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Capitulo 59: Recogerá lo que sembró

Abro mi boca lo más que puedo. Con mi lengua levanto el miembro de Clyde para que roce con mi paladar.

Alguien toca la puerta.

— Puta vida.— Gruñe.

Saco su miembro de mi boca y Clyde camina a vestirse mientras sigue diciendo muchas, pero muchas groserías.

— Puto Rob y esa pelirroja de tu amiga. Jamás los hemos interrumpido en sus "sesiones" para que vengan a jodernos la vida.

Aguanto la risa para que no se exaspere más de lo que ya está. Me pongo el sostén y la camiseta que tenía de Clyde.

— Ni se te ocurra salir así. — me regaña y me deja en el hombro mi jean — Sólo yo tengo permiso de ver tus piernas desnudas.

Yo sólo me quedo callada. ¿De dónde inventó eso de que tiene permiso para verme con poca ropa? Pero Clyde sigue enojado. Pobre. Justo cuando estábamos empezando. ¡Santo cielo! Tiene algo en su sudadera.

— Eh, Clyde. — Lo llamo antes de que abra la puerta.

— ¿Qué, Sam?— Está perdiendo la paciencia.

Con mi dedo índice le señalo su entrepierna. Eso se ve muy grande, poco decente. Aún está erecto.

— Pues que se jodan. — Responde y abre la puerta.

De inmediato, Hayley entra a examinar el lugar. Esperen, no el lugar, sino a mi.

— Juren que no estaban haciendo algo ilícito. — Chilla y observa a Clyde.

La mirada de Hayley se desvía, observando la entrepierna de Clyde. Rob entra y se sienta en el sofá.

— ¿Ves, Hayhay? — Rob se ríe —  Te dije que no llegáramos tan rápido. Les arruinamos la diversión.

— Rob — interviene Clyde — creo que la pelirroja está mirando mucho a mi "amigo". Esto — agarra su miembro y se me eriza la piel — no es tuyo, pelirroja.

Hayley frunce el ceño y cruza los brazos sobre su pecho.

— Tampoco es de Sam. — Contesta.

— Eso, Hayhay — interrumpe Rob — es lo que tu no sabes.

Hayley mata a Rob con esa mirada. Qué bueno que jamás he hecho algo digno de esa mirada asesina. Luego, mira a Clyde.

— Mi odio por ti sigue vigente. — Le dice y se va al sofá.

¿Qué es esto? ¿Acaso llamaron y vinieron hasta aquí sólo para sentarse en el sofá?

— Si. — Hayley rompe el silencio— Ya sé lo que estás pensando, Sam. Ahí llegó.

Volteo a ver la entrada del departamento y no puedo creer a quien veo. Creo que después de tantas ganas de vomitar, tendré que hacerlo ahora mismo. Oh, no. No se puede hacer eso en casa ajena, y menos cuando hay visitas.

— Zach... — Susurro.

¡Pero cuánto ha cambiado! Está más delgado. Su barba está un poco larga. Tenía que ser, aún tiene ese cabello crespo largo. Mi hermano se acerca a mi y nos abrazamos. Besa mi frente. Mi hermano no suele ser muy cariñoso conmigo, eso me preocupa. Siempre soy yo quien lo trata como si fuera un príncipe. Recuerdo ese hermoso gesto de empacar en mi maleta la cobija de Bob Esponja que tomé prestada sin su permiso.

— ¿Cómo has estado, Sammy? — Pregunta.

¿Respondo a esa pregunta?

— Bien. ¿Qué haces aquí?

Zach se gira y observa a Clyde.

— ¿Qué demonios haces en un departamento con un hombre a solas? — Santo cielo, Zach no está de buen humor.

Clyde se acerca y le da la mano a Zach. ¿Qué es lo que intenta probar?

— Soy su novio. — dice y todos quedamos mudos — ¿Usted quién es?

— Su hermano, imbécil. — Responde y el ambiente se tensiona.

Me parece extraño que Hayley no me haya devorado con sus preguntas y quejas sobre lo que Clyde acaba de declarar.

— Después hablamos de esto, ¿si? — Le digo a Clyde.

Zach me toma del brazo y me lleva hasta el otro extremo del departamento, mirando por la ventana.

— ¿El viejo lo sabe? — Pregunta.

— ¿Viniste a eso? — Cruzo mis brazos.

Zach se queda mirando el paisaje que se nos brinda.

— El viejo no llegó a casa. No sé dónde está. ¿Sabes algo?

Santo cielo, ¿qué he hecho?

— ¿No te has comunicado con él? — Pregunto.

— Nada. Sólo sé lo que Hayley me dijo. — hace una pausa — Se fue con una mujer, o algo así.

La sangre de mi cuerpo se hierve al instante. Maldita sea. Por mi culpa ahora mi papá está con una mujer que desconozco.

— ¿Que sucedió, Sam? — Indaga mientras se voltea a mirarme.

No tengo otra salida que decir la verdad.

— He estado recordando a una mujer, Zach. La reconocí en un lugar — omito los detalles del hospital — y tuve la oportunidad de invitarla a comer con nosotros esta noche. Ella y papá se vieron. Sólo sé que no sabía muchas cosas.

— ¿Qué?

— Entre esas, que ellos se conocen desde antes de esta noche.

— ¿Cuál es su nombre?

Tomo aire para no matar a alguien mientras digo ese feo nombre.

— Grace. — Respondo.

De inmediato, Zach abre sus ojos. No sé si está sorprendido o feliz... ¿y eso a qué se debe?

— ¿Conociste a Grace? — Parece que ni él mismo lo puede creer.

Esperen... ¿acaso era yo a la que le faltaba conocer a Grace?

— ¿Sabes quién es? — Pregunto con el afán de que me saquen de tanta inquietud que tengo.

— Claro que si. — responde — ¿Qué tal está?

— ¡¿Qué te pasa, Zach?! — chillo y hasta los murmullos de Clyde, Hayley y Rob cesan — ¡Esa mujer fue su amante!

Zach niega con su cabeza. Pasa su mano por su rostro. Busca las palabras correctas para hablar.

— ¿No te dijeron quien es, cierto? — suspiro — El viejo recogerá lo que sembró. Qué triste.

Tomo a Zach de los brazos y me mira. Ya no puedo con tanto misterio.

— ¿Quién es Grace, Zach? — Pregunto.

Zach me sostiene los hombros y aprieta sus labios.

— Grace es la hermana de... nuestra mamá, Sam. Es nuestra tía.

Por primera vez en tantos años, conozco a otro miembro de mi pequeña familia. ¿Cómo pude pensar que Grace era una amante de mi papá? Santo cielo, todo esto ha sido demasiado para mi.

Lloro y Zach me abraza, pero desearía abrazar a mi viejo.

— ¿Por qué tu lo sabías y yo no? — Sollozo.

Me abraza más fuerte.

— No puedo decirte, Sam.

No puedo parar de llorar. Mi corazón da latidos muy agresivos. Mi respiración se obstruye y pierdo control sobre mi cuerpo. Siento unas extrañas corrientes que recorren mi mano hasta mi pecho. Mis piernas ya no me sostienen.

— ¡Sam! — La voz de Clyde es lo último que escucho.

***

Unas manos frías y delicadas acarician mi mejilla. Es molesto que estén congeladas. Me recobro a mi misma un poco. Una luz golpea mi rostro. Me doy cuenta de que mi cuerpo está sudando y que alguien me ha puesto la cobija hasta el cuello, tal como mi padre lo haría. ¡Mi papá! Abro mis ojos y logro divisar esa melena roja de Hayley. Un momento. Parpadeo. ¿Grace? Me apoyo en mis codos y observo a Clyde en la sala hablando con alguien.

Grace no deja de mirarme como si fuera un cachorro al que estuviera a punto de ofrecerle un hogar. Se levanta y se asoma por el umbral de la puerta. Creo que está diciendo algo. Clyde me mira y sonríe, pero no viene hacia mi, sino que se levanta y desaparece del panorama. Grace vuelve a sentarse en mi lado.

— Hola. — Susurra.

Ahora, todo tiene sentido. Grace y yo tenemos la misma forma de ojos. ¿Mi mamá se parecerá tanto a ella?

— Creí por un momento que eras mi mamá. — Me siento y cruzo las piernas.

A Grace se le humedecen los ojos, pero hace todo lo posible por no derramar una sola lágrima.

— Así era como me llamabas.

— ¿Qué edad tenía cuando te fuiste? — Pregunto.

— Ibas a cumplir tres años. — Responde lo necesario.

— ¿Por qué? ¿Qué pasó?

Observo sus manos. Ambas estamos jugando con nuestras propias manos.

— Eso no me corresponde decírtelo, Sammy.

Sammy... No logro contener las ganas de llorar, a pesar del terrible dolor de cabeza que tengo. Y hambre.

— ¿Por qué tu estabas ahí y no mi mamá? — sollozo y vuelvo a perder la compostura — ¿Por qué te recuerdo a ti y no a mi madre?

Me quito la cobija de encima.

— ¡¿Es que acaso nadie se va a dignar a decirme lo que pasa?! — chillo y Grace se asusta — ¡¿Por qué mi mamá era una drogadicta?! ¡¿Cuándo murió?!

De repente, mi papá entra al cuarto. ¿Qué hace él aquí?

— Sam, — dice — no estás bien. 

—Sammy, — interviene Grace — eso no es cierto, totalmente.

Me quedo quieta y espero a que continúe.

— Claire sigue viva.

— Mi papá me dijo ayer que una sobredosis la mató.

Ambas dirigimos nuestras mirada hacia él. Más rápido cae un mentiroso que un cojo.

— Por el amor de Dios, Jhon, ¿cómo dices eso? Ambos sabemos que no es así. — Grace reprende a mi padre.

Exacto. Clyde tenía razón. Pero eso es muy extraño que Clyde tenga la razón muy de seguido. Si mi mamá está viva y ellos lo saben, también deben conocer dónde vive. ¡Voy a ver a mi mamá! Una inmensa alegría opaca el enojo y confusión que antes tenía. Me levanto de la cama y busco mi ropa para vestirme.

— ¿Qué haces, Sammy? — Pregunta Grace.

— ¿No es obvio? Iremos a ver a mi mamá. — Respondo con una gran sonrisa.

Clyde entra a la habitación. Mi alma se derrite de ver que me trae el desayuno. Puedo asegurar que esta vez no se ha quemado el brazo.

— No la vas a conocer. — la voz de mi padre hace que el aire se sienta más denso — Jamás.

— Jhon... — Grace interrumpe.

— Nada, Grace. Claire no es una mujer que tenga los pies sobre la tierra. Es lo que menos necesitamos.

— ¡Es mi mamá! — Chillo.

Mi padre se acerca a mi, dominante, sin temor alguno. Clyde deja el desayuno sobre una mesa y toma posición.

— Eso no te da derecho a hablarme así, jovencita. Nadie sabe dónde está Claire. Es imposible hallar a un drogadicto y no nos encargaremos de ello.

Mi papá jamás me ha hablado de una manera tan fría y cortante. Observo cómo las venas de su rostro se brotan.

— ¿Por qué tengo la impresión de que es otra mentira tuya? — Pregunto en forma de respuesta.

Lo que acabo de decir hace que mi padre se enoje aún más.

— Te advierto, Samantha. Si alguien te ayuda a buscar a esa mujer, se convierte en mi enemigo.

¿Cómo se le ocurre decirme eso? ¿Cómo puede ser tan egoísta y no dejar que conozca a mi mamá? Sin despedirse, se va.

— No era la manera de decirlo. — Grace se levanta, toma mi desayuno y me indica que me siente en la cama — Sammy, créeme que vivirás mejor sin conocerla.

— ¿Por qué te refieres así? Es tu hermana. 

— Por eso mismo.

Observo mi desayuno. Sandwich. Claro, es lo único que Clyde sabe preparar.

— Así que... — doy una mordida — Veronica y yo somos primas.

Grace sonríe y asiente.

— Ella aún no lo sabe, pero se alegrará mucho. Si tu padre te da permiso, podrás conocer al resto de tu familia.

¿Resto? ¡Eso suena a manada! Papá nunca me había dicho que mi mamá tenía hermanos. Si eso es así, no sólo tengo una tía y una prima. ¡Quizá mi abuelos quieran conocerme! Pero pronto, cierta soledad vuelve a retomar su posición en mi corazón.

— ¿Volverás a dejarme? — Pregunto.

Grace deja salir unas cuantas lágrimas. Se acerca y me abraza. Un hermoso sentimiento recorre mi alma. Hago un esfuerzo por asimilar este abrazo con uno que mi madre podría darme. Besa mi frente y me abraza aún más fuerte.

— No, Sammy. No me iré.

— ¿Y me dirás la verdad sobre mi mamá?

Grace suspira y no deja de tenerme entre sus brazos.

— Ese es el deber de tu padre.

Ni modo. Tarde o temprano, tendré que sacarle la verdad a mi papá.



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