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🥀𝕯𝖎𝖊𝖈𝖎𝖘𝖎𝖊𝖙𝖊🥀

Venecia, Italia, año 1890.

— ¡Feliz Cumpleaños!

Ese día, el ambiente se encontraba muy animado en la mansión de Venecia de los Casttle. Justamente era el cumpleaños del menor de ellos, JungKook, y estaban todos reunidos para celebrarlo, hacía años no pasaba su cumpleaños en compañía de todos sus hermanos.

— Y bueno, JungKook. ¿No abrirás los regalos?— preguntó la chica que en ese entonces poseía cabello negro azabache.— TaeHyung y yo preparamos algo para ti.

— Así es.— confirmó TaeHyung.— Te gustará, lo prometo.

El pelinegro sin pensarlo mucho asintió frenéticamente emocionado, y abrió el regalo de su hermano. Su reacción fue muy tierna de verdad al toparse con un peluche muy adorable, era un conejito.

— ¿Esto lo hacen por maldad?— hizo un puchero el menor con el peluche en sus manos. 

— No seas dramático, eres igual al peluche.— aseguró TaeHyung.— Te ríes igualito a él. Pensamos en regalarte algo que esté a tu altura.

JungKook negó reiteradas veces y sonrió ante el angelical comentario de su hermano. Es cierto, cuando sonríe sus dientecitos delanteros sobresalen dándole un toque tierno al chico.

— Me las pagarán, tórtolos.— amenaza JungKook a su hermano y a su, en ese entonces, novia.

Jackeline y TaeHyung en aquel entonces mantenían una relación meramente de amigos con derecho a basarse y a, otras cosas. Eran considerados buenos amigos, ya que por lo general todo lo hablaban, se platicaban cosas que sentían o que les pasaba.

Esa fue una época pacífica, sin ningún tipo de contrariedades, en la familia reinaba la paz, y no habían conflictos de ningún tipo. Claro está, no hasta que apareció esa chica y...todo cambió drásticamente.

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BlackVille, época actual.

Buen día.— saludó el pelinegro al ver a su hermano llegar.

— Buen día, JungKook. ¿Cómo se encuentra Meredith?— preguntó JiMin tomando asiento a su lado.

— Permanece estable, pero sin despertar.— dijo en tono preocupado.

— Te ves como si necesitaras una ducha.— aseguró el rubio.— Tú y TaeHyung deberían haber sido los  gemelos y no él y yo.— comenta con diversión.— Vine a sustituirte, vete a casa y descansa.

— Sabes que los vampiros purasangre no necesitamos dormir, JiMin.— si voz salió con cierto tono de fastidio. Observó a la chica que yace dormida encima de la cama dormida.

— Pero si descansar.— JiMin se puso de pie.— Debes descansar, ve a casa, SeokJin me ordenó que te hiciera entrar en razón. Eres un maldito obstinado.— suspiró.— Acordamos rotarnos para cuidar de Meredith, JungKook.

— Pero...

— Ni un solo pero, me vas a obedecer porque para eso soy tu hermano mayor.— cruzó sus brazos.— Vete de una vez, descansa maldita sea.— regañó apuntándolo acusatoriamente con su dedo índice.

Al adorable y sensual Jimin Casttle no le gustaba enojarse, debajo de ese perfilado rostro, ese cuerpo bien formado y su blanca piel, se encierra un ser malvado. Todos los vampiros purasangre tienen que luchar contra sus instintos primitivos (su lado vampiro) y su lado humano; al nacer así, son los más fuertes de su raza, pero son los que más sensibles suelen ser. Y controlarse es algo complicado la mayoría de las veces.

Si no luchaba contra esa entidad maligna en su interior, podría hacerle daño a cualquiera, sea humano o no.

— De acuerdo, de acuerdo.— asintió JungKook.— Cuida de ella.— se levantó de la silla en la que se encontraba sentado obedeciendo a su hermano dispuesto a salir de esa habitación. No sin antes haberle dado una última mirada a su amada.

Ya una vez que el pelinegro abandonó ese lugar, JiMin quedó pensativo al mirar a la castaña dormir profundamente. Eran tantos demonios internos, tantas mentiras, ¿por qué mentir? Recordó esas palabras que Miranda había dicho aquella vez. ¿Y si deben hablarle sobre Julieth? Fuera bueno que conociera acerca de su antepasada.

Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por esa linda doctora que un día fue cercana a él.

— JiMin, tiempo sin verte.

— ¿Jackeline?— sonrió.— Podría decir lo mismo.

Venecia, Italia año 1890.

— Buenas noches, caballeros.— interrumpió la amena conversación del par la joven camarera con una linda sonrisa.— ¿Qué les sirvo?

Al oír esa melodiosa voz, el par no pudo evitar levantar su mirada quedando totalmente impactados ante esa belleza italiana. No podían creer lo que veían sus ojos, ¿acaso era cierto?

La joven al no recibir ningún tipo de respuesta y notar los rostros de ambos completamente embobados, quiso volver a llamar su atención para ver si podía continuar haciendo su trabajo.

— ¿No desean nada por el momento?— preguntó nuevamente la chica castaña al notar que nadie le hablaba.

— July.— los dos al unísono la nombraron.

Ella simplemente frunció su entrecejo pensando que ellos estaban totalmente locos.

— No, se equivocan.— negó rápidamente.— Mi nombre no es July, soy Vanessa.— intenta sonreír.

— Perdone, fue un error de mis hermanos.— habló Jin agitando su mano.

— Descuide, eso suele suceder.— la chica le restó importancia.— Cuando decidan que desean pedir, llámenme.— sonrió y terminó lléndose de ahí.




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BlackVille, época actual.

— Hace tanto tiempo que no nos veíamos.— sonrió la rubia.— Siglos, de hecho.

— Veo que ahora eres doctora, vaya, vaya, vaya.— sonrió Jimin coquetamente.

— Si, bueno, me gusta ayudar a las personas y qué mejor manera de hacerlo, que siendo una buena doctora.— sonrió la chica mirando a la chica que dormía plácidamente.— Me costó acostumbrarme, hay mucha sangre por doquier.

— ¿Y por qué volviste a BlackVille?— preguntó curioso.— ¿Has venido a recuperar a TaeHyung?

— Claro que no, no.— negó sonrojándose de repente.— TaeHyung y lo que tuvimos pertenece al pasado, ya no lo veo de esa manera.— colocó un mechón de su cabello detrás de su oreja y miró tímidamente hacia abajo.

— Bueno, mis instintos me dicen que eso no es así.— fijó su mirada en la Meredith.

— Cómo sea, me imagino que has venido a cuidar de ella, ¿Cierto?— preguntó caminando hacia al lado de JiMin.

— Exacto.— respondió con simpleza.

— Pues, ella se encuentra en perfecto estado de salud.— confirma.— Aún no despierta, obviamente, necesita mucho descanso.

— Comprendo.

La rubia notó un brillo curioso en los orbes del rubio.

— Te la cogiste. ¿Verdad?— lo miró con complicidad.

— No te mentiré.— sonrió coqueto.— Pero no es un tema del que me guste alardear, soy un caballero.

— Me pregunto, ¿qué harías si JungKook se enterara de eso?— sonrió con cinismo.— Noto que está muy interesado en la chica. 

— No lo sé, tal vez quiera matarme, pero soy mayor que él, por tanto, soy más fuerte.— sonrió con tranquilidad y encaró a la rubia.— De todas maneras, le prometí a Meredith no hablar sobre este tema con ninguno de mis hermanos.

— Empiezo a creer que ella no quería que sucediera nada.

Él solo elevó sus comisuras y observó a la muchacha.



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Venecia, Italia, diciembre,año 1890.

— Oh, diablos JungKook.— mordió su labio inferior.— Me hacer sentir el cielo solo estando dentro de mí.

— ¿Sabías que eres única?— preguntó con su voz agitada por el ejercicio anterior. La miró con deseo.

— Eso me has dicho.— sonrió la chica, su cuerpo se encontraba totalmente desnudo y húmedo por el sudor.— ¿Y todos los vampiros son así de sexys?— preguntó acercándose a su pecho y recostando su cabeza en él.

— Todos no sé, pero yo sí lo soy.— muy confiado.— Vanessa, yo— hizo una pausa —quería decirte algo.— suspiró dándole vueltas a sus siguientes palabras.— Es que creo que deberías saberlo.— ella lo observó preocupado.— Tú, vas a morir.

— ¿Qué?— se apartó del pecho del pelinegro mirando su rostro, buscando un indicio de mentira en sus palabras anteriores.— No bromees, JungKook. No juegues con esas cosas.

— No es un juego.— tomó asiento, su intimidad se encontraba cubierta por las sábanas blancas. Recostó su amplia espalda en el cabecero de la cama.— Tarde o temprano morirás, y yo no podré protegerte ni hacer nada para impedir que mueras.

Esa noche, la chica no quiso seguir hablando del tema y decidió abandonar la mansión Casttle.


BlackVille, época actual.

— Es tarde ya, JiMin.— habló TaeHyung.— Me quedaré esta noche con ella.

— De acuerdo.— asintió el rubio levantándose de la silla y estirando su cuerpo.— Que no me suceda nada, cuídala.

— Puedes estar tranquilo, hyung.— sonrió tiernamente.

El rubio recogió su chaqueta y salió de la habitación dejando a dos personas en ella, una que permanece dormida y la otra, que no veía el momento en el que su amada abriera sus lindos ojos. Se dedicó a observarla, hasta pálida y delgada en exceso le gustaba ella.

Pero el silencio fue aplacado cuando la rubia entró a la habitación donde yace Meredith y se topó con TaeHyung.

— JiMin, mira, un...

TaeHyung volteó al escuchar esa voz, el rostro con el que la miró era su típico rostro neutral, mientras que ella lo veía como la cosa más linda del mundo.

Tan distinto lo que sentían ambos.

Era demasiado tarde, su corazón le pertenecía a un hombre que nunca la correspondería.



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