Cap. 16
Melou:
Llevo junto a Lee Min y a Yang en una reunión en una sala de juntas hace cuatro horas; gritos, propuestas y problemas sin solución es lo que se escucha desde afuera, todo está patas arriba, han matado al vicepresidente y han dejado un mensaje bien claro, la dimisión del presidente Clarens Soderland.
-¡No hay nada bien!- exclama alguien -¡nada está bien!.
-Debemos mantener la calma...- intenta decir el presidente.
-¡¿Qué calma ni que nada, Clarens?!- le interrumpe otro -¡nadie puede desafiarnos así! ¡¿Qué se han creído ellos?!.
Abro los ojos con asombro.
-Deberíamos encerrar a la mayoría de la población en los calabozos y hasta que no declaren quién está detrás de todo esto no la soltamos- aconsejan.
-O sencillamente hacer una pequeña masacre como muestra de poder.
Qué medidas tan drásticas.
Dejo de prestar atención cuando me dispongo a escuchar la conversación entre Yang y la asiática.
-Nunca entenderé la forma de actuar de este gobierno- opina el coreano.
-Corruptos, ese es el nombre- habla Lee Min.
Gobierno corrupto.
Al final terminan con la decisión de formar la "pequeña" masacre y por nada del mundo pienso permitir eso.
Todos salen y los miro a cada uno absorbiendo la imagen de sus rostros.
Acompañamos al presidente hasta su camioneta y esta vez somos más los guardaespaldas que estamos al pendiente de cualquier movimiento aunque si esos que nos atacaron el otro día son inteligentes no volverán a repetir los mismos pasos.
Al llegar a la mansión voy en busca de Yina y la veo en el comedor sonriendo con... ¿Jacob?.
Pero ¿Qué ha pasado?.
-Buenos días.
-Hola querida- me saluda Yina y Jacob me mira por encima de la taza de café que lleva en la mano.
Me siento en el mesón frente a él.
-Yina ¿tienes los periódicos de los últimos diez días?.
Ella se gira a mí con el ceño fruncido -¿Para qué?.
-Pues para leerlos.
-Están prohibidos en la mansión.
-¿Por qué?- inquiere Jacob.
-El presidente lo pidió así debido a todas las de cosas que dice sobre él en ellos.
-¿Cómo cuáles?.
Ella suspira -Mira, yo te los voy a conseguir porque los tengo todos en mi habitación pero no me hagas decir todas esas cosas feas.
-Vale.
Ella deja frente a mí un plato con tostadas, un envase de mantequilla y café. Ahora recuerdo que no he desayunado.
Luego de salir a las dos de la madrugada detrás de una mujer de la que no se sabe nada ni el porqué se metió en la mansión -porque se ha revisado todo y no se ha encontrado nada- se decidió despertar a todos para ver qué se hacía, en sí, tampoco he dormido.
Empiezo a comer y Jacob, como siempre, se me queda mirando.
-¿Qué?- cuestiono, él niega y sigue mirándome -esa mirada me da escalofríos.
Escucho a Yina reír -Voy a llevarle el desayuno a la señora- avisa y sale con una bandeja de plata en las manos.
-¿Qué pasó en la junta?- pregunta cuando ya estamos solos.
Tomo un sorbo de mi café y suspiro -Quieren formar un pequeño tiroteo en la plaza principal como muestra de poder.
-¿Cómo?.
-Como oyes.
-¿Y para qué necesitas los periódicos?.
-Quiero consultar algo- él asiente -¿cómo vas con la herida?.
-Tengo una buena enfermera.
Ruedo los ojos y escucho el escándalo que tiene Vida en el comedor principal, veo su rubia melena venir hacia nosotros.
-¡Vamos odalisca!- exclama tomando mi mano.
-Ella puede llamarte así y yo no- se queja Jacob.
-¿A dónde vamos?- lo ignoro.
-Pues a jugar.
-Lo siento, Vida, pero hoy no podré.
-¿Por qué?.
-Porque va a jugar conmigo- dice Murk y Nicole que está tras ella ríe.
-¿Me vas a dejar a mí para ir con gruñón?- se enoja cruzando los brazos.
-Él es un mentiroso, no le creas, no puedo porque tengo que trabajar.
-Promete que no estás mintiendo- alza el dedo meñique.
-Lo prometo- enlazo el mío con el de ella.
Vuelve al comedor principal y yo me levanto del asiento.
-Un día de estos también tienes que jugar conmigo- menciona Jacob.
Le lanzo la servilleta que está sobre la mesa y la agarra a tiempo mientras se ríe. Me voy a terminar mis quehaceres buscando información sobre las personas que conforman la junta presidencial mediante el portátil, ya que lo traje ayer conmigo.
Me sale de todo un poco pero no encuentro lo que quiero, ellos ocuparon el cargo meses después de que el país comenzara a recuperarse del virus.
Me meto en la página de los anuncios que hace el presidente y lo que veo son documentos sobre las creaciones de bares en los que el 60 % pertenece a la junta, resultados de vacunas y tratamientos para enfermedades en los hospitales donde se debe pagar un dineral para obtenerlos.
Me paso el resto del día encerrada en mi habitación en eso ya que la familia Soderland no piensa salir y todo en la mansión se mantiene cerrado, llegan las ocho de la noche y mi habitación está a oscuras porque ni me inmutado a levantarme de la cama para encender la luz, lo único que ilumina es la pantalla de la laptop.
De momento doy en un enlace que me lleva a otra página pero está bloqueada y me pide contraseña.
Respiro hondo y veo a Lee Min aparecer en la puerta.
-¿Se puede?- pregunta.
-Sí, claro.
Ella entra con una bandeja de comida -Esto aquí está oscuro, qué miedo.
Sonrío -Es que he olvidado por completo encender la luz.
-Jacob te ha enviado esto- deja la bandeja sobre la mesita al lado de la cama -y esto- me da un trozo de papel doblado meticulosamente -tienes a ese hombre comiendo de tu mano- me río -me voy que tengo que arreglar algunas cosas todavía.
-Está bien.
-Ah, Yina también te mandó unos periódicos, están en la bandeja.
-Oye- la llamo cuando está a punto de darse la vuelta -¿podrías conseguirme una pastilla del día después?.
Alza las cejas pero se limita a asentir -Sí, claro.
Sale, casi se me olvidaba eso y lo recordé debido a que cuando vi a Lee Min recordé lo que vi en las cámaras en su habitación y eso me hizo acordarme de lo que hice yo sin protección.
Enciendo la mesita de noche para leer el papel.
Te he enviado la comida, estoy ocupado aquí abajo, si pudiera te la diera, quizás luego me pase por ahí.
Atte: Jacob, el reconquistante.
Me carcajeo con esto último y decido comer porque en verdad tengo hambre. Terminando de hacerlo voy y me doy un baño para estar más fresca, me coloco una playera y bragas limpias y continúo con mi trabajo.
Empiezo por leer un artículo en el periódico del 23 de enero.
¿Líder o corrupto? ¿Con el pueblo o contra él?.
Son interrogantes que nos hacemos, el presidente Clarens Soderland una vez más demuestra que en nadie se puede confiar, haciendo falsas promesas que ilusionan y luego dejan caer.
División de las clases sociales es el primer problema que presentamos y él trata de evitar, ¿cómo una persona de clase baja lograría pagar un tratamiento de aproximadamente 80 mil dólares?.
De locos ¿verdad? Niños, jóvenes, no tienen para pagar un colegio que cobra 50 mil dólares mensualmente.
Pero no vamos a los problemas, el mencionarlos no los va a solucionar.
Nos vemos a la próxima,
Su fiel amiga, María Isabella Calvin.
Dejo ese periódico a un lado y tomo el otro, y otro, y otro que dicen lo mismo, quejas y quejas de personas entrevistadas, fotos de lugares recónditos en los cuales se vive sin electricidad, sufriendo de hambruna y miseria, todo bajo la firma de la misma periodista.
Llego al quinto artículo donde empieza a relatar sobre los atentados que sufre el presidente, hay entrevistas de ambas partes, el que ataca (que son los que atentan) y el atacado (que es la familia Soderland).
Me enfrasco en leer letra por letra de la entrevista.
María Isabella: Dígame ¿por qué son los ataques? ¿Qué ganan con eso?.
X: Hacernos escuchar, queremos acabar con todos ellos, no merecen el puesto que tienen.
Maria Isabella: Pero ¿si saben que esa no es la forma?.
X: Existen motivos ocultos.
María Isabella: ¿Se pueden saber?.
X: Muy pronto se sabrán, muy pronto.
Nuevamente demostrando que hay terceros que sufren con decisiones erradas.
Motivos ocultos, frunzo el entrecejo.
Sigo leyendo hasta llegar a la parte de la explosión en el hospital general.
Tragedia, terrorismo, como lo quieran llamar, de igual forma está mal, el hospital general John Harrison acaba de sufrir un colapso incendiario arrasando con la vida de 86 pacientes, 28 médicos y 6 del personal.
El terrorismo detrás de esto se está sobrepasando, inocentes no tienen que ver con esta guerra iniciada porque personas no actúan como deben.
¿Qué ha hecho el presidente?.
Pues nada, se dedicó a perder cinco horas de su tiempo y del nuestro hablando sandeces y cosas sin sentido sin dar la mínima solución a los problemas.
Tanto Clarens Soderland como el grupo terrorista son corruptos por igual, uno quiere mantenerse sin esforzarse y el otro quiere apoderarse a las malas.
¡Digo basta! ¡Pido un cese! ¡Unamos fuerzas!.
Nos vemos a la próxima,
Su fiel amiga, María Isabella Calvin.
Hay más artículos por leer pero los ojos me pesan, emito un bostezo, trato de seguir pero no puedo y dejo todo a un lado de la cama para acostarme a dormir.
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