2.- Reconciliación.
Hola :3
Hoy es el cumple del bello Aioros n.n
Nuevo capítulo. Espero les guste.
Créditos de las imágenes a sus respectivos autores
o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o
Salón de clases.
-¡ toma!
Camus alzó la vista del libro que devoraba con atención para mirar al muchacho que compungido tenía la mano estirada con un pequeño recipiente cuyo contenido se antojaba apetitoso para cualquier golosiniento compulsivo. Torció la boca y retomó su lectura para desgracia de Milo que jaló una silla para sentarse frente a él y cerrarle el libro para obtener la atención del francés.
-¿ qué quieres Milo? ¡ me humillaste delante de mi abuelo y padre!
-etto....-se retorció las manos apenado el heleno cuya voz de tarro disimulaba muy bien-¡ i'm sorry!
Aún desconfiado, Camus replicó.
-así no se pronuncia, eres malísimo con la pronunciación.
-lo sé, y además tú siempre me pides ayuda en los exámenes de inglés porque sé mas que tú-comentó el griego hinchando el pecho orgulloso, luego se inclinó con carita de cordero degollado-¡ vas a seguir odiándome por lo del fin de semana...!
Era la hora de recreo y todos los chicos estaban en el patio del colegio disfrutando de esos minutos de desestrés para retornar a las torturantes clases y dormirse como todo estudiante que no le gustan ciertas materias. Camus enojado con Milo no había querido salir y eso que Aioria le había insistido aduciendo que queria que le ayudara con " un poema" para una chica del salón que le hacía ojitos desde hacía días.
Mandó al león zumbando por allá, no tenía humor para vainas melosas, ni mucho menos boberías quitatiempo.
Oyó las risitas de unas chicas que se aproximaban al salón, reconoció una de ellas... Shaina, la chica con la que lo molestaban sus amigos, pero decían que ella le gustaba Milo, algo que el otro chico desmentía porque ella le daba miedo.
-¡ hay viene mi madrastra!-casi bota la silla el escorpioncito del pánico-¡ escóndeme Camie!
-¿ qué le hiciste a Shaina?-preguntó con tono cansino el francés.
-nada que no sea una bromita-respondió con una sonrisa afectada.
-ahí te quería ver, pedazo de...
A Milo casi se le escapa el alma del cuerpo al oír la voz de la chica que venía acercándose con cara de querer darle un par de manotazos por chistosito. Camus negó mientras su amigo corría en círculos por todo el salón con Shaina detrás.
-no huyas Milo-decía ella en tanto las otras chicas se reían en voz baja por la ridícula escenita.
-¿ porqué a mi?....
*************
Aioros no regresaba desde la noche pasada a casa, su celular estaba fuera de cobertura y eso a él lo tenía con los nervios de punta. Si seguía así terminaría en un estado de estrés severo y cometería errores en su trabajo.
Lo que hablaban en la reunión le caía como aceite, no captaba y ni siquiera daba sus puntos de vista cosa que sorprendió al Gerente y a los demás jefes departamentales que esperaban que el simpático y activo castaño diera sugerencias.
-Sisifo...-habló Dégel tocándole el hombro-¿ estás bien?
Pestañeó y miró como un ciego al más joven que tenía su violácea mirada escrutándole con preocupación, por esa vez no sonrió automáticamente sino que se quedó pensando qué responder a las cuestiones de la reunión sostenida en la sala de junta directiva de Zodiac.
-lo siento-bajó la mirada mientras estiraba la mano para tomar un vaso de agua-no debería hablar de mis problemas...
Todos se irguieron interesados.
-¿ hay algo que podemos hacer por ti?-preguntó el superior.
-necesito que me excuse por hoy, uno de mis hijos no se ha reportado y lo último que sé es que estuvo con varios amigos en una fiesta.
-no hay problema-aceptó el Gerente-si deseas tómate tres días de permiso.
Silencioso y preocupado, el castaño abandonó su puesto y salió de la sala hasta su oficina donde tomó sus cosas y revisó su celular esperando alguna llamada de algún número desconocido o de su otro hijo, pero nada.
-no me hagas esto Aioros...
Un mensaje de Aioria entró en ese momento, el muchacho se marchó a su colegio muy preocupado por su hermano mayor y aprovechaba mientras llegaba su profesora de la siguiente materia para preguntarle a su padre si sabía alguna noticia de Aioros.
" ¿ No sabes nada de mi hermano, papá?"
Poco le importaba los ladrones. Escribió rapidamente su respuesta.
" No, pedí permiso y estoy regresando a la casa para ver si ahí podré hacer algo... si no aparece hasta el mediodía, llamaré a El Cid para que me auxilie..."
" ¿ A tu novio?"
" Te daré una paliza por atrevido, somos amigos, nada más..."
" Jejejejeje, no lo niegues más, bien que te gusta...."
El transporte que había tomado, lo dejó en el lugar cercano a su casa, guardó el aparatito y se bajó del bus. Caminó un pequeño trecho y cuando se acercaba, notó que la ventana estaba abierta y había movimiento, su corazón de padre se alegró porque eso significaban buenas noticias, más aquello no eximiaría al joven de oírlo.
Tenía unas ojeras de seis malas noches seguidas, la ropa arrugada y sucia y su mochila de universitario con sus cosas desperdigadas por doquier. El aroma a café recién hecho despertó cada uno de sus sentidos. Frunció el entrecejo ante las consecuencias que tendría el que Aioros consumiera la bebida y se la arranchó de las manos.
-papá, estoy...
-lo que necesitas es dormir...-colocó la taza humeante sobre la consola, Aioros chasqueo la lengua-deberías saber que la preocupación casi me consume hoy... no dormí toda la madrugada pensando en que pudo acontecerte algo malo. No tienes derecho a hacerme esto...
Con las manos sobre sus rodillas, el más joven replicó al reclamo.
-sabías que estaba en una fiesta, tengo 20 años y puedo cuidarme bien padre-alzó la mirada, en los alrededores de sus iris pequeñas manchitas rojas indicaban los efectos de la trasnochada fiestera-tú más que nadie tiene menos derecho a reprocharme nada, me dejaste cuando era un niño por otro hogar y regresaste a pelear con mi madre por mi custodia...-el cansancio fue reemplanzado por una antigua ira, un dolor no desterrado del todo.
Sisifo se sintió abofeteado por la declaración de su primogénito, todo ese tiempo creyó que Aioros se sentía a gusto con él y su hermano, pero resultaba que extrañaba el estar con su madre. Las marcas de aquel abandono en su niñez eran aún latentes, ellas se acentuaron una vez que el joven llegó a los quince años adoptando la rebeldía.
-fuiste un extraño y aún lo sigues siendo, pero un extraño que trata de hacer lo mejor...
Palabras que calaron hondo en Sisifo.
Aioros estaba desahogándose, en cualquier momento tenía que pasar así que lo dejó, se sentó en silencio frente a él y lo escuchó sin mudar su expresión.
Cuando el muchacho habló todo lo que tenía que decir, Sisifo suspiró derrotado, no valía nada continuar con su perorata, lo único que le quedaba era enseñarle con su silencio que lo entendía.
-¡ no me golpearás como todos los padres!-reclamó Aioros-lo hice a propósito... ¿ porqué no te desquicias?
Su padre haciendo oídos sordos al inmaduro reclamo, había desaparecido por el camino que conducía a las habitaciones, entró a la suya cuya pulcritud admiraba hasta al más ocioso, se dirigió a uno de los cajones, rebuscó entre varios sobres amarillos opacos hallando varias hojas escritas a mano las que tomó con sumo cuidado y salió del cuarto de nuevo a la sala.
La taza de café ya se había enfriado. Aioros con las manos en su cabellera pensaba que su vida era un completo lío, sentía que odiaba a su padre, que le fastidiaba su hermano y lo único que quería era dormir y olvidar que las viejas cicatrices se volvían a abrir y sangraban copiosamamente a cada discusión con Sisifo.
-te fallé, lo sé-dejó un pequeño pilo de hojas sobre la mesita-pero nunca quise que me odiaras...
-rencor, eso fue lo que sentí...-tomó una hoja para arrugar el entrecejo-¿ porqué tomaste las cartas de mi cajón?
-puedes desquitarte con estos trozos de papel-eligió una al azar-al fin de cuentas es una hoja de papel que para ti ya no tiene importancia...
Asombrado vió como la referida hoja fue rota en dos, luego en cuatro y luego en varios trozos que depositó en su mano. Pelusillas del papel flotaron traviesas en el aire, causando un estornudo al más joven que no entendía el mensaje.
-esta era...-reconoció los escombros como parte de una carta fechada hacía unos nueve o diez años aproximadamente-tu...
Quiso vomitar por su estupidez.
-elegí la más importante para hacerte ver que basta con un minuto de irracionalidad, puedes destruir el más bello recuerdo-tomó otra la cual era un dibujo de Aioria en sus tiempos de niñez, desesperado se la arranchó.
-desahoga tu ira destruyendo cada uno de estos papeles, no soy quien para reclamarte nada, tampoco tu hermano, te parece bien perderte hasta el hartazgo en fiestas ¡ adelante! ya no te reprocharé más... ya eres hombre, puedes hacer con tu vida lo que quieras... incluso puedes regresar donde tu madre...¡ no te detendré!
-¿ irme a dónde? ¡mi madre ya no vive en Grecia! ¡ sólo me quedas tú!
Y vió al niño temeroso de siete años que lo adoraba y lo tenía en un pedestal del que no quedaba ni la base, sin embargo pretendía reconstruirlo de nuevo pero a cada roce o reproche, los pedazos se resquebrajaban más y más. Él se había equivocado y mucho, más quería resarcirlo.
-¿ entonces? ¿ porque quieres herirte más? ¡ te pido perdón de rodillas si es lo que quieres...!
-actuaste por mi bien-unió los trocitos de la carta destrozada-yo...-su voz murió, sus ojos escocían terriblemente-fui un idiota papá...
-ambos-lo corrigió con una sonrisa aliviada-yo por mis intereses y tú por querer transformarte en un rebelde sin causa-lo atrajo hacia su cuerpo y lo abrazó-ya no quiero alejarme de ti, prometo ser mejor cada día...
-deberías de poner en cintura a Aioria-murmuró-anda de enamoradizo con una chica, el otro día le di un zape por querer dar besitos...
La carcajada limpia del padre fue suficiente para suprimir la atmosfera oprimida de hacía unos minutos atrás, estaba conciente de ese detalle.
-lo sé, ¡ déjamelo que ya tendré una charla muy enriquecedora con él....!
**********************
-¡ uaaaah!
Bostezo tipo tiburón de parte de Aioria que se cabeceaba a lado de Milo que escribía en su cuaderno de borrador palabritas en su lengua madre.
-¡ casi me tragas gato escurrido!-le dio un ligero empujón. Camus negó ante la escena en tanto anotaba un glosario que buscaría en casa.
Desde hacía rato que al bichito y al gatito adolescente la profe los tenía chequeados que ya preparaba un arsenal de preguntas que costaban nada más y menos que cinco puntos cada una. Shaina desde su puesto ya saboreaba el escarmiento que le daría al escorpión.
-¡ ay idiota! ¡ casi me lanzas al piso! ¡ no quiero quedar mal ante la chica de mis sueños!.
-pfffffff
-no te mofes cabeza de escoba vieja-atacó el gatito mientras le rayaba el cuaderno.
Camus decidió intervenir en vista de que la profesora se quedó en silencio y miraba con expresión de hastío a los dos pubertos, el resto de la clase tragó grueso y se preparó para oír la retada monumental de la docente.
-¡ Señores Scorpiu y Halamandis!
Aioria casi se atora con su propia saliva a la mención de su apellido, Milo se hizo chiquito literalmente en su pupitre.
-¿ qué eso tan bueno que hacen o dicen para que lo compartan con la clase?
-p-profe....
La inspectora entró al salón de clase interrumpiendo el momento que estaba siendo grabado por otro chico ( típico para subirlo al estado de whatsapp y mofarse) y se acercó a la docente. Camus a partir de ese momento fue presa de una ansiedad sin nombre, algo le decía que tenía que ver con él... y no se equivocó...
-¡ señor DuPont!
-¿si?
-acompáñeme a la inspectoría.
Como un resorte, el bello muchacho se puso de pie, echó una mirada nerviosa a sus amigos que se alarmaron por la palidez de su rostro, él rara vez se ponía así. Milo en vista de eso a escondidas mientras Camus salía del salón con la inspectora, escribió un mensaje a su hermano.
" Hermano... a Camus se lo llevaron a la inspectoría, lo vi nervioso"
Un minuto después.
" ¿ Dónde y cómo chinches tienes ese celular en clase..?
" ¿ Dónde más :v?"
" Vas a ver Milo, no me trates como un tarado... mira que tengo permiso de mamá para darte tu zurra..."
Última vez hoy a las 9:25 AM.
Con Camus y la inspectora.
-¿ qué pasó conmigo?-se aventuró a preguntar el chico mientras caminaban por el largo pasillo rumbo a la oficina de la inspectora.
-eso quisiera saber yo Camus-respondió ella con tono serio.
-¿ debo llamar a mi papá?
Ni siquiera terminaba de pronunciar la última palabra cuando unos brazos lo envolvieron sin darle tiempo a reaccionar, confuso se deshizo del mismo buscando el rostro de esa persona que resultó ser una mujer joven, muy bonita, de cabellos castaños claros vestida con pantalón de vestir gris oscuro, blusa blanca manga larga con filos rojos. La inspectora le dedicó una mirada reprobatoria, así no era la forma de comenzar las cosas.
-¡ señora Albrez! ¡ por favor!
-¿ va a negarme mi derecho al igual que ellos....?
-el representante del joven es su padre-lo hizo pasar al interior de la oficina, en tanto a las afueras un grupo de estudiantes se apiñaban curiosos por lo que el asunto debía ser tratado en privado.
-¿ qué está pasando?-cuestionó Camus-¿ qué tiene que ver mi papá en esto..? ¿ no la conozco..?
La mujer sonrió maternalmente, era natural que él no la conociera.
-voy a llamar al repre...
-él no tiene que saber que estoy aquí-apostrofó la castaña-estiró su fina mano adornada por varias pulseras tintineantes de tonos rojizos y dorados y acarició el rostro de Camus que retrocedió asustado-no huyas de mi amor, soy tu madre, me llamo Charlotte Albrez y tengo la misma edad que tu padre...
-¡ mi madre...! ¡ pero ella se fue lejos de aquí...!
Y ató cabos. Ahora entendía porqué su padre se molestaba terriblemente cuando le pedía hablar del paradero de la mujer que le dio la vida. Como un ciego tanteó la pared contigua a la puerta, cerró los ojos y sacudió la cabeza negando todo eso.
Mamá. Tantos años añorando una presencia casi quimérica, para él su madre fue Elia, ella que le enseño a caminar, lo consentía y aconsejaba cada que podía.
¿ Quién era esa mujer?
¿ Su padre le prohibió a ella el derecho de ejercer su papel?
¡ Si era así..! ¡ Él no debió mentirle!... Pero ¿ porqué?
-no me siento bien-se sostuvo el estómago donde un dolor de barriga se manifestó oprimiéndole las entrañas-quiero...
-¡ me lo voy a llevar!-zanjó Charlotte preocupada-y no puede negarmelo...
-¡ NO!-gritó histérico-¡ déjame, solo! ¡ me mintieron todo este tiempo...!
-mi amor, no puedes... ¡ confía en mi...!
Sin decir nada, el muchacho salió despavorido de la oficina, bajó las escaleras y desoyendo los gritos del guardia que custodiaba el colegio corrió lo más lejos que pudo, las lágrimas corrían bañando su rostro.
-¡ eres un mentiroso papá! ¡ jamás te perdonaré esto...!
o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o
Bueno disculpen si está algo soso el cap, por estos días he estado algo carente de ideas sin embargo hice lo mejor que pude.
Como siempre cada capítulo es dedicado a todos ustedes.
Un abrazo y se me cuidan :D
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