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Capitulo 32: Muchos colores

 El miedo y el misterio invaden mi cabeza, y no hay otra cosa que pueda reemplazarlos.

— Adam, ¿qué hacemos aquí?

El olor a marihuana hace que me ardan los ojos. Si, exagero. Pero esto es peor que entrar a la casa de Ethan. Si el infierno está en la tierra, creo que justo ahora estoy en él. Hay muchos hombres tatuados, sentados en los parques mientras fuman. En cada esquina, hay mujeres muy maquilladas, recostadas contra la pared, con mini faldas en cuero, al igual que sus botas con tacones delgados. El olor es terrible. Hay muchos indigentes semi desnudos durmiendo encima de cartones. El color de su piel se ha convertido en mugre. 

— Ya casi llegamos, Sam —. Adam tose, y yo también lo hago. Huele a orín.

— ¿Quién vive por aquí, Adam?

— Créeme, eso no lo quieres saber... aún.

Parqueamos al frente de un edificio un poco viejo. Me da miedo que llegue algún loco a robar la motocicleta de Adam. No sé por qué pienso eso.

Agarro a Adam del brazo y entramos. Subimos hasta el quinto piso, porque el miserable edificio no tiene un ascensor. Sólo se escucha silencio, y eso me asusta más de lo debido.

— Adam, no me digas que vendes drogas o algo así—. Susurro.

— ¡Soy la mejor persona que has conocido! — Grita y tapo su boca con mi mano.

— No hagas ruido. No quiero que salga otro violador por mi.

— O por mi culo... — Pierdo el control sobre mi misma al escuchar las palabras de Adam y no logro dejar de reír.

Comienzo a llorar de la risa y Adam prácticamente me arrastra por las escaleras para seguir subiendo.

Al llegar al quinto piso, Adam me suelta en el piso y caigo mirando hacia arriba. Sigo llorando, y me duele el abdomen. Qué bien. He hecho el ejercicio de la semana. Me levanto sin mirar a Adam a los ojos, porque sé que en cualquier momento puedo estallar de nuevo de la risa. Me duelen los ojos.

— Culo — y rompo en llanto, pero no de tristeza —. Sam, creo que inhalaste todo esas sustancias.

— Siempre me río de cualquier cosa, tontis —. Le doy un puño en el hombro.

— Sam, creo que en estas condiciones no puedes ver a Clyde.

Pongo mi dedo índice sobre sus labios.

— Adam, dices estupideces — doy un gran brinco y el sonido retumba — ¡Nunca he estado mejor! Vamos, Calamardo.

— Sam, debemos irnos, esto es mala idea—. Se pone nervioso.

— ¿Por qué? — Sonrío.

— P-porque, eh, el apartamento está vacío.

— ¡Eso! Eso es lo que te hacen creer ingenuo Calamardo. Te enseñaré algo que sólo la hija de un policía sabe hacer. A un lado— lo empujo lejos de la puerta—... Oh, espera, ¿es aquí, cierto?

— En realidad, es la siguiente.

Giro mi cabeza. No me había percatado de que había otra puerta.

— Yo ya lo sabía, sólo estaba probando tu intelecto — camino hacia la otra puerta y separo mis piernas —. Ahora si.

— ¿No piensas que por lo menos deberías tocar el timbre?

Lo observo, y reflexiono.

— No —. Sonrío. 

— ¡Sam, no! — Adam exclama, pero es muy tarde. Ya he tumbado la puerta de una sola patada.

Doy unos cuantos pasos dentro del apartamento, y no logro dejar de reír. Me estoy cansando de mí misma.

— ¡¿Quién putas ha tirado mi maldita puerta?! 

Esa voz... esa asquerosa voz me hace pensar en muchos colores.

Veo a esa detestable criatura salir de una habitación y cierra la puerta, ¿qué esconderá? 

— Maldita perra, ¿qué haces tú aquí?

Alana me desafía con la mirada y esta a sólo un paso de distancia de mi. Ahora que me hace esa pregunta, creo que esto si que ha sido una mala idea.

— Tú ya sabes qué hago aquí —. Respondo, pero no tengo la menor idea de lo que acabo de decir. Su mirada deja de enfocarse en mi.

— Pero miren esto — interviene Adam —, todo el dinero que te da mi papá y vives en esta porquería de lugar. No tienes arreglo, Alana.

Alana se ríe. Creo que es la primera vez que la veo sobria. 

El lugar apesta. La cocina se encuentra llena de platos sucios. Las cortinas de color gris oscurecen el lugar. En la mesa del centro de la sala, se encuentran varias botellas vacías y cigarrillos acabados. El piso blanco está cubierto de cenizas.

¿Por qué habrá cerrado la puerta de aquella habitación?

— Alana, ¿dónde está Clyde? — Pregunta Adam.

Ella se acerca sin prudencia alguna a Adam, me observa de reojo y sonríe.

¿Qué habrá en esa habitación?

— ¿Qué te hace pensar, Adam, que yo sé dónde está Clyde?

— Rob dijo que él estaba aquí — responde con frialdad —. Así que, creo que por algo nos lo habrá dicho.

Tomo la decisión de dirigirme hacia esa habitación.

— ¡Ni lo pienses, maldita!

Alana me toma por el cabello y trato de no gemir del dolor frente a ella. Cierro mi puño, me devuelvo y le doy justo en un ojo, haciendo que se retuerza en el suelo del dolor. Le indico a Adam con mi mano de que se quede ahí a su lado, en caso de que quiera volver para que le regale otro golpe. Acaricio mi nudillo, fue un puño bien dado.

Abro la puerta y lo primero que observo es una cama sin sábana y cubierta por ropa de mujer. Me impresiona ver un lugar tan desordenado. Incluso aquí adentro hay muchas botellas y latas de cerveza.

Santo cielo, estas personas solo saben beber alcohol.

Entro y no veo la razón por la cual Alana se hubiera comportado como una fiera conmigo cuando vine a esta habitación. Aquí no hay nada.

De repente, la puerta se cierra tras de mi. Chillo y doy la vuelta.

— Santo cielo, ¿qué estás haciendo aquí?

Clyde asegura la puerta y da un paso hacia mi.

— Así que, ¿le pediste a tu novio que te trajera hasta aquí? — Pregunta y sonríe.

No puedo creer que me haga esto a mi.

— Eres un desgraciado, Clyde.

— ¿Por qué? La desgraciada aquí eres tú —. Cruza los brazos.

Abro mis ojos ante tal declaración.

— ¡¿Disculpa?! — se exalta — Fui hasta el hospital a buscarte, y tú no estabas ahí. Así que el desgraciado sigues siendo tú.

— ¿Para qué fuiste a buscarme? ¿Por qué estás aquí, niñita? No necesito tu ayuda —. Se enfurece.

Sus palabras hieren las ilusiones que apenas crecían dentro de mi corazón. Una parte de mi desea decirle la verdad. Lo busqué porque quería saber cómo estaba, si había podido descansar, si ya había comido algo, si de pronto seguía con dolor. Quería verlo de nuevo. Deseaba tener la dicha de observar su rostro. Preguntarme cada cuánto se afeita. Cuestionarme por qué tiene las pestañas más largas que las mías. Comparar el tamaño de sus manos con las mías. Observar ese cabello alborotado suyo. Anhelaba verlo sonreír, escuchar sus malos chistes. Pasé todo el día con la esperanza de volverlo a ver a los ojos. Tenía fe de que quizá, tan sólo quizá, desde hoy todo sería diferente con él. Que podríamos ser buenos amigos.

Pero Clyde jamás dejará de ser un maldito conmigo, ¿de qué me sirve reservar esos bonitos recuerdos de él?

Todo esto fue una pésima idea. Debí escuchar a Adam.

Era obvio desde el principio. Clyde no quería que sus padres me conocieran, porque no quiere sentir obligación alguna conmigo. No quiere que sus padres permanezcan preguntando por mi, cuando ni él mismo se preocupa en lo más mínimo de lo que me pueda suceder. No entiendo para qué se comportó como todo un caballero conmigo anoche, si ahora me quiere tratar como a sus pies.

Por esto era que no quería que lo acompañara. Él quería estar con Alana, no conmigo. Fue por eso que tuvo las malditas fuerzas para levantarse de la camilla y buscar a esa maldita, en vez de recurrir a mi.

Clyde no merece que yo esté debatiendo en mi cabeza por él.

— Si, eso veo — intento sonreír genuinamente —. Sólo, eh, vine a darte las gracias por salvarme. Me alegra que estés mejor. Y también quiero pedirte algo, Clyde.

Trato de ser ruda con él, pero las lágrimas están a punto de brotar. Agacho mi cabeza y miro mis converse negras.

Vuelvo a subir mi rostro. Su gesto de enojo se convierte en preocupación. Deja caer sus brazos y da un paso hacia mi.

— Dime, Sam — el hecho que me llame así, hace que empiecen a rodar lágrimas por mis mejillas, y me odio por ser tan débil —. Pequeña, ¿qué pasa? No llores.

No comprendo la razón por la cual no puedo alejar mi rostro de sus manos, que secan mis lágrimas. Miro a cualquier parte de la habitación, porque me siento intimidada al tener a Clyde tan cerca de mi.

Recobro fuerzas y lo miro a los ojos. Me observa, y por un momento me pierdo totalmente en él, en sus ojos color café. Sin darme cuenta, mi frente y la suya están a unos pocos centímetros de tocarse.

Tenerlo tan cerca hace que me duela el pecho.

Santo cielo, esto no es amor. Clyde es una simple atracción, y ya. Esto jamás va a trascender.

Clyde es lo opuesto a mi. Es imposible. Estos amores complicados sólo resultan en películas y libros. La realidad es que somos tan diferentes, que lo poco que nos puede unir no permanecerá fuerte por mucho tiempo.

— ¿Qué necesitas de mi, Sam? — Pregunta.

— Yo...

— Sam — interrumpe —, puedo explicarlo. Sé que estás enojada.

¿Acaso está leyendo mi mente?

— ¿Cómo crees? — me alejo de su cuerpo — Me alegra que hayas recurrido a la persona que de verdad necesitabas.

Frunce el ceño.

— ¿De qué mierda estas hablando? ¿Crees que de verdad necesito a Alana? — Empieza a enojarse de nuevo.

— ¡No, no lo creo! ¡Estoy totalmente segura de eso!

— ¡Si me dejaras explicar las cosas como son, no estaríamos gritando! — Manotea por todos lados.

— ¡No estoy gritando!

— ¡Si! Y también te comportas como una celosa. Hoy averigüe que, en realidad, Adam no es tu novio. Tu jamás has tenido una relación, y por eso eres así, tan explosiva y tan...

Oops, se ha dado cuenta de todo eso, ¿pero cómo?

— ¡¿Qué?! ¡Dilo, Clyde! — Me acerco a el en forma de amenaza.

— ¡Loca! ¡Estás loca, Samantha!

— Te equivocas, Clyde. Tú eres el loco.

Ambos dejamos de hablar y sólo se escucha nuestras respiraciones. Niega con su cabeza y observa la ventana.

— Eres muy complicado, Clyde.

— No te pido que te pongas a lidiar conmigo, niñita —. Se burla.

Tiene razón. Lo que estoy haciendo es patético.

— Ya debo irme.

— ¿A dónde vas? — Se muestra a mi como un niño cada vez que intento alejarme de él.

— Deja de hacerme creer que te importa, Clyde.

Pasa su mano por su cabello. Está exasperado, preocupado, otra vez.

— ¿Por qué me mentiste? ¿Por qué dijiste que tenías novio?

La vergüenza se apodera de mi mente. Juego con mis manos mientras pienso en una respuesta lo suficientemente madura. No me sirve de nada seguir mintiendo.

— Sólo quería protegerme.

— ¿De quién?

Alzo el rostro y observo sus ojos.

— De ti.

Hace una mueca y vuelve a pasar la mano por su cabello.

— Sam, sé que no he sido muy cortés contigo. Pero hay algo que me dice que no lo hacías sólo por eso.

— ¿Por qué?

Se acerca nuevamente a mi y me atrapa por sorpresa en el momento que coge mi mano y me lleva hacia la cama. 

Que ni se le pase por la cabeza pensar que soy tan tonta para perder mi virginidad en esta habitación del demonio mismo.

Santo cielo, ¿por qué pienso en eso?

Se sienta sobre la cama, separa las piernas y hace que me quede justo en frente de él.

— Me siento extraño, Sam.

Sus ojos empiezan a dilatarse, y empieza a jadear. Mi corazón empieza a latir con fuerza, y algo en mi interior se despierta.

— ¿Por qué? — Pregunto.

Sonríe, pero es una sonrisa un poco triste.

— ¿No sientes lo mismo? — pone sus manos en mis caderas y mete la punta de su dedo índice dentro de mi jean — ¿No has pensado que no sabes por qué no te has ido de aquí? ¿Qué tu voluntad deja de funcionar en el momento que aparece alguien?

Jadeo cuando sus dedos empiezan a recorrer lentamente mi abdomen y juegan a descender por mi ombligo.

— ¿Por qué? — continúa — ¿Por qué no sales de mi cabeza, Samantha?

No hemos hecho algo erótico, y siento que mi mente anda en otro planeta. Deja un casto beso por encima de mi jean y vuelve a bajar mi camisa.

— Sam, déjame ir por ti esta noche —. Me toma nuevamente las manos y me observa.

Suelto sus manos, me dirijo a la puerta y la abro. Lo miro de nuevo, y ha quedado pasmado, con sus ojos y boca abierta.

— No, Clyde. No quiero que vuelvas a buscarme. Te prometo que yo no te molestaré de nuevo. Siento interrumpir lo que Alana y tú iban a hacer.

Me voy y cierro la puerta tras de mi.

***

Hello! Como van? Que tal el estudio??? Jum! Hoy Miércoles grabamos el primer capitulo de ¿Quién mató a Alex? wiwi.

Les agradezco muchísimo por estar pendiente de esta historia. Vale una infinidad para mi.

Otra cosita! No sé, pero mi wattpad no me notifica todo lo que ustedes comentan, y eso me molesta un poco, por que soy feliz leyendo lo que escriben haha. Pido disculpas si me demoro en contestar o algo así. A veces me aparece por ejemplo 7 notificaciones, pero cuando reviso, solo hay 3. Entonces ahi es donde sé que tengo que revisar el cap entero para ver lo que han dejado.

Saludos, abrazos y besos! Yo amarlos muchito <3

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