28. CONTROL
Su deseo de librarse de lo desconocido gritaba por dentro y que dejase de adormecerse. Abrió los ojos, por fin un alivio la invadió al ver al Ángel frente a ella. Había regresado. Pero la pesadez de su cuerpo era amarga, jamás se había sentido tan cansada y desorientada mentalmente. Su cordura estaba siendo cuestionada ante lo que no podía explicar.
—¡Has vuelto! —El ángel se encontraba encorvado sobre una piedra—. Pero fallaste, te quedaste inconsciente cuando te dije que no lo hicieras.
—No pude evitarlo... Siento que voy a vomitar, tengo una extraña sensación de vacío por dentro, me aturde, es como si hubiera muerto o no sé si la muerte se sienta de esa manera. —dijo con una sonrisa vacilante—, encontré a mi hermana. Creo que hice algo, aunque no estoy segura del porqué, vi un resplandor en su brazo, la toqué, después de eso viaje a quien sabe dónde.
—¿Quién es exactamente tu hermana? ¿Por qué tanto interés en ella?
—Ella resultó ser la nueva Meraki. —Explicó Raizel con tono desconcertante—. Es una especie de vinculo, poder y vitalidad, quiero decir...
—Lo sé. —Intervino el Ángel—. Es la reencarnación del primer vinculo, los primeros mundos, el primer sacrificio. La vitalidad. El cosmos ha de haber intervenido para unirlas a las dos en una misma familia. Eres la otra cara de la moneda. En los primeros años de la tierra la existencia de los mortales siempre se vio como un cataclismo inevitable. Jamás entendieron la gracia de la vida en la que ellos han sido albergados.
—Lo único que importa ahora es salvar a Eileen. ¿Y mis antepasados, interactuaban con los mortales?
—¿Cómo crees que algunas civilizaciones hacían sacrificios a la madre naturaleza? No comprendieron la filosofía de la vida que les enseñó, los Clarianos trataron de explicarles la importancia de mantener el balance sobre la tierra. ¡Jamás advirtieron las consecuencias de sus actos! Y muchos siguen sin entender. Las primeras civilizaciones ofrecieron sacrificios, vidas humanas, creyeron que con eso sanarían a la tierra de la destrucción, otros con posesiones valiosas, inútiles al final de todo. Ellos pudieron cambiar el curso de la historia, pero los humanos que proclamaron a tierras y a sus iguales como suyos se dividieron conduciéndolos a su propia destrucción, por lo que los Clarianos nacieron para ese cambio, ser el alimento para la vida de la tierra.
—Eso quiere decir que nuestra existencia es ser solo una herramienta. —Raizel enfureció al escuchar aquellas palabras— ¿Quieres decir que mi hermana es la ofrenda al Ida? ¿y para qué? ¿Ser una fuente de alimento para mantener vivos a los mortales? Mi hermana no debe ser nada de eso. Entonces lo mejor fue dejarla fuera del alcance de todos.
—Todos tienen un rol que cumplir, el suyo es ser el adminículo para la vitalidad de la tierra. Veo que aún no entiendes que se ha desencadenado con todo esto. ¿Eres tonta o qué? —El Abaddon mostró un semblante juicioso.
—No lo comprendo, ¿que hice mal? —Raizel no lo entendió—. Si vas a decirme que he hecho mal, ¡hazlo! Amonéstame en lo que he fallado.
—No estoy de broma Raizel, usar el Delta Luminoso tiene un precio. Debes de sacrificar algo, en tu caso —se puso serio— ¡Tonta! ahora estas atada a la Fuente, no robaste el don de tu hermana; le quitaste la conexión que unía Eileen con Siel Eso significa —elevó la voz—, que ahora la portadora del vínculo con el Ida, eres tú. Es el precio que debes pagar, ¿podrás con esto? Ni siquiera te imaginas lo complicado que es, no tienes escapatoria, ni poder para soportarlo.
—¿Qué? ¡No puede ser! —Raizel se quedó en seco— ¿qué debo hacer ahora? ¿Y si Lain mata a Eileen ahora que no le queda nada? Y si por ello los miembros del consejo deciden abandonarla.
—No lo entendiste... Me refiero a un nuevo vínculo, tu hermana no está atada a la maldición del Ida, pero tu si... Tu pagarás el precio de su vida, el dolor que significa ser Meraki, una maldición nacida desde el sacrificio de Siel. Si antes no estabas conectada con el don de ella ahora sí. Podrías usar también el poder del Ida a costa de tu vida, pero tu hermana no, ella se ha convertido en un prodigio con un don ilimitado que nadie podría obtener, todo ese poder la vuelve la más fuerte de todos Clarus. En cuanto al muchacho, te aseguro que no puede acceder a esta dimensión; ¿el té reconoció?
—¡No! —Respondió negando con la cabeza.
—¡Es de esperarse! el Delta Luminoso oculta a su portador se vuelve indetectable ante el ojo de los seres humanos y los Clarianos. En mi caso puedo divisar la identidad propia del portador, e inclusive lo empíreo. En ti veo emerger la maldición de las espinas, consumirá tu alma, tu espíritu, y eso que el efecto aún no ha aparecido. Raizel, debes quedarte unos días. Detendré el flujo del tiempo en esta dimensión sin alterar la de Belankrab. En imprescindible que aprendas a controlar el Delta Luminoso; si quieres vivir.
—¿Qué hay de los demás? —estaba inquieta, luego se atrevió por fin a pronunciar lo siguiente—: ¿Qué ocurrirá con mi madre, si le he arrebatado el vínculo?
—¡No te preocupes! Ellos estarán bien, Belankrab es un buen amigo, no le hará daño a ninguno. En cuanto a Siel, ha sido como el eslabón perdido, la única de su tipo que quedó atada para siempre al Ida, ella es casi un prodigio cósmico, pero ahora tu hermana la ha superado. Siel Sigue intacta en su propio mundo.
Al escuchar esas palabras se sintió aliviada.
—¡Qué alivio! —dijo ella con más tranquila—. Belankrab me cayó muy bien. —Agregó con cierta ironía— ¿y los otros que tuvimos que matar? ¿Porque son tan distintos a ti?
—Todos gozan del libre albedrío. Hacen lo que quieren, son tan obstinados que no les importa matar o morir, esa es su naturaleza y la razón de su existencia. El único que concuerda conmigo es Belankrab, aunque su neutralidad es la balanza de Tenebris.
El ángel comenzó a caminar y dijo:
—¡Sígueme!
Raizel obedeció, mientras caminaban observó las hermosas alas oscuras y relucientes del Abaddon, su aspecto vigoroso estaba fuera de ese mundo, quiso tocarlos, pero no lo hizo.
—Aun eres joven, —dijo sin voltear a verla—, deberás decidir de qué lado estas, en qué clase de mundo deseas vivir, cuanto conoces de el y como deberías vivir.
—Soy joven, tienes razón. Y también acepto el hecho de no haber pensado en la vida que quiero, me he enfocado en mí, en mis posibilidades. He sido la sombra de mi hermana, no me molesta, todo lo contrario, me hace muy feliz. Podría ser la razón que me ha hecho conformarme y dejar para después un futuro al que le temo. El fracaso para mi es siempre una posibilidad y no puedo imaginarme así, no sabría cómo superarme. Lo siento si soy cobarde y conformista, al contrario de los que nacen con dones maravillosos yo debo esforzarme más que ellos para no quedarme atrás.
—Que tus miedos no te aten y enmudezcan tus sueños. Aprende a confiar en ti y tener fe en todo lo que haces.
Las palabras la acariciaron otorgándole un consuelo que negaba. Muy en el fondo de su corazón lloró por sus palabras de aliento, suficientes para levantarla y evocar la fe en su frágil ser que en algún momento permitió que se fuera aislando de lo que en verdad quería. Él ángel prosiguió:
—Cuando comiences a unirte totalmente con el Delta Luminoso experimentaras la visión que tiene, verás lo que quiere que veas. No sé cuánto tardes en aprender a controlarlo, pero entre más lo hagas; más consumirá tu ser. Al no hacerlo, tu voluntad se ira convirtiendo en la herramienta del Delta Luminoso para que pueda cumplir su propósito basado en la justicia que tú le has de enseñar.
—¿Mi voluntad? Como podría hacerlo, no parece peligroso.
—¡Lo es! aun no comprendes su poder. ¡Hemos llegado! —Indicó.
Aleteó ligeramente sus alas, luego la bruma fue desvaneciéndose hasta fundirse con la claridad que se adueñó de todo el lugar.
—¿Dónde estamos? —Preguntó ella apreciando un templo. Pero no tuvo respuesta.
Raizel estaba impresionada por el enorme templo de tholos de color ocre que se hallaba inmaculado entre una planicie rocosa donde algunos árboles alzaban sus copas a lo alto, se encaminaron en la rampa de entrada. El piso destellaba marcas de humedad el paso de los milenios. La construcción era de mármol acicalada con varias krepis a sus costados que había sido afectado por el tiempo; en cambio los pilares adosadas en su alrededor estaban en perfectas condiciones pulidos con un acabado de hojas de acanto y caulículos bellamente detalladas en todo el capitel del templo. Al entrar en una puerta de madera con detalles de un ojo atravesado por una espada Raizel preguntó:
—¿Que este lugar?
—El templo del olvido.
—Que nombre más inusual. —anunció ella sin imaginarse porque tenía un nombre así.
—pronto comprenderás porque se llama así.
Cuando ingresaron al naos, había varias cadenas enormes que se sostenían en diez pilares que daban a una jaula oxidada de gran tamaño. Raizel elevó la vista notando cuatro frontones que resultaban poco agradables si cayesen encima de ella y varias acroteras en las que posaban dragones pequeños y tallados con prolijidad. En la cúpula había varias troneras en forma de una media luna, mientras que en el cetro de la cúpula un tragaluz daba la forma del sol; a pesar de su aspecto imponente, se sentía sombrío.
—Esa jaula —señaló el ángel con el dedo—; fue diseñada por los Custodios Celestiales para contener el poder del Delta Luminoso, y ahí es donde vas a tratar de dominarlo. Pero antes de eso, debes recuperar energía.
—El tiempo se agota. —Respondió dudosa— ¿acaso importa?
—La cuestión es que estando dentro de la cámara del olvido, debes estar físicamente bien, y mentalmente claro; que es lo primordial. Te hará dudar para que te sometas a su poder y no debes permitirlo. Hay una habitación a la izquierda. ¡Ve!
Toma un baño, iré a buscar algo de comer para ti.
—¡Gracias! —Raizel estaba agradecida y a la vez sorprendida.
Ella no había dormido bien los últimos días, después de todo lo necesitaba. Al llegar a la puerta, el picaporte antiguo con forma de una pluma de color negro se movió para irse abriendo ante ella. Al entrar en la habitación encontró un contraste con el naos, este era cálido, las ventanas grandes y polvorientas contraían la claridad del exterior con la apariencia de una habitación normal, aunque las cortinas fueron las únicas de una apariencia bastante antigua de un color ocre, Raizel pensó que se encontraría con una calabozo o algo por el estilo, se había equivocado. al fondo cerca de una ventana estaba un ropero viejo, quiso abrirlo para ver si encontraba algo para limpiarse, encontró una toalla tan suave como una pluma de color blanco, la tomó enseguida.
A la izquierda había otra puerta de color blanco, al abrirlo Raizel se encontró con un jacuzzi hecho de terracota. Se aproximó observando la orilla del jacuzzi adosado de jaspe rojo bañado por la claridad que se asentaba por dos ventanas pequeñas en ambos lados de la bañera. Quitó sus botas sintiendo un ligero cosquilleo provocado por baldosas de piedra de color cobre. En la esquina del jacuzzi estaba la figura de un león sentado, medía alrededor de treinta centímetros. Sin meditar tanto se dispuso a buscar donde podría caer el agua. No encontraba la llave o algún botón para oprimir, buscó en todos lados, pero no encontró forma alguna de llenar el jacuzzi.
«—¡Genial! —musitó molesta en voz alta—. ¿Dónde podría estar? Oye amiguito, —Raizel se metió dentro del jacuzzi recubierto de piedra caliza— ¿sabes dónde puedo hallar la llave? —dijo mientras se acercaba a la figura del león—. Ahora me he vuelto loca, hablo con una estatua. —ella se inclinó, luego se sostuvo del león para levantarse, mientras lo hacía, se resbaló, Raizel quedó suspendida en el suelo de jacuzzi.»
Segundos después se abrieron varios agujeros de la pared del jacuzzi liberando una gran cantidad de agua que la empapó enseguida. Raizel trató de acercarse a la estatua del león, al sostener la mano en su cabeza, algo se accionó.
—Estupendo ¿ahora qué? —Estaba molesta—. Solo quería bañarme. Sin este tipo de sorpresas.
El león abrió la boca y de allí broto más agua. Raizel salió de la tina para quitarse toda la ropa. Se volvió a sumergir en el agua, ajustado a la temperatura que deseaba. Recostó su cabeza en el agua, pronto la rodearon pétalos de rosas y espuma, aquella era la función de las piedras de jaspe rojo cuando se activaban mediante la cabeza del león, puesto que estas se levantaban varios centímetros para extender sobre el agua aquellos detalles. Raizel sintió su cuerpo relajado. Por un momento se olvidó de todo. Era increíble el efecto de un baño tibio y revitalizador. Al salir, se recostó en un sillón antiguo de color escarlata.
Raizel despertó percibiendo que la luz se había marchado, dando lugar a la noche penetrante que era ligeramente consumida por las llamas de varios candelabros que caían en cada esquina de la habitación dejando ver las sombras de los muebles. Abrazó la cobija suave y gruesa que se encontraba encima de ella. Cuando movió la cabeza sintió el cuello adolorido, de pronto se sobresaltó puesto que no sabía cuánto tiempo había dormido. Lo primero que vieron sus ojos cuando intentó abandonar la habitación fue un canasto de frutas y agua en una mesa pequeña y en una silla que se encontraba al lado del ropero vio una un vestido negro y liso de mangas largas.
Agradeció que el ángel fuera tan considerado pues su ropa aún estaba mojada. Recogió el vestido y cuando la tuvo puesta sintió la ligereza en su cuerpo, sin embargo; le quedaba largo. Raizel estiró su cuerpo rejuvenecido por unas horas de sueño que la hicieron sentirse mejor, mejor de lo que había estado en días. Luego comenzó a ingerir algunas frutas, las sintió deliciosas, la naranja era su favorita; aquel sabor agrio en su boca fue placentero. Su cuerpo alivianado agradeció que llenara su estómago. Finalmente salió de la habitación preguntándose donde había ido el Abaddon por la ropa y las frutas. Debía de preguntarle. Pero no en aquel momento.
—¿Descansaste bien? —el ángel se acercó a ella con unos aleteos expeditos y elegantes.
—Si... —Respondió con una sonrisa.
—Es bueno saberlo, necesitaras toda la energía que poseas. ¡Escúchame bien! Tu voluntad se pondrá a prueba ahí adentro, nadie más que tú misma podrá enfrentar todo esto, debes estar totalmente determinada en tu decisión, si logras dominar el poder del Delta Luminoso habrás conseguido usarlo ¿Estas listas? —la miró con precisión.
—¡Sí! Lo estoy. —Echó un suspiro al aire.
Ella comenzó a caminar hacia la jaula oxidada que se hallaba delante de ella. Dio un paso dentro de la jaula sosteniendo su mano en uno de los barrotes, pero un hormigueo en las manos la hizo soltarla enseguida. Cuando estuvo dentro por alguna razón el viento ahí era más helado que en todo el salón del naos, y el cambio empezó pues todo había desaparecido, solo era ella.
—Raizel a partir de ahora estás sola. Elevaré la jaula Y entonces todo comenzará. Que tu voluntad sea tu fuerza y la fe tu espada.
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