Capitulo 37: Can-dente
Parte II
Suelto la mano de Clyde justo antes de entrar a la habitación.
Ya me lo suponía. Hayley tiene una de sus mejores pijamas puestas, de color fucsia, claro. Rob está... ¿desnudo? Acostado en la cama de Hayley. Me impacto al ver tal escena en nuestra habitación. Observo a Rob y esboza una gran sonrisa. Me imagino que la pasaron de maravilla este par. Pero no fue lo suficiente como para quitarle ese angustioso caracter de Hayley. Está parada en medio de nuestras camas, con las manos en sus caderas y golpeando el suelo con su pie, como si fuera un conejo. Un conejo con rabia.
— ¿Qué tal la pasaron mis socios? — Chillo y doy pequeños saltos, intentando así cortar un poco la tensión.
— Te lo diré en dos palabras, Sam — habla Rob desde la cama —. Can-dente.
— Eso veo, pedazo de mierda — Interviene Clyde, quien esta parado a mi lado.
— ¿Envidia de que yo si pueda garchar y tú no? — Se ríe Rob.
— El que ríe de último, ríe mejor. El que come de último, come con más ganas.
Clyde me agarra de la cintura y me junta a él. No puedo dejar de pensar en que Hayley está observando la mano de Clyde sobre mi cuerpo. Ella me mira y eleva una ceja.
— Hayley, por Dios, quita esa cara —. Doy un paso hacia ella. Se queda parada firme.
— ¿Sabes? Pensé que quizá dejarías a un lado a este hijo de puta — señala a Clyde — por Adam, que apostaría mi vida a que es todo lo que tú necesitas.
— No tienes idea de lo que dices, Hayley. Adam es mi amigo, pero eso no hace que sea lo que yo necesito.
— Deja de ser tonta, Samantha. Este hijo de puta no te hará ningún bien. Tú y él no pueden estar juntos.
— Ya deja de llamarlo así —. Doy un paso más hacia ella. Me está empezando a enfurecer.
Hayley bufa.
— Por todos los demonios, Samantha, míralo. Expansiones, tatuajes... no tiene nada en común contigo —. Mueve sus brazos por el aire.
— Qué ironía, ¿acaso esos ojos que tienes no te sirven para ver? Rob también tiene tatuajes. ¿Discriminas a Clyde? ¿Por qué no das la vuelta y miras con quién te vienes acostando?
Hayley se acerca a mi, y me reta.
— Bueno, Samantha. Por lo menos a mí no me intentó ahorcar, ¿recuerdas?
Si. Lo recuerdo muy bien. Pero eso es asunto del pasado para mi.
— Lo perdoné, Hayley.
— Y cuándo te use para tener sexo y después se vaya, ¿harás lo mismo?
— Que no se te olvide, Hayley, que yo te he perdonado muchísimas cosas.
— ¡Samantha, hablo en serio! ¡No quiero que te veas con este maldito! — Grita y me toma por sorpresa. Retrocedo y Clyde me coge la mano y me separa más de Hayley.
¿Acaso es tan díficl que Hayley entienda mi indirecta? Quiero pasar tiempo con Clyde. Quiero conocerlo y descubrir cada uno de sus misterios. No entiendo por qué no intenta ponerse en mi zapatos y comprender lo que estoy sintiendo ahora mismo.
Mi pecho me empieza a doler, mi corazón está muy acelerado y pierdo el control sobre mi respiración. Sin poder evitarlo, empiezo a llorar.
— ¡BASTA, HAYLEY! — Grito y ella da un paso hacia atrás, baja los brazos y me observa sorprendida — ¡Acéptalo!
— ¡¿Aceptar qué, Samantha?! — Exclama.
— ¡Mi decisión! — Clyde acaricia mi hombro y lo aprieta un poco. Este loco me da la fuerza para pararme fuerte en mis sentimientos — Entiendo que eres mi amiga y que quieres lo mejor para mi. Confía, por favor.
No quiero terminar peleando, mucho menos con la única amiga que tengo. Eloise ya no está.
— Te desconozco, Samantha.
La boca se me abre al escuchar esas palabras de Hayley. Me resisto a seguir llorando. Observo a Rob, está un poco incómodo al presenciar esta discusión, pero, ¿quién no lo estaría?
— Me alegra, Hayley.
Limpio mis lágrimas con mis manos y empaco mi billetera, el cargador de mi teléfono, mi camiseta de Batman, un jean y ropa interior en mi maleta. Mientras voy al baño a guardar mi cepillo de dientes, escucho a Hayley.
— ¿Qué crees que estás haciendo, Samantha?
— No dormiré esta noche aquí —. Digo cortante.
— ¿A dónde piensas ir? — Pregunta por obligación.
Me está exasperando a tal punto de que no veo el momento en el que ya no esté aquí cerca de ella.
— Es mi problema —. Respondo.
— Si te vas con este hijo de perra, no pasarás de esta noche siendo virgen.
¿Qué clase de mierda ha dicho? Calma, Samantha, tranquila te ves más linda.
— La vida no es sólo sexo — la fulmino con mi mirada — ¿Algo qué decir al respecto, Hayley?
— No puedes salir a esta hora de la noche. Son casi la once —. Eleva su voz.
— ¿Ah, no? — abro la puerta — Observa — salgo de la habitación con mi maleta en la mano.
Una gran parte de mi espera escuchar la voz de Clyde diciendo que me detenga. Pero ni siquiera escucho sus pasos por el pasillo. Cuánto necesito un abrazo ahora mismo.
Mi viejo, ¿qué harías tú?
***
Llevo esperando un taxi desde hace media hora aquí en el parqueadero, pero ni siquiera alcanzo a observar un destello de luz por la calle. Esta muy frío aquí afuera. Todo esta muy oscuro y callado. Trato de no pensar en que de algún arbusto puede salir una mujer con el cabello rubio, con un vestido blanco y sin pies... de tan sólo pensarlo siento un escalofrío por todo mi cuerpo. Debo rechazar estos pensamientos. Todo estará bien.
Espero que mi plan funcione. Llegar a un motel y dormir esta noche ahí, y volver para la madrugada para iniciar clases.
Necesito buscar un trabajo los fines de semana. O hacer prácticas. No lo sé. Tendré que pensarlo. Crecer es un poco duro, pero soy capaz de manejar toda esta situación con sabiduría y paciencia.
Reviso de nuevo la hora en mi teléfono. Faltan 15 minutos para que sean las doce de la mañana, y yo aquí parada en medio de este parqueadero.
Sabrá el cielo qué estará haciendo el abandonador de mujeres en peligro.
Ese... puto taxi no va a llegar. Ni siquiera puedo llorar de la angustia. Tengo ira, y mucha.
¿Cómo se le ocurre a Hayley comportarse así? Debería de recordar que no soy yo la que me acuesto con todo el mundo. Por algo sigo virgen. Dios me ampare de hacer lo mismo. Aunque en este momento, no me siento del todo segura. Clyde no se dignó a seguirme, pero, ¿por qué estoy esperando que salga a mi rescate? Soy una mujer libre y autónoma. Puedo hacer lo que yo quiera y punto.
Una mujer con el cabello rubio, con un vestido blanco y sin pies... Ya para, Samantha. Sale flotando entre los arbustos...
— Hola Sam —. Escucho una voz justo detrás de mi.
Mi instinto de supervivencia se activa de inmediato. Cierro mi mano, doy la vuelta, y sin mirar doy un golpe a lo que haya en frente.
Ay no.
— ¡Clyde, lo siento! ¡Me asustaste! — Quiero consolarlo, pero la risa me invade. Le he dado justo en la boca del estómago.
— Puta vida, Samantha, ¿acaso quieres que se me revienten los puntos? — Dice tratando de respirar, y sobando la parte golpeada.
Intento recobrar el aire para poder decir algo. Seco mis lágrimas de lo gracioso que fue esto.
Creo que hoy he llorado bastante.
Hasta adolorido se ve hermoso con ese cabello todo desordenado. Es de esos alborotados que no necesitan alguna crema o peine. Odio que sea tan atractivo, porque me es más complicado imaginarlo de otra manera. Pero no es que me la pase todo el día con su imagen en mi cabeza, ¿o si? ¡No!
— Te comportas como una niña, Clyde — sonrío y elevo una ceja — En la camioneta no te quejabas para nada.
Sonríe, y es todo un placer para mi formar esa curva en sus labios. Aún más con ese toque de picardía que me atrae tanto.
— ¿Te gustaría terminar con lo que dejamos empezado?— Su propuesta es tentadora, pero quiero hacerlo sufrir.
Quiero llevarlo hasta el límite. Quiero saber hasta qué punto está dispuesto a respetar mis decisiones, en cuanto a mi cuerpo se refiere.
¿En qué estoy pensando? No quiero esto. No quiero que sólo se acerque a mi para deleites carnales. Quiero a alguien que desnude mi alma, y así, me sentiré bien de entregar a su voluntad mi cuerpo.
¿Qué estupidez acabo de pensar? Pies a la tierra, Samantha.
Clyde se acerca a mi, y no hay nada que pueda hacer para retroceder ante su presencia. Mi cuerpo pierde toda la tensión al percibir su cercanía. Acaricia mi mejilla con la yema de sus dedos e intenta acercar sus labios a los míos, pero aparto mi rostro. Este no es el momento para este tipo de cosas. Hay asuntos más importantes que atender.
— No quiero, Clyde —. Murmuro.
Agacho mi cabeza un poco y lo observo. Está sonriendo. Me recuerdo un poco a mi padre cuando sonríe por cualquier cosa. Baja la cabeza y me da un beso en la frente.
Los estados de ánimo de este hombre son tan variables, que estoy segura que me matarán algún día.
— Quédate esta noche conmigo —. Me abraza y puedo escuchar su corazón latir fuerte.
— Gracias — susurro — pero creo que no es correcto.
— Lo correcto es que no te pases la noche entera aquí en la calle.
Tiene razón. Odio que la tenga.
— Sólo si me prometes algo —. Digo.
Me aparta un poco de él para mirarme.
— Dime, Sam.
— Olvídalo —. Sonrío y vuelvo a abrazarlo. Se siente bien percibir que está dispuesto a escucharme.
***
Clyde abre la puerta de su apartamento y me da lugar a que entre. Mis ojos se deslumbran al ver la decoración del interior, algo que jamás podía imaginar.
¿Quién podría imaginar que su apartamento tiene un estilo medieval? Pinturas, candelabros, velas, alfombras, jarrones y fotografías sobre cada mesa en madera. Es un deleite ver tantos tonos de amarillo junto al color marrón de la madera. Máquinas de escribir extremadamente antiguas, planchas de ropa, tocadiscos y ...
— ¡Un gramófono! — corro hacia el espléndido objeto y me obligo a no tocarlo. Cuánto me gustaría hacerlo — ¡No lo puedo creer! ¿Tú escogiste la decoración?
Clyde ríe y se acerca a mí con sus manos en sus bolsillos.
— ¿Qué te parece?
— Es increíble. Todo lo que tienes aquí es precioso... no creí que...
— ¿No creíste que tuviera buen gusto? — Interrumpe.
— En realidad, creía que iba a encontrarme con un diseño minimalista, algo moderno. Pero esto es un millón de veces más hermoso.
Al parecer, Clyde sólo tiene ánimos para seguir sonriendo. Pone su mano en mi espalda y me hace caminar. Abre la puerta de una habitación cuadrada pero lo bastante amplia para una sola persona. Una hermosa cama doble con sábanas blancas, al igual que las paredes y las flores en los jarrones azul turquí, con finos detalles en dorado. Un cofre grande de madera, y una gran alfombra roja cubriendo gran arte del suelo. Es la habitación ideal para una noche de luna de miel.
¿Clyde estará insinuando algo?
De repente, coge mi maleta y la deja encima de la cama.
— Tienes mi permiso para dormir aquí.
— ¿Tú dónde dormirás? — Pregunto.
— En el cuarto de invitados.
— ¿Esta es tu habitación? — sonríe y asiente con su cabeza — Qué vergüenza, Clyde — me tapo la cara con mis manos y vuelvo a bajarlas—. Yo mejor duermo en ese cuarto, ¿si?
Me siento como una total intrusa. La niña que se mete en aposento ajeno. ¿A qué punto he llegado?
— No hay problema, Sam. Esta habitación tiene baño propio. Puedes hacer lo que quieras. Sé que sería un total desafío para ti si te tocara salir desnuda y en toalla de un baño, arriesgándote a que yo te vea. Una pregunta, ¿tienes hambre?
Sonrío por educación. Ya es demasiado que me dé una cama para dormir. No quiero ser una carga.
— No, gracias—. Y puedo sentir que hay algo en él que no he podido descifrar.
De inmediato frunce el ceño, ¿se ha enojado? ¿por qué? Aprieta su mandíbula y me observa fijamente.
— Bien, descansa —. Con frialdad sale de la habitación y cierra la puerta con fuerza.
¿Y ahora qué pecado he cometido?
***
Holi!!! Como van? Que tal la semana? La mía muy bien. Gracias por preguntar :'D
Mi memoria a veces me falla... Si has llegado hasta aquí y no te he dedicado un capitulo, POR FAVOR comenta aquí, y te dedicare uno de los próximos. Exacto, esta novela no va ni por la cuarta parte.
No había notado que las hice esperar 33 CAPÍTULOS por el primer beso entre Sam y Clyde... Me dicen que CRUEL... pero CRUEL es bueno... yo soy buena :'D
He notado que ustedes son un poco hambrientas por escenas explicitas... Ojo con eso muchachas...
MENTIRAS!!! Aquí sólo estamos las que somos! Garosas... Garoxas :'D
Muchos abrazos y besos!!!
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