Epílogo.
Al parecer finalmente sucedería.
Estaba volando hacia la Corporación Cápsula. Había ocultado su ki y esperaba no tener ningún obstáculo en su camino. Cargaba con una pequeña bolsa de tela marrón anudada con una cuerda. Dentro de ella estaba aquella copia de la fotografía con Bulma y Krillin, un retrato de él junto a su familia y por último, uno donde salían todos sus amigos.
Por primera vez en su vida se sentía increíblemente asustado, tanto que no sabía cómo describir aquel nivel de miedo. Era tan bestial que el simple hecho de pensarlo empeoraba la situación.
Su corazón latía con rapidez.
Sus manos sudaban.
Todo su cuerpo temblaba.
Tenía escalofríos en la columna.
Le faltaba el aire.
Se le revolvía el estómago.
Y por último, sentía un nudo en la garganta.
Quería gritar.
Llorar.
Morir.
Agradecía tanto el haber tenido a su familia hasta el último minuto antes de marcharse.
Besó a Milk por última vez.
"Te amo, no lo olvides nunca."
Abrazó a Gohan.
Abrazó a Goten.
Les dijo que los amaba.
Se extrañaron por lo repentino de aquello, pero le correspondieron y le dijeron que también lo amaban.
"Solo estoy muy feliz hoy, no se extrañen." Se había excusado sonriendo.
No tendría que sonreír falsamente ahora.
Lo sentía tanto por ellos.
"Perdóneme, por favor." Fue lo que pensó al salir de casa a escondidas luego de que Gohan se fuera y Milk y Goten se durmieran.
Tan solo faltaban unos minutos para que dieran las nueve. No lo negaría, eligió un buen momento.
Miraba los edificios de la ciudad mientras tenía recuerdos de los demás.
Krillin.
18.
17.
Videl.
Yamcha.
Ten.
El maestro Roshi.
Piccolo.
Su pequeña nieta Pan.
Donde sea que estuvieran Bills, Whis, Freezer, Uub y Trunks del futuro.
"Lo lamento."
Su destino estaba cerca. Pudo ver la corporación a lo lejos.
"Me siento enfermo."
Pero debía llegar.
Pensó en Bulma al ver aquella gran casa. Le agradecía infinitamente por todos esos años de amistad.
El pequeño Trunks también pasó por su mente. Que ojalá estuviera bien y sea feliz.
Lo mismo pasó con su hermanita Bra. Tenía un gran futuro por delante. Le deseaba su bienestar.
Y luego estaba Vegeta.
Su mejor amigo.
Su rival.
La persona que siempre estuvo a su lado.
Jamás olvidaría todo lo que pasaron juntos.
Esperaba que fuera feliz para siempre.
"Perdón, Vegeta."
Lo extrañaría demasiado.
"Siempre te querré."
Finalmente empezó a descender. Sus pies tocaron el pasto del patio de la corporación y posó su mirada en la nave.
Había planeado todo tan minuciosamente que nadie se dio cuenta de lo que pasaba. Haberle dicho a Bulma que trabajara al aire libre y bastante lejos de la casa para "poder probar la nave" era un buen ejemplo. El jardín era tan enorme que no se escucharía el despegue y mucho menos con aquel ajuste que ella le hizo, el cual reducía el ruido de forma impresionante.
¿Por qué el plan salía tan a la perfección?
Tal vez su destino sí era irse.
Miró el oscuro cielo. Millones de estrellas brillaban adornando el firmamento.
Estaría cerca de ellas pronto.
Decidió acercarse a la nave. Empezaba a sentirse peor, así que haría lo que tenía que hacer antes de perder el conocimiento o algo así. Realmente no podía respirar bien y su corazón latía tan rápido que empezaba a ser preocupante.
Tomó la manija de aquella gran puerta y jaló para abrirla. Las luces se encendieron automáticamente, mostrando el interior.
Era bastante parecida a la nave que usó para ir a Namek. Le traía demasiados recuerdos, unos que no eran precisamente buenos. Tales como la ansiedad que sintió al intentar huir de aquel planeta. Pensándolo bien, no se sentía así de nervioso desde ese día, aunque no se comparaba a lo que estaba experimentando ahora mismo.
Quería terminar con ese asunto ya. Sabía que no tenía derecho a muchas cosas, pero al menos en ese instante, quería dejar de hacerse daño.
Entró, observó el blanco espacio que había dentro y finalmente cerró la puerta. Fue hacia lo que sería su habitación y dejó aquella bolsa marrón en la mesa de noche que había al lado de la cama.
La abrió, sacando los objetos para mirarlos detalladamente. Los acomodó en la mesa, así la decoraban levemente.
"Así será lo primero que vea al despertar todos los días."
Se dirigió al armario. Sabía que Bulma le había puesto ropa ahí, así que lo abrió, pudiendo ver varias prendas colgadas. Los trajes de oxígeno estaban en la sala principal.
Tomó una camiseta de mangas cortas color negro y unos shorts grises. Los colocó sobre la cama, dispuesto a cambiarse.
Se lo que tenía puesto e intercambió aquellas prendas por las que había agarrado.
Había dejado su traje naranja sobre las sábanas. Lo miró detalladamente, sabiendo que no lo usaría nunca más.
Tanto tiempo usando variantes de aquel gi desde que era un niño, y finalmente lo dejaba en descanso. No sabía que era posible aferrarse tanto a un pedazo de tela, pero ahí estaba.
Sentía que le habían quitado una parte de su cuerpo.
Pasó una de sus manos sobre el traje con delicadeza.
Fue bueno mientras lo usó.
Finalmente lo sostuvo y lo guardó en el armario para siempre.
Caminó hacia el cuarto de entrenamiento y se le quedó mirando desde la entrada. Era bastante grande.
No estaba seguro de si le daría uso. Ese cuento de "quiero ir al espacio a volverme más fuerte" ya no quería seguir aguantándolo. Indirectamente se mentía a sí mismo; pelear ya no le importaba en lo más mínimo.
Simplemente se fue de la habitación. Parecía como si estuviera ignorando su existencia por la indiferencia que sentía.
Regresó al centro de control, acercándose al panel que controlaba la nave. Arriba de este había una gran pantalla en la pared que indicaba las coordenadas, el lugar dónde estaba, el destino, y más detalles relacionados a esos temas. No se preocuparía por eso; Bulma ya le había mostrado cómo usar todos los controles.
De todas formas no le importaba mucho el que algo saliera mal y lo matase.
Miró los botones con atención, ya decidido a hacer aquello que estuvo esperando.
Empezó a configurar todo sin tener un destino específico, simplemente lo programó para volar lo suficientemente alto hasta salir de la Tierra.
Sintió cómo la nave empezó a despegar. No fue brusco, y efectivamente el sonido era casi nulo como lo había pensado.
Había una ventana al lado de los controles. Se acercó, pudiendo ver la corporación hacerse cada vez más pequeña. Llegó un punto en el que pudo ver toda la ciudad, aunque terminaron por convertirse en simples luces.
No pudo evitar pensar en todos. Estarían durmiendo plácidamente, ojalá no se sintieran tan mal al despertar y percatarse de lo que había sucedido.
"Milk, por favor no te despiertes a mitad de la noche. Por favor no te des cuenta de que no estoy a tu lado en la cama. No intentes abrazarme; sentirás mi ausencia y llorarás."
Esperaba que todos estuvieran bien.
Que todos fueran felices.
Que estuvieran a salvo.
Que no les pasara nada malo.
Que olvidaran su existencia para siempre.
La ciudad empezaba a ser cubierta de nubes. En unos minutos más ya no sería visible.
Ojalá todos descansaran bien esa noche. Siempre los recordaría, así como también todo lo que pasaron juntos.
Los amaría a cada uno de ellos para siempre.
—Gracias por todo, chicos. Adiós.
Finalmente, Son Gokū se había ido.
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