Capítulo 32
Capítulo 32:
Codi.
─ Ada, ¿qué haces aquí? –pregunto pegando la cara a los barrotes.
─ Ahora escucho voces. ¿Aquí hay fantasmas? Estoy más loca que antes.
─ Creo que estas igual de loca─ digo suspirando con rudeza.
─ ¡Qué me saquen les digo! –se escucha un tironeo de rejas. Aunque no puedo verla, es sencillo imaginármela toda enojada a través de los barrotes.
─ ¿Podes calmarte? Princesa, ¿qué hiciste?
─ ¿Qué hiciste tú, Molesto?
─ Una pendejada, nada importante.
─ Según tú. Según el Oficial si es importante, por algo te encerraron.
─ Bueno, tal vez. ¿Ahora qué hiciste?
─ Nada...Yo tenía razón, eso es todo.
─ Robó una tienda.
─ ¡Dios! Señor, casi me da un infarto─ pongo dramático la mano sobre el pecho.
─ ¡Qué no robé una tienda! –chilla Ada.
─ La bonita Oficial que te trajo dice lo contrario.
─ En realidad, pasé por el detector y sonó, pero yo no saqué nada. Supongo que me encerraron por lo otro.
─ ¿Qué otro? –pregunto.
─ Desacato o resistencia a la autoridad─ dice el hombre. Este se incorpora un poco para unirse de lleno a nuestra conversación.
─ ¿Cuál de las dos hiciste?
─ Em, déjame pensar.
─ ¡Ada!
─ Bueno, las dos. ¿Estas contento, Molesto?
─ ¿Qué le reboleaste en la cabeza al milico? –digo y miro al suelo de cemento, mis antebrazos sobresalen a través de las rejas.
─ ¿Por qué siempre adivinas lo que hago?
─ Contéstame, enana.
─ Una lata de papas fritas.
El hombre se ríe curioso de ver mi reacción, giro la cabeza observando sus rasgos descuidados, la barba blanca se sacude con cada carcajada que da.
─ Qué desastre que son. Me recuerdan a Jack y Jill─ comenta riéndose mi compañero de celda-─ ¿Desde hace cuánto son pareja?
─ No somos pareja─ decimos casi a coro.
─ Claro, y yo tengo menos de treinta años─ me giña un ojo y se recuesta─ Solo traten de no gritar mucho, quiero dormir.
El hombre se tumba sobre la cama improvisa y mal construida presente en la celda. Así mismo, en tono cansado, deslizo mi cuerpo hasta sentarme en el gélido suelo de cemento, apoyo mi espalda contra la pared sin pintar y cierro mis ojos imaginando que no estoy aquí.
─ ¿Sigues despierto? –dice Ada luego de un rato.
─ Sí. Lo estoy.
─ ¿Podemos conversar sobre cosas triviales?
─ ¿Por? ¿No puedes dormir, otra vez? –pregunto. He encontrado un hilo suelto en la costura de mis jeans y me dispongo a tironearlo con cuidado.
─ Promete que no te vas a reír─ a pesar del impedimento visual, puedo percibir que se mordisquea el labio, nerviosa.
─ Qué va, lo prometo.
─ Se me es imposible dormir sin almohadas para abrazar.
─ Conmigo dormiste muchas veces y no abrazaste ninguna almohada─ refunfuño.
─ Ese es el tema. Contigo duermo genial, y ahora mismo me apetece poder abrazarte.
─ Imagina que lo estoy haciendo.
─ Es sencillo decirlo─ protesta.
─ ¿Quién hará la primera pregunta? –le digo cambiando de tema.
─ ¿Por qué no te gusta la mayonesa?
¿De verdad, Ada? De todas las preguntas existentes me preguntas la más estúpida.
─ No sé, nunca la he podido tragar. Su contextura se me hace asquerosa. Me toca... ¿Qué hay entre tú y el rubio ese?
─¿Qué rubio? Ah, hablas de Alex. No hay nada. Él se coge a mi madre desde hace años. Solo eso.
Qué celoso eres─ No soy celoso─ Si claro, te creo a medias.
─ Bueno, Molesto. Me toca... ¿Te has enamorado alguna vez? Y no digas que de mí o me enojo posta.
¿Qué si me he enamorado? Obvio que sí, soy tan torpe como para caer en esas estupideces, pero me ha pasado dos veces en mi vida y no me apetece contarte sobre la primera. Sin embargo, digo ─ Me gustaría no contestar eso.
─ Yo sí me enamoré antes─ ¿Cómo que antes? ¿Antes de ahora? –, pero él nunca se fijó en mí, siempre me vio como una amiga. Es irónico ¿no?
─ ¿Qué cosa?
─ Qué solemos ser tan imbéciles como para sentirlo todo por alguien que no daría nada por nosotros.
─ Estar encerrada te vuelve profunda. Me gusta hablar con la tú que no quiere asesinar a todo ser viviente─ rio con melancolía atesorando este momento en mi mente para siempre.
─ No siempre soy así, hablo de ser detestable. Contigo me cuesta ser desagradable. ¿Qué me hiciste, Codi?
─ Lo mismo que me hiciste tú a mí.
[...]
Un fuerte dolor de cabeza me invade, al mismo tiempo me incorporo poniendo los pies sobre la tierra, bueno, sobre el piso de la celda. Estiro mi espalda abriendo los brazos tratando de poner en funcionamiento mi cuerpo. Todas mis extremidades me duelen. Me había quedado dormido sentado en el suelo después de conversas sobre trivialidades con Ada, por lo menos durante unas dos horas.
Tal parece que las dos señoras que viven conmigo por fin se han dignado en creerme, puesto que me avisa un oficial que me han venido a buscar y mi multa ha sido pagada. Me dirijo hasta una habitación común escoltado por un policía. Ahí mismo se encuentran mi madre y mi abuela sentadas en unas sillas, una de ellas posee un papel en la mano, supongo que es la multa por la pequeña destrucción que realicé. Mis ojos hacen una visión periférica del área, el gobierno necesita con urgencia invertir en estas comisarias, se caen literalmente a pedazos, en especial el cielo raso, que parece vencerse antes cualquier sacudida sísmica del área. Camino hacia mis familiares rascándome la nuca simulando tranquilidad. Mi abuela me pega un golpe en la nuca, lo justifica diciendo que es por intentar bromear con algo así de grabe. Ah Dios, quiero mucho a mi abuela, pero a veces es muy bipolar –como tú─ cállate─ heredaste lo peor de ella, felicidades─
Levanto los brazos para abrazar a mi madre y ¿qué hace? ¿a quién saluda? Bajo los brazos un poco cabreado y volteo mi ser en dirección de la puerta. Ada ingresa junto al novio de su madre, aunque no se la ve muy contenta por eso, es más, juraría que desea que la vuelvan a encerrar con tal de no marcharse con ese tipo. Ella agita energética la mano. Un momento ¿está saludando a mi madre? ¿de dónde corno se conocen? No, no y no, ¡Ada no vengas para aquí!
─ Hola, Señora ¿Cómo anda? –Si no la conociera tan bien juraría que por la sonrisa que pone ella no mata ni a una mosca.
─ Bien, mejor que la otra vez. ¡Qué coincidencia encontrarte aquí!
─ Sí, enorme coincidencia─ resoplo con los brazos cruzados.
─ Mira, él es mi hijo─ dice mi madre y me toma por los hombros acercándome a Ada.
─ He escuchado mucho de ti, Codi─ dice reprimiendo una carcajada.
─ Entonces es un gusto, enana molesta─ Le sigo el juego estrechando su mano. Ella sonríe como niña feliz, mientras yo quiero matarla por no decirme que conocía a mi madre.
─ ¿Ustedes se conocen? –pregunta mi madre.
─ Eso debería preguntarlo yo─ refunfuño.
─ Sí, señora. Soy amiga de su hijo.
─ ¿Puedo hablar contigo un momento? Ok, genial─ digo tomando por el brazo a Ada y arrastrándola hasta una esquina. ─ ¡¿Por qué mierda no me dijiste que conocías a mi madre?!
─ Es que no sabía que era tu madre, nerdeantal─ bufa dejando caer sus brazos a los lados─ Solo había conversado una vez con ella, se cayó en el parque y la ayudé, eso es todo. Menudo idiota eres─ Golpea mi pecho con su dedo índice─ Ahora si me disculpas, tengo cosas que hacer, como renegar con otro pedazo de bruto.
Con esto dicho, ella se aproxima hasta donde se encuentra mi madre, la saluda en modo de despedida y cruzan un par de palabras. Luego, Ada se marcha a duras penas con Alex.
Mi abuela ha subido a mi auto, mientras que mi madre se va en su vehículo personal. Por suerte, luego del incidente de ayer, mi auto no sufrió daño alguno. Me importa una mierda el haber roto una calle de porquería, mientras mi auto esté sano y salvo yo estoy feliz. Desvió la mirada en dirección de mi copiloto, quien sonríe como perro con su hueso.
─ ¿Qué tanto ríes, abuela? –digo mordisqueando la punta de un dedo.
─ ¿Es ella no?
─ Explícate, por favor. Soy algo lerdo.
─ Soy consciente de tu lento razonamiento. No te preocupes─ Auch, eso me dolió, abuela─ Esa chica era la razón de tu insomnio los otros días ¿no es cierto?
No respondo. Si sigo mordisqueando de esta manera mi magullado dedo, de seguro me quedo sin huellas dactilares en el índice. ¿Cómo carajo le hace para adivinar todo lo que me pasa? Tal vez es bruja y aun no lo sé.
─ Oh, estoy en lo cierto.
─ No le digas a nadie los resultados de tú investigación en torno a mi vida amorosa inexistente.
─ ¡Qué tonto acabas de sonar! –dice riéndose a carcajadas─ Tranquilo que soy una tumba. Pero parece buena chica, deberías jugártela por ella.
Holis, Engendros bellos. ¿Qué os pareció el capítulo? En fin, ya tenemos ganador del mini concurso, felicidades @anjely-10z cuando gustes escribeme por privado así conversas con Codi Elsher, él estará encantado de charlar contigo. Recuerden que aún pueden participar para la próxima semana, solo dejen en los comentarios el nombre de su personaje.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro