12. SALVADA
La presión de la criatura en su pecho fue liberada por el chico de mirada curiosa que apareció cortándole la cabeza con su espada. Cuanto agradeció en sus adentros seguir respirando...
—¡Gracias! —dijo ella jadeando. Su corazón latía tan fuerte al tratar de brindar oxígeno a todo su cuerpo.
El chico no le respondió. Volvió a subir sin pronunciar ni una sola palabra. Los demás estaban justo en donde ella se había caído observándola, como si nunca hubiese ocurrido nada.
—¿Te encuentras bien? —Pronunció Dimitri.
Ella no estaba segura de cómo seguía caminando, como es que su cuerpo respondía, podía ser el efecto de su espíritu latente o el miedo que le causaba ese lugar.
—Lo estoy, solo fue un accidente —respondió ella acercándose a ellos.
—Entonces debemos continuar. Este lugar es más peligroso de lo que imaginé.
Había cruzado una infinidad de colinas llenas de rocas filosas que despedazarían cuerpos como cuchillos, vio el desalentador horizonte conjugándose con el cielo lúgubre en una sintonía que los volvía indescifrables, misteriosos. Estaba acostumbrada al cielo azul de Clarus, tan claro y sereno como el mar, al no vislumbrar ni una gota de luz se sintió inquieta después de sentirse al borde de la muerte. Se preguntó: ¿Qué es lo que hacía que ese lugar se sintiese enigmático? Al estar ahí admitió un miedo sobrecogedor.
—Es suficiente. Por ahora nos quedaremos aquí. Elaboraremos un plan a partir de este punto. No sabemos qué vamos a enfrentar más adelante, es mejor ir preparados.
Raizel creyó que sus plegarias habían sido escuchadas cuando Dimitri hubo terminado de recitar aquellas palabras, por suerte era una pequeña planicie entre el denso bosque ceniciento en el que se encontraban. Tenebris parecía tener ciertas partes boscosas y otras rocosas, aunque no sabía si todo el lugar estaba compuesto de ese modo o no, pero lo descubriría con el tiempo.
—Haremos una fogata.
Acataron a Dimitri sin protesta alguna.
La chica ruda sacó de su bolsillo un collar de perlas blancas extendiéndolo y formando con el un círculo brilloso al tiempo que pronunciaba unas palabras:
—Sunscreen. —Una barrera se formó en la pequeña planicie, siendo visible unos segundos después de ser invocado, luego desapareció—. Estaremos protegidos con esta barrera.
—¡Excelente! No esperaba menos. —Agradeció Dimitri con tono de aprobación.
Como si ya supiesen que hacer. Él chico de la mirada curiosa salió de la barrera en busca de leños para la fogata. Tiempo después, regresó con una buena cantidad en sus brazos. Acomodó los leños de modo que pudiesen crear el fuego suficiente para opacar el frio. El chico extendió sus manos evocando llamas en sus palmas, las condujo encima de los troncos secos prendiendo fuego al instante. Raizel los observó como un diminuto bicho entre mariposas radiantes. Se sintió incompetente al verlos hacer toda clase de cosas. Tenía los conocimientos básicos, aunque su don apenas estaba surgiendo no era del todo prometedor.
Todos se acercaron y se sentaron alrededor de la fogata dejando que su calidez los rodeara como un abrigo en pleno invierno, el ruido de los leños fue de pronto más notorio ante el silencio que desbordó entre ellos.
—Nait del Reino de Aurora. —Dijo el chico rubio acabando con el silencio.
A simple vista se mostraba como alguien amigable a pesar del aspecto nerd que despedía, su cuerpo alto y delgado resaltaba por su vestimenta, la playera gris estaba hecha de un material diferente a la que cualquiera usaría, como si fuese deportiva y a la vez no. Mientras que su pantalón negro lucia polvoriento, aunque no parecía importarle.
—Soy Caleb del Reino de Adhara. Campeón del olímpico de lucha. —Expresó con tono presuntuoso.
Todos hicieron una expresión de ¿eso nos importa?
Para Raizel parecía presumido. Si, tenía lo suyo. Las chicas de la academia se volvían locas por él. Por su complexión, ojos color miel y piel morena, sabía mejor que nadie lo dócil que era a la hora de la conquista. Eso incluía a su hermana. En ese momento ella se preguntó ¿si ellos tenían algo serio? Eileen no lo admitiría con facilidad, o argumentaría que solo era otro más de la lista de chicos con los que había salido.
—Luka de Altair. —Dijo el chico de la mirada curiosa con una voz seria.
Raizel posó la mirada en los ojos azules de él, tragó saliva al ver que la perforaba con ellos, su facción destilaba un aura frío y calculador. Era el más alto de todos, su cabello negro desenfrenado externaba cierta despreocupación. Destacaba sobre los demás de una manera que no comprendía aun... Ella se vio atraída por la hermosa chaqueta negra de estilo gótico que llevaba puesta, su doble botonadura daba un toque exquisito en conjunto con las trabillas en los hombros con cuello corto que dejó entrever una cicatriz larga en la nuca. Sí que era selectivo. Aunque su envidia floreció por estar tan a la moda con su vestimenta.
—De las tierras de la luz, Tairy del Reino de Eternia.
Su cabello corto y rojizo parecían flamas ardientes, Tairy parecía tener un carácter fuerte con las pocas palabras que ella había oído de sus labios rosados y delgados. La observó de los pies a la cabeza deseando preguntarle donde había comprado aquel jeans azul oscuro y la blusa roja en conjunto con su chaleco de cuero negro. Hermosa y brutal de pies a cabeza.
—Soy Raizel. —Se limitó a decir.
—Ahora que ya se han presentado todos. No creo que a estas alturas no sepan quién soy. —Dimitri sonrió ligeramente.
Una verdad incuestionable, era una obligación conocer al líder de cada Reino.
—Entrar al Abaddon será todo un reto. —Aseguró Dimitri mientras bebía agua de una botella de transparente, no supo donde lo había sacado.
—Yo tengo un mapa —irrumpió Nait—, con esto llegaremos más rápido. —la extendió un mapa digital para que viesen que aspecto tenía el lugar—; El Abaddon es como un laberinto compuesto por varias secciones, hay cinco de hecho; pero debemos de abrir cada una de ellas.
Raizel aprecio Tenebris, más grande de lo que había imaginado, existían al menos tres puntos diferentes además del Abaddon que daba casi en el centro de ese mundo oscuro. Los otros tres puntos resaltaban de colores diferentes, más al norte y a oeste, talvez eran reinos perdido, no lo sabía.
—La primera sección es crucial para evaluar qué clase de seres existen y a los que podríamos enfrentar, —propuso Dimitri—. Nouri me habló de los centinelas, hay una custodiando cada sección; son letales. La segunda sección se abrirá automáticamente cuando la primera tenga oponente. El centinela debe de ser derrotado, solo de ese modo la puerta principal del Abaddon se abrirá. No importa quién de nosotros llegué al final, saben cuál es nuestra misión. ¡No tengo porque repetirlo! En cuanto a ti, —observó a Raizel— tú irás conmigo. Luka iras con Caleb, y Tairy con Nait.
Raizel observó la fogata, al distinguir que el fuego se reducía fue en busca de más leños. Se levantó y salió de la barrera a buscar cautelosa algunas ramas. Comenzó recogiendo varios troncos secos, poco a poco fue adentrándose entre los árboles observando cómo algunos formaban un aspecto dantesco, perpetrando cierta inquietud en ella; peor aún, la oscuridad le reducía gradualmente su visión a cada paso. De pronto un ruido la sobresaltó, recorrió su alrededor tomando una rama gruesa en sus manos lista para dar el primer golpe a lo que fuera que la estuviera acechando.
—¡Ayúdame!
Raizel se quedó inmóvil. No sabía de dónde provenía aquella voz. Entre unos arbustos salió un chico sosteniendo su brazo izquierdo. Estaba herido.
—¡Ayúdame! —declaró nuevamente.
Él muchacho comenzó a tambalearse. No le quedó opción, Raizel acudió a su ayuda dejando a un lado las ramas que llevaba. Hizo que él se apoyara en su hombro, poco a poco fueron avanzando en dirección a donde se encontraban los demás.
—¡Dimitri! —gritó ella con tono nervioso.
Al ver que ella sostenía a alguien, Dimitri vino a su encuentro. Rápidamente Tairy desvaneció la barrera.
—¿Quién es? —Preguntó Luka observando al muchacho con cierta intriga.
—¡No lo sé! —respondió Raizel tratando de esquivar más preguntas.
—¿Y si es una trampa? —advirtió Luka tensándose.
—Solo quise ayudarlo. —Replicó ella ofendida por aquellas palabras, quizá el la daba de imprudente.
—¿Dónde lo encontraste? —Cuestionó Tairy cruzándose de brazos, observó un posible enemigo entre la oscuridad.
—Salió entre unos arbustos. Estaba herido no pensé en otra cosa más que tratar de ayudarlo.
—Oye ¿dónde saliste? ¿cómo llegaste aquí? —Tairy trató de interrogarlo.
Él no respondió. Se había quedado inconsciente.
Raizel buscó en su mochila medicamentos para curar su herida. Le quitó la cazadora negra que el llevaba semi colgado en su hombro derecho. Su playera blanca estaba impregnada de sangre, trató de limpiar la herida y vendarlo.
—¿Qué hacemos con él? —Interrogó Caleb.
—No lo sé. —Respondió Luka con una frialdad acusatoria hacía Raizel.
—Esperemos que despierte y que nos diga exactamente quién es. Quizá lleva más tiempo aquí que nosotros. Nadie más protestó ante las palabras de Dimitri.
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