Cap. 13
Melou:
Abro los ojos y veo todo nublado, lo primero que mis oídos captan es el pitido de la máquina que mide tu pulso en los hospitales.
Vuelvo a cerrar los ojos y los aprieto con fuerza, la cabeza me duele, me llevo la mano a la frente y siento una venda.
Trato de moverme pero la cantidad de cables que llevo enganchado no me dejan, una doctora entra.
-Oh ya estás despierta- sonríe -¿cómo te sientes?.
-Tengo la garganta seca.
-Toma un poco de agua- alcanza un vaso que está en la mesita a mi lado, me ayuda a levantarme y me lo da.
Bebo un poco y el líquido refresca mi paladar.
-¿Dónde está Jacob?.
-¿Quién?- revisa mis signos vitales.
-El hombre que....
-Ah el ojiverde, él está bien- respiro con alivio -¿es tu esposo?.
Toso con el trago de agua que acabo de tomar.
-No.
-Disculpa es que él igual preguntó por ti en cuanto despertó- apunta algo en la agenda que lleva.
Hago una mueca como sonrisa.
-¿Él está bien?.
-Sí, la herida en las costillas se pudo detener a tiempo, tan solo se tomaron algunos puntos- me mira -bueno me voy.
-¿Y el presidente cómo está?.
-Él también está bien, solo lleva una curita en la cara.
-Gracias.
-No es nada, descansa.
Se va y yo me acomodo en la camilla con el dolor de cabeza acabando conmigo.
×××
Llega el domingo y me dan de alta, no puedo creer que haya estado dos días en ese hospital. La venda en la frente me la han quitado dejando una fea herida, la doctora aseguró que pronto se curaría por completo y ni cuenta me iba a dar de que tenía algo ahí.
Al salir de la habitación me acerco al número del cuarto de Jacob que me dio la doctora y lo veo sentado en el borde de la camilla con... Amanda.
Bueno, eso se esperaba, él me mira y cuando piensa levantarse me voy.
Hoy es mi día de descanso y lo voy a aprovechar, llamo a Lee Min para que me haga llegar la motocicleta a mi casa y ella no se opone.
Detengo un taxi y le doy la dirección.
No sé qué fue lo que pensé que vería cuando fuera a su habitación.
Hallarlo solo ¿quizás?.
Creo que yo voy a seguir siendo la opción B, pero es que sus señales son tan confusas.
Apoyo el codo en el borde de la ventanilla y miro a través de esta, mi mirada se pierde hasta que el taxista me avisa que hemos llegado.
Le pago y salgo del auto, al llegar al portal, saco las llaves que hay bajo la alfombra en el suelo, abro la puerta y entro. Todo está en silencio y en completa oscuridad. Cierro la puerta a mis espaldas, me quito el abrigo que llevo, lo coloco a un lado y activo la calefacción.
Voy a la mesita, dejo las llaves y la pequeña bolsa que me trajo Yang al hospital. Me paso las manos por la cara en un gesto de cansancio. Camino directo a la cocina, al llegar a ella enciendo las luces, abro la nevera, frunzo los labios, no me dan deseos de cocinar pero la comida del hospital no me gusta así que preparo algo rápido.
Media hora después he comido y me voy hacia mi habitación, entro y me arrojo a la cama emitiendo un pequeño suspiro.
Hogar, dulce hogar.
Entonces recuerdo que no me he comunicado con Celin y rápido voy por mi laptop, me conecto y le hago una videollamada que enseguida ella acepta.
-Dime por favor que no estás en lo que estoy pensando- es lo primero que dice.
-Vaya, se nota que me has extrañado bastante, yo estoy bien y tú.
Suelta un suspiro -Días atrás te vi en la tele- explica -estabas sentada en una ambulancia frente al hospital general ¿por qué?.
Me acomodo en la cama quedando boca abajo con el portátil frente a mí y miro a otro lado encontrando un paquetito de gominolas sobre la mesa de noche.
-Wow- tomo el paquete entre mis manos -mira lo que tenemos aquí- comienzo a abrirlo.
-Melou Jhanet.
La miro -No tienes que decir mi segundo nombre ¿ok?- me meto una de esas golosinas a la boca.
-Entonces habla.
Como otra y otra hasta que me decido a contarle todo, desde la carta que me envió el presidente hasta todos los atentados que ha sufrido.
-¡Por Dios, Melou!- exclama llevándose las manos a la cabeza -arriesgándote así puedes morir en cualquier momento.
-Es mi trabajo.
-Puedes escoger otro.
-Pero me gusta este.
-Y la próxima vez que te vea será sin un brazo y la cara desfigurada ¿no?- hace alusión a la herida que tengo en la frente.
Hago una mueca al imaginarme eso.
-Bueno tampoco exageres que me sé defender.
-No quiero que te pase nada.
-Tranquila, que si lo que te preocupa es mi estado mental sigo en mis cinco.
Ella voltea los ojos -Hablando de eso, ¿cómo estás con él?.
Río -¿En serio, Celin? Él, que yo sepa tiene nombre y lo sabes.
-Sabes de quién hablo.
-Está bien, tiene una relación con la zorra esa que apareció hace cinco años.
-¿Amanda?.
-¿Aún recuerdas el nombre?.
-Cómo olvidarlo.
Le hablo también de mi encuentro con los mellizos y ella sonríe con anhelo, le digo que Nicole igual forma parte de la guardia presidencial.
-Pero háblame de cómo están todo por allá- cambio de tema.
-Bien, Yumara te extraña, su madre te manda saludos y Javier a cada nada pregunta por ti.
-¿Puedes llamarlo ahora?- le pido -quiero hablar con él.
-Espera un momento- se levante de donde sea que esté.
Escucho sus gritos desde aquí y sonrío, ella se quejaba de eso y mírala, haciendo lo mismo.
-Ya viene.
-¿Cómo vas con el chico del cual me hablaste la otra vez?.
-Regular.
-¿Por qué?.
-No sé, es demasiado celoso y posesivo.
-Umm, se parece a mí.
Sonríe y en eso llega Javier, Celin se aleja un poco y lo deja ocupar su lugar.
-Tenía dos teorías.
-Joder, ¿acaso nadie se preocupa por cómo estoy?.
Él rueda los ojos -Una, que te habías hecho famosa luego de salir en la tele como salvavidas del presidente estadounidense y otra que ya estabas muerta.
Celin lo golpea en el hombro con eso último.
-¿Tan poca fe tienen en mí?- inquiero.
-¿Cómo estás?.
Me encojo de hombros -Supongo que bien.
-Tus ánimos no dicen lo mismo, espera eso es... - entrecierra los ojos -mierda, Melou ¿qué te pasó en la frente?.
-Gajes del oficio.
Celin se levanta de donde está y nos deja solos -Es excitante ¿cierto?.
-¿Qué cosa?.
-Sentir que estás todo el tiempo en peligro y aún así no detenerse.
-Sí, depende de qué punto de vista lo veas, aunque para mí no lo es porque la adrenalina corre por mis venas continuamente.
-De eso no tengo dudas- emplea un tono inquisitivo y me río.
-Eres un idiota.
-Siempre me lo dicen.
-¿Cómo vas en la universidad?.
-Todo está fantástico por ahora, dentro de poco termino el trimestre.
-Qué bien.
-Lo vi- de repente cambia la expresión de su rostro -lo vi en la televisión, a él.
Abro la boca y luego la cierro -¿Por qué simplemente no lo llaman por su nombre?.
-Era el que te cargaba hacia la ambulancia ¿no?.
-No me digas que eso salió en los noticiarios.
-Sí, salió, parecías una damisela en apuros.
-No me gusta ese término, ¿Celin vio esa parte?.
-No, ella estaba en la cocina.
Arrugo el ceño -¿Y qué hacías tú ahí a esa hora?.
-Ey detén el toro- río por la expresión -Yumara también estaba aquí, estábamos conversando.
-Ah vale.
-Te extraño.
-Yo igual.
-Quizás un día de estos te de una sorpresa.
-¿Ah sí? ¿Cuál?.
-Luego la sabrás.
Continuamos hablando y hablando por horas hasta que llegan las 12 del mediodía donde allá son las 1 de la tarde, nos despedimos, Celin se acerca para despedirse y pedirme como siempre, que me cuide.
Apago la laptop, la pongo a un lado y me acurruco en la cama dispuesta a dormir pero el timbre de la puerta me lo impide.
-Arg- gruño y me levanto.
Salgo del cuarto, bajo las escaleras y llego hasta la puerta donde enciendo la luz para abrir hallando del otro lado a Aniela.
-Hola- saludo.
-Hola ¿interrumpo el momento?.
-No- hago un gesto vago con la mano y le abro paso en la puerta -pasa- lo hace, la ayudo a quitarse el abrigo que lleva -siéntate y cuéntame cómo te va.
Se sienta en el sillón individual frente al sofá de cinco personas.
-Bien, casi termino de completar para comprar mi propio apartamento.
-¿En serio? Que bueno.
-He venido en estos días pero no has estado, perdona si molesto pero es que no tengo a nadie aquí excepto a mi compañera de apartamento.
-Aniela, nunca me vas a molestar, y sí, he conseguido trabajo.
-¿Dónde? ¿De qué?.
-De guardaespaldas de el presidente.
-Madre mía, es cierto que he ecuchado que el mismo está sufriendo de varios atentados contra él y su familia.
-¿Ves esto?- señalo la herida y ella hace una mueca -fue del último atentado que tuvo.
-Trabajo ajetreado ¿eh?.
La invito a una bebida, nos tomamos algunas copas, charlamos y reímos un rato hasta que llegan las 4 de la tarde y decide irse.
La acompaño hasta la puerta -Recuerda que los días que estoy aquí son los domingos o puedes ir a verme a la Casa Blanca.
Ella se coloca el abrigo.
-Vale, te me cuidas ¿ok?.
-Está bien.
Le abro la puerta y el personaje que hay frente a ella al otro lado me deja sin palabras.
-Oh hola- Aniela le saluda.
Él la mira -Adelena.
Ella pone los ojos -Sí, veo que eso va a seguir- me mira -nos vemos, Mel.
Me da un abrazo -Cuídate.
Cruza el portal, se despide con la mano ya estando en la acera, entonces miro a Jacob quien lleva un abrigo de lana, unos pantalones ajustados y las botas de siempre que le dan un toque peligroso.
-¿Qué haces aquí?.
-¿No me vas a dejar entrar?.
-No ¿qué haces aquí?- repito la pregunta.
-Vine a ver cómo estás.
-Yo bien, gracias, adiós- trato de cerrar la puerta pero se opone, suspiro fastidiada -¿A qué juegas, Jacob?.
-A nada, solo quiero hablar contigo y aclarar algunas cosas.
Niego con la cabeza repetidas veces -Sé cómo va a terminar esto.
Enarca una ceja -¿Cómo?.
-Adiós, Jacob- intento cerrar la puerta de nuevo y él emite un quejido llevándose una mano al lado derecho de las costillas -¿estás bien?.
-No, no lo ves.
-Debería dejarte morir- espeto.
-Pero no lo harás.
-Lamentablemente- lo halo del brazo y lo empujo hacia adentro -anda, pasa.
-¡Oye!- se queja y ya he perdido la cuenta de cuántas veces he rodado los ojos en el día.
Cierro la puerta a mis espaldas y cuando me giro se ha quitado el abrigo dejando a la vista la bella marca de sus pectorales por encima de la camisa blanca de mangas cortas que lleva, trago saliva y trato de concentrarme.
-¿Cómo sabes que vivo aquí? Porque que yo recuerde en la otra vida no viniste, de hecho creo que una noche antes del holocausto estuve despierta esperándote y nunca llegaste- finjo una mirada perdida -sí, fui ingenua.
-¿Cuándo vas a olvidar eso?.
-Cuando me sienta satisfecha al acabar con todos lo que me hicieron daño.
-Y eso me incluye a mí ¿no?- da unos pasos hacia mí.
-Creo que sí.
-¿Debería prepararme?- da otros pasos.
-¿No eras al que hace unos segundos le dolían las costillas?.
-Sí, cierto ¡Ah me duele!- me carcajeo -me encanta cada vez que sonríes.
-¿En serio te duele?.
-No- confiesa -solo son incomodidades que van y vienen.
-¿Cuándo fue la última vez que te revisaste eso?.
-Eh, creo que ayer.
-Por Dios Jacob, anda siéntate, deja y te reviso.
-Umm... tentador.
Sin poder evitarlo sonrío, siempre me ha gustado este Jacob, amo todas sus facetas pero esta es mi favorita.
Subo las escaleras en busca de la caja de primeros auxilios y cuando bajo él está recostado del sofá con la camisa quitada. Lo miro con las cejas alzadas.
-Si vas a hacer el trabajo que sea bien hecho.
Niego y me agacho a su lado, retiro las vendas que lleva puestas las cuales están manchadas de sangre y veo varios de los puntos que lleva deshechos.
-Mira como tienes eso, supongo que te saliste del hospital ¿no?.
-Supones bien.
No deja de mirarme, comienzo a pasar un algodón con agua oxigenada, no suelta ningún quejido, luego le cojo los puntos que tiene sueltos, no sé si está aguantando o si no siente dolor de verdad pero lo único que hace es mirarme.
Vuelvo a ponerle vendas nuevas.
-Listo- hablo y sigue sin responderme, chasqueo los dedos frente a sus ojos -Eh, hola, Tierra llamando a Jacob.
-¿Por qué te lo teñiste?- pregunta de la nada tomando un mechón de mi cabello.
-Creo que sufriste un cortocircuito.
Se acomoda en el mueble quedando sentado y la posición en la que quedo yo es bastante comprometedora ya que estoy arrodillada entre sus piernas.
-Me gusta como te ves así.
Bufo e intento levantarme pero el me hala del codo y hace que quede sentada de lado sobre su pierna, trato de levantarme de nuevo.
-Quieta- casi suena como una orden, casi -¿Por qué te lo teñiste?- repite.
-No sé, porque me gusta ¿tiene que haber un motivo?.
-El negro te queda mejor.
-Sí bueno- nuevamente trato de ponerme de pie y me aguanta de la cadera.
-¿No sabes estar tranquila un instante?.
-Jacob... - sostiene una de mis piernas y la cruza por encima de las suyas de modo que quedo abierta de piernas sobre él. Aguanta mi cintura con una mano.
Me sujeto del sofá para evitar tocarlo porque si lo hago todo mi cuerpo arderá en llamas.
Toca con el dedo índice el piercing en mi ceja izquierda -Estás cambiada- susurra y su dedo sigue bajando hasta rozar el nuevo tatuaje que me hice, me estremezco ante el tacto -fuerte y resistente- lo lee.
Besa mi hombro izquierdo, sube hasta el tatuaje, la respiración se me acelera y cierro los ojos.
Mordisquea y lame mi cuello, intento mantenerme en mis cabales, trato de detenerme pero mi cuerpo se niega.
-Jacob... - gimo cuando chupa el lóbulo de mi oreja y por instinto empiezo a mover la cintura sobre él.
-Joder.
Me aguanto de sus hombros, sigue besando y dándome caricias, su mano en mi cintura baja a mi entrepierna. Acaricia mi sexo por encima de la ropa y jadeo.
Despunta los botones de mis jeans y mete una mano entre mis bragas, cuando sus dedos llegan a mis pliegues suelto otro gemido.
-Esto nunca va a cambiar- murmura cerca de mis labios -el que te mojes con mis caricias- mete el dedo medio y arqueo la espalda -tan caliente.
Empieza a moverlo con sutileza y no dejo de moverme sobre él, su miembro crece, otro dedo se une y entreabro la boca.
Levanta la blusa que llevo por el dobladillo, saca mis pechos del sostén y chupa mis pezones erectos.
-¡Oh Dios!- exclamo agarrándolo del cabello.
Arremete en mi cavidad con los dedos dejándome sin aire, suelta mis tetas y sube a mi boca, acelero el vaivén de mis caderas cuando siento que ya voy a llegar.
-¡Sí! No pares joder- él también se da prisa -eso, ya casi.
Lo vuelvo a besar, muerdo su labio inferior y me dejo ir, escondo mi cara en su cuello con la respiración acelerada y...
¿Qué he hecho? Se supone que no debía volver a caer, se supone que todo sería diferente esta vez.
Entonces empiezo a llorar.
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