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Capítulo 3 Parte 1

MAYA

El resto del día escolar se me hizo muy largo, más de lo habitual, una tortura total. Quería llegar a casa cuánto antes, quería encerrarme en mi cuarto y esperar la llamada de Ian. Deseaba hablar con él y poder entender cuáles eran sus sentimientos y que íbamos a hacer con ellos.

Apenas tocaron el timbre de salida, tomé mis cosas y corrí a la salida, pero cuando buscaba a Xavier, ví que mi hermano Lucas era el que esperaba afuera, recostado a su Lamborghini negro. Presumido. Obviamente todas las chicas del colegio pasaban haciéndole ojitos y él, como el coqueto seductor que era, les devolvía una "sonrisa moja-bragas", como la definían mis hermanos.

— ¡Mi chica favorita! Te estaba esperando— dice abrazándome y girando conmigo en sus brazos. No tiene remedio.

—Ambos sabemos que ese espacio no es mío, es de Abi, así que no digas mentiras— digo con tristeza.

—Las dos eran mis favoritas, pero Abi no está más Maya y tú eres mi única hermana ahora. No tenías que ser una perra al respeto— dice mi hermano perdiendo su buen humor.

Ahora me siento muy mala. Sé que mi cara cambia en el momento en que siento una lágrima resbalar por mi cara. A veces olvido que no soy la única que perdió a Abi y me vuelvo una perra con mis hermanos, más cuando tratan de mimarme como no lo hacían antes.

No es que ellos sean malos hermanos. Es solo que, cuando Abi estaba viva, ellos se desvivían por ella, incluso antes de que enfermara. Sentía muchos celos de Abi por eso, pero con el tiempo comencé a culparme a mí misma, por esperar algo que no era mío. Yo sabía que ellos me querían, pero yo era la “intrusa”, la medio hermana. Luego, cuando entré en la adolescencia, ellos se volvieron más protectores, y luego pasó lo de Abi y todos volvimos a ser los de antes, pero era comprensible, Abi era la favorita de todos nosotros.

Cuando Abi murió, mis hermanos se volcaron totalmente a mí, y por un tiempo me gustó, pero luego sentí que ellos solo lo hacían por lástima y costumbre. Yo era la hermana que les quedaba, pero la verdad es que ellos se preocupaban por mí. Solo que yo, como niña rencorosa, no quería aceptar que, ni Abi ni ellos, tenían culpa de lo que pasó y que yo también era importante.

—Lo siento Lucas. No me hagas caso, el día fue raro. Gracias por venir.

—No pasa nada enana, sabes que te quiero. No me gusta que sientas que no mereces el amor que te tenemos. Eres nuestra hermana May… así Abi estuviese viva.

Ambos entramos en el coche y entonces, mi hermano recupera la sonrisa. Una vez tengo el cinturón puesto, veo como pone la llave en el contacto y vuelve su cara hacia mi y me guiña un ojo, entonces enciende el motor y arranca.

— ¿A dónde vamos? —dijo con curiosidad mirándolo.

—Vamos a divertirnos tú y yo— dice con cara sospechosa y una sonrisa enorme. Eso solo significa una cosa…, vamos a la playa. Ambos adoramos la playa.

—Lucas… no tengo ropa de playa— digo riendo.

—Pues que dicha que tú nana te mando un bolso con cosas.

Nana alcahueta. Ella nunca podía decirle que no a Lucas. Mi hermano era un seductor, coqueto y muy bien moldeado hombre de veintiún años. Tenía la mentalidad de un adolescente y la jovialidad de un niño, incapaz de quedarse quieto y lejos de problemas. Cómo todos mis hermanos, tenía los ojos de un color verde oscuro y con la piel de un caramelo algo más dorado que Abi y yo. Mi hermano era un hombre que atraía mujeres donde estuviese y usaba ese "poder" con todos para obtener lo que quería.

Una vez que estuvimos en la playa, mi hermano se adelantó y me dejó cambiarme en el auto. Por dicha tenía los vidrios polarizados. Una vez estuve lista, salí del coche y me senté en el capó, mientras observaba a mi hermano analizando el mar, siempre lo hacía, era muy precavido con ello. Una vez estuvo satisfecho con las mareas, entonces nos metimos en el mar, y comenzamos a tirarnos agua, y a competir a pasar debajo de las olas…, esos éramos mi hermano y yo. Me encantaba que Lucas siempre pudiera hacerme olvidar mis problemas, aunque fuese por un momento.

Estuvimos en el agua mucho rato, pero cuando comenzó a refrescar mi hermano me obligó a salir del mar y me envolvió en una toalla de baño enorme. Luego me cubrió la cabeza con otra y comenzó a secarme el cabello como si fuese una niña.

— ¡Ay! Me jalas el cabello —digo riendo. Gracias por las toallas, no quiero terminar de nuevo en el hospital, menos por un resfriado.

—Déjate consentir May, tu madre me mataría si no te cuido de la manera correcta y además sabes que eres nuestra consentida. No creo que haya algo que no haríamos por ti.

—Claro que lo hay. Dejar de hablarle a Daniel— la cara de mi hermano me dejó saber que lo había dicho en voz alta. Mierda. No quería decirlo, pero mi lengua me traiciona a veces.

Lucas se quedó callado por un momento, su cara era de vergüenza, pero también ví duda en sus ojos. Algo rondaba su cabeza y no era capaz de decirme, o tal vez no sabía cómo decírmelo.

—Lo siento, no debí decir eso así. No era lo que quería decir. Quiero decir… sé por qué lo hicieron, solo que siempre me sentí traicionada por eso. No me hagas caso, ya te dije que el día fue raro.

—Mira Maya…, yo nunca estuve de acuerdo con la relación que tuvieron ustedes. A pesar de que fuéramos amigos sabíamos que Daniel no conocía los límites. Pensábamos que como ustedes eran nuestras hermanas sabían que ustedes estaban fuera de los límites. Pero realmente, jamás imaginamos, que Daniel tuviera las agallas para meterse contigo. El verano en que empezaron a salir, lo vimos en su mirada. Cuando llegaste a nuestra casa en la ciudad, por lo menos Zain y yo, intuimos por cómo te vio que lo intentaría contigo sin importarle las consecuencias, sin importar que fueras nuestra hermana, y más importante, sin importar que fueses menor de edad. Zain lo enfrentó y él negó que estuviese interesado en ti, le dimos el beneficio de la duda, hasta que comenzamos a notar el coqueteo sutil que había entre ustedes. Tal vez pensaste que nadie se dio cuenta, pero nosotros lo notamos. Decidimos no meternos mientras no viéramos que te afectaba.

>>Con los meses vimos que él se comportaba igual, las fiestas de las facultades, las fiestas en la hacienda, las fiestas en la casa…, él se ligaba chicas, se besaba con ellas. Nosotros pensamos que entre ustedes no había pasado nada, hasta que un día, nana nos contó que, llorabas todos los días, sola en tu habitación. No queríamos confrontarte para que no te sintieras mal, pero sí que confrontamos a Daniel. Él simplemente dijo que el coqueteo había sido inocente y que jamás hubiese tenido algo contigo.

>>Unas semanas después, cuando él aceptó que tenía algo contigo y todo se hizo público Luis y Daniel terminaron a los golpes en la hacienda, cuando Luis lo confrontó por la mentira que nos dijo, dejamos de hablarle por un tiempo, pero imagino que no te diste cuenta porque ya vivíamos en la hacienda. Manuel y Luis no se decidían si hablar contigo o no; no queríamos meternos y que te enojaras con nosotros, pero sí que se lo advertimos a Daniel, si te hacía daño nuestra amistad se quebraría y ¡Dios lo librará! de tocarte un pelo antes de que cumplieras los 18 años o lo mataríamos.

>>Sé que tal vez todo te parece irracional, tal vez pensaste que no habíamos reaccionado de ninguna manera o que no nos importaba, pero la verdad es que nos importaba; nos importa. Solo deseamos que seas feliz y nada se interpondrá entre nuestra hermandad. La única razón por la que volvimos a hablarle fue porque vimos que no le dabas importancia al tema. Lo que nos pareció muy maduro de tu parte, por lo menos, fuiste más madura que Daniel.

Mi hermano me miró con ternura, sabía que no había sido fácil para él decirme todo esto. Mis hermanos fueron criados en un ambiente machista, donde como hombres, no le debían explicaciones a nadie y menos a su hermana menor. Pero el hecho de saber que estaba equivocada y que ellos habían actuado como mis hermanos, protectores y leales, me conmovió profundamente. Mi hermano terminó de ayudarme a secar mi cabello, luego de eso ambos nos vestimos de nuevo y entramos en el auto.

Cerca de la playa había un restaurante de comida peruana que a ambos nos gustaba, entonces Lucas nos llevó a comer ahí y pasamos el resto de la tarde disfrutando el paisaje. Mientras conversábamos sobre la escuela, comencé a sentir mucho cansancio, entonces mi hermano nos llevó de vuelta a casa; ahí descubrí que pasaría la noche en mi casa ya que debía asistir a la universidad el día siguiente de manera presencial.

Me separé de mi hermano en las escaleras y subí a mi habitación, debía tomar un baño para sacar el agua de sal de mi piel antes de que empezara a darme alergia, luego debía terminar unos problemas matemáticos para el día siguiente. Tenía mucho que hacer, pero mientras me desnudaba para entrar en la ducha, mi mente solo pensaba en Ian; deseaba su boca, ahora que la había probado, se había convertido en mi droga.

A las ocho de la noche, ya había acabado los deberes. Dos horas viendo problemas de matemáticas era una nueva adicción, ahora que las entendía perfectamente, no me aburría para nada. Pensé en bajar a comer algo antes de dormir, pero la verdad, no tenía nada de hambre, entonces me preparé para ir a la cama temprano. Mientras revisaba mis mensajes de texto, recordé la llamada que se suponía, Ian me iba a hacer. Mi celular estaba con volumen y no había sonado en toda la tarde. Estaba decepcionada, tal vez él se había arrepentido de lo que pasó…

—Estás muy pensativa, ¿algo te preocupa?

—No… Cosas del cole, pero nada grave— Lucas estaba vestido para salir, imaginé que se vería con sus amigos de la uni en algún bar— No vuelvas muy tarde, por fa.

Lo miré con una sonrisa gigante mientras él me arropaba. No sabía si lo había convencido del todo, pero esperaba que dejará el asunto así. Nunca noté que ellos me observarán tan detenidamente mientras yo salía con Daniel. Debía tener cuidado o se enterarían de todo.

—Duermete enana y deja de preocuparte. Volveré en un par de horas.

Mi hermano salió y cerró la puerta, estaba tentada en mirar de nuevo el celular, su que sabía bien que no había sonado. Cuando me iba a dar por vencida en un sueño profundo, el celular sonó y por un momento mis esperanzas resurgieron, pero luego identifique el sonido, era el tono de llamada de Angie.

— ¿Estabas dormida?

—Para nada, mi hermano se acaba de ir.

— ¿Cuál de ellos?

—Lucas.

—Oh, ya veo. Mañana llegó temprano, te llamaba solo para avisarte. No te despiertes temprano por mí, sólo entraré y me dormiré contigo de nuevo.

—Está bien, solo no dejes la puerta sin seguro. No sé si Daniel vendrá con la excusa de que Lucas está aquí, no quiero que entre aquí para nada.

—Obvio y conociéndolo lo intentará. Él nunca se dará por vencido contigo. Es demasiado molesto.

Angie, ya estaba poniéndose rabiosa con mi ex, que ternura.

—Tranquila, se que tiene más cuidado aquí, estoy rodeada de gente siempre, pero por si las moscas…, es mejor que cierres bien. ¿Tienes la llave?

—Sí, la guardaré en el bolso para no olvidarla.

—Genial, así puedo cerrar desde ahora.

—Bueno, te veo mañana. Necesito que me cuentes todo.

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