04
—¡Estás preciosa! —Lucía apretó sus hombros—. Idéntica a la muñequita de tu pastel.
—¡Ya basta! Dios, que ganas de joderme incluso hoy. —Sabrina giró los ojos, pero sonreía. Lucía se rio bajito, mostrando una sonrisa real, esa que dejaba ver su encía.
Sabrina la miró con detenimiento mientras Lucia seguía privada de la risa casi inaudible, apretando sus ojos y mostrando todos sus dientes.
»Gracias por venir y estar presente hoy, Auri.
Lucía dejo de reír y se encontró con los ojos cristalinos de Sabrina.
—¡Oh, no!, ¡No te atrevas a llorar, Sabrina! —Lucía la soltó y removió su cartera para agarrar un paquete pequeño de toallitas—. Te dejé hermosísima para este momento como para que lo arruines. —colocó la toallita debajo de su lagrimal y absorbió la lágrima, pasando al otro ojo.
—Lo siento, lo siento, tienes razón, es que, ¡Dios! Bien, estoy, estoy nerviosa por tantas cosas y...
Lucía la interrumpió—: Escucha, todas están así en este momento, tú confía, todo seguirá bien e incluso mejor después de este gran día. De no ser así, está la opción de molerlo a golpes, picarlo, así quedas viuda y con sus bienes —Bromeó.
—¡Auri!, ¡Por dios! —exclamó ella sonriendo.
—Ay, ya, ya. Sabes que bromeo, no lo digo en serio —respondió sacando su neceser para aplicarle polvo translúcido—. Pero puede no ser una broma de pasar algo —dijo seria y luego ambas se carcajearon.
—¡Chicas!
Lucía se giró y Sabrina se inclinó a un lado para ver. Ambas se emocionaron al encontrar al grupo de amigas, saludándose todas con un abrazo grupal.
—¿Quién diría que te casarías algún día? —lloriqueó en broma, Gina.
—Honestamente creí que serías una viejita solitaria —añadió Danna, apoyándose de Gina
Lucía se carcajeó y Sabrina le golpeó el hombro a Gina y miró mal a Lucía para luego dirigirse a Danna y responderle—: ¿Cómo vas a pensar así de mí?
—Bueno, ya, basta de molestar a Brina, a Aileen le tomó mucho arreglarle el cabello —finalmente Fernanda habló.
—Y el vestido también —añadió Aileen—, separémonos un poco. —se movió con los brazos abiertos para distanciar un poco a las muchachas de Sabrina y ella sonrió.
—Es cierto, nos estrujamos fuerte después de la ceremonia. Ese abrazo de ahorita no fue suficiente.
Las muchachas hablaron por unos minutos, entre risas y bromas hasta que llegó el camarógrafo, quien las fotografió a todas de forma individual con la novia y luego tomó varías grupales.
—¿Interrumpí algo? —Todas miraron a la puerta, encontrando a Ethan en el borde de esta y lo saludaron. Él se acercó.
—¿El novio también quiere una foto con el grupo? —preguntó el fotógrafo.
—Si las damas lo permiten —respondió en broma, con un español algo mal pronunciado y ellas se rieron.
—Claro que sí, únete —Lucía respondió en inglés, para la comodidad de él haciendo un gesto con su mano, indicándole que se acercara.
—Igual ya es un poco tarde para sacarte de la vida de Brina, eres casi parte del grupo —agregó Fernanda y Gina se rio bajito.
Ya sentado al lado de Sabrina, el fotógrafo fió la señal—: A la cuenta de tres, whisky. Un... Dos... Tres.
—¡Whisky! —dijeron al unísono sonriendo.
.
.
En la recepción, las amigas se retocaban el maquillaje en el baño—porque lloraron a más no poder en la ceremonia— mientras reían.
—Menos mal tengo todo aquí. —Lucía terminaba de retocar a Fernanda.
—Aun sigo sin poder creerlo —mencionó Aileen retocando su labial—. Que todas estemos aquí, juntas, para la boda de Brina.
—Lo que yo realmente no puedo creer es todo el tiempo que llevamos siendo amigas —añadió Gina—. De verdad creo que es para que hace años ya no nos habláramos.
—Especialmente contigo que desaparecías por completo —atacó Lucía.
Las demás rieron.
—Ay, no empieces —respondió Gina.
Pero era cierto, ¿cómo podían llevar tanto siendo amigas?, ¿Y cómo es que fueron capaces de que la mella de la relación entre Sabrina y Lucía no afectara al grupo de chicas que se conocieron en la adolescencia por internet por un gusto en común? Lucía tenía el corazón apretado.
—Chicas —llamó la atención.
—No vayas a llorar —ordenó Fernanda, que la tenía de frente, viendo sus ojitos aguados mientras la retocaba.
»De verdad las quiero mucho.
Un sonoro "Aw" inundó el baño, seguido de un abrazo grupal.
—Estoy emocionada por escuchar tu discurso —confesó Danna, luego de que se separaron.
—¡Es cierto! No quisiste darnos un adelanto ni nada.
—Ji, Ji, Ji, Ji —se rió con un tono caricaturezco la morena—. Ya sabrán. Preparen los paños, se viene duro.
Se rieron.
—Pónganle condón que se viene —comentó Danna y las carcajadas explotaron.
Más tarde, mientras todos disfrutaban en sus mesas los platillos, empezaron los discursos. La familia de Ethan, con un mal español —mezclado con inglés— dieron palabras emotivas, agradecidos del recibimiento que tenían, de cómo los trataban con calidez y lo lindas que eran las hermanas de Sabrina.
Por el lado de la novia, sus hermanas estuvieron ahogadas en llantos mientras hablaban algo entrecortadas, sus sobrinos y sobrinas fueron jocosos y tiernos al mismo tiempo. Haciendo que la novia lagrimeara.
Para cuando pasaron al podio sus compañeros universitarios de medicina y los de su residencia, Sabrina se sacudía los mocos, siendo abrazada por Ethan. Las chicas podían verlo todo desde la mesa en la que estaban y Gina comentó—: te toca hacerle un retoque especial a la novia.
Lucía se rió y añadió—: después que pasemos nosotras se pondrá peor.
Rieron bajito todas.
Finalmente, una por una pasó, todas hicieron chistes internos en su discursos, haciendo reir a la recién casada y a las involucradas. Claramente, también sacando una que otras lágrimas.
Hasta que fue el turno de Lucía.
Ella no había bebido nada de café, pero las ganas de ir al baño para hacer del dos se hicieron presentes, el frío en los pies y manos, acompañados de la sudoración no se hizo esperar. Un fuerte nudo en la garganta Y el corazón bombeando con dureza la tenían paralizada. Un empujoncito de Danna la trajo a la realidad y se acercó al podio.
Una
Dos
Tres respiraciones profundas y una sonrisa amplia y nerviosa fueron necesarias para tratar de bajarle los nervios.
—Buenas tardes a todos, soy Lucía.
Se dio un golpe mental, esto no era una exposición y ella no tenía por qué decir eso.
»Estamos aquí, por Brina y Ethan —los miró y conectó con la mirada expectante de ella.
Respiró hondo.
»Al igual que mis amigas —señaló a las chicas—. Conocí a Brina por internet y es una locura estar aquí, en su boda —hizo una larga pausa—. Quizás muchos no saben de nosotras pero otros sí.
Fijo su mirada en Sabrina, ella sabía cuán nerviosa estaba Lucía; la conocía y conocía a la perfección su fobia, por ello articuló sin emitir ningún sonido "mírame a mí" y Lucía obedeció.
»Creo que todos dijeron todo lo que había que decir de ella, pero yo quiero agradecer —el silencio era tal que su voz resonaba—. Quiero agradecer por lo grande que es el universo, dios, el destino, las deidades o lo que sea que cada uno de ustedes crean porque la conocí a ella —suspiró—. Y no solo a ella, sino que también a Gina, Danna, Aileen y a Fernanda, de cómo conectamos y nuestra amistad se mantuvo con los años porque no fuimos solo nosotras, al principio fue un grupo grande, un chat grupal enorme y al final terminamos siendo nosotras aquí.
El llanto amenazaba.
»Agradezco poder estar aquí y decir estás palabras, porque en mis puntos bajos, ellas estuvieron ahí, siendo un lugar seguro que me demostraban que la amistad existe. Que no importa la distancia porque la conexión con otros va más allá —miró a las chicas—. Todas nos conocemos y conocen partes de mi que muchos no. Ver todo lo que hemos crecido a tal punto de estar hoy en la boda de una de nosotras es, simplemente, algo que se marca con fuego en mi memoria. A pesar de todas las cosas que hemos vivido cada una, nunca nos olvidamos y persistimos.
A este punto, ya todas lloraban, a Lucía le dolía la garganta, pero siguió.
»Hoy es un día especial que llena y rebosa mi corazón de felicidad, alegría y máximo orgullo —alzó su copa—. Brindo por Sabrina y Ethan que tienen tremenda compatibilidad astrológica —las chicas se rieron—, y porque toda la vida sean marido y mujer; por los chistes internos y seguir estando presente en todos los momentos buenos y malos de mis queridas amigas. Brindo por la salud, abundancia y sinergia que tiene la pareja —añadió en inglés, para facilitarle las cosas a Ethan— felicitaciones en este nuevo capítulo de sus vidas. Brina —la miró— nosotras siempre estaremos para ti.
Los aplausos no tardaron en llegar, las chicas se acercaron a Sabrina y junto a Lucía se dieron un fuerte abrazo grupal.
—Gracias por todos chicas, son increíbles. —la voz de Sabrina era un desastre.
Los sollozos sonoros duraron un poco, luego de separarse, Aileen se acercó al podio y dijo—: nos llevaremos a la novia un momento, necesita un retoque... Y nosotras también.
Las risas no se hicieron esperar.
Y los regaños de Lucía hacia Brina en el baño tampoco.
—Te dije que no te restregaras los ojos. —dijo preparando su piel con rapidez.
—Perdón, perdón, fue sin querer.
Aileen también ayudaba a las chicas con el maquillaje, las risas en el baño eran sonoras.
»Chicas —Sabrina llamó la atención— gracias por estar presente aquí hoy. Todas. —miró a Lucía y ella le sonrió.
—¿Y cómo no hacerlo? —Danna se estaba aplicando polvo—. Es tu boda, bebé. Tenía que cerciorarme que era de verdad y no una excusa para no comprar una casa y mantenernos a todas.
Lucía dejó de maquillar a Sabrina para poder reírse tan fuerte como las demás. Aquello venía de una conversación de hace años.
—Creo que habrías ido personalmente a matarme si no venía. Solo evitaba una tragedia. —añadió Gina mientras Aileen le aplicaba corrector.
—Yo no podía faltar, hice el vestido. Necesitaba verlo —acotó Aileen, terminando el retoque de Gina.
—¡Ya entendí, ya! Ninguna vino porque realmente quería. —el drama estaba presente en el tono de Sabrina.
—Yo sí vine por ti, a ver si lograba seducirte e irnos todas a Londres sin varones de por medio y abrir un café en un zona rural con temática —
Fernanda se cruzó de brazos luego de decir eso—, pero nomás tenias que verte, casi que babeas por ese individuo.
Las risas no faltaron. Tras diez minutos, todas salieron y siguieron con el disfrute de la celebración. Hasta bien entrada la noche, con cualquier cantidad de géneros musicales acompañándolas porque, bueno, la boda era de una chica que creció con todas las influencias del internet y en su mayoría eran unos millennials y post milleninials —o generación Z, como prefieran—, desde floricienta y Taylor Swift hasta José José y the Beatles. Dieron paso a un abanico amplio de gustos, para las tías y abuelos, como para la gran cantidad de adultos. Una noche llena de coqueteos, risas y mezclas de culturas y gustos, baile y karaoke, fotografías y rica comida.
Una noche inolvidable para cada invitado de Sabrina y Ethan, y para ellos mismos también. Amigos de la infancia, colegio, universidad y extranjeros los celebraban y se integraban de manera excepcional.
Ya eran las cinco y cincuenta, el sol se asomaba y Lucía, con su trago en mano apreciaba el amanecer.
La fresca brisa era agradable, sin bien la fiesta había sido en un salón abierto, con las personas el calor se concentraba.
—Hey.
El tono masculino y el acento británico llamó la atención de Lucía.
—Hey —respondió ella— ¿Cómo se siente tu segundo día de esposo?
Ethan, sonriente, respondió entablando una amena conversación con Lucía. Respondiendo sus preguntas y escuchando su punto de vista del país de su esposa, coincidiendo en unas cosas y teniendo opiniones divididas sobre otras.
Él realmente quería ser directo, no tenía la intención de quedar tanto tiempo charlando con Lucía pero era inevitable; ella sabía cómo llevar una conversación y era una oyente activa. Dejando una buena impresión en él porque de ella no sabía casi nada.
Quedaron en silencio un momento porque Lucía se percató de que el estaba disociado.
»Ethan —lo llamó—. Di lo que quieres decir. Adelante.
Él la miró y suspiró—: no es nada, lo siento, es, es... Es una tontería ¿Si? No es nada.
—Pregunta lo que quieres saber.
La sinceridad en la voz y ojos de ella lo alentaron.
—Ustedes dos... ¿ustedes dos salieron?
Él sabía que sí, y nunca le molestó, él siempre supo que debió haber alguien antes de él, y no supo quien hasta que se encontró con ella en el supermercado. Y si bien le propuso matrimonio a Sabrina, no fue hasta el día que la vio preparada que fue capaz de llevar a cabo los preparativos con su amada.
Y ese día, fue cuando Sabrina se encontró con Lucía. Supo que era el momento cuando la vio llegar a casa con tanta serenidad.
Él sabía que su mujer tenía asuntos por resolver, asuntos que eran de ella y que él le daba el espacio, estaba seguro que ella lo amaba y que cuando ella estuviera lista le contaría.
Pero ya había ocurrido la boda y el no entendió mucho de por qué lloraban tanto mientras daban sus palabras y un poco de inseguridad lo atacó.
Así que por eso preguntó.
—Sí, Ethan, estuvimos en una relación de años. —se acercó a él—. Pero antes de ser mi novia, fue mi amiga. Y si me preguntas si siento algo por ella, la respuesta también es sí, la amo, pero no la amo como tú lo haces. La amo como una amiga —lo tomó de los hombros—. Y tú eres el amado esposo de esa increíble amiga, Ethan. Ese es tu lugar y este es el mío.
Lucía suspiró y continuó.
—Se que puede parecer difícil porque en una dinámica heterosexual, definitivamente, esto que estás escuchando jamás sería dicho pero es una situación diferente y soy una persona de valores, al igual que Brina —le sonrió y apretó sus hombros—. Así que confía que mi amiga es mi amiga, que te ama y te respeta. Confía en tu esposa.
Las palabras tan honestas y firmes de Lucía eran difíciles de digerir, asintió lentamente. Ahora tranquilo, sereno. La transparencia de Lucía lo envolvía en confianza y le era difícil no creerle. Tardó en dar una respuesta, pero lo consiguió.
—Esperaré por ella y... Gracias, Lucía —respondió sonriente.
—¡Amor!
Ethan volteó.
Lucía lo seguía mirando. Lo soltó y se alejó dos pasos.
»¿De qué hablaban? —preguntó la novia, ya cerca de ellos, aunque a Ethan tardó en responder, la pregunta iba para Lucía.
—Sobre Londres —respondió él y Sabrina miró a Lucía para que ella avalara su respuesta. A los que solo recibió un alzamiento de cejas por su parte.
—Así es, parece que la vida aquí es más barata que allá —añadió Lucía. Está vez miró al cielo, el sol ya estaba iluminando por completo y al ver la hora añadió—: debo irme, chicos —los miró apenada—. Adiós.
Se acercó y los abrazó a ambos con fuerza.
»Felicidades.
Y se alejó.
Lucía tenía mucho por hacer y el cansancio la mataba. Entró despidiéndose de sus amigas y recogiendo su maleta de maquillaje.
Ya en el taxi, de camino a la casa de su amiga Alexa, una llamada internacional le llegó.
—¿Hola? —habló al atender.
—¿Amor? Se me dañó el celular, ¿Cómo estuvo la boda de tu amiga? —Un suspiro de tranquilidad la llenó y una sonrisa iluminó su rostro.
—¡Increíble! Me hiciste falta.
—¿En serio? Siento mucho no haber estado. El trabajo está...
—Entiendo, entiendo, no te preocupes. ¡Oh! En un rato te envió fotos.
—De acuerdo y... ¿Ya regresas o sí vas a pasar por tu país? Creo que puedo desocuparme y visitar a tu familia contigo.
—¿¡De verdad!?, ¡Eres el mejor! —vio por la ventana, estaba llegando a su destino—. Ya estoy regresando a casa de Alexa, amor, te escribo luego. Llego a dormir.
—Descansa.
—Besos.
Entrando al apartamento, Lucía se retiró los zapatos y dejó acomodada en una esquina la maleta. Ya su amiga y su pajera se habían ido a trabajar, dejando el sitio para ella sola.
Desplomada en el colchón donde dormía, veía las historias de sus otras amigas, resubiéndolas. En eso, le llegó un mensaje. Era de Sabrina, se rió de su nombre y lo cambió, antes de responder, de "oompa loompa" a "enana casada".
Enana casada: llegaste bien?
You: Yup.
Enana casada: qué tal la pasaste?
You: Increíble, q se repita, ojalá q Aileen se case pronto.
You: y pq me escribes??? Ve a ver si nadie t está vomitando más decoraciones o algo así.
Enana casada: quería preguntarte de qué hablaron
You: pq? Te está pidiendo q se queden viviendo aquí o como?
Enana casada: :/
You: pero buenooooo
You: okey
You: Ethan quería saber si fuimos algo. Pero no te preocupes, sabes q soy increíble con las palabras.
Enana casada: qué.
Enana casada: que le dijiste.
You: Sabrina, relaja la raja, no le dije nada malo diosmio. Mejor haz como que no me escribiste y cuando estés lista le cuentas. El está bien pero de seguro quiere saber sobre tu momento Barbie y el castillo de cristal
Enana casada: ERES DE LO PEOR, OK???? y es de diamantes, no de cristal
Enana casada: bien, bien, bien, está bien
Enana casada: supongo
Enana casada: gracias
You: De nada, son cien dólaressss con tres ceros adicionales al lado💋💋💋
Enana casada: si eres payasa, dioss
Lucía no respondió más, cayó rendida ante el sueño y cansancio físico.
El día termino y con la entrada de la noche, el chat grupal estaba al tope con imágenes y vídeos, las chicas bromearon un poco y luego Lucia dejó de responder para trabajar.
Pasó una semana en el país natal de Sabrina, compartiendo con sus amigas y de la compañía de Alexa. Y luego de esa semana cada una tomó sus respectivas rutas; Lucía emprendió vuelo a su país para compartir con su familia y su pareja, si él conseguía librar tiempo; Danna se quedó conociendo un poco más porque aún estaba libre de su trabajo como enfermera; Aileen regresó a atender su tienda de ropa, pues confeccionaba vestidos; Gina su magnífico spa, el más visitado de la capital de su país; Fernanda su estudio fotográfico y escuela de artes, la escuela más reconocida de centro américa; Sabrina pasó tres meses visitando diversos países como luna de miel con Ethan, creando momentos preciosos y viviendo una fantasía con su esposo que parecía sacado de un libro contemporáneo de romance bien escrito.
Cada una regresó a la rutina cotidiana, la vida avanzó para cada una. Todas presentes en la vida de la otra, charlando cada tanto porque la vida de adulto no dejaba tanto tiempo libre como para platicar o textear por horas, menos para personas con vidas tan atareadas como ellas.
◉
"... Entonces le dije que tenía que decidir si nosotros o ella y el prefirió no perderla a ella. ¿Pueden creerlo? Claramente hasta ahí llegamos. Igual y estoy re bien, no sé preocupen, no es que sea la primera vez que esto me pasa —un suspiro se escuchó en la nota de voz—. Nada, chicas, es hora de abrir la tienda. Las quiero un montón, ¡Chauu!".
Ese mensaje había sido enviado hace tres días.
—Somos unas basuras —Lucía empezó a textear—. Bueno. A ti te lo voy a pasar porque ahora eres mamá.
—Te juro que iba a responderle, pero se me pasó por la bebé —respondió Sabrina, texteando también.
—¿Leíste el libro que te recomendé? —preguntó sin ver a la más bajita.
—Lo escucho, está buenísimo. Capaz me lo pido —contestó, bebiendo su bebida, mirando su teléfono. Aún escribía un mensaje en respuesta para Aileen, al igual que Lucía.
Tres años habían pasado para este punto.
Y Sabrina tenía una bebé, un increíble matrimonio y una clínica en conjunto con su esposo.
Lucía estaba de nuevo soltera, pero con cinco millones de seguidores en su canal de Youtube y le iba bien con su trabajo remoto.
Aileen ahora se prepara para abrir una tienda en Francia.
Danna se convirtió en jefa de enfermería en una clínica en la capital de su país.
Fernanda abrió tres sedes más en diversos estados en su país de su escuela, ahora llamada academia superior de artes.
Y Gina estaba comprometida, con un spa mucho más amplio en dónde se recibían, en otros pisos, cualquier tipo de tratamiento estético y es inversionista de una cadena de comida rápida conocida.
En el punto más brillante de sus propias vidas. Brindándose apoyo y viviendo sueños propios, unos que trazaron a medida que fueron creciendo.
Afortunadamente, todas seguían siendo amigas para celebrar el éxito que a todas les acontecía.
Y deseaban mantenerse así.
Así de unidas.
Aunque ninguna lo decía.
Deseaban mantener ese increíble lazo que habían forjado por casi dos décadas.
.
.
—albysoo
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