XVIII
Sunoo estaba tirado en el suelo, las chicas se colocaban perfume antes de salir para no oler a cigarro, acostado en el suelo, sollozando por el dolor de las quemaduras y sabiendo que nadie vendría a su salvación.
¿Quién iría a ese lugar cuando ya ni educación física pasaban?
Solo le quedaba guardar silencio hasta que esa semana acabe, además, si lo decía, nadie lo creería, Eunha era una chica "ejemplar" y los maestros la adulaban, era linda, obvio le creerían a ella.
-¡¿Pero qué te pasa?!- se escuchó una voz entrando a la habitación.
-N-Ni-ki...- Eunha se quedó sorprendida.
Nishimura acababa de llegar hace unos segundos, apenas y había escuchado el último grito de Sunoo, en ese mismo instante entró para saber qué pasaba.
-Eunha, ¿Qué crees que hacías?
-Yo no--
-Escuché tu voz... él no tiene la culpa, ¿Porqué?- se acercó a Sunoo levantándolo del suelo.
-¡Él es una maldita perra! ¡No entiendo porqué lo prefieres antes que yo!
-Y yo no entiendo porqué te prefería a ti antes que él- se quitó su chaqueta para cubrir el torso del pelirosa.
-¡Pero yo soy tu novia!
-Eras- dejó a Sunoo sentado por un momento para confrontar a aquella chica rubia -Yo veía que eras la chica más linda del mundo, con una voz tan melodiosa y tan amable... pero resultaste ser tan irritante y tan sínica que ni me dejabas ver a mi mejor amigo.
-Él es gay.
-¿Y? ¿Te molesta a caso? ¿Te molesta que él pueda conquistar con una sonrisa a los chicos que tú no puedes moviendo tus caderas?
-¡Él no es mejor que yo!
-¿Entonces porqué tienes miedo?- suspiró sacando su teléfono quitándole un adorno que este tenía, era una pequeña flor colgante la cual se regalaron el día que empezaron a salir -Espero que puedas ser feliz con una persona que si te soporte- dejó el adorno en la mano de Eunha.
-No puedes hacerme esto...
-Ya lo hice- se dio la vuelta para sostener a Sunoo entre sus brazos, como una princesa, saliendo de la habitación dejando a una furiosa Eunha haciendo un total escándalo en esa habitación.
Ni-ki no dejaría a Sunoo ahí, ni en el vestidor de hombres, debía lavar su cuerpo y poner cremas especiales para las quemaduras.
-Tengo sueño...- Sunoo se había cansado de llorar, solo sabía que en ese momento Ni-ki lo sostenía en brazos.
-Descansa ¿Sí? te avisaré cuando lleguemos.
.
.
Ni-ki abrió la puerta de su casa con algo de dificultad al no tener brazos libres, pero si pudo lograrlo, el camino hasta ahí fue algo difícil, el alumnado los veía extrañados, Ni-ki cargando el cuerpo de un dormido Sunoo hasta fuera del colegio.
Sus padres no estaban en casa, su mamá fue a visitar a su abuela y su padre en otro viaje de negocios, sería así por otros 4 días donde llegaría su madre.
Acostó a Sunoo en la cama un momento para descansar sus brazos.
Sunoo era tan angelical, todo su rostro, todo Sunoo era un ángel.
-Lo siento...- y fue al baño para preparar la tina, a una temperatura cálida y también le puso burbujas, como a Sunoo le gustaba.
El pelirosa estaba despertando, sentía frío, un toque frío, al abrir sus ojos notó que Ni-ki lo estaba desvistiendo, de inmediato soltó un chillido tratando de cubrir su desnutrido torso.
-Tienes que darte un baño, déjame ayudarte- apartó sus manos para él poder seguir con lo suyo.
-P-pero...
-Debe dolerte, yo haré esto por ti ¿si?
-Sí...
Dejó que su cuerpo sea despojado de las ropas, quedando solamente en ropa interior, se sentía en extremo nervioso.
-Listo, vamos a la tina- de un solo movimiento lo sostuvo en brazos hasta llegar a la tina donde lo metió con delicadeza y suavidad, el agua hizo arder las pequeñas quemaduras en el torso de Sunoo.
-Auch...
-Lo siento, pero debo lavarte- alzó un champo, uno de los que antes utilizaba Sunoo cuando se quedaba en casa por algunos días, olor a manzanas acarameladas.
Mojó su cabello con un vasito y aplicó el champo, masajeando su cuero cabelludo, relajando por completo a Sunoo, hasta se podían escuchar pequeños ronroneos, como un gatito.
-¿Te gusta?- Ni-ki sonrió siguiendo con su trabajo.
-Me encanta- solo habló sin pensar, dejando su cuerpo relajarse aún más dentro del agua con burbujas.
Ni-ki rio en bajo para sostener una esponja, la mas suave que encontró y limpiar el cuerpo de Sunoo, este dejó que su cuerpo sea recorrido por aquello tan suave y cómodo.
El más alto miraba las marcas rojas que había en su cuerpo, residuos de cera se salían, por lo que suponía lo que había pasado, luego llegó a ese punto café en su costilla, no era exageradamente grande, pero se notaba más que a la perfección, cuando tocó ahí, un chillido se escapó de los labios de Sunoo.
-Eso duele...
-Lo siento.
Enjuagó su cuerpo dejando ropa encima de la tapa del baño.
-Cuando ya te hayas cambiado avísame ¿sí?
.
.
Sunoo había terminado de cambiarse con la ropa que Ni-ki le dejó, tenía ropa interior y un buso que le hacía grande, no le dio remera, pero como Ni-ki le dijo, avisó que ya se cambió de ropa.
-Ven, acuéstate- Ni-ki tenía un par de cremas en mano, estas eran para tratar quemaduras de todo tipo.
El más bajo acató las órdenes acostándose enfrente del otro, sintiendo puntos de crema fría en su torso.
Ni-ki aplicaba aquella crema con cuidado de no causarle más daño, pronto vio que en medio de sus masajes, Sunoo estaba dormido de nueva cuenta, tomó una de sus remeras y se la colocó cuando había terminado, acostándose a su lado se limitó a recordar todas las veces que estuvieron así.
-Prometo - al acercarse a Sunoo, este se acurrucó en su pecho buscando más calor -que nunca podré a otras personas antes que a ti... perdón por hacerte sufrir.
Oh... Ni-ki... un "lo siento" no soluciona las cosas.
Cami~
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