar.
Tampoco es que no quiera volver a mi país, porque sea como sea es eso; mi país.
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