Capítulo 22
Capítulo 22:
Codi.
Adoro dormir abrazado a Ada, es como dormir con un osito de peluche pequeño. Es asombroso observar como mi cuerpo se ajusta a la perfección con el suyo, cada una de mis extremidades conoce de memoria en donde encajar con las de ella, mi cuerpo nunca aprendió, esto es algo que sabe hacer desde la vida pasada y no conocía este nivel de poder hasta que logré probarlo en carne propia. Es sumamente adictivo dormir con ella. Me importa un culo que no hayamos hecho nada sexual anoche, tenerla a ella en mi cama es suficiente, por ahora. Creo que me he enamorado de ella y de sus demonios, pero yo estoy rodeado de oscuridad, aunque nadie logra verlo.
Su cabello huele a miel y manzanilla, restriego mi nariz sobre los mechones oscuros que descansan sobre la almohada. La tengo rodeada con mi brazo por la cintura, pegada a mí reposa su cuerpo. Verla dormir es un jodido privilegio, además no todos los días puedes ver tranquila a esta chica. Parece un ángel durmiendo en un mar de fuego, rodeada de brazas ardientes, un ángel con un demonio dentro. Paso mi dedo índice por su mejilla, trazo pequeños círculos evitando despertarla. Ella se gira un poco en el lugar y abre con pereza los ojos. Es la única persona que conozco que se despierta y luce decente.
─ Buenos días, Princesa- digo.
En respuesta se queja y sonríe a duras penas. Alarga un poco el brazo acariciando mi mejilla con sus dedos. Sí muero ahora, juro que moriré feliz.
─ ¡Oye! ¡Bate más rápido!
─ ¡Ya va! –protesto ante la imposición de Ada.
Estamos preparando el desayuno para todos. ¡Estamos preparando el desayuno juntos! Pero Ada me está tirando la regla con esto de batir la masa de panqueques, claro como ella corta la fruta y ablanda el dulce de leche, no importa que me ponga a batir como loco.
─ ¿Puedes armar los panqueques o eres sumamente inútil? –dice chupándose el dedo cubierto con dulce, eso me distrae.
─ Puedo hacer lo que quieras- digo concentrado en su dedo.
─ Bien. Toma el sartén y comienza.
Cuando el sartén está caliente, hecho un poco de mezcla y comienzo a moverlo para todos lados tratando de crear un circulo. Mierda, esto es muy difícil. ¿Cómo un poco de masa puede estresarme tanto? La primera me sale como el culo, horrible, asquerosa, así que la boto en la basura. ¡Pero puta madre! La segunda igual. ¡Agh! ¡Odio los panqueques!
─ Eres inútil, pero tierno. Parece que luchas contra una fuerza invisible.
─ ¡Deja de reírte! –protesto indignado- Sí tan sabionda te crees, mejor hazlo tú.
Ada me pega un pechón y toma el mando de la cocina. Con agilidad arma uno a uno los panqueques y los apila en una torre sobre un plato. Porque yo no puedo estar al pedo, me pone a rellenar las masas cocidas con frutillas y dulce de leche, para posteriormente hacerlas un royito. La habitación es inundada por el aroma a masa cocida, dulce de leche repostero y frutos rojos.
Termino de rellenar las tapas del primer plato y comienzo a devorar un panqueque enrollado. Está mujer cocina delicioso, sin dudas se llevaría bien con mi abuela, ¿se imaginan los pasteles que armarían juntas? Puedo engordar tres kilos de solo pensarlo. Noto que la señorita respingona tiene un poco de mezcla en el cachete, paso un dedo y en vez de limpiarla la embarro con dulce de leche, no me di cuenta de que mis dedos están cubiertos por el dulce relleno de los panqueques. Con tranquilidad ella deja la mezcla en la mesada y apaga el fuego de la cocina. Gira la cara observándome como si yo fuera una presa, unta los dedos en la masa acuosa y me los restriega por la cara. ¡Qué pendeja infantil! Bueno, tampoco yo soy muy maduro. Meto la mano en la harina y le tiro un poco, así comenzamos una mini pelea de ingredientes en la cocina, obvio que lejos de los panqueques listos, sino ella me mata. Su risa es armoniosa, aguda y risueña. Le rodeo por detrás besando su mejilla, Ada lucha revolviéndose entre mis brazos sin dejar de reírse.
─ ¿Hicieron el desayuno? –dice Peter sentándose en una silla.
─ Sí, eso hicimos- respondo.
─ Ada, tienes algo en la cara- dice Emma uniéndose a Peter alrededor de la mesa.
─ ¡Oh! Gracias, el idiota este me ensució- comenta Ada pasando una servilleta por su mejilla. Yo le sacudo el excedente de harina de su ropa.
─ ¡Esto está riquísimo! –dice Peter- Tienes que pasarme la receta, Ada.
─ ¿Por qué intuyes que ella cocinó? Yo también sé cocinar- digo cruzándome de brazos.
─ Porque tú- me señala con el tenedor-, odias cocinar.
Luego del desayuno, nos acomodamos en el sillón para mirar alguna película. Lástima que todo el grupo se nos sumó y yo que quería quedarme a solas con ella, siempre quiero estar a solas con Ada. La parte buena es que la tengo acurrucada bajo mi brazo y su cabeza descansa en mi pecho.
─ ¡El amor es una mierda!
¿Qué? Jake cruza la puerta de entrada, pega un portazo y se une a nosotros en los sillones. ¿En qué momento salió de la casa? Él se cruza de brazos mostrándonos una expresión de furia absoluta, si fuese una caricatura, seguro le sale humo por las orejas. Todas las miradas se le clavan, pero él parece ignorarlas.
─ ¡Ay, por favor! ¡Son unos asquerosos!
─ ¡¿Y a ti que mierda te pasa?! –le dice Will indignado.
─ ¡Me pasa que me da asco ver como se chupan los gérmenes!
─ Nadie hace eso- dice Adrián.
─ ¡Están acurrucaditos dándose cariño! ¡Es casi lo mismo!
─ Jake, hace una semana te encontré cogiendo con la pelo azul, aquí en este sillón- señala Emma un poco molesta- Así que no hables de asquerosos, porque eres un puerco.
Espero que Jake allá desinfectado el sillón luego de hacer el sin respeto, porque si no habré aplastado los millones de hijos sin nacer de este pendejo. Qué asco, tiene habitación para hacer esas cosas.
─ ¡Comprendan mi situación! ¡Mierda! –grita Jake tratando de arrancar los pelos de su cabeza. Me dedico a mirarlo divertido como si de una película de acción se tratase.
─ Y... ¿Cuál es tu situación? –dice Ada separándose de mí.
─ ¡Me dejó! –comienza a llorar- ¡Cristal me dejó por un chabón musculoso que sí hace deportes!
Todos lo miramos perplejos, todos a excepción de Ahítan, qué, como le importa un choto la situación, sigue mirando la televisión con total tranquilidad. Nadie sabe qué decir, ¿qué se dice en una situación así?
─ Era una perra, estarás mejor sin ella- dice Sofía.
A decir verdad, me sorprende. Ella no parece el tipo de chica que diría eso. Noto que Ada se ríe por lo bajo ante el comentario de su amiga, tal parece que a ella no le sorprende.
─ ¡Una verdadera perra! Y encima, descarnada- comenta Emma luego de un silencio incomodo- No vale la pena luchar por una mina que te cambia como cambiarse de calzón.
─ ¡Pero yo la quiero! ¡Quiero qué me llame y me diga que quiere volver conmigo!
Dios, qué incómodo. Me siento mal por él, pero de verdad esa pendeja no me caía bien. Era como "Amigo, date cuenta". No es por culparla, pero Jake era más allegado a nosotros antes de conocerla o cogérsela. Supongo que el amor exprés no es buena idea, ellos se conocieron unas semanas, tuvieron sexo, empezaron a salir y un mes después terminaron. Bueno, talvez duraron un poco más que un mes, pero es lo mismo.
─ Calma, machote, voy por unas cervezas para curarte el corazón roto- dice Emma levantando el culo del sillón- Vamos chico porno, tu manejas- ella codea a Adrián.
─ ¡Auch! ¿Por qué yo?
─ Por que estas al pedo. Vamos.
Emma y Adrián salen por la puerta de entrada rumbo a comprar el remedio para el corazón roto de Jake. Peter, Will y Sofía se llevan a Jake a la cocina para prepararle un té y qué se yo cuantas cagadas más. Sí algún día me rompen el corazón así, espero que me atiendan tan bien como a Jake, ¡no! Esperen, no quiero que me rompan el corazón, eso no va a pasar, o por lo menos no me veré así de patético.
─ Creo que deberíamos irnos, Ada- dice Ahítan poniéndose de pie.
─ Sí- ella lo imita- debería ir a buscar mis cosas de la escuela y llevarlas a casa de mi madre.
Ada no parece tener ganas de ir a hacer lo que dijo, sin embargo, empieza a caminar rumbo a la puerta.
─ ¡Esperen! –digo- Los ayudo, no tengo nada mejor qué hacer.
Mentira. Una listita de pendientes me espera. Tengo que ir al restaurante para acomodar las cosas para el turno noche, es sábado, pero igual se trabaja. Los sábados, a diferencia de todos los días, me toca atender por la noche (a la mañana no abrimos) y debo echar una mirada por la mañana, seguro puedo hacerlo más tarde, aún es temprano.
Ahítan se marcha en su moto rumbo al internado de chicas guapas. Ada sube a mi coche y yo hago los honores de ponerlo en marcha. A medida que avanzamos por las calles bañadas por el tibio sol de verano, noto que Ada está un poco distante, no la culpo, algo malo pasó la noche del baile de egresados y ella no se digna a contármelo. Me siento mal, quisiera poder protegerla de las cosas malas, pero es imposible hacerlo, no siempre podemos proteger a quienes queremos. De vez en cuando desvío la mirada hacia su asiento, ella tiene el codo apoyado en la puerta y sostiene su barbilla con su mano, no logro verla con claridad, pero puedo intuir que tiene la mirada perdida hacia el todo que se ve a través del cristal.
La habitación de Ada no está tan desastrosa como pensaba. –¿No estuviste ayer en este cuarto? –Sí, pero no presté un culo de atención- Pero sí prestaste atención a las nalgas redondas de la loca esta- Al parecer, tú también las recuerdas- Yo soy una parte de ti, imbécil-
Ahítan se marcha a buscar un par de cajas vacías que le sobraron de cuando él desocupó su habitación. Se me hizo difícil de creer que él vivía en este lugar, porque bueno, Ahítan es un pibe normal y si nos fijamos en las otras dos personas que conocemos que asistieron a este internado, nos damos cuenta que la gente de aquí anda con los tornillos sueltos. Comenzamos a armar las cajas de cartón amarillento, dentro de ellas comenzamos a colocar la ropa de Ada. ¡Mierda que tiene ropa! Y yo que la veo con casi las mismas prendas. Las tallas de la ropa no cuadran, tiene remeras talle pequeño, pero también las tiene en talle extra grande. ¿Alguien qué me lo explique?
Me pongo a guardar sus toneladas de almohadones dentro de una bolsa negra de basura, mientras el mejor amigo de mi chiflada toma una caja y hace ademan de meter los libros de la estantería en ella.
─ ¡No! ¡No toques eso! –grita Ada.
Giro mi cabeza asustado, Ahítan queda helado ante el grito de pavor que dio su "hermanita".
─ Los iba a guardar.
─ ¡No! Yo los guardo- dice ella.
─ Pero ¿no es la misma mierda con distinto olor?
─ Tú no lees ni cuando estas cagando- dice arrebatándole el libro de las manos de Ahítan- No lo entenderías.
─ Ilumíname, niñata.
─ Los vas a mezclar- digo sin mirarlos- Juntaras los de ficción con los románticos, los de bolsillo con las ediciones originales- me encojo de hombros.
─ ¡Ves! ¡Harás un caos! – Ada le mete un pechón con el culo a su amigo- Vete a guardar mis tangas, esas no tienen tanta importancia como mis bebés.
Reprimo una carcajada a medida que sigo guardando las cosas dentro de la bolsa.
Luego de un buen rato, terminamos con seis cajas enormes llenas de cosas y tres bolsas negras con chucherías livianas. ¡Ah! Además, terminamos sacando dos bolsas llenas de basura, está chica tenía un verdadero basurero debajo de la cama y oculto en rincones donde la vista no llega con facilidad.
De apoco llevamos todas las cosas a mi auto, milagrosamente cupo todo. Una vez vacía la habitación, Ada la observa con recelo, tal vez anhelo y cariño, después de todo vivió gran parte de su adolescencia en esas cuatro paredes. Ella da dos pasos dentro mordiendo su labio inferior con los ojos vidriosos, pasa la mirada por el escritorio ahora ausente de materia sobre él, las camas decoradas solo con el colchón pelado, el piso sin su alfombra peluda, posa los ojos en el ropero sin ropa ni nada dentro, la pequeña estantería reluciendo su blanco muestra con descaro la falta de libros en ella. Cada centímetro de la habitación demuestra una tristeza absoluta, Ahítan posa una mano sobre el hombro de Ada y ella gira la vista mirando los ojos oscuros de su amigo, le regala una pequeña sonrisa y salimos del cuarto crema.
─ Si ya no queda nada por meter en el auto, deberíamos entregar las llaves de los cuartos en la dirección- dice Ahítan detrás nuestro mientras comenzamos a bajar las escaleras.
─ Sí- confirma Ada-, hay que entregarlas hoy para que no nos manden a la mierda.
En el segundo descanso, ya faltando poco para terminar de bajar estas interminables escaleras, se logra ver un grupo de chicos boludeando, no les doy importancia y me concentro en no tropezar. Siento un apretón en mi mano izquierda, me detengo en seco girando la vista hacia mi mano. La mano de Ada envuelve la mía con fuerza para nada sutil, sus ojos se abren al mismo tiempo que sus cejas se juntan, ella no avanza, sino que clava los pies en el escalón. Uno de los chicos del grupete que boludeaba, mira a mi Princesa y le giña un ojo. Nunca tuve tantas ganas de dejar calvo a un pelirrojo como ahora, estoy celoso eso ya lo sé, pero Ada reacciona de una manera extraña ante un gesto infantil. ¿Será su ex novio? Estoy seguro de qué pasa algo raro.
─ ¿Ada? –pregunto acariciando su mano con mis dedos.
─ ¿Estás bien, hermanita? –pregunta Ahítan.
Pero ella no contesta, solo mira fijamente al pelirrojo tratando de hacer que su cabeza explote con solo observarlo. Ya me entró la preocupación, ella no está bien. Piensa cerebro, para algo existes. ¿Puede este tipo estar involucrado en lo que pasó la noche de la graduación? Sí es así, debería cavar su tumba lo más rápido posible. Miro a Ahítan y aunque no somos amigos puede interpretar lo que quiero transmitirle, él toma a Ada por los hombros tratando de hacerla caminar.
─ Ahítan, lleva a Ada al auto, voy enseguida.
Él asiente con la cabeza llevándose a la fuerza a la niña que me ha embrujado. Ella está en estado de shock, sus mejillas no poseen color alguno y las emociones se fugaron de su cuerpo. Este tipo le hizo algo, no tengo pruebas, pero tampoco dudas. A tranco largo me dirijo hasta donde está el grupo de boludos, sin previo aviso agarro al pelirrojo por la remera haciendo qué retroceda unos pasos hasta estamparse contra la pared, el tipo es casi tan alto como yo, talvez unos cinco centímetros de diferencia. Aprieto los dientes con furia, el chabón va abrir la boca por las buenas o por las malas. Presiono mis antebrazos contra su cuerpo.
─ ¡¿Qué mierda te pasa, pendejo?! –grita el pelirrojo.
─ ¿Qué le hiciste a Ada? –susurro para que solo él pueda oírme.
─ ¡Ni sé quién es!
─ Más te vale bajar la voz o no te dejaré hablar- le amenazo ejerciendo más presión.
─ ¿Me puedes soltar?
─ Dime qué le hiciste.
─ No le hice nada, no sé quién es- revolea los ojos el chico pelirrojo.
─ Creo que mientes. No es buena idea mentirme.
─ ¡¿Tú le hiciste algo a mi enana?! –dice Ahítan. No sé en qué momento se puso a mi lado. Suelo un poco el agarre- ¡Eres hombre muerto, Jimmy! –con esto dicho, él cruza la cara de "Jimmy" con una piña.
De manera automática, el pelirrojo cae al suelo, lo agarro nuevamente y lo presiono contra la pared. Qué bueno que nadie se mete en nuestro pequeño interrogatorio.
─ Mentías. Lo sabía- digo palmeando su mejilla algo bruto- Ahora vas a abrir la boca, antes de que no puedas hablar.
─ No pasó nada...Ella se defendió.
─ ¿Se defendió de ti? Imbécil- dice Ahítan.
─ Es qué Ada...bueno, ella. Es linda, pero me rechazó muchas veces.
─ ¿Quieres qué te mate? Por tu bienestar dime que no intestaste violarla- lo voy a matar, veo todo rojo.
─ Yo... ¡No pensé con claridad! –grita tratando de quitarme de encima, pero es inútil, no puede hacerlo.
Es suficiente. No puedo creerlo, pobre Ada, por eso estaba tan rara, por eso tenía los ojos hinchados y las pintas de demacrada, por eso me abrazó prácticamente todo el día, por eso no quería salir de su cuarto. ¡Maldito infeliz con suerte! Lo arrastro de la pared al piso, el cuerpo de Jimmy azota el sócalo, me posiciono encima de él con mis piernas a ambos lados de su tronco y comienzo a golpearlo. Mis nudillos comienzan a tornarse escarlatas mientras un fluido comienza a escaparse. Por supuesto que el idiota se defiende, me aruña un poco y trata de golpearme el rostro. Siento que alguien me tironea por detrás, es tal la presión que ejercen que torpemente me pongo de pie, el tipo me tiene por los brazos y no se digna a soltarme. Con fuerza giro el cuerpo logrando liberarme del agarre del tipo metiche, Ahítan entra a la escena y toma al sujeto que antes me aprisionó alejándome de mi presa. Jimmy me golpea en la nariz dos veces, recupero la compostura y le devuelvo los golpes. Parecemos una manada de lobos luchando por el territorio.
─ ¡Se me separan o llamo a la policía! –escucho una voz femenina que grita a lo lejos.
─ ¡Suéltalo, Codi! ¡qué es menor de edad! ¡Si viene la policía estamos jodidos! –dice Ahítan.
─ ¡Pero este tipo quiso violar a mi Princesa! ¡Lo voy a matar con mis manos!
A duras penas protestando me pongo de pie. Tengo la respiración pesada, me arden los ojos y estoy todo transpirado. Veo como Jimmy escupe un poco de sangre y luego sonríe como si hubiera ganado una medalla.
─ ¡Sí te acercas a ella, te mato! –digo apuntándolo con un dedo, al mismo tiempo Ahítan me saca a rastras del lugar.
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