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Cap. 11

Rencores:

Melou:

Cuando acepté la misión esa de meterme en un barco para desaparecer un virus que prometía arrasar con todo, nunca imaginé las consecuencias que acarrearía, lo primero que pensé fue: "será rápido; me subo al barco, me deshago del virus y regreso a casa".

Claro que no sería tan fácil como lo leen, sabía que eso tomaba su tiempo pero no supe que me enamoraría por vez primera, la verdad es que nunca antes me había interesado alguien con tanta intensidad como me interesé por Jacob, no saqué cuentas de que esa misión cambiaría mi vida con un embarazo que no llegó a durar, con un contagio que me dejó secuelas y con un final que me llenó de inseguridades.

Principalmente el final, en ese momento me puse a pensar qué era lo que NO tenía, lo que me faltaba como para que Jacob me dejara y me enviara a un manicomio sin saber cuándo regresaría.

Pero ¿Saben lo que me hizo feliz en ese entonces?.

Que creí que había encontrado nuevos amigos aparte de Luciana que ya no está y Celin, patético lo sé, me di cuenta que no fue así cuando ellos mostraron su verdadera cara, cuando se burlaron de mi condición, cuando en vez de apoyarme decidieron alejarse, y aquí estamos, con una de esas personas frente a mí.

-Nicole- Jacob la llama y ella se voltea -el presidente quiere verte.

Asiente, me da una última mirada y se va.

-Lo sabías- deduzco cuando él me mira -sabías que ella era la guardaespaldas que aún no llegaba y no me dijiste.

-Últimamente me culpas de todo, es preferible no hablar contigo.

Sonrío con falsedad -O es que nunca he sido más importante que tu necesidad de demostrar que tienes el control.

-No comencemos.

-Sí, es mejor salir huyendo y...

-¡Basta, Melou!- grita y Vida da unos pasitos hacia atrás del susto.

-Mejor me voy que me vas a traumar a la niña y no quiero que se vuelva loca- la última palabra la pronuncio con segunda intención.

Mis palabras son dardos venenosos pero no lo resisto. Quiero hacerlo sentir lo mismo que sentí yo cuando me dejó, quiero hacerlo sufrir de la peor manera, el rencor es mi aliado en estos momentos.

Él suelta un suspiro y yo decido irme.

-Vamos- le digo a Vida tomando su manita.

Entro a la casa y voy hasta la cocina donde veo a Yina junto a otras empleadas.

-Nana Yina- la llama Vida.

Ella se gira hacia nosotras -Eh y ¿que hacen por aquí?.

-Es que tengo hambre- le hablo.

-Y yo quiero del chocolate de esta mañana- pide Vida.

Ella se ríe -Anda siéntense.

Tomamos asiento alrededor del mesón que hay y ella me sirve un plato de comida, a Vida le prepara un trozo de dulce de chocolate.

-No le digas a tu madre que te lo he dado ¿ok?.

-Trato- le dice la niña.

Sonrío y niego con la cabeza para luego ponerme a comer.

Vida comienza a hablarnos a Yina y a mí de todo lo que hizo durante la mañana, y aunque no lo crean me gusta escucharla, me transmite paz.

El azul de sus ojitos es tan intenso que te pierdes en ellos, tiene las mejillas rellenitas y el cabello rubio le cae hacia atrás en una trenza.

Yina se aleja para seguir con sus quehaceres, Vida se chupa los deditos llenos de chocolate y yo terminando de comer reparo el vaso de jugo que llevo en la mano.

-Oye ¿me vas a decir de dónde sacaste el nombre que me dijiste antes?- le pregunto.

-¿Odalisca?- asiento -me lo dijo gruñón- era de esperar -yo le dije que era pitufina pero él me dijo que no era ese aunque me gusta más pitufina.

Sonrío nuevamente y entonces Nicole entra a la cocina.

-Oh aquí estás- apunta a Vida -anda vamos que tu madre te está buscando.

-Pero me quiero quedar aquí.

-Es que debes ir con tu madre.

-¡No!- se niega.

-Mira- le hablo -ve con tu mami y mañana en la tarde juego contigo.

-¿Me lo aseguras?.

-Sí.

-Bien- Nicole la ayuda a bajar del asiento y ella se va corriendo.

-Eh... oye...

-No hace falta que intentes llevarte conmigo- la interrumpo -la hipocresía no me va.

Ella respira hondo y se sienta frente a mí -Mira Melou, yo solo quiero comenzar de cero ¿vale? ¿No podemos olvidar todo lo que pasó hace años y ya?.

-No, eso será muy difícil para mí- me levanto -así que tus cordialidades te las metes por donde el sol no te de.

Me voy hacia mi habitación, me quito la ropa para darme una ducha rápida, al salir me coloco otro uniforme y vuelvo a la entrada junto a Yang y Marcus que se encuentran vigilando.

Me quedo con ellos hasta que llega la noche que es cuando vienen a relevarlos, ellos se van al comedor y yo como no tengo qué hacer decido revisar las cámaras de seguridad, la casa es extremadamente grande.

Tiene cuatro pisos, en el primero hay un inmenso salón lleno de muebles y cuadros de gran valor parecido a un museo, en el centro del techo hay una lámpara de araña que le da un toque elegante al lugar, hay un largo pasillo que lleva a la cocina que también es amplia, una puerta permite la entrada al comedor, en el cual se encuentra una mesa súper larga con más de diez sillas.

En el segundo piso es donde están las habitaciones de los guardias, toda esa planta es para eso, hay una escalera del lado del patio trasero por la cual se puede acceder a ese piso sin entrar a la casa, también está el gimnasio al cual aún no he ido.

El tercer piso lleva la suite de Clarens junto a los dormitorios de los posibles invitados y una sala de estar, ese piso está lleno de candelabros de oro.

En la cuarta planta está el despacho del presidente, una sala de juegos para Vida, una habitación del pánico junto a otra desde donde se controlan las cámaras y un sauna que solo es usado por la señora Soderland.

El jardín delantero tiene una acera que te lleva hasta la salida y dos fuentes de agua de mármol, una a cada lado, el pasto está cubierto por una fina capa de nieve. El patio trasero también tiene una fuente pero más pequeña y es de chocolate. Hay todo tipo de árboles y plantas florales junto a una pequeña cabaña en la que Vida se pasa la mayor parte del tiempo cuando no tienes clases con su tutor.

Llego a la última planta y me adentro en la habitación de control a las cámaras de seguridad donde hay un guardia al pendiente.

-Puedes irte- le digo y él sale sin más.

Me siento frente a las cámaras, el salón muestra a la familia Soderland sentada en uno de los muebles, Valeria le hace cosquillas a su hija y el presidente está al teléfono.

En el comedor de los guardias están la mayoría de ellos cenando, eso incluye a Nicole quien sonríe con Yang y Lee Min quienes le están hablando.

El resto de los guardias están en sus puestos de vigilancia, doy en un botón sin querer y veo el interior de las habitaciones, exceptuando la suite.

Por Dios ¿pueden ver lo que hace uno en la habitación? ¿Eso no es irrupción de la intimidad?.

Pero es muy raro que solo se vea el interior de algunas como la de Lee Min, Yang...

Veo la mía que está a oscuras, la de Lawrence que está caminando de un lado a otro hablando por el móvil y... la de Jacob que acaba de entrar a la suya. Doy clic en otro botón para desaparecer el resto de las pantallas y solo queda esa maximizada.

Él cierra la puerta luego de entrar y se sienta en el borde de la cama, se quita la chaqueta del uniforme, deshace los primeros tres botones de la camisa de mangas largas dejando a la vista el inicio del vello de su pecho. Se inclina para retirar las botas, sus músculos se contraen y por Dios, se ve tan... sexy.

Madre mía, parezco toda una acosadora.

Después de quitarse los zapatos se pone de pie y empieza a quitarse el cinturón del pantalón, me acomodo en la silla giratoria.

Levanta la vista mirando a todos lados, no es menos cierto eso de que puedes sentir cuando alguien te mira y más cuando lo hacen con la intensidad que lo estoy haciendo yo.

Baja su pantalón quedándose en bóxers y el bulto se hace notar.

Como que está haciendo calor ¿no?.

Termina de desabrochar la camisa dejando toda una escultura a la vista. Su espalda ancha muestra el tatuaje de la cruz, estira los brazos por encima de su cabeza y me muerdo los labios.

La puerta a mi lado se abre y enseguida cambio las cámaras.

-Oh hola- es Marcus.

Me aclaro la garganta y muevo los mechones de pelo que tengo en el rostro en un gesto de nerviosismo.

-Hola, Marcus.

Él mira las cámaras y luego a mí -¿Interrumpo algo?.

-No, no, solo... solo estaba echándole una mano a Héctor- Héctor es el que pasa la mayoría del tiempo aquí.

-Ah ¿puedo?- señala la silla a mi lado.

-Sí, claro.

-No estás en el comedor.

-Tú tampoco- digo lo obvio.

El ríe -Bueno es que no tengo apetito, y... ¿cómo estás?.

No sé por qué pero me siento incómoda con su presencia.

-Bien- respondo en tono quedo.

-He sabido que eres muy buena en tu trabajo y es un placer trabajar contigo.

-Ah, ok.

-Estoy intentando relacionarme ¿vale?- eso me hace sonreír pero no relajarme con su presencia -así que no me mires así.

-Vale, ¿que edad tienes?.

-Veintiocho.

-La misma edad que yo.

-¿En serio?.

-Sí.

-¿Cuando cumples?.

-Dentro de once días.

-Está cerca.

La puerta se vuelve a abrir dándole paso a Héctor y antes de que se me olvide decido preguntar.

-¿Sabes algo de las cámaras en la habitaciones?.

Héctor me mira durante unos segundos pero luego responde.

-Siempre han estado ahí.

Raro, porque cuando me las enseñaron todas no las vi.

-Bueno yo me voy- aviso poniéndome de pie -los dejo.

Salgo y bajo las escaleras hasta llegar a los cuartos, me detengo frente al mío y miro la puerta de el de Jacob, muerdo mi labio y entro a mi habitación.

Me quito el uniforme para colocarme una playera, me recuesto en la cama observando el techo y las figuras que mi vista forma hasta que me quedo dormida.

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