35. RETO
Raizel y Zed estaban por adentrarse entre los árboles que cubrían gran parte del hogar de los Clarianos. Había varios árboles de bellasombra y otras clases de plantas altas y frondosos, siguieron a toda prisa, lo único que pensaba Raizel era encontrar una puerta dimensional para llegar a Witchlight. Entre la prisa y sus nervios perdió interés del panorama que la rodeaba hasta que una voz hizo que se detuviera.
—¿Raizel cómo les ha ido? —Preguntó la señora Eire. Tan distinta a todos los Clarianos. La única de cabello blanco como la nieve y ojos blanquecinos y piel morena, como si el sol se hubiese empeñado en colorear su piel. Su baja estatura de algún modo no pasaba por desapercibido. Sin embargo, era hábil. Pues era una general retirada que aun custodiaba las afueras del reino por placer.
—¡Lo hemos logrado! —sonrió—. Debemos irnos, nos están esperando, pero me tranquiliza verte.
—No los detengo más tiempo. ¡Váyanse!
—Todos son muy llamativos, este parece ser un lugar bastante peculiar. —Expuso Zed observando a los Clarianos pasar.
—Puede ser —respondió ella sin voltearlo a ver—; aunque estos años muchos han nacido diferentes, lo cual ha preocupado a nuestros líderes, supone un problema grande. Lo mío no es tan grave solo nací sin desarrollar bien mis dones, esto no me permite brindar mi energía como los demás.
—La parte de la dar tu energía... no lo comprendo, pero creo que debería alejarme de ti o podrías contagiarme con tu mala suerte. —recitó Zed comenzó a correr.
Raizel se rio a secas. Podía ser cierto. Dejó de pensar en ello cuando vio la puerta cerca de una tienda de alimentos, corrió hacía ella abriendo la puerta para cruzarla enseguida. Ahí estaba Witchlight. Entre los árboles se notaban sus dos torres en forma de conos.
—¿Ahí vamos verdad? —Advirtió Zed—. Pero hace unos mementos estábamos en la ciudad. Quiero una de esas puertas en mi apartamento.
—Podrías, pero no creo que funcione en tu mundo.
—Solo tenías que decir que sí. Eres tan buena matando mis ganas de soñar.
Ella se volvió a reír. Parte de eso era verdad, Raizel no tenía un sentido de humor aceptable, su boca solía acabar con la fluidez de una conversación.
Llegaron a la entrada principal donde el túnel de árboles de jacaranda los recibía junto con el céfiro matinal que hacía danzar a las flores de los arboles floreados y que cayesen al suelo y otras se dejaban llevar por el aire hacia los lados quedando posadas en el herbaje verde. Raizel sintió alivio al observar todo sin alteración alguna, los estudiantes de nuevo ingreso lucían muy animados.
Varios chicos hablaban sobre sus asignaturas mientras ingresaban al edificio, ellos estaban cerca de entrar también, antes de eso volteó la mirada hacia otros jóvenes nuevos que combatían contra veteranos. Aunque ella había presenciado el más importante. Zed pareció interesado, pero Raizel no lo llevaría, los retrasaría más. Y al girar al lado izquierdo, un grupo de chicas iba acercándose. Al ver la cabellera rojiza supo quién era.
—¡Hay no! justo ahora ¿Por qué? —Declaró incomoda.
—¿De qué hablas? —Zed la observó en espera de una respuesta que le diera a entender la situación.
—No es nada. Solo démonos prisa.
Aime estaba lejos de la llegar a la entrada junto a las demás que la acompañaban. Raizel creyó que ella y Zed no se cruzarían con ellas.
—Miren quien está de vuelta. —Aime habló en voz alta y burlona—, no te esperábamos tan pronto querida.
—¿Cómo vas con tu entrenamiento? —Raizel levantó la mano para saludarla.
—He avanzado lo suficiente para estar en las preliminares, ahora soy candidata selecta del gremio de la élite de Witchlight —Se acercó a ellos—. ¿Qué descortés de tu parte no presentarme a tu amigo?
—¡Disculpa por no hacerlo! —Asintió Raizel con ganas de lanzarle un ladrillo en la cabeza—, Zed ella es Aime.
—¡Mucho gusto!
—El gusto en mío —respondió Aime ampliamente—. ¿Eres nuevo?
—¡Si! Raizel me está dando un recorrido.
—Si tienes alguna inquietud. Puedes decírmelo Zed. Llevo más tiempo aquí que ella, —sonó socarrona—, conozco la academia como la palma de mi mano.
—¡Gracias! —Respondió Zed sin esconder lo encantado que estaba por ella.
—Zed, ¡límpiate la boca! —dijo Raizel dejándolo atrás.
Sin pensarlo Zed paso sus dedos en sus labios, al entender la referencia comenzó a reírse.
—Nos retiramos. Tenemos entrenamiento. —Finalizó marchándose con su grupito, al tiempo que llamaban la atención de los estudiantes nuevos...
Raizel vio como Zed se despedía como un niño embobado por su nuevo juguete. No era de extrañarse. Era la envidia de muchas chicas por lo agraciada que era, era más alta que Raizel, de ojos claros y labios carnosos que destacaban sus pómulos pronunciados en su rostro anguloso. Luego recordó que Eileen era la piedra en sus zapatos, festejó al recordarlo.
Aunque Aime era la sabelotodo. Eileen se había encargado de dejarla mal en un concurso de pócimas salvajes para lograr resistir enfermedades provocadas por los virus de los portales cósmicos. Eso envidiaba Raizel, llegar a las grandes ligas como Aime, la multitalentos...
—Veo que se llevan muy bien. —Zed hizo un mohín en la dirección de Aime.
—¡Desde luego! La mejor amiga que tengo. —dijo ella con tono sarcástico.
Ingresaron a la academia y al llegar al pasillo adosado de ladrillos de color almagre vio algunos estudiantes limpiarla, estaban castigados por los superiores. El patio era de forma circular que dividía los cinco pasillos prolongados que se fundían imponentes; cada uno ellos, daba a una especialidad. Eran cuatro ramas existentes. El pasillo tres se divisó delante de ellos, algún día Raizel llegaría a entrar en ella, solo los miembros de la élite podían ingresar allí. Desconocía como era. Mientras que el lado derecho había dos pasillos igual que en la izquierda.
—¿Ahora qué sigue? —preguntó Zed con la mirada estudiosa sobre la academia.
—Deberíamos esperar.
Los chicos uniformados comenzaron a llegar. Los cursos de la tarde estaban por comenzar, por esa razón solo se había encontrado con chicos nuevos sin uniforme, la multitud fue agrandándose. Algunos los miraban y susurraban con extrañeza, para ella fue incómodo. Raizel vio a un grupo de estudiantes llegar con el uniforme que identificaba a los de las ramas de las ciencias herbológicas y galenos.
Raizel extrañó su uniforme, le gustaba portarlo. El uniforme de todos los estudiantes de la academia era del mismo diseño diferenciándose por el color según su rama de especialización.
La de ella era una camisa manga larga color verde menta y un pantalón negro. Todos usaban un blazer. El de los Herbologos y galenos era de color blanco con varios botones dorados decorados en sus hombros y en las mangas, varios bordados de líneas color verde esmeralda se deslizaban por debajo de los botones destacando la elegancia de su costura en conjunto con el logo que los identificaba, una rama circular cubierta de hojas verdes junto a un ave con las alas extendidas cocidas en la parte superior izquierda del blazer. El uniforme de los hombres era igual, aunque el blazer era que usaban era más.
Otros estudiantes portaban camisas blancas con logos de un planeta con anillos. Y otros con espadas cruzadas. Solo pocos llevaban el blazer negro de eventos.
—Deberíamos de ir a mi facultad. Vamos a buscar algunas cosas, es un martirio estar parada aquí.
—Yo me siento fuera de lugar. ¡Qué esperas, vamos!
Raizel y Zed cruzaron tomaron el primer pasillo del lado derecho para ir al área de herbología donde un arco grande decorado de ramas y libros en perímetro y en el centro de arco el logo de la faculta les daba la bienvenida. Había varios ingresando al igual que ellos. Luego traspasaron una barrera a simple vista no se percibía hasta el momento en el que lo cruzaban, se incorporarse en un nuevo corredor circular empañado de claridad donde cinco puertas fueron lo único visible, cada uno según el nivel que alcanzaban los estudiantes. Raizel estaba en el segundo año.
—Vamos Zed. Quiero sacar algunas cosas de mi salón.
—Después de ti.
Caminaron en dirección a la segunda puerta. Cuando abrió la puerta se encontró con la mirada de Daira, la chica de cabello castaño y trenzado y piel morena corrió a su encuentro dejando a un lado algunas plantas y zetas para lanzarse a los brazos de su amiga.
—¡Oh! Raizel ¿Estás bien? Estaba preocupada. —dijo Daira estrechándola con más fuerza, era de baja estatura, de ojos claros y de nariz corta donde posaba un piercing plateado.
—Lo estoy, pero Eileen. —Raizel no le había comentado nada, se había olvidado de todo lo que la rodeaba.
—Me he enterado. No pude ir al festival, mi madre falleció.
—¡Lo lamento! No me pude despedir de ella.
—Sabíamos que pasaría. Ella está en un lugar mejor. ¿Y él quién es? —preguntó con una sonrisa pícara.
—Zed. —Respondió Raizel sin añadir más información, no quería más interrogatorios.
—Daira, ¡encantada! —Extendió el brazo apuntando su palma para encontrar la de Zed.
Daira era la mejor de la clase, con una increíble habilidad de fusionar las especias y estudio aplicado de los cuerpos contaminantes. Su salón había recibido halagos por la forma de avance por ella, pero Daira estaba temerosa de que la trasladaran a la clase avanzada. Raizel estaba pro decirle algo cuando apareció Karl.
Era un chico alto y delgado, de rostro rectangular y de ojos azules como el mar que se encontraba en ese momento cansados. Sus labios caídos se veían casi resecos. Talvez habría estado de nuevo elaborando algún nuevo veneno. Pero en el fondo ella admiraba su entrega, su honor estaba por encima de todo. Lo repetía muchas veces, por su padre. Un centinela prodigioso de las familias principales de los Luveratu. Con el título de Caballero Invictus, y Karl estaba orgulloso de eso.
—Cuanto tiempo sin verte Raizel. —Karl llevaba unos libros gruesos en los brazos.
—He venido a hacer algunos antídotos. —Respondió ella con rapidez.
—Que oportuno soy. Me dirigía al laboratorio. ¡Vamos! ¿Daira tú también vienes no es cierto?
Ella asintió.
Había dos puertas en el fondo, una era para la práctica y otra para la teoría. Tomaron la puerta de lado izquierdo. Karl abrió la puerta. Todo seguía igual. Varios estudiantes estaban trabajando, de pronto los recuerdos le llovieron, Raizel vio la silla donde usualmente Lain se sentaba a elaborar algunas pruebas con gases y venenos tóxicos cuando ellos tuvieran un examen o en otras ocasiones él estaba parado supervisando la elaboración de antídotos, pócimas entre otras cosas.
Alguien más había ocupado su lugar, un nuevo instructor se encontraba parado junto a Pelsie la chica de los cabellos alborotados y mirada escrupulosa. El instructor era moreno y bajito, de cabello rizado y ojos negros como la noche.
—Profesor Kim. —Llamó Karl—, he traído los libros que me pidió.
—¡Gracias! —El profesor se acercó a ellos—. Puedes comenzar con la elaboración de antídotos contra toxinas Karl.
—Claro, profesor, le presento a nuestra compañera Raizel, ella es la que se aventuró entre los guerreros honorables de los reinos, una de nosotros, no una guerrera.
—¡Así que eres tú! —La observó de pies a cabeza— ¿Y él también debe ser estudiante de esta facultad? —Miró a Zed.
Raizel no supo que decir enseguida. Debía de pensar alguna excusa y pronto; si ella decía que Zed era estudiante de herbología el instructor revisaría la matriculación de cursos, entonces estaría en problemas. No estaba permitido ingresar a terceros no inscritos. Descubrirían su mentira, puesto que todos los que ingresaban en las instalaciones de Witchlight quedaban registrados, activos con una luz verde. Era un nuevo sistema que había desarrollado los que se especializaban en las ciencias mágicas y tecnológicas.
—¡Mucho gusto profesor! —Raizel le sonrió nerviosa—. Él se ha transferido por sus sobresalientes, procede de otro reino, quisiera entrar en detalles, pero me hacen falta ciertos antídotos. —Karl y Daira la miraron sorprendidos—, No cuento con mucho tiempo.
—Karl y Daira te ayudarán. —Aunque no he recibido ninguna actualización de matriculados, dudo que también ya te hayas inscrito.
—Pensé que mi madre... bueno, lo olvidó. Ella ha tenido las cosas difíciles espero que lo entienda. ¿Podría verificarlo?
El instructor estaba poco convencido. Se alejó dejándolos trabajar. Raizel estaba un poco inquieta, por lo menos se centraría en sus pócimas para relajarse. Comenzaron a sacar varios instrumentos de elaboración de medicamentos, Daira fue a buscar varios frascos de hierbas secas, semillas y flores.
—¿En qué puedo ayudarte Raizel? Me estás haciendo sentir un inútil —Indicó Zed sacudiendo su cabello con sus dedos.
—Espera a que esté listo todo lo que vamos a necesitar. Karl ¿puedo pedirte algo?
—¿Que necesitas?
—¿Puedes elaborar un veneno potente?
—¡Debes estar loca! ¿A quién piensas matar? —pareció pensarlo, luego agregó—: a estas alturas cualquier cosa puede pasar.
—¡Gracias Karl!
Daira traía consigo varios frascos en la mano. Zed se acercó a ayudarle con las cosas. Entre tanto Raizel comenzaba a verter varias plantas, aceites y flores para los moretones y raspones externos. A Daira le había pedido que hiciera antídotos para las lesiones internas del cuerpo, ella no dudó en aprovechar la mano extra de Zed, le daba instrucciones de lo que necesitaba para comenzar la fusión de las pócimas.
Alguien ingresó en la puerta. Era Dimitri.
—¡Raizel! ¿Porque desapareces sin decir nada? Es una irresponsabilidad de tu parte, no eres una niña.
Raizel se detuvo, sintió su rostro acalorarse y ser observada.
—¡Lo lamento! Necesitaba más provisiones. Ya hemos acabado. —Mintió
Daira lo entendió enseguida. Ella pasó una mochila pequeña, esa era especial en ella se acomodaban los tubos y frascos de las pociones, Raizel comenzó a meter todo lo que había hecho Daira al igual que lo que ella había elaborado sin terminar.
—Karl dime que ya has acabado ¡por favor!
—Necesito un minuto más. —La mirada de Karl estaba concentrada en lo que hacía.
—Daira dame un frasco por favor.
Ella se lo entregó de inmediato.
—La consistencia no es la correcta. ¡Te lo llevaré después!
—No te demores —respondió Raizel guiñándole el ojo.
—Excelente idea Karl. —Expresó Dimitri—. Ahora vamos. De todas formas, estaremos el resto del día aquí. ¿Y para que los necesitas Raizel? ¿Vas algún lado?
—No. solo podría servirme.
Raizel se sonrojó. No lo necesitaba, pero debía de estar preparada ante cualquier cosa, así como los guerreros, ella poseía sus armas y esas eran. Pócimas.
Ellos abandonaron el salón, al salir de la facultad varios estudiantes se quedaban observando a Dimitri, él no frecuentaba mucho a Witchlight, era alguien famoso, una leyenda para muchos por sus hazañas, iba delante de ellos con pasos firmes e imponentes. Raizel se quedó parada unos segundos asimilando por fin donde se dirigían. A los salones de la Élite, donde estudiaban los Clarianos sobresalientes.
El pasillo pareció largo de cruzar por un tiempo, Dimitri se detuvo delante de una pared, pronto algo se activó en su muñeca, era un brazalete oscuro y delgado que emitió una luz plateada, el piso se sacudió al tiempo que un pasadizo se abría ante ellos. Al seguirlo Raizel escuchó como se cerraba de nuevo la pared, luego se encontraron con un corredor a cada lado, parecían largos como si no hubiese nada a la deriva. Cuando ella pensó que no acabaría de caminar nunca, una onda atravesó todo su cuerpo. Era un campo de protección.
Al cruzar la barrera, había otro patio pequeño con árboles pequeños y podados donde el aire danzaba entre sus ramas y hojas, Raizel vio que era una especie de domo donde la luz residía solo en aquel jardín. En su centro se divisaba una cúpula en lo alto, por lo que la luz del Sol emitía un rayo de luz entre unas claraboyas dentro del domó imbuido. Como si algo hubiese detectado su llegada, las paredes comenzaron a girar como combinaciones de una caja fuerte, diez puertas aparecieron alrededor de ellos.
—Raizel a partir de ahora continuaremos solo tú y yo. —Dimitri se detuvo, levanto las manos llamando a un joven que estaba de guardia,
Raizel se preguntó si había estado ahí o no.
—Lo estábamos esperando. —Dijo el Guardia.
—Escoltelo a la tercera habitación. ¡Custódienlo! Él no debe salir de la habitación hasta que la reunión haya terminado.
Zed se fue con el guardia sin pronunciar ni una palabra. Ella se quedó ahí, hasta verlo entrar a la tercera puerta, tal y como lo había ordenado Dimitri.
—Es una orden del concejo —argumentó Dimitri—, no podemos dejar que alguien particular tenga información de ningún tipo acerca de nuestra estrategia.
Dimitri tenía toda la razón.
—¡Sígueme! El concejo está esperando.
Comenzaron a caminar de nuevo rodeando rápidamente el patio. Luego se adentraron en una de las puertas del lado izquierdo, el número siete, cada una de ellas tenía un número escrito en romano. Cuando ingresaron una habitación iluminada fue lo que sus ojos divisaron. Los miembros del concejo se encontraban ahí, a excepción de Arwen, su ausencia aun sopesaba. Los líderes de los reinos se ubicaros en una silla alrededor del pequeño proscenio desgastado por el paso del tiempo. El resto de sus amigos estaban sentados en unas sillas en forma circular.
—Podemos comenzar —espetó Padme mientras le dirigía una mirada frívola a Raizel.
El salón tenía una mesa grande, y un estante de papeles antiguos enrollados. Con una fila de libros entre unas galeras altas y angostas. En el fondo se encontraba una pizarra antigua y limpia.
—Mientras ustedes no estaban, nosotros rastreamos a Eileen. La hemos localizado hace poco tiempo, abandonó las tierras de Adhara, pero algo ocurrió. Perdimos su pista en los mares de un reino más allá del confín.
—¿El Valle Infinito? —Reiteró Dimitri—. Esas tierras fueron dejadas a manos de su regente. Ella no es alguien que podamos abordar con facilidad. Lo que hay ahí es...
—El camino hacia la muerte. —Padme articuló las palabras con seriedad—, tomarán tres días en llegar a la entrada del Valle, es un lugar inexplorado además de la existencia de una infinidad de mundos alternos que conectan con sus mares. Eileen debe volver o todo se desmoronará, entre más tiempo este fuera, más débil se volverán las venas del Ida implantadas en la casa de los Luveratu.
—Hemos encontrado otra alternativa —Era Nouri quien se acomodó en una silla.
—¡No hay tiempo! —Intervino Luka—. Ese mar es extenso, y muy peligroso.
—Esa es la razón por la que estoy aquí —La directora de Witchlight, Naroa cerró la puerta—, yo lo soluciono. La matriarca ha enviado un mensaje, dice que Eileen se encuentra a salvo, pero como toda negociación requiere un incentivo, expone que no la liberará hasta que lleguen con lo que ella ha pedido.
Naroa vestía una falda negra que le llegaba hasta las rodillas, una blusa roja manga larga con el logo de Witchlight era una corona dorada. Sus tacones sonaron a cada paso que daba mientras se acercaba más a ellos. Su sonrisa altiva cargaba consigo cierta tranquilidad, añadiendo su hermosa cabellera café y sus magnéticos ojos verdes rodeados de pestañas abundantes que hacia sobresalir sus labios finos y delgados además de su hermoso rostro alargado lleno de pecas.
Las cosas se iban acomodando en su lugar, pronto Raizel comprendió la repentina visita de Naroa al Castillo, ella podría trasportarlos al Valle Infinito. Aunque indagara en su memoria no tenía nada de información del lugar o lo que era. Los textos antiguos no lo mencionaban, los libros cronológicos desde los primero Linajes no tenían registros de aquellas tierras.
—Mi límite será de tres personas, no más. Cuando Eileen regrese serán cuatro, no puedo arriesgarme a sobrecargar el portal.
—Ya lo discutimos, Dimitri ira con Naroa y Luka. Los demás podrán volver a sus reinos cuando lo deseen o quedarse, será su elección. —Aseguró Padme.
—Las cosas han estado alterándose. Nouri sigue investigando los cambios que han ocurrido, es mejor que uno de los muchachos acompañé a Dimitri, existe la probabilidad de una desviación de los mundos. Clarus podría estar en peligro. Los demás Reinos han reportado acontecimientos extraños. —Ametz se acomodó en la silla y siguió hablando—. No se demoren, ahora más que nunca debemos de crear medidas contingentes.
—No queremos causar pánico o hacer que el enemigo sienta que nos damos cuenta de que algo ocurre. Esto causaría conflictos. —Aseveró Padme recorriendo con brevedad el pasillo—. En cuanto al muchacho, Dimitri ya nos puso al tanto, el volverá a su mundo, le borraremos la memoria para que no recuerde nada de Clarus.
Raizel estaba rígida. Sabía las leyes impuestas, la muerte por un mortal o el exilio. No habría modo de hacer que se quedará. Era inevitable, lo echaría de menos. Ella lo recordaría, pero él a ella no. por otro lado sintió un alivio en todo su cuerpo, Eileen estaba a salvo, no sabía cómo, pero no estaba más en peligro.
—Por ahora ocultaremos la llegada de Eileen. Habremos de fingir que ella aún sigue con el enemigo.
El ambiente se puso silencioso y tenso. Nadie dijo nada durante un tiempo, hasta que la voz de Naroa desapareció el aire fatigoso:
—Antes de que se marchen podrán relajarse. —Continúo ella hablando muy entusiasmada—. He preparado una justa en honor a Caleb, estamos consternados, pero también le demostraremos nuestro respeto con un juego olímpico. Hay un grupo de jugadores que se ofrecieron, faltan los contrincantes. ¿Qué les parece?
—¡Me apunto! —Nait sonrió ampliamente.
—¡Yo también! —Afirmó Tairy.
—Como en los viejos tiempos. Propongo que todos los que fueron a Tenebris participen, a excepción del mortal. —Dimitri mostró un semblante eufórico.
—Tienen aproximadamente unas horas para descansar, deberán estar treinta minutos antes para alistarse. —Dijo Naroa viendo el reloj de su mano— Los implementos del juego están en la sección de los olímpicos. —Después de decir eso, Naroa desapareció del salón.
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