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Cap. 12

Melou:

La mañana está más fría que de costumbre, la nieve se ha estado derritiendo dando paso al verde de las plantas.

El presidente tiene una reunión, está en su despacho desde hace dos horas y Jacob y yo estamos en vigilancia frente a la puerta por si hay algún imprevisto, hay que estar alertas y ser precavidos.

Ninguno de los dos habla, el silencio es incómodo y asfixiante, cruzo los brazos por debajo de mis pechos, Jacob mira mis movimientos y...

—¿Te casaste?— pregunta dejándome totalmente perdida.

—¿Eh?.

—En estos cinco años que han pasado ¿te has casado?.

¿En serio? ¿Cree que yo estuve cinco años disfrutando la vida loca? Estuve cuatro años encerrada en un psiquiátrico, no pensando en casarme.

Sigo su mirada y encuentro que está observando el anillo que me regaló Javier.

—¿En serio quieres que te responda a esa pregunta?— inquiero llevando la vista al frente.

—Sí— responde sin titubear —necesito saberlo.

—Pues sí, Jacob, me casé, llevo dos bellos años felizmente casada.

Por el rabillo del ojo veo como tensa la mandíbula.

—Felicidades entonces— espeta con sarcasmo.

—Gracias.

—Necesito tomar aire.

Le señalo el pasillo como si nada —Adelante.

Él respira hondo y se pierde al doblar el pasillo rumbo a las escaleras.

Me paso las manos por la cara, no sé por qué dije eso, tengo tanto odio, tanta rabia acumulada.

Entreabro la puerta de la oficina del presidente y lo veo con un bulto de papeles junto al otro sujeto. Cierro y sigo posicionada con la vista al frente.

—Melou— Yang me llama por el auricular.

—¿Qué?.

—Hay una visita para Jacob, insiste en hablar con él.

Ruedo los ojos —Pues díselo a él.

—Intento contactarlo por el intercomunicador y no me responde, tampoco puedo salir de aquí para ir en su busca.

Cierro los ojos y respiro profundo —Está bien, ya bajo.

—Ok.

Se corta la comunicación con él y trato de contactar a Lee Min para que ocupe mi lugar.

Ella responde enseguida avisando que ya viene, su trabajo es estar al pendiente de la señora Soderland pero resulta que la señora está en el sauna y luego de lo que pasó el primer día que vine la seguridad en la mansión ha sido reforzada.

En diez minutos Lee Min ya está aquí.

—Gracias por venir.

—No te preocupes.

Dejo mi puesto y bajo las escaleras hacia la entrada principal para ver quién es la persona que tanto añora hablar con ese hombre.

Llego a la acera y empiezo a caminar mirando a todos lados en busca de esa persona, a medida que me acerco la veo, es que tenía que haberlo previsto, esta perra me va a perseguir de por vida.

Una sonrisa maliciosa se forma en mis labios con la idea que me surge.

Bueno Melou, hora de actuar.

Alboroto mi cabello, despunto los primeros tres botones de la camisa que llevo puesta, no uso la chaqueta a menos que haya que salir.

Muerdo mis labios con fuerza para que se noten hinchados y... estoy perfecta.

Me ve y no se sorprende, de seguro me vio en los noticiarios ayer, ella debe ser la que tanto llamaba a Jacob.

—Hola, Amanda— saludo con una sonrisa y fingiendo agitación.

Me mira de arriba a abajo y frunce el ceño —Hola— responde con voz seca.

—Siento que me tengas que ver así pero... — me detengo dando a entender que me da cosa decir lo que pienso decir —Jacob me pidió que bajara por él, se ha quedado en la ducha y... — Yang y los otros guardias me miran con curiosidad —y bueno, que ya debes imaginarte por qué— me acerco más a ella para susurrarle —creo que me tenía tantas ganas como yo a él.

Veo como traga saliva y aprieta los dientes.

>>Así que dime, ¿qué necesitas?.

—Esperaré a Jacob— puntualiza.

Tuerzo los labios y miro mis uñas con despreocupación —Está bien, aunque creo que tardará— levanto la vista hacia ella —qué descortez he sido ¿cómo has estado? No te invito a un café porque esta no es mi casa— y si lo fuera trataría de ponerle matarratas al café.

—Bien— se limita a decir.

—¿Bien de bien o bien de regular?.

—Melou— escucho la voz de Jacob a mis espaldas.

Me está gustando esta actuación, me giro a él con una sonrisa socarrona y enarca una ceja al ver mi apariencia, creo que ya sabe por dónde voy.

—Creí que tardarías más, limoncito— camino hacia él y lo abrazo de la cintura.

No se mueve con los brazos cruzados.

—¿Qué estás haciendo?— pregunta en un susurro para que solamente los dos escuchemos.

Me encojo de hombros —¿Divirtiéndome?.

—Divirtiéndote— repite sin creérselo —debí suponerlo.

—Si sabes como soy— rozo su barbilla con la lengua —¿para qué preguntas?.

—Esto que estás haciendo es adulterio.

Suelto la risotada —¿Ah sí?.

Va a responder cuando la zorra esa le habla —Jacob— volteo los ojos y me separo unos pasos —¿puedo hablar contigo un momento?.

Él asiente y va hacia ella, se alejan, le hago señas a Yang para que escuche lo que sea que están hablando, él sonríe y asiente.

—No tardes amor— exclamo haciéndome escuchar y me voy sonriendo mientras trato de arreglarme nuevamente el uniforme y acomodar mi cabello.

Vuelvo a mi lugar y Clarens ya está saliendo de su despacho con el señor ese.

Le agradezco una vez más a Lee Min con la mirada, ella se va y yo sigo al presidente que acompaña a su visita hasta la puerta.

Se voltea a verme —Necesito que me acompañen a un lugar— pide.

—Claro, voy y aviso a los...

—No, solo los necesito a ti y a Jacob.

—Es peligroso, sabe que está en la mira de lo que puede ser un grupo terrorista.

—Lo sé, será rápido.

Lo pienso un instante, este hombre debe andar en cosas turbias, Dios mío ¿en qué me he metido?.

Al final asiento. —Está bien.

—Gracias ¿puedes ir en busca de Jacob?.

—Ok.

—Y no le comentes nada a Valeria.

Doy media vuelta y choco presisamente con Jacob, el presidente le dice lo que quiere y él se niega.

—No podemos arriesgarnos así— alega.

—Ya lo sé pero ¿quién es el que manda?.

—Usted, de igual forma no pienso...

—¿Piensas desobedecerme?— refuta el presidente.

—Eso es abuso de poder.

—Me da igual, quiero la camioneta preparada para dentro de cinco minutos, solo ustedes dos.

Jacob aprieta los puños a sus costados y se va, lo sigo en silencio.

Diez minutos después él está al volante, yo voy en el asiento de copiloto y el presidente va detrás. Seguimos la dirección que nos va indicando Clarens y me doy cuenta de que estamos saliendo de la ciudad, arrugo el entrecejo y miro a Jacob, él se mantiene con la vista al frente y la mandíbula tensa.

Miro por el retrovisor y hay un auto gris siguiéndonos, vuelvo a mirar a Jacob.

—Ya lo vi— avisa al parecer adivinando lo que pienso.

El auto acelera para estar más cerca de la camioneta y Jacob acelera igual, esta camioneta es blindada pero eso no impide que pueda ser atracada.

El auto continúa en la faena de acercarse, Jacob de un momento a otro pisa el acelerador con fuerza haciéndome ir hacia delante que si no fuese por el cinturón mi frente se hubiese estrellado contra el cristal.

—¿Qué ocurre?— pregunta el presidente apareciendo entre los dos asientos.

—Nos están siguiendo— respondo.

—¿Cómo...?.

Un disparo se estrella contra el lado derecho de la camioneta, Jacob comienza a manejar en zigzag, otro disparo, la camioneta va hacia la derecha y mi cuerpo se inclina hacia ese lado.

Veo al presidente pálido sujetándose del borde del asiento.

Los disparos siguen pero no llegan gracias a los esquivos de Jacob.

Me quito el cinturón y me agacho levantando la alfombra que cubre el suelo de la camioneta.

—¡¿Qué haces?!— inquiere Jacob sin perder de vista la carretera.

—¡No dejes de conducir!.

Saco la ametralladora que hay y entreabro la puerta de la camioneta.

—¡Melou!.

—¡Cállate y trata de mantenerte a la izquierda!.

Hinco una rodilla en el suelo, preparo la ametralladora, Jacob hace lo que le pido logrando que el auto que nos sigue se mantenga a la derecha. El resto de los automóviles que van en carretera se detienen de manera abrupta y algunos intentan esquivarnos.

Comienzo a disparar derribando a dos de los que van en el auto, ellos me disparan igual, mi pulso se acelera pero no pierdo de vista mi objetivo. Vuelvo a soltar la tanda de balas que impacta contra los neumáticos delanteros y eso hace que pierda los frenos y se volque quedando más atrás donde explota.

Otro auto aparece de la nada con varias ametralladoras. Recargo la que llevo en mano y vuelvo a disparar sin detenerme acabando con todos incluyendo al chofer, el auto se desvía de la carretera y choca con el primer árbol que hay.

Me ubico en el asiento nuevamente cerrando la puerta y en ese instante un camión se nos viene encima.

—¡Frena!— le grito a Jacob.

—¡No puedo hacer eso!.

Intenta esquivar el camión yéndose por un lado y se sale de la carretera chocando con cuantas ramas se ven, trata de frenar pero la camioneta sigue a toda velocidad, se voltea y empezamos a dar vueltas y vueltas, me golpeo la frente una y otra vez hasta que nos estrellamos contra el tronco de un árbol.

Segundos después medio abro los ojos, me siento mareada, el capó se ha desprendido y hay humo por doquier.

Miro a mi lado y veo a Jacob sangrando de un lado de las costillas.

—Jacob... — lo llamo y mueve la cabeza a un lado.

—El pre-pre-sident-te— jadea en un susurro.

El reloj de la gasolina empieza a sonar haciendo conteo regresivo.

Observo hacia atrás y veo al presidente inconsciente con una cortada en la cara.

—No te voy a dejar aquí— espeto.

—¡Sácalo!— tose.

Salgo como puedo con la cabeza palpitándome de dolor, le doy la vuelta a la camioneta, abro la puerta trasera e intento despertar a Clarens, medio abre los ojos.

—¿Qué...?.

—Tenemos que salir de aquí.

Él pone de su parte e intenta salir, miro a Jacob y lo veo intentando romper el cinturón.

Cuando el presidente sale le pido que camine todo lo lejos que pueda y regreso por Jacob, intento abrir la puerta a su lado y está atascada.

Doy la vuelta y entro por el puesto de acompañante, Jacob sigue tosiendo, me arrodillo sobre el asiento del copiloto, saco la navaja que siempre llevo y empiezo a cortar el cinturón, él deja caer la cabeza hacia atrás.

El reloj automático está en 180 segundos, Jacob cierra los ojos.

—¡No te atrevas a dormirte!— exclamo —vamos, vamos— murmuro enfrascada en deshacer el cinturón.

—Creo que tu odio hacia mí no... — vuelve a toser —no es tan cierto como creía.

—Déjate de estupideces.

El sonríe y me mira —¿Cuándo se acabará este castigo?.

—¿Cuál?.

—El que me has impuesto porque te aseguro que este sí no me gusta.

—¿Puede gustarme un castigo?

—Depende.

—Porque este me encanta.

El sabor en la garganta me sabe agrio y el jodido cinturón no cede.

El reloj llega a 123 segundos.

—Dime una cosa— vuelve a hablar colocando una de sus manos en la herida de las costillas —¿en verdad estás casada?.

No respondo y continuó con el cinturón, el cual está a punto de soltarse.

—Melou— me llama de nuevo.

—¡¿Qué?!— respondo histérica y nerviosa a la vez.

—Responde.

Trago saliva —¡No, no estoy casada ¿vale?!.

Vuelve a sonreír, quedan 79 segundos, el cinturón se rompe y medio vuelvo a respirar.

Ayudo a Jacob a salir halándolo de los brazos, afuera cruzo uno de mis brazos por detrás de su cintura y apoyo el suyo en mi nuca, empezamos a caminar todo lo rápido que se puede.

Estando a unos dos metros, escucho el reloj como suena como si fuese una bomba de relojería y...

Me lanzo al suelo cubriendo el cuerpo de Jacob cuando el auto decide explotar una y otra vez.

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