39. TURBIO
Luka
Luka necesitaba descansar, tomó sus cosas despidiéndose de los demás. Por suerte no tuvo que esperar mucho, sus sobrinos se encontraban en la entrada de Witchlight. El más pequeño estaba un poco nervioso, en cambio la niña corrió a recibirlo, el mayor de los tres había crecido más de lo que pudo imaginar. Se acercó llevando a la niña abrazada.
—Has crecido. —dijo Luka palpándole el hombro a Yasser.
—Soy la cabeza de la familia cuando papa no está.
—Suenas muy seguro, Zivit debe estar orgullosa de ti.
—Papá salió de la casa a toda prisa y mamá tuvo que ir lejos.
Yasser había comprendido que algo ocurría. Y Luka lo sabía, la reacción de Dimitri varios minutos después de que Raizel se marchará disparó una alarma. Cuando sus ojos vieron a los estudiantes enfureció por dentro, ellos parecían tranquilos, como si no les importase su propio reino. Cuan desinteresados se habían vuelto como para no informarse sobre las situaciones de cada uno de los reinos y los conflictos que últimamente tenían.
—¿Zivit volverá pronto? —Preguntó por fin.
—Llevó muchas cosas. La abuela está en camino, ella se
quedará el resto de la semana con nosotros.
—¡Ah! Vamos a casa.
Su sobrino los guió por las interminables calles de Chrystal. Cruzaron una puerta dimensional para llegar a la tercera sección. No era tan prominente como las otras secciones que la rodeaban, aunque encontró a muchos de los comerciantes recién llegados de la Tierra. Cuando por fin llegaron a casa quedó sorprendido de cuanto había cambiado, estaba más espaciosa y con juguetes de los niños y algunos artefactos desconocidos en una litera.
Los niños dejaron a Luka descansar. Se tumbó a la cama quedándose dormido casi al instante. A lo lejos escucho una voz hablarle, cuando por fin fue despertando para después ir reconociendo la voz de Yasser.
—¡Despierta! —Dijo él sacudiéndolo.
—¡Ya voy! ¿Qué ocurre? —respondió casi con la voz entrecortada.
—Mamá quiere hablar contigo.
—¿Ha vuelto? —Preguntó levantándose rápidamente de la cama.
—No, está usando el comunicador de arena.
Yasser le indicó que se encontraba en la segunda habitación, luego desapareció dejando a Luka quien ingresó de prisa cerrando la puerta de golpe.
—Luka, deberías tener más cuidado, esa puerta es muy cara.
—¿Te preocupa una puerta?
Luka estaba por decirle lo terrible que se veía. Zivit tenía su cabello rizado enmarañado en el rostro. Parte de su ropa estaba lleno de polvo y algunas partes con rasgaduras. Su piel trigueña aún mantenía su belleza. Sus ojos eran de colores opuestos, uno tan azul como el cielo y el otro de color negro.
—No es tu dinero, así que si me importa. —Zivit rio con cierta ironía.
—Si llamaste solo para regañarme, puedes estar tranquila me iré mañana a temprana hora. No tengo intenciones de quedarme.
—Eres tan pesado. Por eso pocos soportan tu mal genio.
—¿Es en serio? Quieres que nos pongamos a discutir sobre cosas sin importancia. ¿Dónde has ido?
—Solo quería relajarme un poco. —Indicó ella cambiando su semblante—. Un grupo de exploradores fueron llamados, me uní a ellos como cuerpo galeno y de rastreo. Senán fue enviado con un batallón de jóvenes novatos —Zivit suspiro, luego continuó—; fuimos enviados para sembrar minerales a la tierra, la cosa es que, estábamos en la profundidad de una mina abandonada cuando una fuerte sacudida nos tomó por sorpresa, algunos salieron heridos, pero eso no fue lo que me asustó, si no ellos...
—¿Ellos?
—Luka... Los Wyvern están vivos...
—¿Qué? ¿estas segura? ¿Tienes pruebas?
—La mitad de mi grupo fue devorado por ellos.
Cuando Luka vio el rostro horrorizado de su hermana comprendió que no era ninguna broma.
—¿Donde aparecieron? —Preguntó preocupado.
—Seguimos una señal fuerte de cristales Clarianos, traíamos con nosotros una porción del pilar del origen y a una hija de Chrystal como recolectora. Ella se adentró entre un muro de metales luego encontramos oro, repentinamente nos caímos en una pequeña pendiente, seguimos un túnel largo, aunque el oxígeno fue casi nulo, entonces la sacudida dejó caer una piedra que fue hundiéndose en un enorme agujero. Nos quedamos atónitos ante una puerta ingente marcada por una runa negra, aquella puerta respondió a la hija de Chrystal, ella flotó abriendo la puerta.
—Continúa... —Señaló Luka observándola con seriedad.
—Hicimos lo mismo, la seguimos. Al entrar no pudimos ver nada hasta que Fara encendió una antorcha luminosa. Parecía un santuario olvidado, las fachadas internas estaban destrozadas, lo más sorprendente fueron los diamantes de tamaños proporcionales. Cinco de los jóvenes que me acompañaban fueron arrastrados hacia ellas, al ser absorbidos la sangre escurrió a través de ellos, uno se rompió devorando a la hija de Chrystal, creció transformándose en un Wyvern, huimos con tres jóvenes, el resto murió. Tuvimos que sepultar el lugar para que no escaparan.
—¿Entonces jamás desaparecieron?
—No lo sé. Pero si ellos están vivos debe ser por alguien más fuerte, alguien a quienes ellos estén vinculados. Y solo se me ocurre uno...
—Belenos, el conquistador. —Dijo Luka terminando la frase de su hermana— ¿Puedes regresar? ¿Te sientes bien?
—Si puedo volver, por ahora el portal esta roto, debemos repararlo. Demorara un poco, pero creo estar de regreso mañana. Ametz debe saber lo que ocurre.
—Comunícate conmigo cuando lo hagas.
Zivit se evaporó como fragmentos de arena, Luka no se movió por varios minutos después de repasar la situación. Luego mentalizó un conjuro imaginando la cámara de comunicación con Ametz. "Llamado a distancia" —terminó de recitar—. Pronto la arena se elevó creando la silueta de un hombre de baja estatura y cabello abundante.
—¡Luka! —Dijo el hombre con regocijo.
—Hanel. Necesito hablar con su eminencia, es urgente.
El asintió marchándose en busca de Ametz. Minutos más tarde apareció con unas hojas color pergamino en su mano. Cerró la puerta quedándose a solas con Luka.
—¿Qué ocurre?
—Lamento interrumpir, pero hay algo que debe saber con urgencia.
—Habla.
—Zivit dijo que la mitad de su grupo fue devorado por wyverns, estaba en una mina abandonada en la Tierra, pero algo ocurrió. ¿Cómo es que existen santuarios de dragones en la tierra?
Por unos instantes Ametz no dijo nada. Su rostro impávido armonizaba apenas sus pensamientos.
—¿Estás seguro? Y si Zivit solo estaba alentada o delirando.
—Mi hermana jamás haría una broma de tal magnitud, además; cuando estuve en Tenebris una niña atrapada por la maldición de Astrae me dijo que uno de ellos aún vivía y su marca de esclavitud no se había borrado. La advertencia de la niña fue para prevenirnos. He estado tan ocupado que casi lo olvidé, y con todo esto que está ocurriendo creo que lo mejor sería volver a Altair.
—Luka, no te preocupes. Aunque lo mejor es traer de vuelta a Eileen, ella aún posee el vínculo. Podría ser un peligro si alguien drena energía desde el Ida a través de ella. Por el momento no hay alteraciones que requieran tomar decisiones tan radicales, aunque sugiero que puedas conocer el Valle Infinito, está lleno de secretos, sin importar lo que ocurra, recopila todo lo que puedas.
—Entiendo. Entonces seguiré en marcha.
Después de abandonar la habitación, salió por fin a recorrer las calles, se perdió entre varias tiendas de variedades y artículos viejos. Cuando sintió hambre buscó algún lugar para cenar. Por desgracia era demasiado tarde. Decidió volver a la casa de su hermana para satisfacer su hambre. Fue a despedirse de sus sobrinos, pues marcharía a temprana hora.
La noche pareció desvanecerse con premura cuando el sonido de las primeras aves del alba lo despertaron. Se apresuró a cambiarse de ropa, por suerte Zivit aún conservaba su ropa desgastada en un armario viejo. Estaba descansado y recuperado de toda la travesía que había recorrido inesperadamente; tomó un baño que le revitalizó por completo.
Tomó una mochila pequeña metiendo sus cosas y una libreta vieja y desgastada. Salió tomado de la cocina una manzana y agua. Cerró la puerta con suavidad a modo de no despertar a nadie. Se encontró con la sorpresa de ver las calles concurridas y llena de ventas. Tomó una calle recta, luego se desvió por un callejón donde quedó estático.
—¿Qué haces aquí tan temprano y vestida así?
Él aun no comprendía como es que Raizel estaba descalza y con las manos sudorosas. Su rostro se ruborizó.
—No lo sé —Dijo por fin agachándose y ocultado su rostro—. No recuerdo nada.
Luka se acercó a ella. Al tocar sus manos sintió el calor recorrerle la piel. Raizel estaba ardiendo en fiebre.
—Sostente de mí, te llevaré a casa. —Indicó el levantándola con cautela.
Raizel dio pasos lánguidos, como si el cuerpo le doliera. Su respiración agitada preocupó a Luka, el supuso que caminaba sonámbula; aquella conjetura quedó descartada cuando notó en su nuca una magulladura grande. Pensó que estaba alucinando pues unas líneas verdosas le recorrieron parte del rostro. El temor aumento cuando ella tosió sangre.
Sus ojos se cruzaron, no hubo necesidad de pronunciar ni una palabra. La llevó con los galeones de aquella sección, agradeció la bondad de desconocido que lo ayudó a encontrarlos. Una chica de cabello rojo y trenzado la atendió. Al ver a Raizel se sorprendió. Luka estaba pasmado al ver los tobillos de ella llenos de rasgaduras.
¿Qué le había ocurrido? ¿Por qué no recordaba nada?
¿Quien la había lastimado? ¿Por qué? Con la intranquilidad de irse solo así, decidió decirle a la encargada de sanar a Raizel que avisara a su familia y que les asignara unos guardias. Se despidió de ella aun inconsciente. Salió a toda prisa para buscar una puerta dimensional hacía las afueras del reino. Con la respiración jadeante había sido el último.
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