CAPÍTULO: 6
ABRIL
Hace un año, en una pequeña clínica en el centro de la ciudad.
Esta es mi primera sesión con una psicóloga. La primera vez en toda mi vida. Y llueve en la calle. Llueve a cántaros. Lo que yo no sabía era lo mucho que podía llover dentro de mí hasta que he llamado al timbre de la puerta de la clínica especializada en salud mental.
Una mujer elegante, de no más de cuarenta y cinco, años abre la puerta. Su melena castaña cae desenfadada sobre sus hombros y sus ojos me miran con cierta aura de amabilidad. Mi atención se desvía rápidamente a su llamativa americana de lunares y a juego con sus zapatos de tacón bajo. Los segundos que invierto en analizar su vestuario tal vez sean los únicos que consiguen evadirme del pensamiento que me lleva atormentando desde hace varios días; si realmente contarle mis problemas a una completa desconocida va a poder ayudarme.
Ni siquiera yo misma sé por dónde empezar.
—¿Abril Pedraza?
—Sí.
La psicóloga, complaciente, me sonríe y se hace a un lado de la puerta, indicándome con la mano que ya puedo pasar.
—Entra en la primera consulta a mano derecha y ponte cómoda. Enseguida estaré contigo.
Sin levantar la mirada del suelo, atravieso el umbral de la puerta mientras pellizco la piel que rodea las uñas de mis manos. La consulta es una habitación pequeña, repleta de libros perfectamente ordenados en un par de estanterías negras que contrastan con las paredes blancas y limpias. Un gran ventanal con vistas a la calle, plantas dispersas por varios rincones y, en medio de la sala, un sillón forrado con cuero marrón chocolate y una silla más pequeña, pero del mismo material y color.
Nerviosa, dejo mi bolso cruzado sobre el respaldo de la silla y me siento en ella. En cuanto la mujer aparece de nuevo ante mis ojos, me pilla desprevenida mordiéndome las uñas. O lo poco que ya me queda de ellas. Con pudor, escondo mis manos bajo mis piernas sintiendo ese escozor tan familiar que recorre las puntas de mis dedos. Un escozor que ya forma parte de mí.
—Bienvenida, Abril. Mi nombre es Malena —se presenta tomando asiento en el sillón frente a mí—. Y, antes de dar paso explicar mis métodos de trabajo, me gustaría comentarte algún aspecto que considero importante.
Malena se reclina hacia delante, apoyando sus codos sobre los muslos y entrelazando ambas manos encima de las rodillas. No sabría explicar qué es exactamente lo que me transmite su mirada. Tal vez calidez, no lo sé. Solo sé que es la primera vez que alguien me mira de esa manera.
Fuera sigue lloviendo. Y dentro también.
—No importa cuál sea el motivo que te ha llevado a venir hasta aquí —confiesa, sin apartar ni un instante su mirada de la mía—. Ya solo el mero hecho de tomar esa decisión, es un paso de gigante en el camino que vamos a emprender juntas. Si tú quieres.
¡Bonicos! ❤ ¡Sorpresa! ¡Dos capítulos seguidos! ¿Qué me está pasando? 😂😂
Es broma. Sigo recuperándome en casa después de unos días enferma, así que tenía que aprovechar antes de volver al trabajo y a la rutina ❤
Os confesaré algo, al igual que en Oxitocina teníamos capítulos que nos llevaban al pasado cuando Lola y Lukás se conocieron aquel verano, en Adrenalina también vamos a tener capítulos que nos transporten al pasado. Exactamente, a las sesiones que Abril mantuvo con la psicóloga. ¿Esperabais algo así? ¡Contadme!
Estos capítulos vana a ser muy especiales y muy muy importantes ❤
Nos leemos pronto, bonicos ❤
María
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