Capitulo 39: Ojalá fueras menos egoísta
— Consígueme un buen restaurante, Sam. Ya estoy cansado de tanta comida chatarra.
— ¡Ey! Subway no vende comida chatarra —. Sostengo mi teléfono entre mi oreja y mi hombro mientras saco las llaves de la habitación en la residencia.
— No entiendo cómo es que no te aburres de ir a comer a esos sitios —. Mi padre se ríe de mi. Pretende que vayamos a comer a otro lugar que no sea Subway, ¿qué hay de malo en Subway?
— El sábado en la noche serán tacos, quesadillas y burritos. Te reto a comer chile sin tomar líquido, ¿hecho?
— Vas a perder, papá —. Río mientras dejo mis cosas encima de mi cama. El viejo se esta tomando muy en serio el reto.
— Tu mente es muy diminuta para comprender la magnificencia de mis habilidades para opacar a mi contrincante — Es inevitable no sonreír con las ocurrencias de mi padre.
— Ya madura, papá —. Trato de sonar molesta pero se me sale un pequeño gallo al hablar.
— Típico de pubertos — ambos nos reímos a carcajadas —. Te recojo el sábado en la noche, Sammy. Tengo que atender el trabajo. Te amo, Sam.
— También te amo, papá.
Observo la habitación y me sorprendo de ver todo tan organizado. Hayley jamás deja sus cosas organizadas, mucho menos las ajenas. Mi cama esta muy bien tendida y las cortinas abiertas de lado a lado.
Quisiera que no se molestara conmigo. Es la única amiga que tengo y no me gusta sentir que tiene algo en contra de mi. Hasta ahora, Clyde me hace pensar que quizá lo juzgué antes de conocerlo, y ahora mi atracción por él es indiscutible para mi. Ojalá Hayley pudiera entenderlo.
Jamás había pasado la noche con un hombre. Para ser sincera, no esperaba que Clyde respetara tanto mi decisión de que nada podía pasar entre los dos. Aún necesito descubrir más aspectos de él, tanto positivos como negativos. Me siento rara, y a la vez me siento bien. Es tal como quise que sucedieran las cosas.
Pero para Clyde parece que lo imposible es algo de lo que se puede reír. Me tentaba de muchas maneras mientras manejaba de regreso a la residencia. Intentaba poner su mano en mi pierna, pero de inmediato me hacía la loca y me asomaba por la ventana, o le gritaba que había alguna nube en el cielo que se veía muy esponjosa... dije cualquier estupidez que se pueda imaginar.
Clyde trató de convencerme de que nos viéramos en mi tiempo libre, que vendría en la camioneta a recogerme y que podríamos hacer algo divertido, pero algo me dice. Me molesta que diga eso, sobre todo cuando lo que menos quiero es que me vea como un objeto. A veces hacía comentarios con doble sentido, pero cuando las decía yo me quedaba con la boca cerrada y con la mirada fija en la vista de mi ventana.
Al final, se rindió y se limitó a acariciar el dorso de mi mano que se encontraba en la silla. No negaré que sentí un revoloteo de mariposas en el estómago y podía escuchar los latidos de mi corazón.
Clyde es un mundo colmado de misterios. No entiendo la razón por la cual pasa de ser un rebelde a el hombre más educado del mundo. A veces parece que me tratara como si valiera un centavo, pero luego cambia y me observa con tanta ternura como si viviera para ello.
No me rehusaré a decir la verdad. La verdad es que siento que la vida es diferente cuando estoy con él. Odio que sienta esto, porque sigue siendo una emoción muy precipitada.
Clyde no busca una relación. Es difícil pensar en que un hombre quiere algo eterno, mas no efímero.
No es que quiera una relación. Debo enfocarme en mi universidad y punto final. Primero es mi carrera profesional. Las relaciones amorosas pueden venir después. No es que esté pensando en una relación afectiva y profunda con Clyde. De ninguna manera. Jamás sucederá. Es sólo que me causa muchísima curiosidad.
Me acuesto sobre mi cama y dejo caer mi cabello húmedo por el borde.
Sonrío al recordar que mientras me bañaba en su ducha, vi su sombra por debajo de la puerta. Escuché el sonido de la perilla tratando de abrirse, pero yo la había asegurado. Después, él se fue. Cuando salí de la ducha lo molesté mucho con eso, que dejara de comportarse como un violador en serie. Me amenazó con abrir la puerta con una patada la próxima vez que dejara la puerta con seguro.
Pero no habrá una próxima vez.
Es lo mejor. No estoy dispuesta a ser la mujer que toque cada vez que quiera sin responsabilizarse por los efectos que eso provoque en mi.
Mi teléfono suena. Es él. Compartimos nuestros números. Me insistió en que le llamara apenas llegara a la habitación, según él para asegurarse de que yo hubiera arribado sana y salva.
Seguro me llamó porque yo no lo he hecho.
— Hola —. Saludo y demuestro ningún interés.
— ¿Estás bien, Sam? — Pregunta preocupado.
Debe de ser su artimaña con todas las mujeres.
— Si, lo estoy —. Respondo y ambos nos quedamos en silencio por un rato.
— Sam, si Hayley sigue enojada contigo, no me molestaría para nada que durmieras de nuevo en mi espalda —. Se ríe.
— No hay necesidad, Clyde. Arreglaré este asunto —. Mi voz sonó más gruesa de lo usual.
— Bien. Ya debo colgar —. Ya se enojó.
— Adiós.
Es simple, no puedo dejar que me utilice.
Esta mañana sentí que quizás podía ser lo que espero de un hombre, pero a decir verdad, Clyde y yo no tenemos nada en común. Es mejor mantener la distancia. No quiere que se apegue a mi.
***
— ¡Sam, levántate pedazo de vagancia! — Chilla Hayley como siempre.
No puedo creer que se haya tomado tan en serio su relación con Rob, que ahora le dio la locura de pedirme que la acompañara a comprar ropa interior lo bastante sensual para él. Yo sólo espero que ni se le ocurra la idea de meterme a un sex shop.
— No quiero —. Respondo y escondo mi cabeza bajo mi almohada.
No sé cómo, pero de inmediato percibo el aroma del perfume de Clyde. Santo cielo. Llevo toda la semana tratando de evitarlo y de no recordarlo hasta en un sándwich. Que por cierto es lo que como cada noche. Eso significa que cada vez que observo un sándwich, por muy sencillo que sea siempre me recuerda a Clyde. Si lo que quería era dejar un trauma en mi mente, pues lo ha logrado.
De repente, Hayley me hala de la cintura hacia el borde de la cama.
Sólo porque soñaré contigo... Clyde... ¡Ya basta! Maldita sea, ¿ahora escucho su voz?
Me siento y retiro bruscamente las manos de Hayley de encima. Da un paso hacia atrás y abre los ojos, estupefacta por mi reacción, supongo.
— ¿Qué tienes, Sam? — Pregunta con dulzura. Esto es muy raro de su parte.
Me levanto y tomo mi toalla y me dirijo al baño para darme una ducha antes de acompañar a Hayley a hacer sus compras.
— Nada —. Sonrío hacia un lado.
Entro al baño y cierro la puerta. Muro mi reflejo en el espejo. Me siento como una total tonta cada vez que los ojos se me humedecen. Respiro profundo. Entro en la ducha y dejo caer agua tibia sobre mi cuerpo.
Sin darme cuenta, me asomo para ver si hay una sombra debajo de la puerta, y recuerdo a Clyde.
***
— ¿Qué te parece este? Me veo candente, ¿cierto? — Hayley sale del vestidor para que le dé mi opinión sobre la ropa interior en encaje que desea comprar.
Es mucha la confianza que me tiene para no le cause vergüenza alguna el hecho de que la pueda mirar de esta manera.
Candente... can-dente. Y mi piel desearía ser tocada por Clyde.
¿Dónde estará en este instante?
— ¡Sam! — Hayley grita y me saca aturdida de mis pensamientos — ¿Lo compro o no? — Pregunta sin ánimo de hacerme sentir mal.
— Si. Te luce el rojo —. Sonrío y guiño un ojo.
Bajo la mirada mientras noto que mi sonrisa desaparece. Cruzo los dedos de mis manos y juego con ellos.
¿Me extraña tanto como yo a él?
Esto es estúpido. Ni que fueramos los amigos desde hace años. No lo veo desde el martes y estamos a sábado. Me siento ridícula por preguntarme tanto por él de esta manera.
Observo que Hayley toma las prendas y va hacia el cajero a realizar su pago. Me levanto y tomo la bolsa. Le sonrío y ella disimula su curiosidad por saber qué me sucede.
Lo sé. Se esta muriendo por dentro por atacarme con sus preguntas. No va a aguantarse las ganas de hablar.
Nos dirigimos hacia un parque que ya hemos visto cada vez que venimos a Stanford. Unos columpios de silla roja llaman mi atención, y más ahora que siento que me van a explotar los pies si doy un paso más. Me siento en uno y Hayley hace lo mismo. Me agarro de las cadenas y observo a una pareja caminar, mientras se comparten miradas y sonrisas.
Si tan sólo Clyde me quisiera para darme esos tiernos besos de pollito. Miro hacia el cielo para que no se me salga una lágrima en tan inoportuno lugar
— Has cambiado.
— Todo en mi sigue igual, Hayley —. Miento, y mi mente me reprende por hacerlo..
— Mierda — dice y giro mi rostro para ver su expresión de preocupación —. Lo que acabas de decir es física mierda, Sam.
— No me creas, entonces —. Volteo mi cara y observo los vehículos pasar.
— El hecho de que no estemos tan juntas como antes, no hace que te desconozca. Llevamos casi que una vida juntas, Sam. Sé cuándo tus pensamientos te absorben.
— ¿Y eso qué? — Murmuro.
— Sé que estás enamorada.
Trato de reírme, pero no sueno tan natural como siempre.
— ¿Enamorada de Clyde? — la miro de reojo — Eso si es mierda, Hayley.
— Hace unos días lo defendiste con tu propia vida. Preferiste no dormir en la habitación. Te enfrentaste a mi. Todo por él. Si eso es no estar enamorada, entonces yo soy una estúpida.
— No estoy enamorada de Clyde —. Mi voz tiembla.
— ¿Cuál ha sido tu primer y último pensamiento en estos días? — Eleva su voz y dirige su rostro hacia mi — Responde si te sientes libre de hacerlo.
Clyde. Ese hombre se ha inyectado a sí mismo en mis pensamientos. Cada vez que observo alguien, desearía que fuera Clyde, sin importar su estado de ánimo, porque haría cualquier comentario para escuchar su risa.
— Dime, Sam, ¿acaso cuando viste a esa pareja pasar, no pensaste en que esa serías tú junto a él? — las palabras de Hayley me hacen reflexionar un poco — Yo me imaginé junto a Rob. ¿Y tú?
Junto a Clyde. Eso es obvio.
— No sé porque te empeñas en hablar de Clyde, Hayley — la fulmino con mi mirada —. No quiero nada con él, ni siquiera compartir el aire. No quiero seguir con este tema.
Por unos segundos se queda en silencio.
— Ojalá fueras menos egoísta, Samantha.
— Mi amor propio me ha ayudado a mantenerme a salvo del dolor.
— Tu egoísmo te dejará sola.
No. No estoy preparada para bajar mi armadura. Hayley al parecer no entiende que intento resguardar mi corazón del mal.
De repente, observo a una mujer. Cabello rojo... creo que la he visto antes. Es la doctora, quien atendió a Clyde esa noche. Camina junto a una chica de mi edad, con un hermoso cabello rubio. He visto ese cabello antes.
¿Grace?
***
Antes que nada... is it too late now to say sorry?! HAHA okay no. No saben lo re contra ocupada que he estado con proyectos de la u. Ni siquiera he posteado imagenes en insta.
La educación nos está digiriendo...
Prometido 1 capitulo por semana... si subo más es porque tengo tiempo :(
Feliz estudio!
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