Capítulo 19
Esta vez llegue un poco antes, jeje, sí leyeron mi mensaje en el panel sabrán que la semana que viene tengo exámenes, por lo que estaré un poco ausente. Besos.
Capítulo 19:
Ada.
Me sudan las manos, quiero llorar, no se sorprendan ya descubrieron lo maricona que puedo llegar a ponerme. Esperé este momento durante tanto tiempo que ahora no sé cómo reaccionar. Respira, inhala, exhala. La pollera me incomoda un montón, el tiro alto y la costura se clavan en mi inexistente cintura. Puto gorrito de plástico, se me cae a cada rato, debí hacerle caso a Sofía y asegurarlo con invisibles.
Van nombrando al resto de los alumnos, mi corazón late rápido a tal punto que lo siento palpitar en mi garganta. Estoy nerviosa principalmente porque tengo tanta suerte y soy tan habilidosa que es muy posible que me caiga antes de subir al escenario, se me resbale el diploma, y rompa algo.
─ Cooper Ada Elisabeth.
¿Era necesario mi segundo nombre? No es feo, pero me rompe las pelotas escucharlo. Es como si tuviera un trauma con mi nombre completo –si lo tienes-, bueno es cierto, tengo un trauma con mi nombre, pero es historia para otro día, solo les diré que cuando dicen mi nombre completo siento como si me retarán.
Me pongo de pie, mi cabeza se mueve como la de una lechuza, girando de un lado al otro, no sé qué busco o a quién. Subo los escalones rumbo al escenario, lleno mis pulmones de aire y me adentro a buscar el papel que me separa de mi sueño de ir a la universidad. Tomo el dichoso papel duro entre mis manos, saludo al director y al resto de las autoridades. Una sonrisa decora mis labios.
─ ¡Eso Ada! –gritan demasiado fuerte- ¡Esa es mi chica peligrosa!
¡¿Justo ahora se le ocurre gritar a Ahítan?! Igual lo adoro. Por lo menos alguien está contento por mi egreso. Lo miro sonriente y levanto el brazo mostrando el papel, mientras camino hacia las escaleras para bajar del escenario. De repente no siento nada firme debajo de mis pies. ¡A tierra! Se los dije, me acabo de caer del escenario. Toda desparramada en el piso, con el pecho en el suelo, los brazos abiertos y las rodillas raspadas. Qué suerte que tengo, aunque nadie se ríe, uf por lo menos eso.
─ ¿Estas bien? –pregunta Sofía, ayudándome a parar.
─ El piso estaba muy solo, quise abrazarlo- me encojo de hombros mientras me pongo de pie.
─ Qué graciosa. Vamos a sentarnos.
─ Tengo que hacer algo ¿puedes cubrirme un momento?
Sofía afirma con un movimiento de cabeza. Camino lo más rápido que puedo. Me duele una mierda las rodillas y el estómago, el escenario no estaba muy alto, pero aun así que caí bastante feo. Carajo, que pendeja estúpida que soy. Ahora, a subir las escaleras. ¡Dios! ¿a quién se le ocurrió esto? Cierto, a mí se me ocurrió.
Golpeo la puerta. Qué feos que son los pasillos de esta escuela, ¿siempre fue tan espantoso el color verde musgo? Estos pasillos hoy tienen un aroma a melancolía, a pesar de haber sido un infierno estar en el secundario, saber que ya no voy a volver a estar por estos lados me pone un poco triste. Miro mis pies nerviosa, un hilito escarlata nace en mi rodilla y se desliza hasta mis medias bajas. Golpeo otra vez, espero que esté en la enfermería.
─ ¡Mi niña! –dice Teresa con eterna alegría.
Doy un paso apresurado, me estrello contra su cuerpo, ella me devuelve el abrazo pasando una de sus manos por mi cabello. Mis ojos se llenan de lágrimas, cierro los ojos para tratar de detener el líquido salado. Esta señora, Teresa, ha sido un gran apoyo para mí, como dije en un comienzo, ella es mi Hada Madrina, no solo curó mis heridas físicas, sino que evitó que nuevas heridas internas aparezcan. La quiero muchísimo, tal vez sea absurdo querer a la enfermera de tu colegio, pero Teresa no solo es la enfermera del internado, es mi amiga, mi confidente, un apoyo.
─ ¿Estas herida?
─ Me caí del escenario...pero no vengo por eso- digo.
─ Igual, te me sientas en la camilla y curo tus rodillas. Están sangrando.
Hago caso, me subo en la camilla. Teresa busca los elementos necesarios para quitar la sangre de mis heridas. Pasa un algodón con antiséptico, no les voy a mentir, arte como el culo. Al terminar, pone un parche en el área afectada. De la nada, toma una de mis muñecas alzándola en el aire, ella me señala una mancha roja en la manga de mi camisa blanca. Niega con la cabeza, al mismo tiempo, desabotona dicha manga exponiendo un raspón que ni sabía que tenía. Cuando ha curado todos mis rapones, me da una pastilla de ibuprofeno para el dolor, me la tomo y comienzo a hablar.
─ Teresa–digo aun en la camilla- Quiero darte algo... No es mucho, pero para mí es muy especial... así podrás recordarme.
Ella me mira con intriga. Saco el gorrito de plástico renegrido de mi cabeza, y se lo tiendo. Por supuesto que Teresa lo agarra emocionada, le indico que lea lo que tiene dentro escrito con tinta de felpon blanco.
- "Para mi Hada Madrina. Gracias por todo. Ada"-
─ ¿Quieres que tenga tu gorrito de egresada? –dice. Me limito a mover la cabeza afirmando. –Es muy lindo de tu parte, gracias.
[...]
─ Estas guapa, ya deja de martirizar al espejo- le digo a Sofí.
Por mi parte, ya me maquillé y vestí. Mi vestido (el cual recordarán) es muy fácil de poner, así que sin más que hacer, me decidí por tumbarme en la cama.
Pronto tendré que hacer las maletas, empacar todas mis cosas de esta habitación y marcharme. No me ha quedado de otra que hablar con mi madre, bueno, ella se me acercó. No quería hablar con ella, sin embargo, me dijo que puedo ir a su casa durante las vacaciones, hasta que empiecen las clases de la universidad (a la cual aún no entro) y poder irme a vivir en una residencia de estudiantes. La universidad es gratis pero la residencia, la comida y los útiles no lo son, no creo que alguno de mis padres valla a ayudarme económicamente, mi padre se desliga de mí ni bien cumpla dieciocho años, y eso es dentro de unas cuatro horas, tendré que buscar un empleo de medio tiempo. Tengo tantas cosas en que pensar que se me revuelven las tripas.
─ Al pingo, vámonos antes de que te deje sola.
Sofía resopla ante mis palabras, toma su bolso y me sigue escaleras abajo.
Will nos trajo hasta el salón de baile, queda a unas cuantas cuadras del internado, pero ni modo, llegar en un auto importado es mucho mejor que llegar caminando con los pies agotados antes de comenzar a bailar. Tampoco es que baile. Por lo general cuando voy a una fiesta me dedico a beber alcohol y probar tragos raros (si es que hay braman), luego cuando ya estoy ebria, me pongo a comer empanadas mientras observo como bailan los demás, si soy muy rara, bailar a lo loco no es mi estilo.
Visibilizo a mi mejor amigo y lo abrazo, él me hace girar en sus brazos. Estamos contentos, salimos de la tortura juvenil todos juntos. Por primera vez en años, Ahítan y Sofía están en una misma habitación sin tratar de matarse, tal parece que la alegría puede hacer olvidar al odio. Nos sentamos todos juntos alrededor de la mesa redonda decorada con un mantel celeste con detalles ¡verde musgo! ¿es que tiene algo el director con ese color? Me siento un poco rara. Sofía está sentada junto a Will, sus manos entrelazadas por encima de la mesa, ambos mostrando sus dientes, uniendo sus enmarañadas cabelleras rubias para susurrarse algo al oído, tal vez Will le esté diciendo lo hermosa que se ve esta noche, o que el vestido color coral le resalta las curvas. Por otro lado, Ahítan acaricia la mejilla de Susi (su novia), solo tiene ojos para ella. La chica parece tímida, agacha la cabeza mientras él le da un tierno beso en la mejilla. ¿Y yo? Yo estoy sola. Una silla vacía decorada con telas está descansando junto a mí, eso me hace sentir peor. Talvez debí invitar a alguien, pero no quería malos entendidos. De un trago me tomo todo el champan que tenía mi copa. Me levanto bruscamente, pero nadie se inmuta, mejor así. Camino hacía la barra libre.
─ ¿Me das un trago?
─ No- responde el tipo enfundado en un traje barato.
─ ¿Por qué? –respondo un tanto alterada. Necesito alcohol.
─ No puedo servir alcohol hasta después de las once.
¡Puto braman! ¿Tanto le cuesta darme una cerveza? –al parecer sí- tú te me callas. –ya te vas a emborrachar y yo hare de las mías- muérete conciencia. –no puedes matarme, tontita-
¿Por qué me altero? Tengo mucha presión, mucho en que pensar, pero ahora quiero dejarlo de lado. Puede ser que me siento sola, ninguno de mis padres se quedó después de la entrega de diplomas, mi madre hablo antes del acto conmigo, pero luego se fue con su patético novio gato. No hay que aclarar que a la novia de mi padre le dio asco estar rodeada de niños y le exigió que se vallan. Ven porque no los quiero. Aunque estoy mejor sin ellos, la presencia de ambos me causa ansiedad y mucho rato no se iban a quedar, fue mejor ir a ver a Teresa que sí me quiere, que quedarme sollozando por personas que no lo valen.
-A ti te hace falta amor- lo sé, estúpida conciencia. - ¿no vas a negarlo? - no.
Haciéndome la boluda he llegado a la cocina. ¿Qué creen? ¡El futuro narcotraficante Charles también se ha egresado! Y ha metido un freezer hasta el culo de bebidas y porros, de contrabando. Esta noche me pongo bien en pedo, la autoestima en el cielo y el perreo hasta el suelo, aunque no se perrear.
─ Hola Ada- dice Charles.
─ Hola. ¿Me das una? –digo señalando la botella que tiene en la mano.
─ Claro. Esta noche son gratis, muñeca- me lanza una cerveza- pero si quieres porros vas a tener que pagar, esa mierda es bien cara.
─ No gracias. Me conformo con alcohol, no me drogo.
Tomo asiento junto a él, empezamos a beber como perros envenenados, a más no poder. Charles tiene problemas de adicción a todo, si vendes drogas no debes probarlas nunca, es ley, pero el muy idiota cayo en las redes blancas. Una chica se suma a nuestro circulo (era de dos). Sin darme cuenta, alrededor de ocho personas están rodeando el freezer. Veo a una moza pasar con bandejas de comida y me ruje la tripa, ella ni nos mira, seguro está al tanto de esto, Charles tiene familiares poderosos y adinerados, es mejor que la muchacha mire para otro lado o no abra la boca. Tengo hambre, con la botella a medio beber me levanto de la silla, tambaleo un poco y consigo caminar.
En el espacioso salón, la gente baila, la música suena a todo volumen, las luces de colores se mueven por todos lados, la melancolía se mezcla con la felicidad formando un aura aventurera. Un momento ¡me meo! ¡me meo! Se me olvida lo borracha que estoy, corro al baño. Me adentro en un cubículo, quien iba a decir que un vestido largo es impedimento para que una borracha orine.
De vuelta a mi lugar en la mesa, veo el plato con comida. ¡Qué rico! El aroma a pollo con salsa de champiñones me puede, tomo tenedor y cuchillo comenzando a comer, nada me distrae, nada se interpone entre el pollo y yo. Mi panza siente un gran alivio al no tener solo líquido nadando. Qué delicia, mis papilas gustativas disfrutan del momento. Estoy consciente de lo cerda que me veo, pero me da igual, muchas de las cosas que suceden cuando estoy borracha se procesan diferente en mí mente, y mi cuerpo también hace lo que quiere.
Tambaleante, me acerco a Ahítan y Susi, los cuales están en la pista de baile dándolo todo. Coloco una mano en el hombro de mi amigo y la otra en el hombro se su novia.
─ Hola tortolos- digo.
─ Te ves mal ¿Cuánto bebiste? –Ahítan me mira como si quisiera asesinarme con los ojos.
─ Puf. Eso no importa, hermano mayor.
─ Deberías irte a dormir... En una de esas Will quiere llevarte- dice mi amigo tomándome por los hombros.
─ ¡No! Sí alguien me lleva, ese eres tú, no el Grinch rubio.
Hasta ahora, Susi nos había estado observando en silencio, pero dice refiriéndose a Ahítan ─ Amor, creo que deberías llevarla al instituto.
─ No se diga más. Ada, mueve tu culo hasta mi moto. Mi amor, espérame aquí y ¡nada de alcohol! Con una borracha me basta.
Mi hermano mayor, digo, Ahítan se molesta mal porque voy intentando subirme a la moto varias veces, pero no puedo lograrlo. Primero, estoy chaparra, y segundo, tengo un pedo criminal con el cual todo cuesta el doble. Revoleo la pata y doy un brinco ¡Eureka! ¡Lo logré!
El viento me da sobre el rostro, se siente bien, alivia el dolor de cabeza provocado por el exceso de alcohol. Tengo los brazos rodeando fuertemente la cintura de Ahítan para no caerme, la noche está hermosa, todo es hermoso cuando estas en pedo. La moto se frena de golpe aparcando frente al internado. Me bajo, cuando siento el peso de la gravedad también siento unas terribles ganas de vomitar. Visibilizo un tacho de basura, meto mi cabeza dentro y suelto todo lo que tenía en mi panza. Es asqueroso, pero debo describirles el gusto del vómito, obvio sabe amargo, es espeso, siento que sale toda la comida que ingerí hace poco, los trozos mal masticados de pollo se estancan un momento en mi garganta para continuar camino hacia el exterior de mi cuerpo, la sensación de asco que me produce aumenta dándome más ganas de devolver.
Al fin dejo de vomitar y me acerco al portón de entrada.
─ ¿Vas a estar bien?
─ Sí tonto. Gracias.
Atravieso el patio vacío para llegar al edificio donde está mi actual habitación. La grava del patio se siente a través de mis sandalias altas, el viento sopla tan suave que parece una caricia, abro los brazos a medida que camino imitando un aeroplano, estar en pedo me pone infantil. Llego a la puerta, entro al edificio, en el pequeño cuarto que hay antes de subir por las escaleras las luces están apagadas, yo sigo sonriendo como si todo fuera divertido y no me sintiera sola. ¡Plaf! Un golpe me arrincona contra la pared. ¡¿Qué mierda?! Trato de dar un paso al frente, pero alguien me lo impide, posa su antebrazo contra mi pecho, en defensa lo empujo. Él sujeto retrocede, trato de huir aprovechando el momento, pero él es más rápido, me toma por el brazo jalando hacia atrás, arrincona mi cuerpo contra la pared de nuevo, está vez pone su mano alrededor de mi cuello haciendo un poco de presión.
¿Qué hago ahora? Me estoy asustando, mi cuello duele y por más que forcejeo no puedo soltarme.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro