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Capitulo 53: Maleducada

— ¡¿Eloise?! — La llamo, o eso creo.

Jamás la he visto usando shorts tan cortos, o usando un despampanante color fucsia en sus labios. Abre sus ojos al verme. No sé si esté más sorprendida que yo, y tampoco se si sienta que la he "atrapado".

— ¡Eloise! ¿Por qué estas aquí? — Mi voz se quiebra mientras camino a ella.

Hay algo diferente en ella. No me saluda, no sonríe. Es como si en su cuerpo ya no habitara su alma. Alma de la inocente niña que alguna vez fue mi amiga.

— Porque le gusta la vida de puta que yo le ofrezco, dulcesito. — Volteo a ver a Ethan de rodillas en el suelo y con la nariz sangrando.

Un torbellino de miedo se crea en mi mente al escuchar a Ethan decirme "dulcesito". Me recuerda a todo lo que vi en el vídeo en el que me denigraron. Clyde se encuentra parado justo detrás de mi. Alana... me enfurece que piense que tiene derecho a poner sus manos encima de la camioneta de Clyde.

— Eloise, ven conmigo — ella separa un poco sus labios y da un paso hacia atrás —. Por favor...

— Vete tú, Samantha.

Eloise responde despues observar detenidamente a Clyde, ¿qué intenta hacer? Clyde no me da tiempo a pensar, me toma de la cintura y me lleva a la camioneta.

— ¡Clyde me ha puesto la mano en otras partes, zorra! — Alana grita y de inmediato la ira se enciende en mi.

¿Cómo se atreve? Aunque sé que eso es cierto, me molesta que lo sea. Hierve mi sangre por defender lo que considero mio, cierro mi puño y doy la vuelta. Miro su sonrisa malvada mientras pasa su lengua por sus labios. Pero Clyde me coge de nuevo de la cintura y me dirige a mi asiento. No forcejeo. Intentar ganarle a Clyde en cuanto a fuerza bruta es imposible.

— No sigas, Samantha. Tú no eres como ella —. Clyde intenta calmarme hablándome al oído.

Me resigno y subo a la camioneta.

***

Hayley no se encuentra para nada bien. Seré sincera. Hayley no es Hayley ahora mismo. Con la cabeza agachada no me permite observar su rostro. Está devastada.

Cuando le conté a Hayley lo que había pasado unas horas antes, ella simplemente no lo podía creer. Se sentó en su cama mientras terminaba de halar unos pequeños hilos que tenía en un roto de su jean. Mientras seguía con la historia, más se decaía su ánimo. De vez en cuando miraba a Clyde, quien estaba justo a mi lado, y parecía que se burlaba de la situación. Pero no le podía pedir más que eso. Él no sabe. Muchos no saben.

Es eso lo que ahora temo por Hayley; y es que todos se den cuenta de la verdad.

— ¿Puedes salir por un momento, Clyde? — dice aún con la cabeza agachada y con sus codos apoyados en sus rodillas.

Clyde bufa.

— ¿Es en serio, pelirroja? ¿Cual es el puto problema de que te escuche hablar? — Se ríe.

Oh, Clyde. Este no es el momento para hacer bromas.

Hayley levanta su rostro. Santo cielo, sus lágrimas están a punto de salir. Mira a Clyde y abre su boca.

— Por favor —. Susurra y dirige su mirada a mis ojos, y me dicen que haga algo al respecto.

Volteo a ver a Clyde. Desearía borrar esa expresión confusa de su rostro, pero no. Esta vez no podré hacerlo. Él se levanta y justo antes de cerrar la puerta, se detiene y me mira.

— Estaré afuera —. Asiento con mi cabeza y nos deja solas.

— ¿Se ha aprovechado de ti? — Pregunta Hayley al escuchar la puerta al cerrarse.

No sé por qué quiere evitar nuestra conversación pendiente con esa pregunta.

— No.

— ¿Y qué son ustedes, exactamente? — Me observa.

— No lo sé.

— ¿Es verdad que tu suegra te adora?

Trato de esconder una sonrisa, pero al hacerlo se me escapa la risa.

— ¿Suegra? Espera un momento, ¿tú cómo sabes eso? — Hayley no puede ser más metiche que yo, ¿o si?

Sonríe, y por un instante vuelve a ser la hermosa mujer que conozco. Pero su sonrisa no tarda en opacarse.

— ¿Crees que será capaz de hacerlo? — Pregunta. Se me hace extraño sentir que su imagen se rejuvenece un poco.

— No, Hayley, ella no lo haría —. Digo, tratando de calmar su ansiedad.

— Creo que si, Sam — su voz se quiebra —. Es una maldita hija de perra. A ti te lo hizo, y ahora la que sigue soy yo.

— No, Hayley — me levanto y me siento a su lado —. Ella es consciente de que lo tuyo es más delicado.

— Ni siquiera Rob lo sabe como para que todo el campus se entere —. Cubre su rostro con sus manos y solloza.

Me parte el corazón verla angustiada. Hayley jamás lo ha estado.

— Fui una estúpida al pensar que podía confiar en Eloise — llora sin consuelo alguno —. Siempre estuvo en mi cabeza la idea de que Eloise era una jodida falsa de mierda. Era cuestión de tiempo para que se revelara.

Abrazo su débil cuerpo mientras ella sigue llorando sobre mi hombro. Sin querer, mis ojos se humedecen, pero me obligo a no llorar. No ahora. Hayley necesita fortaleza.

***

— Tu ya lo sabías, ¿no es así? — Pregunto sin mirarlo a los ojos.

— ¿Estas enojada? 

— Responde, Clyde.

No le voy a dar la oportunidad de cambiar el tema. Me recuesto sobre la camioneta y Clyde se detiene justo a mi lado. 

— Desde ese día que te hice — hace una pausa — eso que ya no vale la maldita pena recordar.

— ¿Cómo lograron persuadirla?

— Fue ella quien se ofreció.

Frunzo el ceño y mis labios se separan automáticamente. Observo a Clyde mientras él aprieta sus labios.

— ¿Se ofreció a hacer qué cosa?

— ¿Tú qué crees Sam? — Es todo lo que responde y dirige su mirada hacia el horizonte.

Todo esto es muy confuso. ¿Cómo es que yo nunca lo vi venir? Admito que noté un extraño comportamiento de Eloise hacia mi desde el día que hablamos de cómo sería nuestras vidas como universitarias. Ella se disgustó cuando dije que iba a pasar el tiempo enfocada en mis asignaturas. Es claro que todo eso ha cambiado. No soy la misma persona desde el primer día que pisé suelo universitario.

Pero ahora que recuerdo, Eloise ya tenía problemas desde que la conocí. Creo que sus padres eran un poco estrictos con ella. Habían conflictos constantes cada vez que Eloise iba a mi casa en San Francisco. A mi papá siempre le tocaba llamar a los padres de Eloise para que la dejaran estar una tarde en mi casa. Se comunicaban constantemente para asegurarse de que Eloise estuviera conmigo. Pero no puedo decir si eso tiene que ver con la actitud reciente de Eloise y las decisiones que ha tomado.

— ¿Te quedarás conmigo esta noche? — Me sobresalto al sentir sus dedos acomodando un rebelde pelo detrás de mi oreja.

— Hayley me necesita, Clyde. Prometí quedarme con ella esta noche.

Por el gesto en su rostro, puedo ver que no le ha gustado mi respuesta. Luego, sonríe.

— ¿Segura? — Pregunta y lame el lóbulo de mi oreja. El esfuerzo por no suspirar es incomprensible.

No puedo caer en la tentación.

— Muy segura. Sé lo que haces y no me harás cambiar de opinión. Feliz noche.

Doy la vuelta y no alcanzo a dar ni un sólo paso hacia la residencia. Clyde me toma del borde de mi jean, por encima de mi trasero.

— Maleducada, ¿así te despides de mi? — Se para frente a mi y besa mis labios.

---

Clyde

Su pequeño cuerpo se eleva un poco. Decido tomarla de la cintura, pero ella se separa de mi. Agacha su cabeza. El cabello que le había acomodado vuelve a caer. Sé que está sonriendo, pero me molesta que no me deje apreciarla.

— Adiós —. Murmura casi para sí misma y se va.

Mierda. Cuánto me encanta ver el movimiento de sus caderas al caminar. Es una perfecta combinación de sensualidad e inocencia, junto a sus manos unidas sobre su pecho. Ella es perfecta. Me encanta. Me subo a la camioneta y me aseguro de que nadie entorpezca su camino al edificio.

Puta vida, ¿quién es ese hijo de puta que la coge del brazo? ¡Puto Jeremy! Ese brazo es mío. Sólo yo tengo derecho a tocarla. Y su padre la puede abrazar y ya. De resto, ella es mía.

Bajo de la camioneta e intento cerrar la puerta con la mayor prudencia posible. Pero la prudencia no es lo mío. Puta prudencia. Camino rápido y firme. Eso si, no puedo perder la compostura frente a Sam. Después se va deseando no haberme conocido, como hacen todas las mujeres.

Puto Jeremy. Le corto la puta mano. La punta. Punta. Como Sam que se atrevió a lamerme la punta sin avisar.

Noto el disgusto de Sam cada vez que alguien a quien ella no le agrada le ponga las manos encima. Su carácter no le da para darle una patada en los cojones al puto este.

¡Ah! Pero no le doy vergüenza ni miedo atentar contra mi dignidad. Pero me la pone durísima al recordar que en ese entonces quizá sólo pensaba en patearme las pelotas, y que hoy bebió todo de mi.

¡Suficiente! Marcaré territorio. No orinando sobre ella como un puto animal. Aunque es suficiente haberme corrido en su boca, pero el puto este no lo sabe. Jeremy debe saber que ella es mía.

Como si fuéramos uno solo, Sam se percata de que no estará a solas por mucho tiempo con ese imbécil. Primero me mira Jeremy con el ceño fruncido. Sam da la vuelta y ladea su cabeza, como si no entendiera qué mierda hago aquí. Retiro la mano de Jeremy de su brazo, pongo la mía en su espalda y dejo un espacio entre nosotros y Jeremy.

— Idiota. Estoy hablando con ella. No puedes venir a interrumpir —. Gruñe.

Sonrío. Este sujeto es un perdedor. Siempre le he quitado lo que quiere. Jamás podrá arrebatar lo que yo quiero. 

— Privilegio de ser su novio, maldito —. Elevo mi ceja y paso a dirigirme a Sam.

Tiene las mejillas rosadas... qué imprudente, ¿acaso dije novio? Siempre la cago. Bien cagada. Eso no lo podía decir... aún. 

Me acerco a su oreja. Sin tocarla, siento como su piel se eriza.

— Deja que vea ese lindo culo tuyo ir al edificio —. Susurro y logro escuchar un suspiro por parte de ella.

Puta vida. Qué no se me ponga dura ahora mismo.

Asiente con la cabeza. Observa a Jeremy y sacude su mano en el aire mientras da la vuelta y se va, permitiendo semejante vista.

— Bastardo. Ella es muy lista. Ella sabe que tu vales mierda —. No sé cómo describir lo angustiante que es escuchar la voz de este sujeto. Me provoca intentar suicidarme de nuevo.

— Mierda lo que tú hablas.

— Espera a que su padre sepa la clase de mierda que eres.

Río sin avergonzarme de hacerlo. Desde que lo conozco dice esta estupidez.

— Qué puto resentido eres, Jimmy —. Lo fastidio.

— Tú me la quitaste, Logan.

Logan. Casi nadie me llama por ese nombre, a excepción de mi madre cuando esta hecha una fiera conmigo.

— No me gusta jugar con juguete ajeno —. Respondo.

Su precoz intento de novia es una completa perra. Ni siquiera sabía que a Jeremy le gustaba tanto. Lo que Jeremy no le daba, ella lo buscaba en mi.

¿Cuál era su nombre? ¿Julie? ¿Rebecca? ¿Hillary? Muchos rostros, muchos nombres.

Aprieta su mandíbula.

— Es claro. Sam es sólo un juguete para ti.

No, no lo es. Con ella no es lo mismo. Por eso mi madre la conoce. Por eso fui a conocer al señor Evans. Por eso le prometí al señor Evans cuidar de Sam ya que él no podía hacerlo. Por eso me ofrecí a ayudarlos a pintar su casa en San Francisco en julio. Sam no sabe eso. Es una sorpresa.

Doy la vuelta y me dirijo a mi camioneta. No pienso perder un segundo más escuchando cuanta mierda sale de la boca de ese idiota.

Enciendo la camioneta y recibo una llamada. Que me maten.

— ¿Para qué me llamas?

— ¡Clyde! ¿Por qué tan amargado? Yo puedo solucionar eso con una mamada —. Es una degenerada.

— No, Alana. Quién sabe cuánta porquería te has metido a tu boca.

— Ethan quiere que vengas.

Qué extraño. 

— No voy a ir —. Respondo y Alana se ríe.

— Vienes o le decimos a la virgen la verdad —. Me amenaza. La perra de Alana cree que puede hacerlo.

— Lo dices como si yo no supiera la verdad tuya, de Ethan, y ahora de Eloise.

— Nuestra verdad puede convertirse en la realidad de tu adorada virgen, Clyde. Te damos una hora para venir —. Cuelga y me dirijo de inmediato al lugar dónde nos vimos hace unas horas.

***

HAN PASADO 84 AÑOS... LO SE... ¡PERO HEME AQUÍ POLLITAS!

DEBO AGRADECER QUE EL SEMESTRE ESTA CULMINANDO Y QUE HE TENIDO TIEMPO PARA ESCRIBIR ESTE CAP.

ME SENTÍ MUY MAL POR NO ESCRIBIR Y DEJARLAS ESPERANDO TANTOS SIGLOS. ES POR ESO QUE DECIDÍ DEJAR UNA PARTE DEL CAP CON EL POV DE CLYDE WIWIWIWIWIWI PERO SOLO POR ESTA VEZ...

ESPERO QUE A TODOS LES ESTE YENDO SUPER BIEN EN LA VIDA Y EN EL ESTUDIO. TENGO UN MONTÓN DE COSITAS POR HACER Y PUES LES ESTARÉ CONTANDO APENAS VAYAN AVANZANDO JUJU.

SALUDOS, ABRAZOS Y BESOS DE POLLITO!!!

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