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Capitulo 6: Un pequeño susto

Mi padre me pone su mano en mi espalda y me acerca a quienes parecen ser Walter Harris, y su hijo Jeremy. Santo cielo. No había detallado sus hermosos ojos, verdes. La presencia de estos dos hombres me hace sentir diminuta, incluso fea. Me cuesta respirar con calma.

— Sam, te presento al señor Walter y a su hijo, Jeremy.

Volteo a ver a Hayley, y esta en shock, con la boca abierta. Abre sus ojos y creo que me dice "yo lo vi primero".  

Le tiendo mi mano primero al señor Walter, pero me coge desprevenida y me da un beso en la mejilla. No he terminado de reaccionar ante tal sorpresa, cuando Jeremy también me regala otro beso en la mejilla.

Rayos. Los vellos de mis brazos se me erizan al roce de su barba en mi piel. No tengo un espejo cerca de mi, pero puedo asegurar que me he puesto más roja que el cabello de Hayley.

— ¿Así que serás mi chofer los viernes en la noche que salga a beber como nunca? 

Me quedo estupefacta, ¿cómo cree? ¿me ha visto cara de estúpida? 

Cuando Walter, Jeremy y mi padre ven que no respondo, los tres se echan a reír como locos. Mi padre me coge por los hombros y me despeina con su mano.

— Es bromeando, Sam. Yo no bebo, y si lo hiciera, ¿crees que lo diría en frente de tu padre? — Jeremy se dirige a mi y me regala una hermosa sonrisa.

— Si, Sam, no te preocupes. Con Jeremy, quedas en buenas manos —. Asegura mi padre.

Esta situación es realmente incómoda.

— Me disculparás — por fin habla el señor Walter —, pero esta señorita no tiene ningún parecido a ti, John. Seguro que Samantha es la viva imagen de su madre.

Dios, el señor Walter no sabe de lo que esta hablando. Puede que mi padre no le haya comentado aun la realidad. El cuerpo de mi padre, que sigue junto a mi, se tensiona y puedo sentir las palpitaciones de su corazón. Trato de disimular que lo que ha dicho el señor Walter no me molesta, no entiendo el por qué me molesta esa simple afirmación. Pero no conozco a la mujer que me trajo al mundo. Ni siquiera tengo una foto de ella.

Mi padre no pronuncia palabra alguna. No tengo ni la más mínima idea de qué responder.

— ¡No sabemos nada de la vieja, señor Walter!

Zac grita desde el auto, recostado con los brazos cruzados. Me percato que Zac no ha venido a saludar. Qué modales. 

El resto del señor Walter se descompone, su vergüenza es notable. Baja su cabeza, en señal de remordimiento.

— ¡No se indisponga, señor Walter! ¡El asunto de la vieja está superado! — El señor Walter intenta darle una sonrisa y mirarlo fijamente por más de un segundo, pero le es imposible.

— Gracias al cielo que mi hijo no es sordo, Walter.

— Disculpen, yo no sabía que...

— Descuide, señor Walter. No tiene la culpa de que ella no exista en nuestras vidas — le doy una sonrisa, y él me la devuelve.

Por un momento, siento que no hay tema de conversación. Sin voltear mi cabeza, miro a Hayley y me comunico visualmente con ella. Me ha comprendido. Se acerca hacia nosotros, saluda de nuevo a Jeremy y le da un abrazo a mi padre.

— Es hora, Sam. Eloise ya está aquí. Antes de irnos, déjame hacerte una trenza, ¿traes elástico? —asiento con mi cabeza, le doy mi elástico, y empieza a entrenzar mi cabello.

— Sacaré tus maletas, Sammy —. Mi padre se va hacia el auto, junto a Zac, traen mis cosas y las dejan a mi lado.

Siento que Hayley ha terminado con mi cabello. Volteo a verla, le doy una sonrisa y ella me saca la lengua. Se acerca hacia mi Nydia. Cabello rojo, igual que el de Hayley. Sus ojos están aguados, llenos de lágrimas que no ha permitido sacar. Su rostro de tristeza compadece mi corazón, y le doy un abrazo.

— ¡Ay! Mis niñas, las extrañaré muchísimo. La casa se sentirá vacía sin ustedes cada viernes viendo películas, preparando comida en la cocina, escuchando música... — Pobre Nydia, no puede continuar. Se tapa la cara con sus manos y llora sin consuelo.

Hayley se acerca a Nydia y le seca las lágrimas. Se pone de puntitas para darle un beso a su madre en la frente.

Siento que alguien se recuesta en mi hombro. Es la cabeza de Eloise.

Nydia nos abraza a las tres, empezando por Eloise, luego por Hayley, y termina conmigo.

— Cualquier cosa que necesites, Sam. Llámame, no importa qué sea —. Susurra Nydia cerca de mi oído.

— Gracias, Nydia.

Nydia se despide de mi padre y de Zac de prisa. Se monta en su auto y se va. Me angustia su dolor.

— Bien Sam, consígueme una novia.

— De seguro tendrás más tiempo para eso que yo.

Ambos reímos. Me abraza y me da un beso en la frente.

— Sin que te dieras cuenta, empaqué esa desastrosa cobija de Bob Esponja —. Se va, ingresa al vehículo y lo enciende.

El momento ha llegado. Mi corazón se desgarra de manera salvaje, porque mi mente me dice que debo despedirme de mi padre.

— Papá, yo...

— No lo digas, Sam. Esto es lo que siempre has querido. No dejaré que vuelvas a casa sin tu diploma.

Mis lágrimas salen sin control de mis ojos. Me siento insegura y sola. Nunca antes me vi obligada a estar tan lejos, a kilómetros de distancia de él. Mi padre intenta ser fuerte, pero falla en el intento. Sus ojos estan cargados, su mirada refleja agonía. Algo en él le hace pensar que todavía sigo siendo esa pequeña niña, a la que él peinaba todas las mañanas antes de ir a la escuela; justo ahora me siento asi. Dudo que como padre, pueda soltarme de su mano por completo algún día para hacer mi propia vida. Estoy segura de que no quiero pasar mis días sin saber de él, sin un abrazo suyo, o sin ver su hermosa sonrisa.

El único y primer hombre que me ha amado, no sabe que decir para hacerme sentir mejor, con respecto a la decisión de estudiar y vivir lejos de él. Hace lo que puede. Él sabía más que yo que tarde o temprano nos íbamos a encontrar en esta posición. Él conocía que llegaría el duro momento de decir adiós, incluso cuando no sabía si volveríamos a saludarnos.

— Ven cariño — me abraza con fuerza y me suelta —, no lo hagamos más difícil.

Me dedica una sonrisa y se para junto a la puerta del copiloto del auto.

Hayley y Eloise cogen sus pertenencias y caminan, esperando a que yo las siga. Veo por última vez a mi padre. Sé que no será la última vez que estemos juntos, pero así se siente. No sé si esta misma noche alguno de los dos parta de este mundo.

Agarro mis maletas y las sigo. Zac no ha encendido el auto. Avanzo unos metros, me detengo y bajo mi cabeza. La tristeza me inunda el alma, al igual que las lágrimas mi rostro.

— Vamos, Sam. Te ayudaré con esto —. Aparece Jeremy de la nada y me lleva el equipaje.

Miro de nuevo a mi padre y me despido con la mano. Él intenta darme su mejor sonrisa, pero en el intento, se derraman sus lágrimas. Se despide con la mano y me lanza un beso.

— Te quiero, papá — susurro.

Llegamos a la residencia de chicas. Jeremy fue muy amable de trasladar mis maletas hasta el primer piso de edificio. Me dijo que no perdiéramos el contacto, así que me regaló su número. Claro está, Hayley al instante me pidió que le enviara un mensaje a ella con el número de Jeremy.

Lastimosamente, a Eloise le ha tocado en otro piso; no tenemos idea de quién será su compañera de cuarto.

— Qué mal, ¿no? Sam, te acompañaré a tu habitación, luego iré a buscar el mío.

Asiento y seguimos caminando por el pasillo. Creo que lo he encontrado, es la habitación 413. Introduzco la llave que me dieron hace unos minutos y abro la puerta.

En primer lugar, entiendo que sea un cuarto de chicas, pero, ¿por qué todo tiene que ser fucsia? Hasta las cortinas son de ese color.

— ¡Sorpresa! — chilla Hayley mientras entra a la habitación saltando. Sonríe como nunca.

— ¿De qué hablas? — ¿Acaso ella decoró el cuarto?

— Lo siento, Sam. Es que no quería estar lejos de ti. Dormir en el mismo cuarto que tu, me da más confianza que tener que compartir mi espacio con una desconocida.

— ¿Qué fue lo que...

— Calla, Sam, y déjame terminar — típico de Hayley —. Sólo te diré una cosa: el dinero es poder.

— ¡Corrección! El conocimiento es poder.

— ¡No intentes opacarme! El conocimiento de que el dinero es poder, es poder.

Me río y ella me abraza. Metemos nuestras maletas al cuarto y empezamos a organizar.

Hayley trajo consigo la mitad de su habitación en San Francisco. En la mesa de su lado, acomoda sus perfumes, maquillaje y accesorios.

Yo, en cambio, saco mis clásicos y formo una torre con ellos, dejando encima a mi favorito, El Retrato de Dorian Gray. Ordeno mis implementos de trabajo, cuadernos y pinturas. Acomodo mis cosas personales en un lado. Termino con mi ropa, mi colección de converse de todos los colores, en orden de tonos frios a calientes. Listo, he terminado.

Santo cielo, algo me dice que he dejado algo en casa; pero no se qué es.

— ¿Me ayudas, Sam? — Volteo a ver a Hayley y me esta haciendo pucheros. Doy una carcajada al ver que tiene un sostén de encaje negro en su cabeza, una tanga de la misma tela en su hombro, y toda su ropa encima de la cama y tirada en el suelo.

— Linda ropa interior — le digo mientras recojo su ropa y empiezo a doblarla. No puedo evitar no reírme.

— Eso, ríete. Cuando empieces a follar con juicio y dedicación, me pedirás que te acompañe a comprar 7 sosténes  y 7 tangas. Un par para cada dia.

— Ay, ¿cómo crees? Nada de eso va a pasar.

Hayley se ríe de mi comentario y me lanza una de sus blusas a la cara.

— Cariño, estamos en la universidad, ¿qué no es posible?

Me sonríe y guiña un ojo.

Media hora después, he terminado con el desorden de Hayley. Ella encendió su laptop y puso una canción de Maroon 5, "Animals". Hayley y su alegría en molestarme con ese tema sexual. Para ella, el sexo es algo común y corriente, sin importancia. Para mi, es la unión más estrecha que se puede formar entre un hombre y una mujer.

Luego, le subió el volumen a una canción de Nickelback que se llama "Animals", también.

¿Acaso a las personas les gusta experimentar el sexo, como si fueran animales? ¿Sexo salvaje y sin pudor alguno?

Creo que debería enseñarle a Hayley canciones menos explícitas.

Hayley cierra su laptop, se levanta de la cama y me coge de la mano, mientras me arrastra hacia la puerta.

— Vamos a hacer vida social, Sam.

— No puede ser — bufo —, no quiero, Hayley.

— No seas amargada, o te pego — me amenaza Hayley, alzando su mano.

Bajo mi cabeza en señal de rendición, abre la puerta y empezamos a caminar por el pasillo. Hayley no suelta mi mano. Ella sabe que cuando lo haga, saldré corriendo a la habitación de nuevo.

Hayley se detiene, la miro y su gesto refleja curiosidad. Se queda así un rato. Lo que era una linea delgada en sus labios, se ha convertido en una gran sonrisa. Me mira fijamente a los ojos, creo que intenta pronunciar "oh por Dios". No logro captar lo que le sucede.

— ¿Escuchas eso, Sam? — Susurra.

— ¿Escuchar qué cosa? — No sé por qué he bajado el tono de mi voz.

Ella pone su dedo índice sobre mis labios, y con su otra mano me indica que debo escuchar.

Ahora, si. Creo que puedo oír algo. Es la voz de una chica, creo. Quizá sus maletas estén muy pesadas. Su voz me indica que esta haciendo mucha fuerza.

Oh, hay más. Creo que también alcanzo a oír a un chico. Está jadeando. Ha de ser que le está ayudando con el pesado equipaje.

— ¿Crees que deberíamos ayudarlos? — Le pregunto a Hayley, sin recordar que no le he dicho lo que he pensado.

Hayley se tapa la boca, creo que no quiere que nadie la escuche reírse. Sus ojos se vuelven rojos, y está a punto de llorar.

— ¿Qué te sucede, Sam? ¿Acaso no reconoces esos sonidos? A la muy maldita le están dando como a perra en celo.

— ¡¿Le están pegando?! Quizá le estén haciendo daño — Hayley vuelve a callarme, tapando mi boca.

— ¿Cómo piensas eso? Sólo existe en el mundo un dolor que desearás tener, y es ese mismo que te impide sentar, después de que te hayan cogido como a rata. Creo, que ese sonido proviene de este cuarto. Vamos a ver.

Hayley se acerca lentamente a la puerta de aquella habitación. La sigo sin pensarlo.

Santo cielo. No cerraron bien la puerta. Hayley voltea su cabeza y me señala el espacio que hay, que permite ver un poco lo que esta pasando adentro.

Que bueno que el pasillo está totalmente sólo.

— Vamos a darles un pequeño susto —. Hayley me guiña un ojo, y enseguida, abre la puerta dando una patada.

¡Por la virginidad de Hayley! ¡Ese chico la pudo haber matado al meterle tal miembro tan robusto!





¡Hello! ¿Cómo van?

¿Qué les pareció este capítulo?

Foto de Zac arriba

Esa Hayley es una loquilla HAHAHA

Pobre Sam, no sabe lo que le espera.

¿Jeremy, Eloise?

Aguanten un poco :3 Besos!

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