16. LIBERTAD
Luka
La complejidad de su preocupación inundó su mente cuando trataba de comprender lo que debía hacer. Al enterarse que había aparecido la portadora del nuevo vínculo con Siel, no podía evitar sentirse inquieto, se unió a la milicia de Altair con el propósito de poder investigar más sobre el origen de los cinco Reinos y la custodia de cada pilar del origen designada a ellos generación tras generación.
Pasados los meses emprendió el viaje hacia el reino de Chrystal bajo las órdenes de Ametz, líder de Altair. Él también había mostrado preocupación. Adelantándose dos días antes de la reunión de los miembros del consejo, Luka tenía que saber más sobre la chica que sería coronada con el poder absoluto por encima de todos al igual que su unión con los pilares del origen y cuan peligroso era la aparición de la nueva Meraki. Situación que la mayoría de los ciudadanos desconocía a ciencia cierta por el temor de conocer alguien capaz de destruirlos.
Ahora lo sabía. Eileen había atraído la atención de los exiliados o tal vez... Alguien más siniestro. Era evidente que alguno de ellos se atrevería a usarla en contra de todos los Reinos y los clanes que aún seguían en la cima. Su convicción ferviente lo llenaba de una fuerza desconocida que le decía que debía volver sano y salvo a Clarus, y lo haría. Estaba observando con determinación a su contrincante quien batía sus alas en el cielo con una distinción que solo un monstruo era capaz de lograr. No deseaba matarla, quería liberarla. Aunque no podía saber a quién le pertenecía aquella alma que hacía renacer a Astrae. ¿Quién había sufrido tanto como para revivir a la deidad de las almas en pena?
Astrae bateó sus alas creando grandes ventiscas de aire con una violencia desgarradora que hizo trizas todo a su paso. El ambiente era peligroso. Cuando Luka recibió el primer aleteo reaccionó rápido, puso fuerza en sus piernas impulsándose a un árbol que se encontraba cerca. Luego desenvainó la espada que llevaba, bajó nuevamente esquivando fácilmente esa gran ventisca cortante que rugía por todo el lugar, en cambió Luka dibujaba rápidamente un círculo en el suelo con una tinta negra que escurría entre la espada y con la punta había formado el conjuro.
El centinela emitió un chillido como el de un cuervo, tan terrorífico como temerario. Luka levantó la vista y de pronto las alas níveas de Astrae liberaron miles de cuervos, inundaban el cielo grisáceo que se veía mortífero con sus ojos rojos que advertían miedo, volaron en dirección a Luka. Su plan era conducir a la criatura dentro del círculo y encerrarla dentro del conjuro de liberación, pero no podía atraerla por las aves que seguían revoloteando como enjambres de abejas.
Luka los eliminaba con destreza, pero su número aumentaba cada vez más. Se sobresaltó cuando vio a varios de ellos unir sus pequeños cuerpos oscuros con otro formando unos más grandes con dos o tres cabezas. Esto lo alteró. Además, influía el sonido irritante y sobrecogedor de las aves, tardó un poco en comprender que lo estaban alejando del círculo que había hecho, no funcionaría si el conjuro no se activaba primero. Por varios segundos bajo la mirada en su cuerpo impregnado de sangre, le provocó náuseas.
—¡Debo terminar con esto! —Pronunció Luka a regañadientes mientras trataba de evitar que los cuervos lo aruñaran con sus filosas garras.
Los cuervos lo tenían rodeado, y con un centenar de ellos atacando simultáneamente. Astrae seguía batiendo sus alas desplegando miles y miles de ellos, más que los anteriores. Luka estaba cansado. Si seguía de ese modo; moriría deshidratado. Furioso, dio varios golpes al aire creando una barrera temporal que le permitió repeler unos segundos el cumulo de cuervos con garras filosas. Fue su oportunidad. Avanzó hacía el círculo empuñando su espada al centro.
—libertas. —pronunció Luka activando el conjuro, instantáneamente un halo azul se formaba alrededor de la espada, emitiendo unas líneas atravesadas que surgían de ella.
Solo quedaba conducir a Astrae donde se encontraba el círculo. Luka sabía que no podía retirar la espada, de lo contrario el conjuro se desvanecería, además no podía permitir que recibiera algún golpe. Era riesgoso, aunque no tenía alternativa. Sin perder tiempo apresuró sus pasos hacía un árbol, pese a que no había aprendido totalmente como crear armas a través del elemento heredado, tomó una rama seca, con ello formó una espada de madera.
Apuntó la espada contra ella.
—Roca madre, arrasa como fuego a tu enemigo —el conjuro hizo emerger de la espada fragmentos de rocas filosas que se dispararon como balas en dirección a los cuervos.
Los cientos de cuervos cayeron como moscas al suelo sin poder levantarse. Las alas de Astrae dejaron de batir poniéndole fin al ruido incesante de las aves, instantes después desaparecieron sin dejar un ápice de su presencia, el silencio reinó desembocando el rigor de la quietud con una advertencia letal, una advertencia reflejada en los ojos oscuros del centinela, su oscuridad transpiraba rencor y una sed por la sangre que de pronto le helaba la piel a Luka. Aquellas alas lustrosas comenzaron a brillar como el sol, tan cegadoras y flamantes como el calor de la lava, una potencia que surcó en su cuerpo formando poco a poco una posición fetal al tiempo que sus alas la envolvían completamente.
Luka se tensó preparándose para lo peor. Como agujas viajando a la velocidad de la luz; las plumas de Astrae se dispararon hacía él sin que tuviese siquiera oportunidad de esquivarlas. Cuando perforaron su cuerpo, las plumas dejaron de brillar tornándose de un color carmesí. Sintiendo el palpitar de su corazón tan acelerado por la rapidez de la criatura, una parte de su cuerpo advirtió dolor, como si hubiese sido arrancada con violencia, al ver las plumas escurrir sangre se dio cuenta que ellas provocaban esa sensación extenuante, de modo que provocaban hemorragias pequeñas pero letales.
Él trató de levantarse, no pudo hacerlo, optó por sostenerse levemente con su espada, al asegurarse del equilibrio en su cuerpo hizo surgir unos pequeños muros de tierra para evitar otro embate de Astrae. Las piernas temblorosas cedieron poco a poco para que pudiese ponerse de pie, sostuvo su postura en una roca luego repelió contra ella otro ataque con fragmentos de rocas, más alargadas y puntiagudas. Al lanzar el ataque estas se hicieron añicos contra las alas del centinela, no era solo un arma también era un escudo.
Luka escrutó con la mirada la espada inserta en el círculo de invocación, al ver que el halo se había tornado de color dorado supo que ya estaba listo. Lanzó la espada que sostenía invocando su elemento heredado en ella para que triplicara su fuerza de ataque, fue bruscamente hacía Astrae, recibió el golpe envolviéndola en un cubo cobrizo recorrido por líneas y espirales blancos que desataron un estruendo que la derribó de golpe. Cayó directo al suelo. Luka se trasladó donde había caído. No logró verla. Al dar la vuelta, apareció frente a él congelándolo con la mirada, la criatura emitió un sonido entre ecos y zumbidos de cientos y cientos de avispas, esas ondas agobiaban el cuerpo de Luka, fue sacudido violentamente cuando las garras de Astrae impactaron contra su pecho desgarrando su ropa, la sangre corrió como un pequeño riachuelo entre su cuerpo, un dolor intenso se apoderó de él desequilibrándolo.
Astrae estaba a punto de retirar sus garras cuando una patada de Luka la sobrecargo, haciendo que tambaleara.
Finalmente él reunió energía para un último ataque. Invocó el poder de su elemento heredado creando dos torbellinos que atraparon a Astrae. Ella agitó sus enormes alas tratando de liberarse. Fue inútil. Luka hizo que los torbellinos fuesen donde se encontraba el halo. La criatura fue empujada al círculo siendo envuelta enseguida por una luz dorada que cambió de nuevo a un tono azul. A pesar de sus movimientos bruscos para romper la barrera nada de ello podría, a no ser que muriera.
—¿Muéstrame quién eres? —la figura de Astrae desapareció.
Aquella hermosa criatura se había desvanecido dejando a la vista a una niña de cabello rojizo y piel trigueña. Sus pupilas dilatadas denotaron un cuerpo demacrado con cicatrices en el cuello y parte del rostro. Uno de sus ojos había sufrido una irreversible contusión. Su rostro fue humedecido por unas gotas liberados por su ojo marchito y sosegado por dolor que gritaba por dentro.
—Ahora puedo ser libre, —expresó con una modulación suave y débil—, podré volver a casa.
—Espera. ¿Cuál es tu nombre? ¿Cómo llegaste... a convertirte en ella?
—Soy Leilana. La trágica agonía de mi vida me llevó a esto, viví como prisionera de un Wyvern. Lo poco que recuerdo es el sabor de la sangre en mi boca y la crueldad de mi amo.
—Eso no es posible. ¡Mientes!
—En mi memoria aún persiste aquella época larga y cruel, fue durante la era del Imperium. El mundo fue un caos. Era la pelea que definiría el futuro de este mundo. ¡Eh aquí el resultado! —La niña observó el panorama deplorable que se perfilaba ante sus ojos—. No tuve tanta suerte. Mi sufrimiento cortó totalmente mi vida. Fue la venganza la que me mantuvo viva y este es el precio que he pagado.
—¿Vengarte? ¿Del Wyvern? No imagino vivir a lado de uno, ¿viviste durante el reinado de los Rigel? Aún tengo dudas, pero pocos recuerdan ese acontecimiento, la mayoría lo ha olvidado.
—Entonces sabes de ellos. No te imaginas el infierno que vivimos los que nos resistimos a su poder, y la guerra que desataron los hermanos... Por desgracia el exilio de mi familia terminó en manos del Wyvern, ellos fueron despiadados, si deseaban nos comían vivos. Vi morir a mis padres frente a mí y a mis hermanos. Ser esclavo de los dragones era como estar maldito. No podíamos matarlos porque no éramos fuertes. Desesperada busqué la manera de vengarme. Hallé el poder, pero no logré mi propósito. Los siglos que llevó encerrada aquí mantuvieron mi cuerpo intacto mas no mi alma. Lo que me perturba es saber que mi amo sigue vivo. Él busca algo, debes averiguar que es. Si no lo haces podría ser demasiado tarde. No querrías ver llover sangre en el paraíso.
Luka procesó aquella información, casi escéptico. Jamás imaginaria aquella era de gloria y destrucción alzada sobre Clarus. Cuanto desconocía su propio mundo, apenas con aliento dijo:
—Lamento que hayas pasado por todo eso... Encuentras la paz. ¡Todo ha acabado!
—Él busca a alguien cuya sangre lo haga volver por completo a su forma original... —Expresó ella con tono de advertencia.
—¿Cómo sabes eso? ¿Cómo sé que no me mientes?
—Estoy conectada a mi amo por la maldición de la espada.
La niña cerró los ojos, entonces Luka la vio boquiabierto. El cuerpo de la niña fue recorrido por la silueta de las garras oscuras de un dragón que emanaba un halo cárdeno.
—Es la prisión imperius. La marca más antigua de los dragones, el sometimiento absoluto, una fuente de mando y conexión, él ve a través de mí y yo a través de él. Aunque ahora nuestra conexión ha sido interrumpida ligeramente por ti. La traición fue marcada con la muerte. El poder de aquel tiempo fue temible, no puedes ni imaginar cómo fue.
—¡Lo lamento! —pronunció apenas en un susurro desalentador—. Si está buscando a... ¿alguien? ¿Su sangre? ¿Quién podría ser?
—No lo sé con exactitud. Él me muestra solo lo que desea que vea.
—¿Quién podría ser?
Estaba deduciendo quien. De pronto surgió la imagen de ella en su mente. ¡Eileen! No habría alguien más, era la única que poseía el don de la vida misma, solo un poder como el de ella podría valer toda una rebelión...
—Te he advertido—se quedó callada tratando de adivinar su nombre casi como un susurro.
—¡Luka!
—Estoy agradecida Luka. Me has salvado. Estaré eternamente agradecida. Recuerda mi advertencia, tienes que ser más rápido y protegerlo antes que mi amo encuentre la manera de tomarlo.
Luka vio como la niña desaparecía en forma de mariposas azules dentro de la barrera. Su trabajo estaba hecho. Tomó un respiro de alivio, al ponerse en movimiento sintió el piqueteó en su abdomen, aun así, estaba tranquilo pues contaba con la certeza de que sus compañeros no estarían muy lejos. Se quedó un poco más en espera de Caleb.
Buscó alguna piedra o un árbol para descansar, al encontrarlo se sentó acomodando su espalda en un tronco, quiso desenredar los nudos al analizar la situación, no habría duda, era Eileen, su única opción era tratar de averiguar más sobre ella y sus dones, Raizel era la respuesta a muchas preguntas. Luka tampoco le diría las cosas directamente, él había actuado distante con ella. Quizá su actitud no ayudaba en nada. Por lo general se alejaban de él por su conducta tan taciturna y poco agradable, aunque a Raizel no parecía afectarle. Pero... el humano pasaba más tiempo con ella.
Por la forma en la que reían o hablan. Ellos despedían una relación afable, los demás la evitaban. Ninguno había esperado que ella viniese con ellos. Desconfiaban de ella después de haber estado con Lain. Pero nadie se atrevía a preguntarle nada. Luka tomó de su bolsillo un pequeño frasco, bebió aquel medicamento desabrido para sanar sus heridas por lo menos, la mitad de ellas.
Pasadas varias horas, no hubo señal de Caleb. Luka se puso en marcha nuevamente. Ahora la cuestión era ¿Eileen? De pronto todos buscaban su poder. En comparación con Raizel... Ambas hermanas eran tan diferentes... Él decidió comenzar a actuar, debía de estar un paso por delante si quería evitar algo peor. Se movilizó de nuevo para alcanzar a sus compañeros.
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