Adopta un abuelo está navidad.

En Villa Serenidad queremos que nuestros abuelitos tengan una linda navidad, acompañados de nietos adoptivos que puedan llevarles amor y compañía en estas lindas fechas.

Sé parte de esto y adopta a tu abuelito ahora, nunca es tarde para volver a sentir ese amor tan cálido y sincero que solo ellos pueden darte.

El aire frío de la temporada se colaba por las rendijas de las ventanas del autobús, mientras Louis miraba distraído por el vidrio empañado. En su regazo, un folleto arrugado que había recogido en la plaza lo invitaba a "Adoptar un abuelo esta Navidad".

Louis dio la vuelta al folleto para buscar más información, pero no había más que un simple link y algunas imágenes del asilo de la ciudad.

Las letras doradas brillaban bajo las luces de la calle y, aunque el diseño era sencillo, las palabras seguían resonando en su mente, le hicieron pensar un sin fin de cosas.

Al llegar a casa, la cálida luz de la sala lo recibió junto al olor familiar del chocolate caliente que Lau, su hermana mayor, solía preparar cuando ambos regresaban tarde y solo querían relajarse. Louis dejó su mochila junto a la puerta y se dejó caer en el sofá, con el folleto aún en la mano.

— ¿Qué traes ahí? — preguntó Lau, apareciendo frente a él y dejando la taza en la mesa, lanzándole una mirada curiosa.

— Un folleto... algo que vi en la plaza. —Louis lo sostuvo frente a ella y sonriendo con cierta timidez.

Lau lo tomó, leyó en silencio y luego levantó la vista con una ceja arqueada.

—¿Adopta un abuelo? ¿En serio estás pensando en esto?

Louis se encogió de hombros.

— Solamente me pareció... bonito.

Lau soltó una pequeña risa, aunque no con burla, sino con ternura.

—¿Tú? ¿El chico que no tiene tiempo ni para cuidar su cactus? Ya se murió, y eso que son todo terreno.

—Muy graciosa —respondió él, rodando los ojos—. Pero ¿te imaginas? Quizás alguien ahí afuera necesita esto más de lo que creemos.

Lau lo miró un momento, con una sonrisa que pronto se tornó más seria.

—Y ¿qué te detiene?

Louis se quedó callado. En el fondo sabía que no tenía una respuesta clara.

Era un chico tímido y reservado, no tenía demasiados temas de conversación y nunca era el primero en acercarse a alguien para platicar.

—¿De que voy a hablar yo con un abuelo?

Laura se enderezó en el sofá y lo pensó también por un momento.

— Los abuelos tienen muchas anécdotas, los tiempos de antes eran diferentes y seguro no tienen comparación a estas nuevas épocas.

— Si pero, ¿Que les voy a preguntar? Los hombres de antes se iban a las montañas a pelear con demonios.

Lau soltó esta vez una carcajada y le dio un golpe en el brazo a Louis.

— Eso es un mito Lou, además, ¿Cómo sabes que tienes que convivir con ellos? Tal vez es solo enviar dinero o ropa, no lo sé.

Louis no había pensado en eso, así que tomó la laptop que siempre estaba en la mesita de la sala y se puso a teclear el link que había en el folleto. Su hermana se pegó junto a él para poder leer más de la información.

— Oye es un asilo muy lindo, parece una hacienda — Comento Laura.

— Me parece que antes era de uno de los gobernadores y la donó, es un lugar bastante lindo y muy amplio para todos.

Las fotos se veían bastante bien, tenían buenas instalaciones y parecía tener siempre muchas actividades.

— Mira, ahí está lo de la invitación — Señaló Lau.

Louis dio click e inmediatamente se abrió la invitación, consistía en llevar algún regalo, una cena, e incluso estaba abierta la posibilidad de pasar Navidad dentro del asilo. Había muchas fotografías de ancianos y una descripción de cada uno de ellos.

— Roberto, setenta y seis años, le gustan las películas de guerra y era productor en su juventud, se ve buena persona — Leyó Louis.

— Y está muerto — terminó por decir Lau.

Louis leyó un poquito más abajo y efectivamente, tenía una fecha de nacimiento y una de defunción, había pasado apenas hace una semana.

—Cielos, ¿Y por qué siguen teniendo su foto? guarden algo de respeto para el señor.

Laura asintió estando de acuerdo y ambos siguieron leyendo más de los perfiles, algunos tenían cara de amables y otros de amargados, como era de esperarse, pero teniendo en cuenta que Louis era un poquito tímido, decidió irse por una señora en especial.

— Mónica, ochenta años, originaria de Texas, amante de la cocina italiana y tejer suéteres para sus gatos.

— Ella se ve muy amable Lou, escogela.

Era una señora de piel muy blanca y cabello aún más blanco, tenía una sonrisa muy amable a lo que Laura comentó que posiblemente tenía dientes postizos por lo perfectos que eran.

Llenó un pequeño formulario con sus datos y le dieron una cita para dentro de tres días en el asilo, era veintiuno de diciembre, así que probablemente se trataría de ir a conocer a su 'abuelita'.

Estaba muy emocionado, era una experiencia totalmente diferente y que al él considerarse una buena persona le hacía sentir el corazón satisfecho, ya quería llegar ese día y ver qué tan buena experiencia y anécdota iba a ser para su vida.