Capitulo 16: Buenas noches
En par segundos, ya estoy con Hayley en nuestra habitación. Me baño y la escucho gritar que me apure. Tengo una pereza de mil kilos para decidir qué ropa usar, y ya estoy cogida de la tarde.Me pongo mi ropa interior, una chaqueta con cierre y capucha y la misma sudadera de ayer. Exacto. En mi primer día de clases no llevaré camisa. Qué rebelde.
Agarro mi maleta negra, que por cierto, si Hayley tuviera tiempo para hablar, diría que combina con mi look "dark". Agradezco a mi padre en mi interior, por enseñarme a tener mis cosas listas un día antes de cualquier ocasión. Estaría molesto si se diera cuenta que voy a llegar tarde a mi primer clase.
— ¡Rápido! Vas tarde, Sam.
— Voy, voy, voy.
— ¿Ya sabes dónde es?
— Ni idea. Ayúdame, por favor —. Le paso mi horario.
— Listo, voy a acompañarte.
Oh, vaya. No ha pasado una semana y ya Hayley conoce todo alrededor nuestro.
Me coge de la muñeca y me lleva corriendo por gran parte del campus. Lo que no sabes es que mi maleta me está maltratando la espalda. Pero supongo que me lo he ganado, por dormir en la calle.
Es extraño. Clyde no estaba conmigo, ¿en qué momento se fue? No entiendo el por qué no tuvo la decencia de despertarme, no importando la hora, para dormir en mi cama. Aparte de irse sin avisarme, me deja a la intemperie sin algo que me abrigue.
Crece mi ira. Ese loco es un desgraciado. Las va a pagar. No. Nada de venganza. No a la violencia.
Pero, por ahora, concéntrate en lo que vale la pena, Sam: tus clases. Debo ser una buena persona, no importando si el mundo es un depósito de basura.
Subimos las escaleras y Hayley me deja en la entrada del salón que parecer ser el de mi clase. Veinte minutos tarde. Qué falla.
— Pendiente de tu teléfono, Sam. Me mandas un mensaje de texto apenas salgas de aquí. Suerte, pequeña —. Me da un abrazo y corre, me imagino que irá a su salón.
Inhalo y exhalo profundamente. Es vergonzoso llegar tarde a mi primera clase, eso significa que todos los presentes se acordarán de mi como "la chica que peleó con su cobija", o "a ella se le quedó la almohada pegada en la cara".
Debo ser valiente, nada de cobarde. Tomo la decisión de entrar, y lo hago.
— Buenos días. Con permiso —. Saludo a la profesora, sin fijarme en su aspecto.
— Buenas noches, dirás, jovencita — la ignoro por completo y busco un puesto —. Vaya forma de empezar la semana.
Todos me miran, ¿acaso tengo un tercer ojo en la cara?
Veo una silla desocupada al lado de la ventana. Qué bien. Me siento y dejo mi maleta en el suelo, a mi lado.
La maestra es la viva imagen de Pamela Carson. Excepto que esta mujer tiene el cabello extremadamente negro y liso, con las puntas que dicen "pasa una tijera por aquí". Qué raro. No logro detallar muy bien su rostro. Sólo veo que usa un labial rojo carmesí y sus cejas delgadas parecen ser tatuadas. Su cuerpo es como un reloj de arena, con esa falsa cintura de avispa.
Ya han escrito unas cuántas cosas en el tablero. Me apuro en sacar mi cuaderno, un bolígrafo negro y resaltadores.
Quisiera pegarme un puño en la cara. He olvidado mis lentes. Bien hecho, Sam, ¿ahora qué vas a escribir, si estas ciega? Pongo mis ojos en blanco.
— ¿Le aburre mucho mi clase, jovencita? — Habla la profesora.
Me sobresalto y busco a la jovencita de la que habla la mujer que tengo a unos metros de mi, con mucha silicona en su cuerpo. Ella me mira, todos me observan. Me giro para observar si hay alguien detrás de mi, pero solo es pared y ventana.
Santo cielo, esto es increíble. El murmullo y las risitas se hacen presentes.
— No se haga la idiota. Le estoy hablando a usted —. Habla más duro, más firme.
¿Es apropiado decir en medio de una clase, con personas desconocidas, que he dejado mis lentes?
— Lo siento, profesora, no es lo que usted...
— ¿No es lo que yo me imagino? Explíquese, jovencita.
Vaya, no está de humor. No sé qué decir para que se calme, y menos cuando la atención de más de treinta personas está en mi.
— Verá — una voz se hace audible a mi lado —, le hice una pequeña broma a mi compañera, y sé molestó. Eso fue todo.
Está a mi lado y lo observo, ¿en qué momento me jugó una broma? Oh, ya entiendo lo que hace.
Lleva unos lentes cuadrados de marco negro. Cabello negro organizado hacia atrás. Ojos color café y un rostro agradable a la vista. Tiene puesto un polo negro, jean y mocasines. Parece ser educado. La boca se me abre sola, ¿por qué me está ayudando?
— Bien. No lo vuelva a hacer, joven...
— Parker. Adam Parker, señora.
Ella sigue dictando su clase, pero no puedo quitar la mirada de encima de él. Me da una sonrisa leve y yo se la devuelvo. Mueve su cuaderno, para que yo pueda ver.
— Gracias —. Susurro.
Al finalizar la clase, la señora Miller, la profesora, nos dejó un trabajo en parejas, en el que tenemos que exponer sobre un artista del siglo, así que Adam y yo quedamos como grupo. Es bastante agradable. Tiene una sonrisa espectacular y huele delicioso. Me acompañó hasta el edificio de mi residencia y compartimos nuestros números de teléfonos para estar en contacto. Le pregunté la razón por la cual me había ayudado. Me dijo que notó que era miope, desde que me vio fruncir tanto el ceño al tratar de leer lo que estaba escrito en el tablero. Ambos nos reímos.
Caminar por el campus con Adam ha sido realmente raro. Todas las personas, o por lo menos la mayoría, se quedan mirándome. Quizá sea por que quieren ver con quién anda Adam. Es muy, muy atractivo. Pero, lo dudo. No se reirían si así fuera.
Ahora mismo estoy en mi habitación buscando mis lentes. Faltan diez minutos para que mi siguiente clase empiece.
Acabo de recordar que quedé de mandarle un mensaje de texto a Hayley apenas terminara mi clase. Qué extraño de su parte. Nunca lo hicimos en la escuela, eso de "te llamo apenas salga".
Guardo mis lentes en su debido estuche y los meto en mi maleta. Saco mi teléfono de mi bolsillo. Vaya, necesita carga. Anoche por estar deambulando en la calle, se me olvidó por completo conectarlo al cable. Lo conecto y reviso mi buzón. Mi viejo me ha escrito a las 6:36 a.m.
"¿Qué pasa, cara de pasa? Equisde... así escriben los jóvenes, ¿no? Ten un excelente primer día de clases. Un abrazo de oso y un beso de pescado... equisde"
Mi padre es el único hombre sobre esta tierra que me hace reír a través de un mensaje. Después le contesto.
No. Mejor lo hago ahora.
"Papá, te recuerdo que soy tu hija. Muchas gracias. También te mando un abrazo de osita. Ew, sabes que no me gusta el pescado. Ailoviu... equisde".
Salgo de la habitación y me dirijo al siguiente salón.
La clase de ética fue interesante, pero es difícil concentrarse cuando los ojos de la humanidad se posan en mi. No entiendo por qué. Ya casi es hora de almorzar, así que iré de nuevo a la habitación a dejar mi maleta y recoger mi teléfono.
Al revisar mi buzón, encuentro quince mensajes de Hayley y uno de Eloise. Qué sorpresa. Abro el de ella primero.
"Sam, no te pierdas tanto. El día ha empezado con trabajos y trabajos. Se nos va a hacer complicado vernos como antes. Hagamos algo este viernes, ¿si? Dile a Hayley. Deberíamos salir a la ciudad. Te extraño amiga."
Qué conmovedor.
"Eloise :) mi día también ha sido lleno de deberes, aunque cosas raras han sucedido, creo que me estoy volviendo paranoica. Claro que si, yo le digo a Hayley. Cambien te extraño Eloise".
Reviso los mensajes de Hayley.
"SAM DONDE ANDAS?!?!"
"SAMANTHA EVANS, REPÓRTATE!!"
"PEQUEÑA SANGUIJUELA RESPONDE"
"S A M A N T H A ! ! ! !"
"PUTA VIDA, SAM. NECESITO SABER DE TI"
"TENEMOS QUE HABLAR"
"QUIZÁS ASÍ ME RESPONDAS"
"CHISMOSA"
"ES SOBRE LO QUE ME PREGUNTASTE ESTA MAÑANA"
"JODERRR CONTESTA"
"NO SOY ESPAÑOLA, PERO LO SERÉ Y TE VAS A JODER SI NO RESPONDES"
"IRÉ A LA HABITACIÓN A VER SI ME ESTAS EVADIENDO... MALDITA"
"ESTOY ABRIENDO LA PUERTA... LA ABRÍ"
"DEJASTE EL PUTO TELÉFONO. TE ODIO"
"Sam... es de vida o muerte. Almorcemos juntas, pero escríbeme antes de salir. Ojalá sea pronto porque mi celular tiene 3% de batería."
Wow... Hayley nunca deja de sorprender. Marco su número. Buzón. Qué bien.
Mi teléfono vibra. Es un nuevo mensaje de Eloise.
"Podrías conseguirte un androide? Esto de los mensajes de texto me acaba con mis minutos para llamar. Desecha ese nokia. Paranoica? Ha de ser por el vídeo... :/".
¿Qué?
"¿Qué video?"
Un minuto luego.
"Sam, no te lo ha contado Hayley? Estoy en clase. Luego hablamos".
Santo cielo, ¿pero qué esta pasando?
Siento curiosidad por ver mi registro de llamadas. Nada nuevo. Oh, un momento, ¿Eloise me llamó anoche? ¿Y yo respondí? A ver, a rebobinar.
¿Qué hice anoche que no tenía mi teléfono conmigo? Lo tuve toda la tarde conmigo mientras estaba con Hayley. En la noche, ella me pidió que le trajera algo de comer. Exacto, salí sin mi teléfono, y me demoré bastante por allá en la cafetería, que luego, cuando me devolví, cometí la estupidez de mi vida al ayudar a Clyde.
Si yo no bajé con mi teléfono, y nunca supe de una llamada, eso sólo significa que Hayley contestó, y no me dijo nada al respecto. Hablaron por siete minutos, ¿de qué tema? Pero, ¿por qué Hayley no me avisó? ¿Ahora contesta mi teléfono como si fuera suyo?
Dios, son muchas preguntas sin respuesta. Empezando con Clyde, luego con la comunidad universitaria, Eloise y ahora Hayley.
Desconecto mi celular y salgo a la cafetería. Puede ser que Hayley esté por ahí.
Dirijo mi mirada a mi teléfono y reviso de nuevo el penultimo mensaje de Eloise. Video, ¿qué video?
Mi frente pega contra algo, mejor dicho, alguien. Me sobo la frente, sin demostrar mi disgusto y levanto la cabeza.
— Oh, Jeremy, perdona, no te vi.
— Tranquila, veo que tienes tu cara mejor. Me alegra —. Sonríe.
— Gracias. No me he visto al espejo, así que, no tengo ni la más mínima idea de cómo esté en este instante —. Le digo con sinceridad.
— Te ves bien, Sam. Oye, hay algo que quisiera preguntarte —. Cruza sus brazos. Asiento, dándole permiso de cuestionar.
— Bien. Eh, ¿por qué dormías en una silla? — Dice confundido y... ¿enojado?
Mi boca se abre, al igual que mis ojos. Mi corazón se acelera sin medida de precaución. No sé si sentir vergüenza o curiosidad.
— ¿Cómo sabes eso? — Solo Dios sabe que estoy a punto de caer muerta sobre este suelo universitario.
— ¿No lo sabes? ¿No te lo han dicho? — Eleva una de sus cejas. Está confundido. Pero no más que yo.
Pero el mensaje de Eloise viene a mi mente. Sobre todo una sola palabra: video.
— ¿Un vídeo?
— Si sabes, no te hagas la loca.
— ¡No! No lo sé, Jeremy. Hoy todo ha sido muy extraño, no entiendo nada. Eloise me dijo algo sobre un vídeo. Pero no sé nada más. Lo juro, Jeremy. Nadie ha tenido el tiempo de decírmelo. Dime, por favor, lo que está pasando. No puedo caminar 5 metros sin que alguien me esté mirando como si fuera un bicho raro. Necesito respuestas, sé tu quien me las dé.
Me arrodillaría ahora mismo si es necesario. Jeremy me cree. Ha notado mi desesperación. Mis lágrimas me piden que las libere.
— Son unos bastardos de mierda. Nunca debí llevarte a esa casa —. Susurra.
¿Está hablando de esa casa? ¿La de Ethan?
— Lo sabía. Lo sabía —. Su dedo pulgar le tiembla, mientras lo mueve encima de la pantalla de su iPhone.
¿Qué es lo que sabe? ¡Santo cielo! Que alguien me responda, pero ¡ya!
— Esto es mi culpa, Sam. Perdóname, no fue mi intención —. Sus ojos llorosos amenazan con hacer lo que deben: dejar correr las lágrimas.
— Sea lo que sea, sé que no es tu culpa.
Limpio una de sus lágrimas con mis dedos. Santo cielo. Qué vulnerable se ve ahora.
— Necesito que me digas que estas lista para ver el vídeo.
— Estoy lista —. En cuanto lo digo, Jeremy me deja en mi mano su teléfono.
No. No lo estoy. Es decir, si, si estoy lista. Bueno, en realidad no lo sé. Es sólo un vídeo, ¿qué tan malo puede ser?
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