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15. AL DESCUBIERTO

La desolación provocada por un cielo gélido y atosigante perpetró en su cuerpo un frío sobrecogedor a ello le sumó la inevitable situación de dejar por desapercibido aquellos estruendos que resonaban en la lejanía, luego dejaron de escucharse, el silencio se había vuelto inquietante. Raizel estaba preocupada. No conocía del todo a Caleb, pero lo sentía por Eileen, si ella se hubiese enterado de ello habría elegido estar al su lado. Eso imaginó. Aunque solo eran pensamientos vagos, volvió a la realidad, el miedo recorrió su cuerpo. Reflexionó el hecho de temer tanto, profundizó que no era algo que pudiese ser frenado tan fácilmente, la incertidumbre de no saber a qué se enfrentaría y de cómo acabaría todo eso la ciñó irrevocablemente.

El panorama era muy diferente, cada palpitar de su corazón bombeaba con intensidad cuando escuchaba algún ruido, una cobarde en su máxima expresión, eso era ella. Del muro de espinas colgaban cuerpos de animales mutados y pequeños, algunas ranas, cuervos, lagartijas y serpientes tenían un aspecto mugriento, un árbol seco con un semblante fantasmal fue el primero de muchos en oponerse a la poca visibilidad que otorgaba el cielo, de los pequeños agujeros que tenían los árboles secos salían varios escarabajos largos de color cenizo, en otros colgaban unas serpientes alargadas cubiertos de cuernos por todo su cráneo y patas pequeñas enroscadas una entre otras. Raizel temió a cada paso, aquellos reptiles le recordaron al que estuvo a punto de apagarle la vida. Se preguntó, ¿Cómo es que los demás seguían como si nada? ¿Cuánto miedo albergaba ella para estar tan temerosa de todo? Aun no lo sabía con claridad.

—Ya estuvimos caminando demasiado, este lugar parece interminable.

—Tairy, no te quejes.

—Desde luego que no. —Respondió a Dimitri lanzando una piedra que segundos antes había tomado del suelo.

A la distancia una figura se vislumbró, con la poca visibilidad se hizo complicado que alguno de ellos reconociese que era. Con cada pasó que daban poco a poco aquella figura fue tomando forma.

Raizel se obligó a tener la vista al frente, aunque por una brevedad observó las murallas de espinas sin salida, el único camino era hacia la silueta.

—¡Es una niña! —balbuceó finalmente Raizel.

—No te fíes de las apariencias. —podría ser muy peligrosa. —Espetó Dimitri clavándole la mirada a la niña.

Cuando la tuvieron cerca, una sonrisa lúgubre se asomó a su labio. Era demasiado rápida, tanto que hubo tiempo siquiera de advertir su ataque. La niña lanzó un chillido horrible de su boca, Raizel aulló de dolor, como si sus huesos mismos que quebrasen por dentro, eran como hondas desgarradoras y atroces. Después de unos segundos cesó dejando a su paso un zumbido en su cabeza a duras penas distinguía la realidad borrosa que de diluía en ocasiones.

Ella no se había dado cuenta que estaba agachada, se levantó con una sensación trepidante en el cuerpo. Fue la primera en percatarse de unos rasguños en sus brazos, rápidamente volteó a ver a los demás. Tenían las mismas heridas que ella, se le formó un nudo en la garganta al pensar que apenas con un solo chillido había logrado herirlos, no quiso imaginar que más podía hacer. Fue entonces cuando mostró su verdadera forma.

Unas enormes alas blancas como la nieve emergieron de su pequeño cuerpo desplegándose hacía el cielo. Pocos segundos después tomó la forma como el de una chica joven. Su piel desnuda y delgada se fue tornando de un tono albino como las nubes en plena primavera. Era una escultura femenina moldeada a la perfección, fue cubierta al instante por unas escamas brillosas desde el pecho hasta los muslos al tiempo que sus ojos se volvían más pequeños al igual que su nariz, solo que esta apenas y era visible, sus pómulos se volvieron finos y delgados, mientras que su boca simplemente desapareció.

Aquella figura de niña inofensiva había desaparecido y siendo reemplazada por un ser agraciado por el universo. Su transformación no había concluido aún, poco a poco se formaron unas garras pequeñas y afiladas en los dedos de sus manos, los que debían ser pies se habían convertido patas alargadas con garras y plumas blanquecinas; como de un águila con uñas afiladas. Por último, su hermosa cabellera blanca semi ondulada creció en un parpadeo llegando a ser mucho más largó que su propio cuerpo, flotaba suavemente al compás de sus aleteos.

Raizel se cuestionó el hecho de admirar lo bella que era. No sabía explicarse qué clase de monstruo era ese, hermosa y a la vez peligrosa.

—Astrae.

—Luka. ¿La conoces? —inquirió Dimitri acercándose al lado de él.

—Sí. Es la encarnación de la mortificación, la representación de las alamas en pena, aunque he oído que suele convertirse en la diosa de la venganza. No comprendo que hace alguien como ella aquí.

—Al pacer no es nada de lo que describes. —La risa socarrona de Nait se esfumó al instante.

—Cállate Nait.

—¡Basta! Ahora es nuestro enemigo. ¿O no? La miraba acribillada de Tairy a ambos chicos fue letal, sin contradicción. Solo obediencia.

—Tienes razón —respondió Nait dándole un giro a la lanza que llevaba en sus manos.

—¿Quién la enfrentará? —Irrumpió Zed aproximándose a Luka.

—De seguro tu —contestó Luka con tono de burla—. Es mi turno —continuó observando fijamente a Dimitri—. Adelántense, seguro llegaré a alcanzarlos luego. Esto no llevará mucho tiempo.

—¡Toda tuya! —Manifestó Dimitri dándole una palma en los hombros—. Eres fuerte y habilidoso, no tendré por qué preocuparme.

Luka asintió.

—No perdamos más tiempo. —Hizo saber Tairy mientras comenzaba a caminar.

Raizel observó a Luka. Pensó en decirle algo, se mordió el labio antes de pronunciar las palabras que sonarían tontas para iniciar un diálogo, arrepentida, fue tras Nait. Quien se adelantaba a encontrar la tercera puerta. Se detuvo de golpe.

—¡Oye, Luka! Date prisa. —Él la observó sin parpadear por unos segundos con sus ojos azules magnéticos.

Raizel no pudo evitar ponerse nerviosa.

—No me demorare en absoluto. —respondió con recelo.

Agradeció que la respuesta de Luka había sido sensata y no una refutación fría como el hielo. Al menos no le era indiferente del todo. Luego Raizel pensó que las ordenes de Dimitri sobre el trabajo de equipo habían pasado por alto, la individualidad se mostraba como la forma de batalla optada por ellos. Solo espero que ese no fuese una manera de dividirlos y debilitarlos. Una astuta forma de eliminar al enemigo.

Tenebris encerraba un halo de misterio, al igual que el enigmático Abaddon, era increíble todo lo que podía residir en aquel lugar, no se podía predecir que más abría por descubrir. La noche surcada de nubes grisáceas impedía que los ojos de Raizel vislumbraran con claridad sus pasos entre los gigantescos laberintos de espinas. Después de una fatídica hora de caminata por fin hallaron la apertura de la tercera sección. Era indiscutible reconocer que cada una se volvía más grande que la anterior. Pensó que los centinelas serían del mismo modo, crueles y fuertes. ¿Entonces habría uno tan fuerte en la quinta sección?

Raizel se quedó callada durante un tiempo, ignorando la presencia de Zed.

—¿Qué hay con el tipo guapo y desagradable? —era la voz de Zed quien soltaba de la nada aquella pregunta divertida.

—¿Qué? —La pregunta tomó por sorpresa a Raizel—. ¿Luka?

—Si. Ese chico hace que dude de mi sexualidad, si fuera menos frio me lanzaba sin pensarlo, pero me intimida, aunque si te gusta, podríamos... ya sabes, un trio; uno de esos que podría hacerte llorar y pedir que nunca acabe.

Raizel no supo que responder enseguida, ella observó a Zed preguntándose cuantas veces lo había hecho, con su famoso trío... Si Hubiese sido Eileen, habría respondido con otra provocación, pero Raizel no... La ponía nerviosa hablar del tema, o siquiera poder incitarlo a seguir hablando del tema, aunque disfrutaba escucharlo, no era lo mismo en el acto.

—Deberías ser valiente y hablarle con intención de que te apruebe—Respondió ella tratando de no perder el hilo de la conversación—. Luka podría darte una oportunidad si aciertas, aunque con tu... trio bueno, yo paso, soy como un bicho ante un depredador.

—¡Oh! Vaya, gracias por arruinar mi intento de crear un ambiente menos tenso, porque en verdad me tiemblan las pelotas, el sexo es lo único que me vuelve valiente —Le gruñó fingiendo estar molesto—, ahora que apagaste la llama ya no sé qué pensar, o mejor... Tú, si me enfoco en ti, podría tranquilizarme.

Raizel no pudo evitar soltar una risa...

—¿Que pretendes? —La mirada de Raizel trató de estudiar una mínima expresión para entender las palabras que resonaban de nuevo por su cabeza.

—Solo un poco de motivación. —clavó sus ojos en ella—. O talvez... amor.

—¿Amor? Ten cuidado Zed, es una palabra agridulce y complicada de descifrar.

—Lo es cuando entregas tu amor a la persona equivocada. ¿Quién no ha fallado? Muchos cargamos con heridas que deseamos esconder para ocultar nuestra vulnerabilidad. ¿Qué opinas tú? —La observó con una mirada retante—. Aunque por la forma en que lo has dicho me ha sonado a desamor...

—Creo que el amor es impredecible; no puedes escoger a quien amar. Te enamoras porque esa persona te cautiva o toca una parte de ti, un complemento ideal con sus imperfecciones que son capaces de hacerte cambiar todo cuanto creías.

—¡Sorprendente Raizel! Sabes mucho del amor, además eres muy buena evadiendo preguntas.

—Cupido me ama, créeme no llevamos de maravilla. —rio con cierta ironía—. No he conocido la profundidad del amor, ni puedo asegurar que ya lo he sentido plenamente, apenas estoy abriendo mis alas a un mundo desconocido, mi padre solía decir que el amor es un sentimiento etéreo, indefinible como inesperado, perfecto y destructivo, complejo como el universo mismo, solo puedes limitarte a sentirlo y vivirlo mientras dure.

—Sabias palabras. El amor que existe entre la familia creo es el único que vale la pena, nunca podría ser abandonado o reducirse a la nada, esa clase de amor es inagotable. Es por ese amor que estas aquí, por tu hermana, ¿o me equivoco?

Raizel no supo que responder al argumento de Zed. Suspiró dándole la razón. Era su hermana la que hacía que ella estuviese dispuesta a enfrentar cualquier cosa.

—Si hablamos de romance, debo confesarte que si me enamore de una chica. —Zed desvió un instante la mirada hacia los demás luego volvió sus ojos hacia Raizel—. Era muy joven, eso no quiere decir que ahora ya haya envejecido, solo creo haber madurado un poco. El primer amor suele dejar una herida profunda cuando crees que es absolutamente real e irreemplazable.

Zed guardó silencio unos instantes pensando en cómo debía de seguir articulando las palabras que le recordaban el amargo sabor del amor que alguna vez profesó con esmero.

—Eso pasó conmigo, me enamoré como un idiota de una

mujer un poco mayor que yo, cuando ella se aburrió de mí se marchó sin tomar en cuenta mis sentimientos, tal vez por esa razón los hombres ocultamos nuestras emociones porque nos vuelven vulnerables, sabemos que al final podríamos salir heridos. Pero los humanos somos así de tontos ante el amor. —una sonrisa pícara se formó en su boca—. Creo que aún tengo oportunidad para conquistarte.

—Tu sobre confianza es absoluta. Si yo fuera tú no me fiaría demasiado.

—¡Lo sé! —Su voz cambió—, no eres como las chicas que he conocido, eso es claro, me refiero a que todo de ti lo es. Pertenecemos a mundos distintos. Eres demasiado inocente como para jugar contigo; y lo suficientemente hermosa como para enamorar a cualquiera.

—¿Inocente? Así que ¿esa es tu definición sobre mí? No soy tu tipo, ni yo el tuyo, —pronuncio Raizel tratando de alejar las palabras empalagosas para dar lugar a su interés por comprender las emociones humanas—, y si hablamos de belleza, te quedarías encandilado con mi hermana, es toda una preciosidad.

—Todos vemos a las personas de diferente manera. ¿Porque crees que nos enamoramos de alguien? Si fuera solo la belleza; todos nos hubiésemos enamorado de la misma mujer; pero no es así. Pretendemos encontrar a alguien que pueda aceptarnos como somos; amar el desastre que somos. El amor humano no es perfecto, lastima, pero es lo que anhelamos encontrar.

Raizel estaba boquiabierta por la forma de pensar de Zed. Se preguntó si todos los humanos llegaban a pensar igual que él. No supo que decir.

—Tienes un punto Zed, pero recuerda que nosotros no somos como ustedes, comprendemos las emociones de otro modo. Aunque debo admitir que pocos llegan a tener claridad sobre su vida y de cómo desean vivirla. Creo que después de estas clases filosóficas sobre el amor, podré aventurarme a buscarlo, y cuando lo haga, te haré saber mis conclusiones.

—No pasará mucho para que puedas llegar a encontrarlo. Puedo asegurarlo. Apuesto a que te enamorarás de mí. —Zed le dirigió una mirada atrevida.

Aquellas palabras sonaron como un disparo intermitente. Raizel lo observó con recelo, se perdería en sus hermosos ojos grises si seguía a su lado. Sintió que su corazón se aceleraba, pero debía entonar una batalla con su mente, pues esta le advertía que no...

—¡Lo siento Raizel! Creo que me he dejado llevar. Nuestra conversación me emocionó hasta el punto de parecer un ermitaño con conocimientos cultos y ancestrales sobre el amor. Contigo siento la ligereza de poder hablar sin temor, discúlpame por ser atrevido, talvez no estés acostumbrada a eso. Muchas chicas me mandan a volar enseguida si escuchan una de mis tantas tonterías. —Zed cambió de tema—. Este mundo es extraño. Creo que me estoy acostumbrando a él. Ya no me sorprenderá lo que encontremos más adelante. Pero te aseguro que si estos seres aparecieran en algún continente de la tierra las personas entrarían en pánico.

—Son afortunados de no tener a esos monstruos como enemigos. Ellos son diferentes. En los Reinos no ves algo así. Muchos tendrán sus dones o su transformación, pero no son como estos monstruos. Ya solo son mencionados como leyendas de seres con lo que no quieres toparte para nada.

—Y el lugar dónde vives, ¿es igual de horrible que este? —Preguntó curioso.

—Es el paraíso —respondió ella recordando cada lugar al que había ido con Eileen—. Es bellísimo, sus inmensos árboles, las flores adornando las planicies. El cielo azul, el viento. Nunca te cansarías de admirar ese bello horizonte. Espero y puedas conocerlo. Te encantará.   

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