Capítulo 36
Capítulo 36;
Ada.
El pequeño monstruo que tengo como sobrino se cuela en mi habitación, toma mi ballesta de plástico que una vez Ahítan me regaló por mi cumpleaños, y la empuña como si matara a alguien inexistente. Termino de atarme los borsegos sucios, no porque no los lavo, bueno sí, pero esta vez son parte del oufit, giro la cabeza para observar al diablillo que en cualquier momento me rompe el juguete a escala. Últimamente pasamos mucho tiempo juntos, compartir tiempo de calidad con el pequeñajo de Tomi me ha ablandado el corazón –y las cogidas proporcionadas por el melenudo de ojos azules─.
Mi hermana decidió mudarse con el muy antipático de su marido, volviendo así a vivir en su ciudad natal. Se compraron una pequeña casa con el dinero del departamento que vendieron en La Plata, supuestamente se mudaron por cuestiones laborales de ambos, ajá me da igual, ahora tengo al enano rubio a solo doce cuadras de la casa de mi madre y suelo irle a visitar muy a menudo o lo traigo para aquí la mayoría de las veces. Mi hermana es una persona difícil de tragar, muy preguntona, igual que mi madre.
─ Tía.
─ Sí, enano─ le digo colocándome el chaleco rasgado que me costó una buena pasta hace un tiempo.
─ ¿Por qué te disfrazaste de sucia?
─ No me disfracé de sucia, mocoso. Soy una sobreviviente al apocalipsis.
─ ¿Y no había jabón?
Qué curioso es este niño. Me rio con cautela mientras me siento a su lado en la cama dura donde duermo.
─ Creo que no.
─ ¿Te viene a buscar tu novio?
─ ¡Qué no es mi novio, enano!
─ ¡Qué sí lo es! Te dice cosas lindas y te toma de la mano, es tu novio.
─ Bueno, ok –suspiro por derrota, no vale la pena discutirle al chiquillo este─ ¿Por qué preguntas sobre él?
Me hace una seña con la mano, apoya su boca sobre mi oído y murmura de una forma muy cómica ─El tío me trae chocolates en secreto.
¡Maldito Codi que se gana el cariño del pendejo más rápido que yo!
─ Codi no es tu tío─ le reprocho.
─ Es mi tío y punto.
[...]
Es curioso como los universitarios crean fiestas de disfraces para dar inicio a la semana de exámenes finales. Se basan en que estas fechas cautivan el verdadero terror y que Halloween es un poroto comparado con la desesperación de fallar una pregunta. Con Sofí fuimos invitadas por nuestros amigos universitarios que asisten a la UNA, sino no veníamos ni en pedo, aquí no se entra sin tarjeta o acompañante con una maldita invitación.
Las alas llenas de plumas artificiales se colean por la espalda de Sofía, un mono vestido color algodón se desliza por su cuerpo curvilíneo y en su cabeza una corona de espinas blancas y cristales falsos la postula como el ángel de cabellos rubios de la fiesta. El disfraz de Emma no necesita presentación, es una gatita otaku con todas las letras, desde sus orejas gigantes, peludas y sonrojadas, hasta su cola mullida unida a su cuerpo por un elástico negro que funciona como cinturón. Obvio que el tonto de Will tenía que venir disfrazado de vampiro, pues su novia es fan número uno de Edward Collins, aunque el rubito es más lindo que el cara de marmota de la película sosa de vampiritos enamorados.
─ Peter, ¿y tú disfraz? –pregunta Sofí.
─ Aquí lo tienes─ Él hace un gesto de ímpetu para señalarse por completo a sí mismo.
─ ¿Qué se supone que debamos ver?
─ Mi disfraz.
─ Pues no veo una mierda, Peter─ resopla Emma.
─ Estoy disfrazado de estudiante estresado─ Él se cruza de brazos y señala sus ojeras evidentes con un dedo.
─ Qué aburrido, man. Al menos te hubieses puesto una corbatita cuadrille o algo.
─ No me rompas las bolas, Will. Dentro de tres días rindo mi último final, no estoy de ganas. Voy a la joda porque necesito alcohol.
─ Permanece al lado de Ada en tomo momento, mi pringadito─ dice Emma.
─ ¡Oye!
─ Lo siento, princesa, pero tú te bebes hasta el agua del inodoro. Si nuestro amigo quiere emborracharse debe pegarse a ti como chicle.
─ Que va─ digo y ruedo los ojos.
Todos nos subimos al auto de Will. Y con todos me refiero a quienes he mencionado con anterioridad. En cuanto a mi Molesto hermoso, Jake y el pajero de Adrián, nos esperarán en la peda.
¿De qué se habrá disfrazado Codi?
El ambiente es algo turbio debido al humo y las luces parpadeantes. Esta casa es enorme, pero enorme posta. El salón está invadido por una muchedumbre de pendejos veinteañeros con ganas de quitarse el estrés. Diviso un par de personas amontonadas jugando al Drink--pong, otras desvistiéndose para salir rumbo a la piscina ubicada en el frondoso patio trasero. Un par de chicas disfrazadas de conejitas sexys entregan y distribuyen cerveza a los invitados. Los ojos de Emma se desvían centrándose entre la tanga rosa y el pompón, ambos ubicados en el culo de una morocha despampanante. Mi amiga toma un vaso transparente lleno de bebida espumosa y se lo lleva a los labios bajo la mirada atenta de la chica de ojos negros que tiene en frente. Le quita la bandeja y me la entrega a mí, luego pasa un brazo por el hombro de dicha coneja sensual y nos comunica que vuelve en media hora. Cuando no, Emma y sus fugaces folladas.
Un morocho grandoto se aproxima hacia nuestro cuarteto, viste unos jeans rotos y en el abdomen lleva pintado un blanco de puntería. Junto a él un muchacho bajo enfunda un traje de policía color azul chillón, si no lo conociera diría que es lo más gay que he visto, o posiblemente sea un estríper, pues le marca demasiado dejando nada a la imaginación. Pero, falta alguien...
─ ¿Dónde está Codi? –pregunto tratando de no sonar preocupada.
─ Hola a ti también.
Levanto la falsa ballesta y la apunto contra el blanco de Adrián ─ ¿A quién matamos primero?
─ ¡Dios, que loca! Tu chico está bailando.
─ No es mi chico─ Si lo es, pero ustedes solo suponen cosas que son ciertas.
─ ¿Y Emma? –pregunta Jake.
─ Hola a ti también─ imita Will.
─ Se fue con una conejita sexy. Vuelve luego de preñarle diez hijos─ dice Peter.
─ ¿Y tú disfraz?
─ ¡Qué tengo disfraz, coño!
─ Vamos a ponernos hasta el pingo─ Le abrazo el costado a Peter guiándolo hasta la muy visible barra.
Ambos pedimos lo más fuerte que tengas, con mucho vodka de preferencia.
Veinte minutos después y sin llevar la cuenta de lo que bebemos, estamos hasta el culo de chupitos y mojitos. Peter bebe sin parar, larga una que otra lágrima mientras recita el proceso de industrialización del petróleo. Por mi parte, trato de mantener la calma, hace buen rato que no ingresa alcohol en mi organismo, sentir el ardor cálido deslizándose por mi garganta es gratificante. No quiero ponerme en pedo, solo quiero llenar de manera fugaz el vacío que llevo dentro.
Tomo a Peter por el brazo. Guío al tembleque con ojeras rumbo a unos sillones ubicados cerca de la barra para que no vaya a caerse. Nunca tuve tantos amigos en mi vida, así que quiero cuidarlos. Los lentes de Peter parecen caerse así que los acomodo sobre el empeine de su nariz, me siendo en el sillón junto a él contemplando como un hilo de baba cuelga de los finos labios del chico desmayado por el alcohol y el cansancio.
Luego de ir a buscar un mojito de menta, apoyo los pies arriba de la mesa ratona ubicada frente al sillón donde dejé a Peter. Saco mi celular y abro un e-book, sí gente, me voy a poner a leer mientras bebo en una joda. Ya les dejé en claro que muy normal no soy, así que no se quejen. Con el tiempo aprendí que soy incapaz de permanecer por más de un día en la realidad, por eso leo todo el tiempo.
Unos brazos me rodean el cuello y unos labios carnosos me besan la mejilla. Acaricio las manos doradas por el sol veraniego y giro para toparme con una mata teñida de un degrade amarillo apagado. Ella rodea el sillón, acomoda su falsa cola de gato y se sienta en el diminuto espacio que queda en el mueble.
─ ¿Terminaste de follar, Emma?
─ Sí. Esa chica tiene una lengua muy ágil.
─ Qué bueno.
─ ¿Qué te ocurre? –Emma estira su mano y acaricia mis pómulos, yo bebo un trago de mi bebida.
─Nada...solo se me pegó la amargura de Peter─ miento.
─ Ajá, sí, y a mí me creció un cuerno ─Luego de un silencio agrega─ Mira allí, hay un oso pervertido restregándose contra la columna.
Miro en dirección a donde apunta el dedo de Emma. En efecto, hay una persona disfrazada de oso de peluche gigante que intenta con todas sus fuerzas pajearse con la columna redonda que ayuda a sostener el techo del enorme salón, mientras de fondo se escucha una canción de Sebastián Yatra junto a no sé quién. El extravagante animal voltea su cabeza de felpa en nuestra dirección, y juro que siento que debo prevenir lo que seguro viene a continuación.
Y sí, el maldito oso viene en dirección nuestra. La verdad no estoy de ánimos para renegar con un idiota dentro de un traje de fiesta infantil. Me pongo de pie alegando la responsabilidad de Peter ebrio a Emma. Justo cuando quiero dar un paso para avanzar, siento como una peludita tela me rodea el cuerpo y se pega hacia atrás.
Juro que cortaré en pedacitos al imbécil que esté dentro de este puñetero traje.
Con el codo le golpeo en dirección a sus costillas, pero seguro que por el relleno no lo siente. Me giro entre el espumoso peluche y golpeo al oso en el osico, mucho efecto no causa, solo un leve movimiento de su cabezota. El sujeto me suelta y una risa se escapa a través de la tela del disfraz.
─ Nunca pensé que Daryl Dixon podía ser más sensual de lo que es.
Él, sí, él, se quita la cabeza de oso de felpa. Su nariz redondita es acariciada por sus enfundadas palmas, y sus ojos color mar me observan con picardía.
─ Usaré este disfraz más seguido, amortigua tus golpes de ninja.
─ Codi, ¿por qué no me avisaste que te vendrías disfrazado de esta mierda?
─ Arruinaría el elemento sorpresa.
Revoleo los ojos para resistir las ganas de besarlo que tengo. Tomo mi ballesta a escala del regazo de Emma y anuncio ─Voy a buscar más alcohol.
─ ¿Te gusta mi disfraz? –pregunta Codi mientras me persigue rumbo a la barra.
─ Ajá.
─ Me parecía cliché regalarte un oso de peluche, por eso pensé en algo más original... Regalarte a mí mismo disfrazado de oso.
─ ¿Ah? Juro que a veces no comprendo por qué me gustas.
─ ¿Yo te gusto, Ada?
─ Sabes que sí, ¿Cuántas veces debo repetírtelo?
─ Hasta que me lo crea, preciosa.
Le observo con cara de pocos amigos. Sé que él no tiene la culpa, pero últimamente hablo con mis demonios más de lo debido, el Doctor Webster me ha indicado tomar de manera reiterada una serie de calmantes que no estoy consumiendo, duermo poco y leo mucho, ni hablar de la cantidad de cigarrilos diarios que me bajo, el alcohol que hoy ha ingresado en mi cuerpo después de tanto tiempo, tiene cierto impacto negativo en mi siquis.
Quiero desaparecer y nadie lo comprende.
Lo siento Codi, se me es difícil amarte como lo mereces. Y es mi culpa.
Lo siento.
Agarro mí, número no sé cuánto, Mojito de menta. El braman con una sonrisa pone frente mío el vaso cuadrado sin que yo se lo pida. El idiota disfrazado de oso le hace una seña y minutos más tarde, llega el cantinero enfundado en un pijo traje disponiendo una bebida igual a la mía.
─ ¡Esto es asqueroso! ¿Por qué lo bebes?
Me encojo de hombros terminando de un trago el líquido dentro del vaso.
─ Hace calor. ¿No tienes calor?
─ Codi, yo no soy la que se encuentra dentro de un traje asfixiante.
─ Uf. Voy a morir incinerado─ dice mientras sacude la felpuda tela con la que está confeccionado su mono enterizo. Suelta un resoplido que hace mover un mechón de su cabello, el cual cae sobre su frente.
─ No exageres.
Tomo su bebida paso por alto el hecho innegable de la escenita que monta este chico molesto y exagerado.
─ Quiero arrancarme esta porquería.
─ ¿Por qué te la pusiste en un primer momento?
─ ¡Porque soy imbécil! ¡Tengo calor!
─ Solo no te desnudes, por favor.
─ ¿Qué me desnude?
─ Eso no es...
─Ok, fuera ropa─ me interrumpe y sale corriendo hasta el centro de la pista de baile, se enfrenta al podio del DJ.
Yo sigo mirándolo desde la barra, confundida. ¿Qué le pasa?
Codi lanza su cabeza de osito de felpa contra el chico que mezcla las canciones. El chabón le esquiva y ríe bajo.
No... no, no y no. ¿Qué choto hace?
La cremallera del traje se baja por impulsos brutos de su portador. Veo como el peluche se desliza por su cuerpo, cae por los hombros para situarse en la cadera mostrando un poco su ropa interior negra. Codi pega un grito de victoria demasiado exagerado y comienza a bailar como loco.
Cómo que está más anormal de común ¿no?
Sofí llega a toda prisa, me toma del brazo y me guía entre las personas hacia el conjunto de sillones donde dejé a Peter dormido minutos antes. Contemplo a todo el grupete reunido, a excepción de Codi que está bailando a toda ostia en la pista.
─ ¡Por favor, Jake! ¿Qué culo estuvieron bebiendo? ─Dice Will en tono demandante.
─ ¡Qué yo no bebí!
─ Bueno, ok, no bebiste tú, pero ¿qué tomó Adrián? –interviene Sofí para apaciguar las aguas.
Y ahí es cuando me percato del estado del chico porno. Este se encuentra sentado con las piernas encogidas y la cabeza entre las rodillas, murmura en tono alto algo sobre que hace mucho calor, pero se muere de frío.
─ No sé. Creo que sangría o algo así. A mí no me gusta, por eso solo bebí cervezas.
─ Jake, ¿de dónde bebieron la sangría?
─ De unas mesas de por ahí─ dice señalando hacía un rincón, donde, sobre una mesa ratona, se encuentra una jarra transparente llena de un líquido rojizo y unos vasos descartables le acompañan.
Will da zanjadas hasta tomarse con dicha mesita, por mi lado, le acompaño sin dirigirme a él.
El ambiente se siente un poco más pesado, lleno de humo y sudoración. El novio de mi amiga mira con confusión la jarra, como si tuviese un debate interno sobre el contenido de dicha bebida. Este chico no sabe pensar, mirando el líquido no va a descifrar nada. Se nota que no lee en Wattpad, ni en ninguna otra plataforma de porno escrito, digo, digo, lectura online. ¿Cómo lo sé? Sencillo. Will es de esas personas que creen que hay muerto sin cadáver, que se puede plantear una solución sin meterse en la escena del crimen. Patético. Por eso tomo el mango curvado del recipiente y sirvo un vaso lleno de la sustancia escarlata. Inclino el vaso hacia mi boca, pero antes de poder beber un trago, Will me frena.
─ ¡¿Qué haces?!
─ Pruebo el veneno─ le digo y tomo un trago sin darle rodeos.
Saboreo la sustancia en mi paladar.
¡Esto no es sangría! La sangría es dulce, esta porquería es amarga como jarabe.
─ Will─ digo un poco preocupada.
Él nota mi tono alarmante y me responde─ ¡¿Qué ocurre?!
─ Esto no es sangría.
─ ¿Cómo que no es sangría?
─ Bueno, sí es, pero tiene algo más.
─ ¡¿Qué cosa?!
─ ¡Qué no lo sé, pajero! ¡Probalo vos!
Will toma el vaso que le tiendo, bebe un trago y me observa con las cejas hundidas.
Nos acercamos a los demás. Emma tiene una cara que te cagas. Sentada sobre el regazo de Adrián, ella mantiene la calma mientras que él le pasa la mano por la cabeza, acaricia sus orejitas sintéticas y le pasa el dedo por el empeine de la nariz.
─ ¡Agh! –gesticula la mishi intento de otaku a medida que quita la mano de Adrián de su nariz.
─ Oh, qué lindo gatito.
Reprimo una carcajada, lo menos importante en estos momentos es esta inusual escena. Will iba a comenzar a decir algo, pero Peter lo interrumpe señalando en dirección a la mesa ratona con la sangría, donde un chico está rellenando las jarras.
─ Si tanto joden por la bebida, ¿por qué no le preguntan que contiene al chango ese?
Revoleo la falsa ballesta sobre el sillón, que la atrape quién pueda, literalmente salgo corriendo hacia la mesita, aunque la distancia es corta. Tomo por el hombro al tipo, este realiza un medio giro para observarme en plan de molesto. Refunfuña a murmureos, y yo frunzo el entrecejo.
─ ¿Qué le pusieron a la jarra?
─ Si no te gusta la fiesta te puedes ir, enana─ me dice palmeando mi mollera con sus dedos llenos de anillos baratos.
─ A mí no me dices enana, ¿te quedó claro?
Él se hecha a reír, su postura me declara que trata de marcharse de la forma más tranquila y casual posible. ¡No, señor! ¡Usted no se me marcha a ningún lado!
─ Dime que tiene─ digo. El pibe revolea los ojos.
Ya, me cansé. Le tomo por el cuello de la camiseta estilo disfraz de pirata, el chico me mira como si yo le jugara una obra, no se aguanta y carcajea con ganas. Coloco mi pie por detrás del suyo, ubicándolo justo en talón, encojo mi pierna haciendo que el chabón caiga de espaldas al piso, yo le acompaño aferrada a su camisa rotosa. La cabeza le azota el suelo, me subo a horcajadas sobre él, saco del bolsillo trasero de mis jeans mi navaja. Le coloco la punta filosa sobre la nariz, ante mi amenaza el tipo que queda congelado con los ojos bien abiertos.
Acerco mi boca a su rostro y calmada articulo ─Ahora me vas a decir que carajos le echaron a la jarrita ¿ok?
El chico solo mueve lento su cabeza y me habla entre susurros.
─ T-tiene éxtasis en-en polvo.
Mierda.
¡Mierda!
Adrián y Codi se drogaron sin querer, bueno, supongo que no fueron conscientes, sino que manga de pendejos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro