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Capítulo 10. 3 de agosto

















Ryota se encontraba en su casa.

Después de un mes fuera, volvía para prepararse para la noche.

El gran partido.

El mayor suspiró cansado mientras dejaba que el agua caliente golpeara su cuerpo y su mente, para poder concentrarse esta noche. Sin embargo un sonrojo inundó sus mejillas al recordar su pequeño encuentro con el líder de la pandilla.

¿Por qué siempre se lo encontraba?

¿Acaso el universo quería torturarlo?

Al terminar de bañarse y de cubrirse con una toalla en su cintura, miró su mano derecha y recordó inmediatamente el tacto frío del rubio ceniza cuando huyeron de su primo, el cacas.

Rió al recordar las quejas del menor cuando intentó ayudarlo con los champú y la crema enjuague en un intento de sacar ese olor a mierda en los cabellos teñidos de su primo.

Sonrió cálidamente y su atención volvió una vez más a su mano.

Las manos del rubio ceniza estaban frías al contraste de las suyas pero se sintió como si fueran una para el otro.

Negó con la cabeza ante la idiotez que acababa de pensar, sintiéndose idiota ante esa imaginación suya con el líder de la pandilla.

Era ridículo.

No debía tener esos sentimientos.

No era correcto.

Ni mucho menos era posible que ese rubio ceniza sintiera lo mismo que el.

A pesar de que se le pega como una  garrapata.

No lo entendía.

¿Por qué siempre lo estaba buscando? ¿Por qué siempre quería estar con él? Y más cuando el mismo quiere alejarse del pequeño rubio, pareciera que el universo o buda se está riendo de el, provocando todo lo contrario.

Debía alejarse de él, a pesar que ese chico le había pedido lo contrario.

No podía.

No podía estar con él.

El rington de su celular logró que volviera a prestar atención y dejara de pensar en cierto rubio y sus pensamientos. Lo agarró de su mesita de noche, asustándose ante la hora que era y el mensaje, o mejor dicho, amenaza por parte de su mejor amigo y capitán y se vistió rápidamente con el uniforme deportivo de su instituto, agarró su bolso y salió de su habitación, para bajar por las escaleras en dos en dos.

—Ryota.

El ojidorado cerró sus ojos con pesar y todo su cuerpo se tensó al reconocer la voz de su padre.

No se había dado cuenta que ellos estaban aquí.

—¿No saludarás a tus padres?

—Nosotros no te educamos para que seas un irrespetuoso.

Ryota apretó la mandíbula con fuerzas enojado, se acercó hasta la entrada del living donde los dos estaban sentados en sus lujosos sillones individuales, cada uno en su mundo de negocios. Su padre con sus ojos en su computadora al igual que su madre, excepto que ella estaba con él celular y unos papeles sobre su regazo. Al estar en frente de ellos, en el medio, ya que cada uno estaba en una punta, colocó sus brazos a cada lado de su cuerpo y se inclinó hacia adelante como le habían enseñado.

— Buenas tardes madre y padre.

—Dirás... buenas noches.— exclamó irritado, el progenitor que para su pesar, se parecía bastante a él aunque su padre tenía cabellos negros.— ¿A dónde vas a estas horas?

—Tengo un partido, importante.— explicó Ryota aún inclinado hacia adelante.— Ya debo irme madre y padre.

—No comprendo porque dejaste las artes marciales por ese estúpido deporte.— bufó molesto el patriarca.

—Déjalo, ya se aburrirá.— comentó vagamente, la progenitora, aún sus ojos clavados en su celular.— Éxitos en el partido.

》No quiero a un perdedor como hijo.《

—No como el hijo de mi hermana.— se burló el padre, provocando que el ojidorado apretara con fuerzas sus manos en puños al escucharlo hablar así de su primito.— Ese chico si no tiene futuro.

》Que desgracia.《

—Que esperabas, si mi cuñada se casó con un idiota.— se burló su madre, haciendo relucir su sonrisa llena de burla.— Y eso que tu se lo advertiste.

—Fue una estúpida... se enamoró, el amor, que idiotez.— se burló su progenitor, provocándole al menor, náuseas al escucharlo hablar de aquella manera y más insultando a su propia hermana.— Por eso papá la desheredó y me lo dejó todo a mí.

》Si el le hubiera dejado algo a ella, ese idiota se habría aprovechado de la tonta de mi hermana y estaríamos seguramente en problemas.《

—Gracias al cielo tu padre y mi padre fueron inteligentes.— respondió su progenitora.— Escucha Ryota, no te dejes manipular por esa estupidez llamada amor...

》Eso es para gente estúpida, y tú no eres estúpido... no criamos un hijo estúpido... ¿Entendido?《

—Si, madre.— respondió aún inclinado hacia ellos, con la mandíbula tensa.— lo he entendido.

—Excelente.— exclamaron los dos, como si fueran robots en donde ningún momento miraron a su hijo.— Ya puedes retirarte.

—Gracias... madre y padre.

Ryota rápidamente se volvió a enderezar y salió de esa casa sintiendo ganas de vomitar y teniendo mucho frío en su cuerpo.

Quería llorar.

Siempre con ellos quería llorar como un niño pequeño.

Pero no podía hacerlo ni mucho menos lo haría en este momento.

Debía apurarse sino quería llegar tarde a su partido.

El único que lograría sacarle ese mal momento, esa horrible presión en su pecho, sería su querido primo.

Si...

Su querido primo estaría allí para verlo.




















🏀🏀🏀















No estaba.

Takemichi no estaba en el lugar que le había guardado.

Sus ojos dorados no podían apartarse del asiento vacío, en donde Yui miraba con pesar entre el asiento a su lado y a su amigo que miraba fijamente a su costado.

Ryota al darse cuenta de la mirada de su amiga le sonrió para que se tranquilizara, demostrando que estaba bien y la saludó con la mano que la castaña le correspondió sabiendo que esa sonrisa era falsa.

A su costado, había dos asientos vacíos. Uno para el menor Hanagaki y el otro era para Mei, que ahora fue ocupado por otro chico, ajeno ante la situación.

Era mucho para Ryota.

El no tener a su mejor amiga en ese partido, sabiendo que todavía estaba en coma y no tenía ningún avance... era muy doloroso para el ojidorado ver aquel asiento vacío. Agregándole el hecho, de que realmente tenía la esperanza de ver a su primo allí, como él se lo había prometido.

¿Acaso se había olvidado?

No lo entendía... le había dejado una nota en la heladera sobre el partido.

Sus ojos dorados se apartaron de aquella tribuna para mirar la pantalla de su celular en donde le había mandado un mensaje de que si vendría a verlo cuando nota que no le llegan los mensajes.

¿Donde estaba?

Sus orbes dorados volvieron hacia el público volviendo su mirada en aquel lugar vacío cuando sonríe al ver una cabellera celeste y el mismo color en sus orbes junto con su equipo de baloncesto, sentado detrás de su amiga Yui.

Sabía que estaba allí para ver su partido y ver quién pasaría, pero igual estaba feliz de verlo allí. Ryota saludó con la mano siendo correspondido por Kuroko, con un asentimiento de cabeza.

—¡Hanagaki!

El ojidorado se sobresalta y mira sobre su hombro al hombre grandote, de cabellos cortos, negros que señalaba hacia la cancha.

—¡Deja de distraerte y sal a la cancha!— gritó el entrenador.— ¡Todos a calentar!

—¡Si, entrenador!

Ryota miró por última vez su celular y con una mueca en sus labios apagó el teléfono y lo guardó en su bolso. Se sacó los pantalones largos, quedando en el short largo blanco con dos franjas celestes a los costados y se sacó la campera del mismo conjunto que su short, dejándose ver su número en la espalda.

El número siete.

Suspiró tronando los huesos de su cuello y dio su mejor sonrisa saliendo hacia la cancha en donde sus otros compañeros ya estaban calentando.

El partido todavía no empezaba, tenía esperanzas de que su primo llegaría.
















🏀🏀🏀























La noche ya había caído y todo el lugar estaba decorado con colores alegres, luces por todos lados y la gente caminando entre risas en familia o amigos.

Takemichi sonreía ante el ambiente a su alrededor. Feliz de haber logrado evitar la muerte de Draken ahora que tanto el tatuado y el rubio ceniza volvían a estar bien.

Lo había logrado.

—¿Hace mucho estas esperando Takemitchy?

El rubio de orbes celestes miró hacia su derecha apareciendo Draken vestido con unos pantalones sueltos de color beige, una remera blanca y su típico haori negro y blanco con rombos.

—¡Draken!— llamó feliz el menor Hanagaki y negó con la cabeza.— No, recién acabo de llegar.

—Ya veo...— murmuró mirando el lugar, para luego mirar al de orbes celestes y decirle.— Takemichi... gracias.

—¿Eh? ¿Por qué?

—Gracias a ti y tu mierda.— se burló el de trenzas ignorando la queja del menor.— Mikey y yo pudimos reconciliarnos...

》Las personas a nuestro alrededor que nos importan se encuentran mejor, sin sentirse abatidos ni confusos ante nuestro enfrentamiento.《

—A-Ah... no... no es nada.— susurró avergonzado Takemichi llevando sus manos a los bolsillos traseros de su pantalón cuando frunce el ceño ante el tacto de un papel en sus dedos.— ¿Eh? ¿Que es esto?

—¿Que cosa?— preguntó con curiosidad el de trenzas mirando como el de orbes celestes sacaba un papel rectangular y fino, algo arrugado.— Parece ser un boleto de entrada.

—¿Un boleto de entrada?— preguntó confundido el menor cuando una voz interrumpe su atención.

—¡Lamentamos la tardanza!

Takemichi sonrió sonrojado al ver a su novia de cabellos castaños recogido en un moño, con un poco de maquillaje y vestida con un bonito kimono rosado suave con flores violetas y tonos rosas.

—Pues si que se habían tardado.— exclamó Draken.

— ¡Vamos!— gritaron las dos emocionadas, en donde Hina se acercó a Takemichi que frunció el ceño al ver lo que tenía en la manos.— ¿Que es eso?

—Ah... esto... no lo sé.— respondió nervioso y lo guardó una vez más en su bolsillo trasero para volver su atención a su novia.— Vamos Hina.

—¡Si!















🏀🏀🏀























—¿Estas bien?

—Si...— susurró el ojidorado intentando recuperar las fuerzas y el aire en sus pulmones para terminar el último cuarto y salir victoriosos.— lo estoy.

Sus ojos dorados pararon en la pantalla donde mostraban los puntajes de su equipo y el contrario.

》Teiko 78 - Touo 78《

—Aunque echen a Aomine del juego.— volvió a hablar su compañero.— necesitamos que te recuperes.

》Si no aguantas hasta el final, tendremos problemas.《

Ryota dio una sonrisa cansada y asintió con la cabeza.

—No te preocupes.— le respondió dirigiendo su mirada cansada aunque una sonrisa altanera a su compañero.— aunque no lo creas... estuve entrenando a parte.

—¡Lo sabía! ¡Eres un ton... un ton..!

—No tartamudees.

—¡Siempre haces cosas así!

Ryota rió negando con la cabeza ante su amigo el castaño en frente suyo mientras tomaba agua y su "regaño" hacia el.

—Confío en ti.

El ojidorado volvió su atención a su compañero que tomaba de su botella y a la vez se secaba con la toalla.

—Que ingenuo.— susurró el capitán y mejor amigo de Ryota a su otro lado, en donde tanto el pelinegro y el capitán del equipo se levantaron a la vez.

Ryota sonrió al ver su confianza de sus amigos en el y se levantó de su asiento para dirigirse a la cancha, mirando de reojo a su viejo amigo de la infancia, teniendo un duelo de miradas.

¡Le ganaría!

¡Lo lograría!

El timbre sonó y una voz por el parlante indicó.

》¡Que comience el cuarto periodo!《

Y el peliazul fue el primero en agarrar la pelota, con su velocidad y su concentración al cien por ciento, sobrepasó a los del equipo contrario en donde Ryota quiso frenarlo.

Pero no lo logró.

Aomine hizo una plancha de espaldas durante el aire y lanzó el balón, encestando un punto.

Ryota respiró profundo y soltó el aire de sus pulmones, listo para anotar el próximo.

La pelota lo tenía su compañero que rápidamente pasó por detrás de él que al notar su presencia, se lo arrojó. Rápidamente corrió botando la pelota a su costado que fue velozmente interceptado por el peliazul.

Ryota hizo la misma jugada.

Hizo unos pasos en falsos para luego saltar en el aire, a la misma vez que el peliazul saltaba con el para frenar la pelota, cuando Aomine se sorprende al ver que el ojidorado hacia la misma técnica que el.

Ryota en el aire se tiró de espalda a la vez que arrojaba el balón causando que el movimiento de la pelota fuera como una parábola imposible de alcanzar, cayendo perfectamente en el aro.

Y así siguieron.

Ryota copiaba cada movimiento del peliazul e intentaba seguir su ritmo. Cada técnica que usaba, el ojidorado lo copiaba en tan solo segundos y lo implementaba al instante.

El equipo contrario anotaba.

No se tardaba ni dos minutos en donde el equipo de Ryota anotaba también.

Podía escuchar como las personas se estaban emocionando ante el partido que estaban dando ambos instituto.

—¡Juegan exactamente igual!

—¡Ninguno de los dos retrocede!

—¡No solo es un enfrentamiento, es una pelea!

Y la batalla continuó.

—¡Hanagaki!— rugió furioso el peliazul haciendo un mate*, encestando la pelota en el aro con su mano.

—¡Aominito!— rugió de igual manera Ryota, haciendo la misma técnica que el peliazul, anotando un punto para su equipo.

Y la pelea continuó.

Ryota corrió lo más rápido con la pelota llegando hasta el aro del equipo contrario teniendo en frente suyo al peliazul cuando su pierna derecha tira con fuerzas, el músculo del gemelo más el tobillo, tironeó con fuerzas, doliéndole.

Lo ignoró por completo y saltó de costado para lanzarlo, tirándolo desde atrás del aro, que la pelota pasó por encima del cuadrado y cayó girando, y girando en el aro hasta que se adentró.

—¡Encestó!

》Teiko 98 - Touou 106《

No puedo bajar la guardia ni un instante.— pensó con la respiración agitada el ojidorado clavando sus ojos dorados en el tablero.— empieza a dolerme la cabeza...

Sus ojos se apartaron de allí para ver hacia Yui que le sonreía emocionada y le levantaba ambos pulgares. Sonrió al ver su apoyo hacia el para luego clavar sus ojos hacia al lado, encontrándose el asiento vacío.

Al final no vino.

Y el partido volvió a empezar.

—¡Sakurai!— gritó un muchacho del equipo contrario, que el chico de cabellos castaños que fue el llamado no logró atrapar la pelota ante el cansancio físico y mental del partido.

Ryota aprovechó aquella distracción y agarró la pelota, comenzando a correr hacia el aro del equipo contrario.

—¡Llegó el momento! ¡¿Quien anotará?!

—¡Es su última oportunidad para ganar!

—¡Defiendan! ¡No dejen que anoten!

—¡Corre Hanagaki!

Ryota frenó de golpe al haber sido interceptado otra vez por el peliazul, quedando por última vez, un mano a mano.

Ryota hizo su movimiento, saltó para fingir encestarlo sabiendo que detrás suyo estaba su mejor amigo y capitán, que rápidamente bajó su brazo e hizo un movimiento de pase cuando jamás se esperó que Aomine leyera su movimiento, quitándole la pelota de un golpe, cayendo el balón hacia un costado.

Todos se quedaron quietos.

Ryota no podía procesar lo que había pasado.

¿Como era posible?

Nadie puede reaccionar tan rápido como para lograr quitarle la pelota.

¿Cómo lo sabía?

¿Cómo?

—Jugaste muy bien hasta ahora.— habló el peliazul mirando el rostro shokeado del ojidorado.— pero al final cometiste un error.

》Si fuéramos un uno a uno, habrías tenido oportunidad de ganar.— admitió el peliazul.— Fintaste al mirar hacia un lado, pero miraste a Kasamatsu a tu derecha.《

Ryota cerró los ojos con pesar.

—Si yo estuviera en esa posición.— continuó el peliazul pasando por su lado.— no fintaria con los ojos.

》Mi básquetbol no está diseñado para depender de otros.《

Perdí mi única oportunidad.— pensó abatido, congelado en el lugar, mirando a la nada.— este juego... es...

—¡Prepárate!— recibió un fuerte golpe en la cabeza, logrando que reaccionara y mirara al causante de su golpe, encontrandose a su mejor amigo, Kasamatsu.— El juego aún no termina.

Ryota se sorprendió al tener a todos sus amigos y el equipo sonriéndole, animandolo a seguir en esos segundos que faltaban para terminar el partido. Sonrió y el partido continuó.

Siguieron.

Y siguieron.

Pero no lo lograron.

Su número no lograba subir, quedando en el 98 mientras que el equipo contrario logró una última anotación más, terminando en 110 puntos.

Y todo por culpa del ojidorado que no logró saltar y frenar al peliazul ante el gran tirón en el músculo de su pierna derecha, que cayó al suelo sentado.

—¡El juego terminó!

El grito vociferó en alegría mientras que algunos no lograba salir de la sorpresa, como Yui, que estaba preocupada por su amigo que no se levantaba del suelo.

—¡Ambos equipos, fórmense!— gritó el árbitro.

Ryota quiso levantarse del suelo sin embargo todo su cuerpo temblaba y ni siquiera pudo estabilizarse cuando cayó hacia atrás una vez más, sorprendiendo a sus compañeros.

Mis piernas.— pensó frustrado Ryota, golpeando el suelo con su puño, al no poder levantarse y sentir todo su cuerpo temblar.

—¿Puedes pararte?— la pregunta de su capitán logró llamar su atención que lo miró sorprendiéndose al verlo ofrecer su mano.— Aguanta un poco más.

—Capitán, yo...— sollozó Ryota escondiendo sus orbes dorados llenos de lágrimas a través de su flequillo, no logrando levantarse.

El capitán lo ayudó a levantarse como si fuera un bebé, agarrándolo por las axilas para luego pasar un brazo del ojidorado sobre sus hombros y lo ayudó a caminar hacia sus demás compañeros que ya estaban formados para saludar al equipo ganador.

—Jugaste bien.— susurró el capitán, felicitandolo, a la vez que tocaba su cabeza como un niño pequeño.— Además, este no es el final.

》Podrás vengarte en el invierno.《

Ryota mordió con fuerzas su labio inferior conteniendo los sollozos que querían salir de sus labios mientras que las lágrimas caían por sus mejillas.

Al llegar a la alineación, saludaron al equipo contrario y cada equipo fue hacia los camerinos. Allí en un gran  silencio y tristeza, cada uno se vistió con la ropa abrigada mientras que Ryota sacó su celular para prenderlo, a la vez que saludaba con la mano a sus amigos y salía de ese cuarto lleno de tristeza de haber perdido.

Se sentía un fracasado.

Un perdedor.

Cerró los ojos con pesar ante las futuras miradas de sus padres en el, ni muchos menos lo que le esperaría por parte de su padre al haber perdido el partido.

No quería llegar a casa.

Sus ojos volvieron hacia la pantalla de su celular, sorprendiéndose ante la cantidad de llamadas perdidas por parte de la novia de su primo, que confundido y preocupado, la llamó de vuelta. Llevó su celular hacia el oído, mientras salía del edificio no encontrando a su amiga Yui ni la presencia de Kuroko, cuando notó que el cielo se estaba despejando y el suelo se encontraba mojado.

Había llovido.

—¡Hanagaki-sempai!— chilló nerviosa la voz femenina, asustando al ojidorado.

—¿Que paso, Tachibana-san?

—Te llamo para avisarte que Takemichi está en el hospital... estamos en el hospital.

—¡¿Que?!




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¡Acá tienen un nuevo capítulo!

¿Que les pareció?

¿Les gustó?

Espero que .

Ya vieron como son los padres de Ryota y si los odiaron, lo van a odiar más en un futuro.

Espero que hayan entendido la explicación del partido, sino les pido perdón jsjsjs cualquier cosa pueden buscar el capítulo ya que se basa en el anime. La mayoría de los partidos se van a basar en el anime.

¡Voten y comenten!

Nos vemos el próximo viernes.

Cuídense.

Besitos.


~M.





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