Capitulo 61: Te querré
Reviso la hora en mi teléfono. ¡¿Una de la mañana?! ¿Pero qué es lo que Veronica hacía despierta hasta esta hora? Creo que tengo una prima bastante impredecible... que le gusta trasnochar.
¿Clyde se va a dormir temprano? Eso ya lo sé. Clyde jamás se acuesta a las siete de la noche como un niño. Es él quien me mantiene despierta toda la noche, buscando la manera de que no cierre los ojos, y de que le permita mi contacto. ¿Qué más da? Veronica me ha quitado el sueño y dudo que pueda dormir de nuevo. Espero no interrumpir a Clyde. Seré educada y mandaré un mensaje de texto, a ver si responde.
"Hola... ¿estás despierto?"
Me acuesto de nuevo en la cama y dejo el teléfono al lado de mi almohada, mientras espero a que vibre. Me siento como una tonta al ponerme nerviosa de haberle enviado un mensaje. Parezco una adolescente. Llega una notificación.
"¿Por qué putas me saludas como si fuera un amigo común y corriente?"
Oh, santo cielo, no esperaba eso. Reviso de nuevo mi mensaje. Si, qué torpe. Pero, ¿acaso eso no es lo que somos? No somos novios, pero hacemos cosas que los amigos normalmente no hacen. Lo voy a provocar.
"No somos novios."
Me quedo esperando su respuesta.
"Tampoco amigos."
Justo lo que imaginé que respondería.
"Bien. Supongo que no nos debemos nada, entonces."
"¿De qué putas hablas? ¿Estas enojada conmigo?"
¿Lo estoy? No, yo sólo quiero bromear un rato, para ver si eso me da ganas de volver a dormir.
"No estoy enojada contigo. Estoy emputada de no saber qué somos y que no hagas algo al respecto."
"¿Qué quieres que haga? Tu papá no quiere que seamos novios."
¡MALDITO! ¿Cómo se le ocurre decirme eso? ¿Quiero una relación con Clyde? Quizá, si no se comportara como un vil idiota.
"No quiero verte otra vez, Clyde."
Clyde se toma su tiempo para responder.
"¿Estás en tus días?"
¿En serio? No, no lo estoy, ¿y eso qué? Tomo la decisión de ignorar su último mensaje. Mi teléfono comienza a vibrar. Oh, no, Clyde me está llamando. Declinar llamada. Apagar teléfono. Problema resuelto.
¿Cómo puede Clyde darme a entender que esto que tenemos no ha trascendido por mi papá? No puedo creer que Clyde sea cobarde. Ha arriesgado su vida por mi, pero le da temor una relación. Increíble, lo que faltaba.
No quiero desgastar mi cerebro pensando en Clyde. Me levanto de mi cama y me dirijo hacia la sala. El sonido del reloj haciendo tic toc es lo único que interrumpe el silencio. Los postes de iluminación de la calle permite que sepa hacia dónde me dirijo. Qué extraño, ¿quién deja a la vista de todos álbumes familiares? Familia... mi mamá debe estar ahí. Tomo dos álbumes, los que a mi parecer son más antiguos que los demás, aunque la luz no es que sea mi mejor amiga en este momento. Abro el primero, preciso, no veo nada. Me devuelvo a mi cuarto, cierro la puerta y enciendo la luz. Ahora si. Son fotos de Grace con Veronica. Nada fuera de lo normal, excepto los lujos en cada fotografía. A medida que avanzo, más fotos antiguas encuentro.
Por poco se descuelga mi mandíbula al ver una foto de Zach cuando estaba pequeño. ¿Por qué Grace tiene esta foto? Ah, si, Grace es nuestra tía. Luego, Zach y Veronica. Supongo que por ser mayor, pudo recordar lo que yo no sé. En algún punto de su vida, Zach tuvo que preguntarle a nuestro papá sobre quién era Veronica. Sonrío en el momento que veo una foto de mi tía Grace, Veronica, Zach y yo. No sé cómo, pero salen lágrimas de mis ojos. Grace hacía lo posible por ignorar el hecho de que me estaba metiendo su rojo cabello a la boca. Me reconozco porque tengo una foto mía con la misma ropa, el día en que Zach cumplió seis años, y hasta dónde sé, yo tenía un año de edad. Qué raro. Entonces, Grace y Veronica estaban con nosotros ese día. Yo tengo casi todas las fotos de ese día, a excepción de estas, claro. Un momento, ¿quién tomó la foto? Bueno, mi papá, ¿quién más pudo ser?
Esperen. Hay otra foto. Esta vez, mi papá, Zach y yo estamos juntos. Siento como si una daga me apuñalara el pecho al ver los tatuajes en los brazos de mi papá. Se ve tan diferente a cómo se ve hoy en día. Tiene cierto parecido a Clyde, como un hombre que aparenta maldad. Es increíble cómo los tatuajes pueden cambiar la apariencia de una persona. ¿Por qué eliminó sus tatuajes? ¿Qué motivó a mi padre a someterse a semejante dolor, y no aceptar vivir con la tinta en su piel? Sólo puedo determinar una cosa, y es que quizá mis prejuicios hacia las personas con tatuajes jamás habrían surgido. Si mi papá pudo convertirse en el primer mejor hombre que he conocido, ¿qué impide que Clyde sea el segundo?
¿Por qué le cuesta tanto a mi papá decirme la verdad? ¿Acaso es tan mala, o está ocultando algo que podría alejarme de él? Yo sólo quiero conocer a mi mamá. Mientras lloro, enciendo mi teléfono. De inmediato, recibo mensajes; quince llamadas perdidas de Clyde.
Volteó a ver la ventana de la habitación. ¿En qué momento abrí la ventana? No recuerdo haberlo hecho. Me asomo y no creo lo que veo. ¿Esa es la camioneta de Clyde? Santo cielo, ¿qué hace Clyde a unos cuantos metros de aquí? Mierda. Oops, mierda no, santo cielo. Camina hacia mi con una de sus manos tras su espalda. Genial, yo estoy en pijama. Genial nada. Clyde no puede creer que va a desaparecer de mi cabeza lo que dijo con respecto a mi padre. Es la excusa más barata que he escuchado.
— Te dije que no quería volver a verte.— Digo mientras Clyde sigue acercándose.
— Sé porque estas "emputada", Sam. — Habla como si esto fuera una broma.
— Me alegra. Ya puedes irte.
Intento cerrar la ventana, pero Clyde lo impide.
— ¿Muy "emputada", niñita? — Se burla.
— Odio que me digas así, tonto.
— Qué ofensiva eres, ¿es lo mejor que tienes para insultarme?
Sé lo que quiere. Quiere que lo mande a comer mierda.
— Métete el dedo por donde ya sabemos. — Sigo forcejeando por cerrar la ventana, pero Clyde es más fuerte que yo.
— Dilo, no seas cobarde.
— Que te metas el dedo por el culo, Clyde.
Lo que digo hace que Clyde aguante la risa. Luego, alarga su brazo y me pellizca el hombro. Doy un paso hacia atrás. Santo cielo, qué mano tan dura. Atrevido, grosero, que se muera. Entra por la ventana y veo que caen pétalos de una rosa roja.
— Puta vida, Samantha. Te jodiste porque no te voy a dar otra. — Tira el tallo al suelo.
— A esta hora no hay florerías abiertas. La robaste.
El hecho de que me haya traído una rosa suena muy cursi, así que intento no sonreír delante de Clyde. Pasa su lengua en medio de sus labios.
— Si.
Su mirada se dirige hacia los álbumes de fotos.
— Apuesto a que esto es robado. — Se sienta y toma un álbum.
— No te he dado permiso de estar aquí, Clyde.
— Lo dices como si esta fuera tu habitación. Si lo fuera, no te obedecería de todas formas. — hace una pausa mientras observa la foto de mi papá con los tatuajes — ¿Pero qué tenemos aquí?
— Vete, ¿si?
Clyde deja el álbum a un lado y me observa.
— ¿En serio crees que tu padre va a impedir que te haga mía? — Pone su mano sobre mi pierna.
— Entonces, ¿qué lo impide? — Retiro su mano de mi cuerpo.
— Sam, entiende que no he tenido una relación en años. La última ni siquiera fue estable.
— Te entiendo. — Clyde frunce el ceño — Lo que quieres decir es que no soy lo suficientemente buena para ti y por eso lo dudas tanto.
— ¿Qué sabes acerca de mantener viva una relación?— Pregunta.
— Por si te acabas de dar cuenta, yo no tengo un ejemplo a seguir, Clyde.
— Yo tampoco tengo un puto ejemplo, Sam.
— ¿Esa es tu excusa para no tener una relación sentimental?
— No. Es mi justificación para que no repitamos la historia de nuestros padres.
Tiene razón. Odio que tenga razón. Siempre pienso eso de que detesto que Clyde gane los debates que se presentan entre nosotros.
— Bien. No insistiré. — Me acuesto.
Un fugaz recuerdo de nuestro primer beso invade mi mente.
— Te traje una jodida rosa y ni siquiera me agradeces por ello. — Dice con pocas ganas de hablar.
Mi corazón se ablanda al instante. Tiene razón ¡otra vez! Me siento nuevamente y le doy un beso en la mejilla. Clyde gira su rostro hacia mi y comienza a besarme. Toma mi rostro entre sus manos. Luego, junta su frente a la mía.
— No quiero tener prisas contigo. Del afán sólo queda el cansancio. Déjame asimilar que tengo a alguien cómo tu tan cerca de mi.
— No te demores tanto en asimilarlo, entonces.
Sólo me mira, como si analizara lo que acabo de decir.
— ¿Qué haces despierta en la madrugada?
Santo cielo, ¿cómo le digo que Veronica me despertó a darme un número? Muy simple, diciéndolo, ¿no es así? Pero conociendo su actitud al respecto, lo mejor es no mencionarlo. Un momento, algo aquí no está bien. Respiro profundo.
— ¿Estuviste bebiendo, Clyde?
Mi pregunta y sospecha nos sorprende a ambos. Clyde se empieza a comportar muy raro, como si estuviera nervioso.
— Un poco. — Murmura.
— ¿Qué es un poco?
— Olvídalo, ¿si?
Me levanto de la cama y abro la ventana.
— Si no me dices, juro que hago un escándalo y no te volveré a hablar.
— El único escándalo que harás será cuando yo esté encima de ti.
El poder que tiene Clyde de "sexualizar" cualquier situación es sorprendente. Nadie lo podría hacer mejor.
— Media botella. — Confiesa.
— ¡¿Y te viniste conduciendo así borracho?! — El tono de mi voz se eleva.
Clyde se levanta y me tapa la boca con su mano. Luego, con su otra mano me pellizca el trasero. Gimo mientras intento soportar el dolor.
— ¿Quieres que te haga gemir de verdad? — Susurra muy cerca de mi nariz, haciendo que el olor a alcohol sea más fuerte todavía.
— Cómo olvidar que tu sólo quieres sexo.
Forcejeo, pero Clyde me toma de las manos y las ubica sobre mi trasero.
— Sabes que eso no es cierto. — junta su erección a mi vientre y ahogo un jadeo — Necesito que nos toquemos.
— ¿Qué te hace creer que voy a dejar que me toques en ese estado tuyo?
Santo cielo, no puedo negar que quiero que me bese ahora mismo.
— Porque necesito más que alcohol para perderme a mi mismo.
La punta de su nariz roza mi cuello. Su mano se atreve a meterse por debajo de mi blusa a acariciar mis senos. Sólo necesité escuchar su voz oscura y perversa para que mi sexo empezara a pedir satisfacción.
— ¿Qué necesitas, Clyde?
— Tu. Necesito que no me dejes. Necesito que tu me necesites, para que no te vayas.
Santo cielo, eso no era lo que pensaba que Clyde iba a decir. Imaginé cualquier otra cosa, menos una confesión tan profunda.
— Clyde, puedo enojarme contigo, pero eso no quiere decir que me iré.
Me preocupa. Clyde está algo emocional.
— Entonces, deja de decir que no quieres volverme a ver.
— Clyde...
— ¿No has notado que conmigo nada malo te pasará? Yo puedo protegerte. Mientras estés conmigo, yo...
¿Acaso tiene los ojos húmedos?
— Clyde... — se quiebra mi voz.
— Prometo ser mejor, ¿si? Sólo te tengo a ti, Sam.
Sus ojos rojos, las venas de su rostro brotadas y sus manos temblorosas me empiezan a asustar. Hago que se siente en la cama. Por un momento, veo a un niño con temor a ser rechazado. Rechazado por mi.
— Clyde, — beso su frente — yo no me arrepiento...
— Un año. Hoy Lucy cumple un año más. Es mi culpa. Me odió y se fue. No quiero que me odies.
Su cuerpo se rinde sobre mi pecho mientras siento sus lágrimas mojando mi piel. Ver a Clyde llorando me parte el corazón. Sin notarlo, yo también lloro con él. Me abraza con mucha fuerza, haciendo que no pueda respirar muy bien.
— Mírame, Clyde. — tomo su rostro entre mis manos y evito llorar aun más al ver la tristeza en su bello rostro — No te odio.
— Te quiero, Sam.
Río y lloro. Esto es hermoso. Mi corazón rebosa de una divina satisfacción al escuchar por segunda vez a Clyde diciendo que me quiere.
— Te quiero, Clyde.
— ¿Sabes que siempre en una relación hay uno que ama más que el otro?
Su pregunta se me hace extraña.
— ¿Por qué dices eso? — Yo sé, está borracho.
— Porque algo me dice que yo te quiero a ti más de lo que tu a mi.
Empiezan a brotar más lágrimas de mis ojos. ¿Eso es cierto? ¿Por qué me hiere tanto lo que acaba de decir?
— Pero no importa. — continúa — Aún así, te querré.
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